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Revista de estudios filológicos
Nº23 Julio 2012 - ISSN 1577-6921
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reseñas

EL PROBLEMA DEL SOBRENATURAL EN MIGUEL DE UNAMUNO, DE ALFONSO GARCÍA NUÑO

 

José Antonio Bernaldo de Quirós Mateo

(UNED. Ávila)

 

Alfonso García Nuño, El problema del sobrenatural en Miguel de Unamuno, Madrid, Ediciones Encuentro, 2011, 1007 páginas.

 

          En este libro, el profesor Alfonso García Nuño ha explorado cómo Unamuno se enfrenta a lo largo de su vida a una cuestión teológica como es el sobrenatural. Y su estudio resulta una obra de consulta obligada para conocer en profundidad el pensamiento del rector salmantino, dado que dicha cuestión teológica es vertebral en su obra, como este libro se encarga de demostrar.

Alfonso García Nuño ha realizado en este libro una tarea titánica. Y no me refiero solamente a lo voluminoso de su trabajo, sino al esfuerzo de erudición que se necesita para emprender una obra de estas características.

Porque, en efecto, un estudio como este requiere:

a) Un conocimiento exhaustivo de la amplísima obra de don Miguel. No basta con acercarse a sus obras más significativas, ya que, como indica el profesor García Nuño, Unamuno expone su pensamiento de una forma asistemática, y por tanto en todas sus obras, ya sean novelas, ensayos, cartas personales, poemas…, aparecen inesperadamente sus temas fundamentales.

b) Un amplio conocimiento de las muchas obras críticas que se han dedicado al estudio de la obra y el pensamiento unamunianos.

c) Una profunda preparación previa en materia filosófica, teológica y literaria, al objeto de poder situar el pensamiento unamuniano en sus justas coordenadas. Unamuno lee a los filósofos y teólogos anteriores y contemporáneos, busca en ellos ayuda para sus reflexiones. Plantea unas interrogaciones y, a veces, da algunas respuestas. Y es preciso conocer este contexto filosófico-teológico para valorar la aportación unamuniana.

e) Una capacidad de sintetizar y sistematizar una obra de pensamiento, como la del pensador bilbaíno, expuesta de forma fundamentalmente asistemática.

Hay que decir que el profesor García Nuño demuestra sobradamente que reunía los requisitos necesarios. De tal forma que produce una obra magnífica. Su estudio aparece prologado por un especialista de la talla de Ciriaco Morón, lo que constituye una inmejorable carta de presentación. Pues bien, Ciriaco Morón lo define (Prólogo,  pág. 13) como “la exposición más extensa y sistemática que yo conozco sobre el pensamiento de Unamuno”, y “la obra más importante publicada hasta ahora sobre el pensador… ¿vasco?, ¿castellano?, ¿español? Creo sinceramente que de talla universal”. ¿Se puede decir algo más contundente?

          Antes de entrar en el estudio de la cuestión, Alfonso García Nuño encabeza su obra con una Introducción de unas cien páginas donde aborda cuestiones generales sobre Unamuno: se le sitúa en su generación, se discute su condición de filósofo (aunque no exponga su doctrina de forma sistemática, sí tiene un pensamiento sistemático y, por tanto, sistematizable, dice el autor –pág. 42-); se examinan sus fuentes literarias, filosóficas y teológicas; se divide su obra en etapas, se comenta su estilo de expresión y los géneros literarios de que se sirvió.

          Acerca de las fases de la obra unamuniana, Alfonso García se vale de la división ya clásica realizada por Ciriaco Morón en cuatro etapas, si bien adaptándola a sus criterios. Así pues, señala cinco etapas (pág. 63): 1ª) 1884-1897, donde predomina el tema de España; 2ª) El Diario íntimo; 3ª) 1898-1913, con el tema de la inmortalidad como protagonista; 4ª) 1914-1926, donde aparece el tema de la personalidad (con la importante excepción de El Cristo de Velázquez); 5ª) 1927-1936, época de mirada retrospectiva y de síntesis.

          En relación bastante directa (aunque no exacta) con estas etapas, señala el profesor García Nuño la evolución que describen las obras fundamentales de Unamuno en materia religiosa, una evolución que traza una trayectoria cíclica (pág. 69): a) El Diario íntimo, programa de vida religiosa enfocado hacia el futuro; b) Del sentimiento trágico de la vida, que pone en primer plano preguntas, tensiones y contradicciones; c) El Cristo de Velázquez, obra central; b’) La agonía del cristianismo, ensayo emparentado con Del sentimiento trágico, aunque de inferior calidad; a’) San Manuel Bueno, mártir, mirada al pasado, balance reflexivo de lo realizado, que retrotrae el Diario íntimo.

          Para terminar su Introducción, García Nuño se detiene en el tema del sobrenatural, y su tratamiento por la teología cristiana a lo largo de los siglos. El problema fue llamado por De Lubac la “paradoja cristiana del hombre” según recuerda García Nuño (pág. 103). Consiste en el conflicto entre la naturaleza humana y la vocación divina de la persona. Así lo sintetiza Ruiz de la Peña, en un texto reproducido en el libro que reseñamos (pág. 107): “Si el hombre es proyectado y querido por Dios con vistas a su divinización, de modo que esta sea la única real consumación de lo humano; si, por otra parte, tal consumación no puede ser fabricada por el hombre mismo, sino que solo acontece como graciosa autodonación del propio Dios, ¿cómo pensar la inserción de esa gracia en esa naturaleza?”

          Pues bien, lo que busca este estudio de García Nuño es interrogar a don Miguel de Unamuno sobre esta cuestión, tratar de saber qué posturas, reflexiones y respuestas dio el gran pensador a este problema. El autor, según su propia confesión (pág. 105), afronta para ello varias dificultades: 1) La asistematicidad del pensamiento unamuniano; 2) Que Unamuno generalmente no da soluciones explícitas, sino interrogaciones, orientadas o afirmadas fugazmente; 3) Que Unamuno no aborda directamente el problema del sobrenatural, aunque todos los elementos de la cuestión están presentes en su obra.

          No quiero dejar de señalar que García Nuño (pag. 25) nos ofrece dos posibilidades de lectura de su trabajo, como si de Rayuela se tratara: una lectura en orden lineal o una lectura temática. En efecto, en cada una de las etapas del pensamiento de Unamuno se abordan los mismos temas, por lo cual es posible una lectura en la que se siga cada uno de esos temas a lo largo de la obra unamuniana. Estos cinco temas son: 1) Realidad y realidades; 2) El hombre y su mundo; 3) El conocimiento del hombre; 4) Personalidad y vida; 5) El deseo de Dios.

          El hecho de que en cada etapa el profesor García Nuño afronte los mismos temas confiere al libro una unidad a lo largo de sus mil páginas, y es un buen procedimiento para dar cuenta de la riqueza de pensamiento de Unamuno, y muy especialmente de su evolución en el tiempo. Porque es obvio que un estudio riguroso sobre Unamuno debe contemplar esta evolución temporal, que trae diferencias muy acusadas en la obra del pensador vasco.

          Un simple cálculo nos da cuenta de la enjundia del estudio de García Nuño. Cinco etapas, multiplicadas por cinco temas: algo así como 25 ensayos diferentes (pero completamente interrelacionados entre sí) sobre la obra de Unamuno.

          El autor del libro tiene también el buen sentido de presentar cada una de las etapas del libro con unos apuntes biográficos y de trayectoria personal que sitúan al rector salmantino en sus coordenadas vitales. Pues sin ellas, el pensamiento analizado en cada etapa quedaría suspendido en el aire sin el necesario anclaje para el lector.

          Los temas estudiados en cada etapa (el núcleo del estudio, que abarca unas 800 páginas), requieren sin duda del lector una alta capacidad de comprensión de textos de cariz teológico, filosófico y humanístico en general; y eso a pesar de que están redactados con una indudable voluntad explicativa, de claridad, que allana bastante la tarea; el esfuerzo realizado por el autor en este sentido será sin duda comprendido y agradecido por el lector.

          En estas densas páginas García Nuño analiza el pensamiento de Unamuno especialmente sobre la cuestión del sobrenatural, pero frecuentemente brotan otros temas, dada la amplitud de la meditación del rector salmantino. Como no puede ser de otra forma, se relaciona este pensamiento con la obra de ilustres teólogos como Santo Tomás, Duns Escoto, Cayetano, De Lubac, Alfaro o Rahner.

         Se llega finalmente al apartado de Conclusiones, que ocupa unas 30 páginas. Este capítulo lo desarrolla el autor no siguiendo el orden de etapas, como hizo en el cuerpo principal de su estudio, sino por temas, siguiendo el orden cronológico en cada uno. Lleva así a la práctica la posibilidad de la que habló al principio: se puede leer el libro de ambas maneras. Personalmente apunto al posible lector mi preferencia por el estudio organizado por etapas, analizando en cada una de ellas los temas. Creo que de esta forma se percibe de forma más orgánica la evolución del pensamiento unamuniano.

          En todo caso, terminada la lectura de este denso y exigente libro, pienso que el lector estará de acuerdo con estas palabras del profesor García Nuño (pág. 948):

          El problema del sobrenatural “ha estado, de una manera o de otra, en el centro de atención del rector salmantino. Ni la preocupación por no morir ni el deseo de ser siempre ni la cuestión de la conciencia ni la del hombre dan razón suficiente del ser más, de entenderlo como divinización y como lo más humano. A lo largo de este estudio, creo que han aparecido suficientes elementos como para  que en los trabajos sobre nuestro autor se empiece a considerar la posibilidad de tenerlo como su problema central y no los que hasta ahora se han barajado”.