relecturas
José María Jiménez Cano
(Universidad
de Murcia)
Introducción
El
interés general del estudio del discurso de la inmigración desde el punto de
vista del factor religioso estriba en la condición multiconfesional de la
población migrante. El interés particular del análisis del discurso de la migración
en las organizaciones obreras católicas estriba en su naturaleza dual,
confesional y sociopolítica. Como es archisabido, la condición religiosa es uno
de los subparámetros étnicos más determinantes en los diversos contextos de
emigración. Las manifestaciones religiosas son, entre los diferentes factores
culturales (especialmente los de raíz folklórica) las que contribuyen a la
primera reescritura de las marcas profundas de identidad de la población
emigrante en las sociedades de acogida. De la misma forma, se convierten en la
demostración más palpable de las diferencias y en una de las causas
superficiales de los conflictos interétnicos
[1]
.
La
solidaridad y el internacionalismo –caridad y ecumenismo en el discurso
católico- fueron los dos principios motores en la formación del Movimiento
obrero en
Antecedentes históricos
Un
momento decisivo en la historia del Movimiento Obrero Católico, en particular
en el caso de los movimientos apostólicos especializados de Acción Católica
española, fue el de la formulación explícita de su identidad cristiana. Este
proceso pretendía abrir las puertas a una presencia pública en una sociedad
pluralista y democrática, a la vez que empezaba a hacer las cuentas con el
pasado inmediato de lucha abierta contra las instituciones franquistas y unas
relaciones de claro antagonismo con un importante sector de la jerarquía
eclesial comprometido en palabra y obra con el Régimen de Franco. Sin entrar en
los detalles de este reajuste, los documentos emanados por el conjunto de este
importante sector del Movimiento Obrero Católico son hoy una fuente de
información privilegiada para comprender las formulaciones de una visión
cristiana de la sociedad española y de
En
el aspecto que nos interesa en este trabajo, los movimientos apostólicos especializados,
sin una conciencia expresa de ello, empezaban entonces a dejar de ser
protagonistas y sujetos activos o solidarios con la clase obrera española
emigrante en Europa para asumir el nuevo rol de anfitriones de un cada día más
importante número de población inmigrante. El tránsito del papel de actante al
de circunstante. De sujeto agente a sujeto paciente o en otros casos
circunstante de compañía. En el Plan de Actividades de Representación general
de 1978 se utilizaba como criterio de clasificación de las diócesis “el
desarrollo en el funcionamiento organizativo, si es una diócesis sangrada por
la emigración y el paro o es una diócesis receptora de emigrantes”. En el
repaso de cada una de ellas se le dedica un apartado especial, el de
‘Emigración’, a las que se denomina “Diócesis de la Emigración”, Bélgica y
Suiza: “La realidad de estas diócesis está muy condicionada por las mismas
características de la Emigración y han de tener una atención particular. Estas
dos diócesis están vinculadas a la HOAC General y con un núcleo importante de
militantes. Habría que destacar la situación de crecimiento y consolidación de
Suiza…En Alemania existe HOAC pero está totalmente desconectada de la marcha
general”.
La
ignorancia de la inmigración extranjera del horizonte de las preocupaciones se
pone de manifiesto en el repaso de los problemas que se consideraba necesarios
abordar “a nivel de pueblo y de Iglesia”. Se citaban a título de ejemplo:
“Constitución, divorcio, aborto, enseñanza, elecciones municipales y distintas
concepciones Fe-Política”.
[4]
Cortejo
inmenso de marginados sociales
Estas
nuevas formulaciones de la identidad cristiana militante comienzan a encuadrar
y tipificar el fenómeno de la emigración en el marco de la definición de la
pobreza, piedra de toque del mensaje evangélico y de la praxis de los grupos
cristianos. Así se hace en un documento clave para este proceso en el apartado
titulado “la perspectiva bíblica sobre los pobres”
[5]
:
“En
la perspectiva bíblica los pobres son los desposeídos por los ricos, los
expoliados y explotados por los ricos. Los que son oprimidos y reprimidos con
violencia por los poderosos, los que son aplastados y humillados por ellos. Los
que son víctimas y juguete de la tiranía de los poderosos. Los que no pueden
defenderse ni hacer valer sus derechos ante las leyes que imponen otros, ni
ante los jueces que se dejan sobornar por los ricos y poderosos. Como
consecuencia de todo ello, los pobres, según la visión bíblica, son personas
descorazonadas, desalentadas, sin esperanza, abatidas y afligidas. El prototipo
de los pobres según
Acercándose
a la realidad actual: “Desde la perspectiva bíblica, los pobres de nuestro
siglo son ese conjunto de personas que no pueden participar activamente en las
decisiones de la sociedad en la que viven; los que no pueden influir en las
instituciones ni en las leyes, porque no saben, no pueden o no los dejan; esos
millones de hombres, condenados por los grupos de presión económica y de
presión política al hambre, al analfabetismo y a la enfermedad, porque se les
excomulga de los bienes materiales y culturales; ese cortejo inmenso de
marginados sociales: minusválidos físicos y psíquicos, ancianos y niños
abandonados o maltratados, enfermos sin recursos económicos, parados, pequeños
campesinos, refugiados, emigrantes, grupos étnicos discriminados, analfabetos,
presos y expresos, etc.; esas mayorías de hombres explotados, oprimidos y
reprimidos por la violencia de los estados clasistas y por los poderosos de la
tierra.” (263-264)
Los
pobres son considerados lugar teológico: “El Dios cristiano es un Dios que se
ha revelado a los pobres como su liberador. Es un Dios experimentado y conocido
por los pobres desde su pobreza, o por aquellos que se solidarizaron con los
pobres y se comprometieron en el proceso de su autoliberación.” (265) “El Dios
conocido y experimentado por los pobres y por los que se solidarizaron con
ellos, comprometiéndose en el proceso de autoliberación, es un Dios que asume
la causa de los pobres como su propia causa; es un Dios parcial, que toma
partido por los pobres, los explotados, los oprimidos y los marginados frente a
los ricos, los explotadores, los opresores y los marginadores; es un Dios que
aborrece las prácticas de explotación, de opresión y de represión violenta de
los ricos y poderosos; es un Dios solidario de los pobres, que les hace
justicia y los libera; es un Dios que promete a los pobres su reino, cuya
esencia es, “la liberación y la justicia” (Isaías, 9, 6; Jer. 23, 5-6); es un
Dios padre de todos, que quiere eliminar todas las relaciones injustas entre
los hombres, que no quiere que haya explotadores y explotados, marginadores y
marginados, sino una comunidad de hijos de Dios y de hermanos, iguales, libres
y solidarios; es un Dios que inculca la justicia interhumana, la fraternidad,
la solidaridad y la comunión.” (266)
Este
sería el Dios de los emigrantes: “Por eso, el encuentro con el Dios cristiano nunca puede ser pleno y total sin el
encuentro con los pobres, sin la comunión y la solidaridad con ellos, sin
el compromiso político en el proceso de autoliberación. Los pobres son el lugar
teológico por excelencia para el encuentro con el Dios revelado en Jesucristo.
Los que no son pobres o no se solidarizan con ellos no pueden llegar al
verdadero conocimiento de Dios y de Jesucristo, no pueden lograr una auténtica
experiencia cristiana de la fe. Sólo podemos encontrarnos con el Dios revelado
en Jesucristo en los pobres, desde los pobres y con los pobres.” (266-267)
Este
planteamiento, en el que hemos entrado ‘in media res’, pretendía actualizar,
profundizar, criticar y reelaborar las propuestas contenidas en el libro Cristianos y Revolucionarios,
considerado fruto de una coyuntura concreta de la sociedad, de
La
situación general de la coyuntura socio-política se valoraba como de “crisis
generalizada y, en especial, por la crisis del movimiento obrero y la crisis de
militancia.” (289)
En
esas proposiciones no se mencionan expresamente a los emigrantes. No eran
todavía tema de interés común:
“Crear, fomentar y potenciar cauces para el diálogo, entendimiento y amistad
entre los compañeros/as que tienen diversas opciones ideológicas y
organizativas sobre temas de interés común: ecologismo, solidaridad contra el
paro, solidaridad con los países oprimidos, educación, feminismo, marginación,
juventud, campesinado, objeción de conciencia, militarismo, OTAN, etc… (291) De
forma todavía más clara: “En el próximo bienio debemos fortalecer la
solidaridad con la vida de los parados y la lucha frente al paro desde todas
las realidades organizativas del movimiento obrero y desde todos los ámbitos
posibles, impulsando y apoyando la lucha de los propios parados, fortaleciendo
la solidaridad del resto de la clase obrera y de todas las organizaciones con
ellos, apoyando todas aquellas medidas que tiendan a un reparto justo del
trabajo existente, etc… No podemos olvidar que esta solidaridad, además de ser
una exigencia de la ética militante es para los cristianos una exigencia de la
fe y del seguimiento de Jesús de Nazaret que se solidarizó especialmente con
los pobres y marginados. Igualmente, debemos impulsar la solidaridad con los
demás marginados de nuestra sociedad como exigencia de nuestra fe y de nuestro
seguimiento de Jesús de Nazaret: con los minusválidos, disminuidos físicos y
psíquicos, gitanos, chabolistas, alcohólicos, drogadictos, analfabetos, tercera
edad, etc.” (294) No se veía, por tanto, necesario plantear un grupo específico
de estudio. Se daba la posibilidad de un GOES dedicado a los Marginados: “para
profundizar en el trabajo con este sector.” (300)
La
mención explícita que no aparece en estas proposiciones, sí quedaba recogida en
el capítulo cuarto: “Algunas aplicaciones al momento actual”, en el apartado
segundo dedicado a
“La
solidaridad con los pobres, los oprimidos y los marginados es la característica
fundamental de la dimensión política de la identidad cristiana, … En nuestra
sociedad española actual tenemos amplios sectores de marginados: un millón
doscientos mil minusválidos físicos y psíquicos; cerca de dos millones de
parados; los ancianos que no tienen pensión ni familiares que los cuiden;
numerosos jóvenes que no han conseguido empleo ni tienen un clima familiar
sano; enfermos sin recursos económicos y sin atención familiar; enfermos de
enfermedades profesionales, cuyo sueldo no les alcanza a vivir; campesinos,
refugiados, emigrantes, grupos étnicos como los gitanos, analfabetos, presos,
“ex-presos”, drogadictos, homosexuales, prostitutas, etc.
Los cristianos individuales, los
colectivos eclesiales como la HOAC y la Iglesia como totalidad tenemos que
solidarizarnos con los marginados. Esta solidaridad no se puede reducir a la
limosna y a la mera ayuda asistencial. Debe tener las siguientes
características:
a)
Una amplia comunicación de bienes
materiales.
b)
Ayudas de todo tipo, especialmente aquéllas
que están orientadas a una promoción personal que les permita liberarse de la
situación de marginación, siendo protagonistas de su propia liberación.
c)
Una defensa pública de sus derechos como
personas frente a la sociedad y al Estado.
d)
Una denuncia y una condenación explícita y
permanente de todos los mecanismos legales y estructuras sociales que fabrican
marginados en serie. Ejemplos de estos mecanismos y estructuras sociales pueden
ser algunas de las leyes aprobadas recientemente en el Parlamento y otras que
siguen vigentes de la etapa anterior: el “estatuto del trabajador”, que sería
mejor denominarlo “estatuto de los empresarios contra los trabajadores”; la
“ley básica de empleo”, que sería mejor denominarla “ley básica de desempleo”;
la ley sobre los minusválidos actualmente en trámite; la ley de peligrosidad
social; y, en general, todas aquellas leyes y decretos relativos a los
marginados, que consolidan su situación de marginación, ya que no pretenden
eliminar de raíz las causas de esa marginación ni ofrecer posibilidades reales
para salir de ella, sino simplemente paliar un poco sus efectos y tranquilizar
hipócritamente la conciencia ciudadana.” (155-156)
Sólo
dos años antes, en 1979, en una visión de mayor acento marxista, la esfera de
la emigración quedaba fuera del horizonte de la lucha obrera. En la mencionada
obra Cristianos y Revolucionarios
[6]
la visión que se da de la clase obrera es la siguiente:
“De
momento, consideramos pueblo real al conjunto de clases dominadas de la
sociedad y a las organizaciones que representan y defienden sus intereses. Los
agentes de las clases dominantes formarán parte del pueblo real el día que
abandonen sus prácticas de explotación económica, de opresión política y de
dominación ideológica. Mientras tanto los consideramos fuera del pueblo real
por sus prácticas de dominación sobre la mayoría. Ellos mismos se autoexcluyen
de la unidad popular, al impedir con sus prácticas la igualdad, la libertad, la
fraternidad, la comunión, la solidaridad y la corresponsabilidad de todos los
ciudadanos de cada país. Son ellos los que no quieren ser pueblo, imponiendo su
legalidad para proteger sus privilegios y afirmando demagógicamente la igualdad
de todos los ciudadanos ante las leyes que legitiman sus desigualdades
económicas, políticas y culturales.
Para
nosotros trabajar por la unidad popular es un imperativo de ética
revolucionaria y un imperativo de ética evangélica que nos exige continuar las
actitudes y prácticas comunitarias y liberadoras de Jesús de Nazaret que puso
en marcha la solidaridad de los pobres para la liberación de todos.”
La
gran preocupación es poner en pie esa estrategia de unidad popular. Ni como
colectivo preciso, ni como problema a resolver se plantea la cuestión de las
migraciones ni la situación de los emigrantes:
“El
mayor obstáculo para lograr la unidad popular consiste en el cúmulo de
contradicciones existentes en el conjunto de las clases dominadas y en las
organizaciones que constituyen el pueblo: intereses económicos, políticos e
ideológicos de las distintas clases dominadas, fracciones de clase y estratos
encontrados; excesivo pluralismo de organizaciones obreras y populares con
diversas ideologías, con distintos análisis de la sociedad, estructurales y
coyunturales, con diversas estrategias y tácticas de lucha sindical, política e
ideológica, con diversas estrategias y tácticas de unidad popular; las
experiencias históricas negativas entre las organizaciones obreras y populares:
rupturas y fracasos en la unidad de acción, en los pactos, alianzas y
coaliciones; divisiones y enfrentamientos entre las organizaciones; la lucha
por la hegemonía sindical y política; las diversas maneras de comprender y
realizar la unidad popular, intentando subordinar, excluir o eliminar a otras
organizaciones obreras y populares; el sacrificar la unidad popular a los
intereses del propio sindicato, partido u organización de base; los efectos de
las prácticas del bloque dominante sobre el conjunto dominado; la carencia de
un análisis de la sociedad compartido por todas las organizaciones.
La unidad popular implica múltiples
unidades parciales que van desde la unidad de acción hasta la fusión de dos o
más organizaciones sindicales y políticas, pasando por la coordinación, la
federación, las alianzas, los pactos, las coaliciones, etc.
Todas
estas dificultades contribuyen a aumentar la complejidad y problematicidad de
la unidad popular.” (289-290)
Así
se contemplaba el plan de actividades a emprender por el conjunto de los
militantes:
“En
el próximo bienio, desde las luchas en el frente ideológico es necesario
impulsar el proceso hacia la unidad popular que, a su vez, potenciará esas
luchas.
Para
ello es necesario fomentar la coordinación de las luchas que se llevan a cabo
en el seno de los aparatos ideológicos, empezando por la unidad de acción entre
las diversas realidades organizativas; favorecer la elaboración de propuestas
unitarias a partir del estudio conjunto de los problemas y reivindicaciones;
facilitar e impulsar el diálogo entre todos los trabajadores y entre las
centrales sindicales y partidos políticos obreros en orden a elaborar y
difundir análisis unitarios sobre los problemas y posibilidades de lucha en el
seno de los aparatos ideológicos (especialmente el aparato educativo, el informativo
y la familia).
A través de todas estas tareas es
necesario conseguir que el mayor número de personas conozcan el análisis de la
sociedad española y especialmente las contradicciones existentes en el frente
ideológico y entre las diversas corrientes ideológicas propias de la clase
obrera y del pueblo; profundicen en la necesidad incuestionable de resolverlas
para avanzar hacia la unidad popular, en las distintas hipótesis de trabajo
para construirla y en la validez y eficacia de la vía de la complementariedad.”
(200)
Para
cada organización en la que se estuviera se facilitaban una serie de actitudes
y prácticas unitarias. En el frente ideológico esas organizaciones eran:
asociaciones de alumnos, de enseñantes, de padres de alumnos, otras
asociaciones, todo tipo de asambleas, movimientos de renovación pedagógica,
coordinadoras, federaciones, sindicatos, partidos políticos, etc. En el frente
político dos de las tareas que se plateaban eran: “d) Desarrollar la
solidaridad económica, moral y efectiva entre los ciudadanos, entre las
asociaciones de vecinos de los barrios y los municipios. E) Elevar la
conciencia política del conjunto del pueblo, colaborando a que los vecinos y
ciudadanos presionen para que las leyes que se elaboren recojan sus intereses y
aspiraciones y a que estén informados de las tareas que los parlamentarios
realizan, y puedan criticarlas.” (187)
Ni
siquiera en la valoración crítica que se hizo de este programa
[7]
se recoge la referencia al colectivo emigrante. Véase como ejemplo la siguiente
afirmación de Carlos Díaz:
“Esta
HOAC no es la antigua. Su extracción es diferente y el número de maestros,
profesionales, ateses y demás la puede ir configurando como una organización de
aristocracia obrera, que no son los pobres. No confundamos la lucha por las
vacaciones pagadas y el Ford Fiesta con la lucha por los pobres. Si
En esta misma línea debería entenderse
la pregunta que realizaba en este mismo Boletín interno Ramón Echarren, obispo
entonces de Las Palmas de Gran Canaria:
“¿No sería conveniente definir
brevemente el concepto o la realidad de quiénes son los oprimidos, explotados y
dominados de la tierra a la luz de la sociología y del Evangelio?”
[8]
A
la búsqueda del inicio
En
la propuesta de trabajo para los grupos de reflexión del compromiso en el curso
87/88
[9]
va a seguir sin aparecer la inmigración como un frente explícito de lucha y de
compromiso. Se reconoce una situación de “gran desorientación en el tema del
compromiso, no sólo en los militantes de
Se
percibe una progresiva dualización del mundo del trabajo y se vislumbra la
aparición de trabajadores marginales o sumergidos, pero sigue sin identificarse
el sujeto inmigrante: “Aunque siempre ha existido una división en la clase obrera
entre lo que podríamos, por decir de alguna manera, llamar trabajadores privilegiados (empleo
fijo, trabajo cualificado, experiencia organizativa…) y trabajadores marginales (eventuales, sin cualificar,
desorganizados…), hoy la agravación de esta tendencia como resultado de la
reestructuración capitalista, plantea importantes retos al sindicalismo actual.
Más cuando las perspectivas de futuro señalan importantes aumentos de trabajadores marginales.” (112)
“Tradicionalmente, la lucha en el marco de la empresa por salarios más dignos,
mejoras y control en el propio trabajo, llevó a los trabajadores a desarrollar
una conciencia de clase, que ha sido una de las principales bases de desarrollo
del movimiento obrero y de sus organizaciones.
La salida neo-capitalista a la crisis
está suponiendo la implantación de nuevas tecnologías, la descentralización
productiva, el desarrollo de la economía sumergida, la precarización de la
clase trabajadora (paro, trabajo temporal, trabajo negro…). En toda esta
situación en que aparecen intereses tan diversos como los de los trabajadores
industriales, empleados, técnicos, parados, trabajadores sumergidos… ¿Qué
conciencia desarrollan los sindicatos? ¿Es posible, a través de la actividad reivindicativa y de
lucha encontrar fórmulas que ayuden a recuperar la conciencia…?”. (112)
Se
es consciente de los cambios en la estructura de clases y del problema de cómo
asumir la representación: “Sin pretender sentar ninguna tesis sobre la
evolución de las clases en el capitalismo actual, parece evidente que su
desarrollo está dando lugar a la aparición de «sectores» dentro de la clase
obrera –trabajadores industriales, empleados, técnicos, parados, trabajadores
sumergidos… que, de hecho, plantean dificultades a la hora de encontrar reivindicaciones
y formas de lucha que puedan hacer converger intereses tan diversos. Por otra
parte, en medio de esta situación, tendríamos que ir viendo cómo los sindicatos
pueden dar respuestas solidarias; cómo pueden atender las reivindicaciones y
necesidades de los trabajadores marginales…” (119-120).
Hacer
converger intereses tan diversos
Bajo
esos calificativos genéricos de trabajadores marginales y sumergidos se van a
encuadrar los nuevos sujetos dignos de la solidaridad activa con los pobres y
oprimidos. Se inicia un proceso de discernimiento cuyo resultado será el hacer
aflorar la presencia de trabajadores inmigrantes. Es bueno saber cómo se
planteó: “De siempre, la solidaridad (obrera, internacional…) ha sido uno de
los valores fundamentales que han movido al Movimiento Obrero en su lucha
emancipadora.
Hoy, sin embargo, son muchas las voces
que denuncian la falta de solidaridad con ese sector que hemos denominado
TRABAJADORES MARGINALES, pero que en una perspectiva amplia, en relación a la
situación laboral, incluiría a los parados, a la mujer, a todos aquellos que se
ven abocados a trabajar en la economía sumergida, a los pensionistas, a los
jóvenes,…”. (121)
Descrita
la situación, se propone un proceso de encuesta en el que se diluciden las
siguientes cuestiones: “- En qué sentido en nuestro compromiso, tenemos en
cuenta a todos esos trabajadores. - Descubrir si lo que se vive en los
ambientes tiene algo que ver con la solidaridad, o por el contrario, prima el
corporativismo, el bienestar personal e individual… - Si las instituciones,
principalmente los sindicatos, tienen en cuenta los intereses de estos
trabajadores, o son otros los intereses que defienden.” (121).
Este
proceso de reflexión se orientará, en lo que a la transformación evangélica de
la sociedad se refiere, hacia la necesidad de definir con claridad quiénes son
ahora los destinatarios y en la búsqueda eficaz de un compromiso comunitario
[10]
:
“PARA
ALGUNOS SIGUE SIN HABER UNA RESPUESTA AL TEMA DE NUESTROS DESTINATARIOS. Tal
vez porque tenían otras expectativas, y esperaban que
Lejos
de esas expectativas, la HOAC se plantea la necesidad de reafirmar su
compromiso con el conjunto del Mundo Obrero; tomando conciencia:
- de
su diversidad.
-
De la pluralidad de situación en su seno.
-
De cómo en su seno nacen las «nuevas pobrezas», las nuevas formas de
marginación, etc.” (105-106)
Siguen
sin aparecer individualizados estos ‘nuevos pobres’ hasta el momento en que,
para conseguir una mayor eficacia en el compromiso evangelizador, se decide
fijar una tarea común
[11]
(por azares de la enumeración identificada como “1B”): “El desarrollo de
Pero también se hace necesario que en
las diferentes diócesis concretemos la difusión de esta tarea, teniendo en
cuenta cuáles son nuestros destinatarios y que queremos que nuestra Buena
Noticia llegue al máximo número de personas y colectivos, que interpele
realmente a la sociedad y a la Iglesia.” (171) Previamente se habían recordado
los acuerdos de la VIII Asamblea General: “En la Asamblea General hemos
reafirmado que nuestros destinatarios son el conjunto del Mundo Obrero y hemos
tomado conciencia de: su diversidad, la pluralidad que se da en su seno y de
cómo en él nacen las «nuevas pobrezas», las nuevas formas de explotación.”
(164)
De
esta forma tan peculiar, se pone rostro y se da nombre a estos nuevos pobres:
los trabajadores extranjeros. Y lo que es más importante se difunde bajo el
título de España país de inmigración
[12]
,
de Antonio Martínez Rodrigo, delegado diocesano de inmigraciones de Madrid, un
primer estudio de síntesis de esta nueva realidad. En la presentación se
recuerda el proceso seguido: “En la HOAC estamos reflexionando sobre la
situación de los trabajadores extranjeros en nuestro país. Lo estamos haciendo
desde nuestros propios medios y militantes. Comenzamos confeccionando un
material en el que se contenía la situación de estos hombres y mujeres que
abandonan su familia y su cultura en busca de mejores condiciones de vida.
Hicimos a continuación un juicio cristiano sobre su nueva realidad de
explotación y marginación
[13]
.”
(3) Sorprenden en estas palabras introductorias los giros apelativos que se
emplean: “estas gentes venidas de «fuera»”, “estos hermanos/as nuestros/as” y
“los compañeros/as extranjeros/as”, que se alternan con inmigrantes y
trabajadores extranjeros, aunque es la etiqueta de inmigrante (y, en general,
“el fenómeno de la inmigración”) la que se impone. La situación general se describe
de la siguiente forma: “La presencia de los inmigrantes está provocando todo
tipo de reacciones. Nuestros pueblos, barrios y ciudades no pasan ya de largo
ante ellos/as. Acogida, xenofobia, racismo, desconcierto se entremezclan en las
calles y en los periódicos”.
Se
hace, por primera vez, de forma explícita ofrecimiento de apoyo solidario y
reconocimiento social: “queremos mostrar nuestra solidaridad «en obras y
palabras» con estos hermanos/as nuestros/as de múltiples formas personales y
comunitarias. Consideramos que los inmigrantes son trabajadores como nosotros
mismos y como nuestro mundo obrero de aquí. Por desgracia, se sitúan en el
último eslabón de la cadena de explotación a que están sometidos todos los
trabajadores, por el hecho de serlo”. (3)
Impresionan
estas palabras de autoconvencimiento terapéutico: “Estas consideraciones
nuestras queremos fundamentarlas cuanto más mejor. Debemos dar y darnos todo
tipo de razones a favor de una mayor dignidad con los compañeros/as
extranjeros/as y en contra de su marginación y rechazo laboral y social”. (3)
Una
vez realizado este discernimiento colectivo, se inició una campaña de difusión.
El 25 de marzo de 1993, en Madrid, intervinieron: “Antonio Ángel Algora, Obispo
de Teruel y responsable de la Pastoral Obrera en España, que expuso la
aportación de la Iglesia, principalmente de la Doctrina Social de la Iglesia.,
a la situación en la que viven los trabajadores extranjeros; Inés Ayala, de la
Ejecutiva Confederal de U.G.T., que planteó la aportación del sindicalismo a
este tema; Abdel Hamid Beyuki, Presidente de A.T.I.M.E. (Asociación de
Trabajadores Inmigrantes Marroquíes), que comunicó las dificultades, con las
que se encontraban para organizarse en España; y el Presidente de la HOAC que
presentó el discernimiento que hemos realizado y las acciones que vamos a
llevar a cabo.”
[14]
Se valora de forma especial que “El desarrollo de esta tarea nos ha permitido,
desde todos los ámbitos, conectar e implicar a numerosas organizaciones sociales
y eclesiales. Es significativo el número de obispos que han elaborado una Carta
Pastoral sobre los trabajadores extranjeros, con motivo de la realización de
esta acción solidaria. Igualmente el trabajo realizado con las delegaciones
diocesanas de migraciones “ACOGE”, o con otras organizaciones sindicales,
no-gubernamentales, asociaciones de inmigrantes, etc. Destacamos, globalmente,
el esfuerzo que han realizado todas las Comisiones y el entusiasmo que han
puesto de manifiesto los militantes por implicarse en todo el proceso, aunque
no se haya dado de igual forma en todas las diócesis. Desde la Comisión
Permanente, valoramos todo el proceso positivamente, teniendo en cuenta que es
el primer año que desarrollamos esta tarea. Eso no resta el que tengamos que
revisar la experiencia para qué cosas tenemos que mejorar.
Queremos
señalar que, aunque el proceso que nos planteamos haya finalizado, no quita que
sigamos trabajando y aportando sobre esa problemática. Ha sido mucho el
esfuerzo que hemos realizado con organizaciones y personas, que se han mostrado
sensibles a esta situación y no podemos, por tanto, abandonar este trabajo. Las
Comisiones Diocesanas deben continuar trabajando y planificando qué militantes
pueden seguir encargándose de estar presentes en toda la coordinación y
potenciación de las asociaciones y plataformas que se han creado a favor de
estos trabajadores. Sería importante seguir potenciando las delegaciones de
migraciones en todas las diócesis.” (20)
Comienza
desde este momento a crearse la dinámica de mantener como referente social el
mundo de la inmigración. Sirva de ejemplo el Informe de la Comisión Permanente
al Pleno General de representantes de 25/26 de junio de 1994: “En este
contexto, los rasgos que hoy caracterizan la situación del mundo obrero son:
-
Sus condiciones de trabajo y de vida están sufriendo un retroceso importante
que se expresa: en el paro, en el trabajo precario, en la economía sumergida,
en la pérdida de condiciones de trabajo y de derechos laborales. En el mundo obrero
hay colectivos que están en peores condiciones: mujeres, jóvenes, minusválidos,
inmigrantes.
-
Está debilitado. Y se expresa en:
.
Un movimiento obrero débil en su organización. Con una baja participación y
afiliación, con importante sectores alejados. Un movimiento obrero con más
resonancia que fuerza real.
.
Las dificultades para generar proyectos liberadores que sean apoyados por los
trabajadores.
-
En general está atrapado por la cultura capitalista…”
[15]
Esta
referencia al colectivo inmigrante se empieza a generalizar en los planes de
actuación de todas las instancias militantes obreras católicas. En un cuaderno
conmemorativo de la HOAC de Vizcaya se recuerda el cumplimiento de las tareas emprendidas el curso 91-92 sobre los
trabajadores extranjeros: “Nuestra reflexión y discernimiento finalizó el Día
de la HOAC (en Maristas, Iturribide) con una mesa redonda y una manifestación
por El Arenal, en la que se implicaron los propios inmigrantes. En todo momento
se contó con la colaboración de SOS Racismo y Bilbo Etxezabal”.
[16]
De
manera periódica se incide sobre la situación de la inmigración, especialmente
en el estudio que se emprendió en el año 2000 sobre los trabajadores y
trabajadoras de la economía sumergida: “nos encontramos en un momento de
transición entre antiguas y nuevas formas de economía sumergida, en el marco de
transformaciones muy importantes en el funcionamiento de la economía y del
trabajo, por lo cual conviven formas antiguas y nuevas de economía sumergida de
una gran diversidad.
Esta
diversidad viene marcada en gran medida por los procesos de dislocación y
descentralización productivas que llevan, entre otras cosas, a una dinámica de
subcontratación de la producción (que adopta formas muy diversas: desde la
derivación por parte de una gran empresa de parte de sus procesos productivos
de fabricación a talleres que funcionan totalmente en la clandestinidad o más
habitualmente que no practican de forma oculta su actividad pero funcionan con
muchas irregularidades laborales; o el trabajo a domicilio sin relación
contractual o con una relación contractual que sólo refleja en parte la
realidad –trabajar más horas de las contratadas, por ejemplo-; hasta sacar
fuera de la plantilla de la empresa tareas secundarias como la limpieza o el
mantenimiento, que pasan a ser realizadas por empresas cuyos trabajadores se
ven sometidos a condiciones irregulares; pasando por prácticas muy difundidas
como la subcontratación de obra en la construcción en una cadena en la que, a
medida que aumentan los eslabones, se van degradando cada vez más las
condiciones laborales y de seguridad, con horarios cada vez más largos, con
peores condiciones de trabajo, con la proliferación de falsos autónomos; hasta
llegar a la sobreexplotación de los trabajadores inmigrantes sin papeles).
Esta
práctica de subcontratación incluye desde la precarización en diversas formas
hasta llegar a formas sumergidas de trabajo. Se trata de un proceso muy poco
transparente y encadenado de demandas de unidades de producción más pequeñas
que trabajan para una empresa central. En ese proceso se utilizan muchas formas
de trabajo degradado y sin derechos.”
[17]
Los
trabajadores inmigrantes ya han pasado a ser una pieza más en el tablero del
análisis de la situación laboral española y europea: “Entrando ya en la
caracterización de los trabajadores de la economía sumergida, en el plano
europeo, disponemos de la citada Comunicación de la Comisión Europea, en la que
se puede observar que con carácter general en casi todos los países europeos la
delimitación de los sectores económicos en los que abunda la economía sumergida
es bastante homogénea y se pueden clasificar en tres grupos:
-
Los sectores tradicionales como la agricultura, la construcción, la hostelería,
el comercio al por menor y los servicios domésticos, caracterizados por una
producción intensiva en mano de obra.
-
Sectores manufactureros y de servicios empresariales, donde reside en los
costes el principal factor de competencia (textil, calzado…).
-
Sectores modernos en los que el uso de las nuevas tecnologías permite la
deslocalización de la contratación y prestación de servicios (el teletrabajo,
por ejemplo).
En
los dos primeros grupos es donde se produce la mayor parte del trabajo
sumergido, y donde éste se da en las condiciones más precarias, mientras que el
tercer grupo, aunque no siempre es así, afecta en mayor medida a profesionales
cualificados que eligen esta opción.
Actualmente,
los principales generadores de subempleo y economía sumergida son: el aumento
de la demanda de servicios personalizados (limpieza, cuidados sanitarios…), las
subcontratas desde las grandes industrias hacia las pequeñas y medianas
empresas, y la explotación del trabajo en casa por el desarrollo de las
telecomunicaciones. Sin embargo, sigue habiendo gran cantidad de trabajo
sumergido, con mecanismos ya muy antiguos, en sectores tradicionales como la
agricultura, el comercio al por menor, las comidas preparadas, el servicio
doméstico, la hostelería, el textil y en general muchas industrias ligeras
tradicionales que derivan trabajo a domicilio. En algunos sectores
tradicionales, como la construcción, se emplea con frecuencia a inmigrantes en
situación irregular.
Respecto
a la caracterización de los trabajadores, la Comisión señala los siguientes
grupos como los que más participan en la economía sumergida: trabajadores con
dos o más empleos, parados, inactivos, y emigración sin papeles. Hay que
señalar que la mayor parte de los trabajadores en economía sumergida constan
como inactivos y no como parados o activos. Por lo general, los que tienen dos
o más empleos son hombres, y las mujeres suelen estar económicamente inactivas.
Mujeres, jóvenes y jubilados son los que con más frecuencia participan en la
economía sumergida trabajando en su domicilio. (…) Por lo que respecta a los trabajadores,
no existe un tipo dominante de empleo sumergido, sino más bien una pluralidad
de situaciones bien diferenciadas. Entre extremos como el del profesional
liberal que elige situarse en la economía sumergida porque gana más dinero y el
del emigrante sin papeles que se ve obligado a ella para sobrevivir.”
[18]
Los emigrantes ‘sin
papeles’
En
los siete años transcurridos desde el reconocimiento de la condición inmigrante
se ha producido la integración del colectivo inmigrante en las pautas del
análisis social de la HOAC. Se van detectando y etiquetando sus nuevas
condiciones de vida y trabajo, manteniendo el discurso teológico de la
solidaridad con los pobres en el que los ‘sin papeles’ ocupan el último
escalón: “Sobre todo, la economía sumergida es un gran fraude social porque
genera empobrecimiento, incrementando la vulnerabilidad y dependencia de
sectores amplios del mundo obrero, sobre todo aquellos que ya son más débiles
(como hemos visto, afecta sobre todo a colectivos como las mujeres, los inmigrantes
sin papeles, los obreros de baja cualificación, los jóvenes que se incorporan
por primera vez al trabajo…, y se aprovechan precisamente de esa debilidad).
Por ello constituye un gran reto a la solidaridad con los pobres. Solidaridad
que es fundamental para construir una sociedad humana y justa, porque el
empobrecimiento, la vulnerabilidad y la dependencia de las personas es una
grave quiebra de la comunión social y llama a la lucha contra la pobreza”. (41)
(…) “De ahí que la situación de las trabajadoras y trabajadores en la economía
sumergida, además de una interpelación a la construcción de la justicia y a la
restauración de sus derechos es, para los cristianos (y para toda persona que
quiera ser solidaria con ellos), una llamada a plantearse una vida desde la
toma de partido a favor de los empobrecidos. Para la Iglesia es, además, piedra
de toque para su ser y misión: «Sólo una Iglesia que se acerca a los pobres y a
los oprimidos, se pone a su lado y de su lado, lucha y trabaja por su
liberación, por su dignidad y por su bienestar, puede dar un testimonio
coherente y convincente del mensaje evangélico»”. (42)
Sobre
esta base, el 17 de agosto de 2003 se denunciaba en manifiesto público al nuevo
sistema económico mundial por condenar “a los pueblos al empobrecimiento
permanente, explota y destruye los ecosistemas que sirven de hábitat para la
vida de muchas especies animales y vegetales y con ello el sistema que hace
posible la misma vida humana, expulsando a los inmigrantes que llegan a
nuestros países buscando sobrevivir.”
[19]
El
último análisis oficial de las situaciones del mundo obrero recoge un apartado
específico sobre “Condiciones de vida y trabajo de los inmigrantes.”
[20]
Por primera vez a los emigrantes se les reconoce que “concentran en su
existencia todas las situaciones que hemos descrito pero de una manera
peculiar: el trabajo, la familia, la educación, la cultura, la integración,
etc., suponen para ellos una permanente carrera de obstáculos difícil de
superar y son expresión de la situación de los países empobrecidos.” (163)
Se
vuelven a poner los acentos en la denuncia del diseño de la política de
extranjería que “ha ido configurando la figura del inmigrante como algo
puramente funcional a las necesidades del mercado y como un instrumento al
servicio de la flexibilización y precarización del empleo en algunos de los
sectores productivos. Así, se ha configurado una «buena» inmigración y una
«mala» inmigración construida en torno al concepto de «ilegalidad» vinculado a
la reducción del trabajador inmigrante a un individuo a utilizar en la
producción y que, después, debe ser invisible y desaparecer.” (163)
Como
se pone de relieve en el siguiente texto, se han necesitado 25 años para
explicitar y asumir la condición religiosa de una parte de la población
inmigrada: “Es necesario estar atentos a las migraciones de numerosos
inmigrantes musulmanes que llegan y conviven con nosotros. Como militantes
cristianos debemos conocer a fondo su cultura y religión y cuidar unas
actitudes de humildad y respeto que desde nuestra identidad cristiana nos haga
«instrumentos» de paz y concordia.” (164) También es novedad la propuesta de
una estrategia en la consideración de las situaciones de inmigración: “Una de
las aportaciones fundamentales que la HOAC ha realizado ha sido, y debe seguir
siendo, la preocupación constante por plantear las distintas situaciones de
injusticia como PROBLEMAS POLÍTICOS, es decir, como problemas que tienen su
origen en una manera concreta de organizar la sociedad y como PROBLEMAS
CULTURALES que conforman una manera de pensar y de desear alienante que
legitiman las situaciones de desigualdad e injusticia. Y que tienen solución en
la medida que se cambie el modelo de organización de la sociedad. Por lo tanto,
el trabajo a realizar es un trabajo político que trata de plantear las
relaciones entre las personas, los ambientes y las estructuras.” (164)
Las
propuestas de actuación empiezan a introducir el diálogo intercultural por
encima de las actitudes asistenciales y solidarias: “Fomentar el desarrollo de
la cultura y de la conciencia obreras entre los inmigrantes desde el respeto a
las culturas, costumbres y creencias respectivas. Es importante promover cauces
de convivencia para un mayor conocimiento mutuo y como medio para combatir el
miedo y el rechazo. El sentido que del trabajo tienen los trabajadores
inmigrantes.” (165)
Proceso de madurez
Los
fragmentos que hemos hilvanado son testimonio de un camino de madurez que recorre
los últimos treinta años de vida de parte del Movimiento Obrero Católico. Al no
haber incluido en este estudio los textos periodísticos de difusión quincenal o
mensual
[21]
que facilitan la crónica cercana de las condiciones implicadas en las diversas
situaciones de la inmigración, quedan fuera muchas cuestiones que tienen que ver
sobre todo con el retrato y el testimonio directo de los sujetos de la
emigración. El recurrir a textos de contenido más doctrinal y analítico permite
trazar las líneas maestras de cómo se ha producido en una determinada
institución el proceso de conocimiento y reconocimiento de una realidad tan
vieja en la historia humana como es la acogida del otro, del extranjero.
Esta
mirada panorámica sobre estas cuatro últimas décadas permite afirmar que el
factor religioso – a pesar del amparo del reconocimiento ideológico y teológico
de los inmigrantes como lugar teológico para el encuentro con Dios en el mundo
de los pobres- ha sido secundario, pese a las generalidades tópicas que sobre
la relación entre emigración y religión se hacían al inicio de este capítulo,
válidas quizás para la caracterización de cada grupo étnico particular y
relevantes, sin duda, en la medida en que se vaya produciendo el encuentro (o
desencuentro) cotidiano entre los trabajadores de diversas confesiones.
Sorpresa
mayúscula es la comprobación de cómo, en un colectivo que asumió el problema de
la emigración y en donde algunos trabajadores se vieron sometidos durante dos
décadas a la más cruda emigración, fueron necesarios catorce años para
emprender como tarea la solidaridad efectiva con los trabajadores inmigrantes,
personalizados, por fin, en el conjunto de los pobres y marginados; y dieciséis
para hacer de la inmigración una referencia obligada en el análisis de la
sociedad española y europea.
Capítulo del libro: Discurso
periodístico y procesos migratorios, de Antonio Miguel Bañón (ed.).
Editorial Gakoa. Bilbao. 2007. Págs. 235-258.
[1]
Cf. “El modelo de
integración difundido por la prensa española. A propósito del pañuelo de
Fátima”, de Antonio Miguel Bañón Hernández. En F. Checa, Á. Arjona y J. C.
Checa (eds.), Inmigración y derechos
humanos. La integración como participación social. Icaria. Barcelona. 2004,
págs. 229-262.
[2]
Una presentación
histórica de este tipo de periodismo es la realizada por Pedro José Navarro y
Ángel Ruiz Camps en el artículo “¡Tú!, periódico apostólico obrero”. En XX Siglos, “Los católicos en la lucha
por la democracia”, nº 16, 1993, págs. 26-35. Para un encuadre histórico
general es de obligada lectura “Los cristianos, la lucha por la democracia y la
creación del movimiento obrero (1947-1977)”, de Rafael Díaz-Salazar. En XX Siglos. Ibídem, págs. 5-14.
[3]
Así se pone de
relieve en Obreros cristianos en Europa.
Relaciones internacionales de
[4]
Cf. Boletín Interno, Número 1, marzo de
1978, págs. 13,16 y 17.
[5]
Cristianos en la lucha obrera, Comisión General de
[6]
Cristianos y Revolucionarios. Programa militante de
[7]
Críticas a “Cristianos y Revolucionarios”. Boletín interno, nº 14,
julio de 1981, pág. 27
[8]
Ibídem, pág. 31.
[9]
Boletín interno, Número 22, Mayo de 1989.
[10]
“Reflexión en torno
al compromiso de
[11]
“Reunión general de
responsables de difusión de 22-23 de febrero de
[12]
España, país de inmigración. La condición inmigrante. Cuaderno de
NOTICIAS OBRERAS. Número 18. Ediciones HOAC. Mayo de 1992. El estudio sirve de
referencia histórica para contrastar los datos estadísticos, geográficos,
sociales y económicos de la inmigración en España, desde el inicio de la década
de los sesenta, que se presentan en contexto nacional y europeo. Se recogen las
actitudes de acogida de las diversas instancias políticas y, sobre todo, se
propone un programa de actuación política para todas las organizaciones
políticas, sindicales y sociales. Siguen gozando de plena vigencia el contenido
de su propuesta de una “antropología de la fraternidad” (61-64). La bibliografía
y el directorio de instituciones y centros de acogida de trabajadores
extranjeros son referencias históricas interesantes. Años después, Antonio
Martínez Rodrigo, cuenta cómo fue el nacimiento de
[13]
Publicado como
Separata nº 21 en la revista Noticias
Obreras, nº 1069, bajo el título de “Contra la discriminación de los
trabajadores extranjeros: solidaridad”.
[14]
Boletín Interno, nº 24, octubre de 1993, pág. 16. El resto de
actuaciones e iniciativas se recogen en las páginas 17 y 18. Destaca la reunión
de los días 4 y 5 de abril de 1993, en Bélgica, del Grupo Europeo del
Movimiento Mundial de Trabajadores Cristianos sobre las migraciones (pág. 19).
[15]
Boletín Interno, nº 25, octubre de 1994, pág. 239.
[16]
HOAC-BIZKAIA 1985-95. 10 años al servicio de
[17]
“Las trabajadoras y
trabajadores de la economía sumergida”. Material de reflexión para militantes,
octubre de 2000, pág. 5.
[18]
Ibídem, págs. 16 y
17.
[19]
“Iglesia comprometida
con la justicia en el mundo obrero”. Comunicado final de
[20]
“Situaciones del
mundo obrero que van a vertebrar el quehacer apostólico comunitario de
[21] Como es el caso de las revistas Noticias Obreras y ¡Tú!