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Revista de estudios filológicos
Nº23 Julio 2012 - ISSN 1577-6921
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ANTONIO SEGADO DEL OLMO EN EL RECUERDO

Francisco Javier Díez de Revenga

(Universidad de Murcia)

 

Antonio Segado del Olmo (Murcia, 1943-1987), desde su trabajo como periodista radiofónico destinado en Radio Nacional de España, en el Centro Emisor del Sureste, desarrolló una intensa actividad cultural especializándose en la crítica literaria y artística que desplegó también en diversos periódicos locales y nacionales. Formó parte de numerosos jurados literarios, en particular del Premio Nacional de la Crítica, y colaboró con el Ministerio de Cultura en el Consejo Nacional de Cultura a las órdenes del Ministro de UCD Ricardo de la Cierva. Estableció numerosos lazos de amistad de muchos escritores españoles con Murcia y su Región, a la que convirtió en uno de sus anhelos culturales más codiciados y protegidos que promocionó con auténtica devoción tanto en sus actividades como en sus escritos.

 

Consiguió en la década de los setenta afianzarse como novelista imaginativo dueño de singular capacidad de fabulación. Ya en 1969 había publicado su primera novela, El Palmeral, que podemos considerar la novela de la huerta de Murcia de los sesenta, cuando se estaba llevando a cabo la gran trasformación de la agricultura tradicional con la aventurada creación de nuevos regadíos, nuevas explotaciones agrarias. Segado, que está muy bien informado de esta problemática coetánea desarrollista, traza un cuadro huertano no folklórico ni costumbrista, en el que viven unos protagonistas, sobre todo Juan Garre, extraídos de la realidad y observados con rigor. Otros aspectos sociales de los sesenta, como el emigrante en Alemania, las últimas presencias de la Murcia tradicional -ya prácticamente desaparecida- configuran una novela que sobresale por el lenguaje imaginativo y plástico no exento, en ocasiones, de expresivo realismo.

Con José Antonio Martínez Lozano, abogado y escritor que firmaba sus novelas con el seudónimo de Carmelo Lozano, escribió a alimón la novela experimental La ruptura (1975), que no pasa de ser una aventura-juego, realizado por los dos novelistas en el mejor momento de sus trayectorias, pero en ninguno de los dos casos supone una aportación trascendente  a la novelística de cualquiera de ellos.

 

 

Tras la experiencia saharaui de Trópico de ausencia (1973), una novela con gran aporte documental y multiplicidad de personajes, aunque de escasa acción, Segado publica Ceremonial de ahogados (1977), en donde plantea de nuevo un problema contemporáneo, muy de los años setenta, el de las parejas nuevas que, sin poder utilizar el divorcio para recomponer sus vidas, se ven obligados a vivir adúlteramente en el marco de una sociedad provinciana, intransigente y cerrada. Dos aspectos se destacan en la obra: por un lado la presencia de la ciudad vivida día a día y calle a calle, una Murcia con historia -Juan el protagonista prepara un estudio sobre el pasado de la ciudad- y una Murcia contemporánea que mantiene viejos atavismos, como ha estudiado Antonio Crespo (Las novelas sobre Murcia, Murcia, Academia Alfonso X el Sabio, 1981, págs. 169-178). Y, por otro, el conflicto planteado entre los amantes y la sociedad que es incapaz de dar una solución aceptable a su situación. Personajes muy arquetípicos, sobre todo los familiares individualizados de Pilar, la protagonista, reciben todo el peso de la crítica social que hay en la novela, aunque un coro más amplio, la sociedad de Murcia, también es el objeto de los dardos del novelista. Ceremonial de ahogados es, en conjunto una buena novela, en la que el autor ha manejado numerosos recursos técnicos y estructurales que la hacen de planteamientos formales avanzados.

 

 

La última novela de Segado del Olmo fue El día que llegó el mar (1981), que nos ofrece la visión de la ciudad después de la Guerra de España desde la perspectiva de un niño, que por una vez en las novelas de este tipo no es trasunto del autor y por lo tanto la novela no es autobiográfica. El mar que la ciudad no tiene es símbolo de libertad. Como ha señalado Joaquín Marco, «el novelista se adentra en la forma simbólica. Se trata, sin lugar a dudas, de su novela más ambiciosa. Porque, aunque situada una vez más en la ciudad perfectamente identificable, el novelista se plantea un tema mucho más ambicioso. El mar es el símbolo y el gran ausente el pasado democrático, la libertad». («Antonio Segado novelista», Murgetana, 76, 1988, pág. 105). La riqueza y variedad de la prosa de Segado del Olmo, así como la modernidad de estructuras y ambientes, manifiestan hasta qué punto esta novela refleja la madurez de un autor en el que la intuición, el dramatismo y la capacidad de fabulación se vieron en este punto desgraciadamente truncados.

Segado del Olmo, que cultivó el cuento con una cierta asiduidad ―obtuvo un accésit en 1969 al Premio Gabriel Miró por «La última arena»,  de tema sahariano, y lo ganó, en 1977, con «Largo trayecto»;  así mismo figuró en varias antologías de narradores murcianos― no reunió los suyos en libro aunque en el último año de su vida sí vio publicados sus Cuentos para leer un Miércoles Santo, colección de relatos emparentados por el tema y la época del año en que se publicaban (Semana Santa) que se inscriben en el ángulo de lo local, tradicional y bondadoso. Ruiz-Funes destaca en ellos el protagonismo de gentes anónimas y «sencillas que se mueven en la masa del pueblo y que, todas, se caracterizan por su finura y sensibilidad, porque captan el detalle, viven para hacer el bien» («Palabras para Antonio Segado del Olmo», Cuentos para leer un Miércoles Santo, Murcia, Academia Alfonso X el Sabio, 1986, pág. 7.)

 

 

También cultivó el ensayo y publicó en 1975 El mundo de la radio y de la televisión, sobre justamente su actividad profesional, además de un espléndido libro sobre pintores murcianos, titulado 7 pintores con Murcia al fondo. Molina Sánchez, Muñoz Barberán, Medina Bardón, Sánchez Borreguero, A. Hernansáez, José Lucas, y un interesante ensayo sobre Murcia y las gentes de Murcia en el tiempo: Los murcianos: desde la tradición a nuestro tiempo (1983), que fue su discurso de ingreso como Académico de Número en la Real Academia Alfonso X el Sabio de Murcia. Dejó una novela inacabada e inédita, sobre Antonete Gálvez, de la que se publicó una página, en 1987, en Monteagudo, 2ª época, núm. 4, 1987, pág. 9.

 

 

 

La Universidad de Murcia le publicó, en 1987, en Monteagudo, unas páginas inéditas de su novela inacabada.

 

Son palabras éstas para recordar a Antonio Segado del Olmo. Han pasado ya veinticinco años desde el momento en que estuvimos seguros de que Antonio no volvería a estar aquí, y el tiempo transcurrido no ha empequeñecido el gran sentimiento de desolación que me produjo la brusquedad de una noticia telefónica. Son éstas unas palabras para que ese gran amigo de la palabra que fue Antonio Segado del Olmo tuviera en Monteagudo un espacio de recuerdo y de gratitud. Y son éstas también unas palabras que se utilizaron entonces para acompañar las suyas, inéditas, un trozo de una novela llena de vida que quedó irremediablemente inacabada.

 

 

 

Homenaje del Museo Ramón Gaya (2012)

 

Amaba Antonio a la Universidad de Murcia y de ella le subyugaba el Monteagudo que podríamos llamar histórico, en el que alguna vez colaboró. Admiraba el mundo universitario por lo que tenía de relación cultural, aspecto éste de la vida que él entendía tan bien y con tantos y reconocidos éxitos. Venía a la Universidad frecuentemente con sus sabias propuestas culturales, con sus preguntas en su labor informativa, con su capacidad de aunar voluntades en su inolvidable labor de creador editorial. Muchos de los universitarios de Murcia le conocieron, y hablaron con él, por primera vez, cuando dirigía la atrevida empresa, por él ideada, de la primera historia de nuestra recién nacida región. El capítulo titulado Escritores en Murcia durante el medievo cristiano y el preludio renacentista, que recopilaba la literatura murciana de la Edad Media fue su aportación erudita a la primera historia de nuestra región.

Para otros, Antonio era mucho más viejo amigo y compañero. Y con la confianza del trato casi diario que otorga la vecindad ―ser habitante del mismo barrio en España sigue constituyendo vínculo de amistad inquebrantable― Antonio se expandía en su interminable conversación en admiración hacia esa gran, e idílica para él, madre y maestra que era la Universidad, la Universidad de Murcia en concreto.

Como testigo de su constante inquietud cultural, me duele ahora más que nunca ver cómo se truncó una vida y una obra singulares, pero más aún ver cómo se interrumpió una amistad libresca y cultural, en la que la palabra era el único testigo, y que ya no tendrá continuación. En Antonio la satisfacción personal del acceso académico se produjo con su ingreso en la Real Academia Alfonso X el Sabio, en la que mucho podía haber hecho, tanto por el tipo de institución como por las dotes personales del amigo desaparecido.

Pero todo quedó interrumpido. Ahora, para los amigos, sólo queda el consuelo de tener junto a nosotros, la obra, la obra escrita, porque la palabra, la verbosa conversación de Antonio, ésa ya no quedará sino en la memoria, en el recuerdo, pero cada vez que vuelva a intentar evocarla, se regenerará con el aliento de una permanente e inquebrantable amistad.

 

 

Obras de Antonio Segado del Olmo

 

El palmeral, Murcia, Patronato de Cultura de la Diputación de Murcia, 1969.

La última arena, Alicante, Caja de Ahorros del Sureste de España, 1969.

Trópico de ausencia, Madrid, Editora Nacional, 1973.

La ruptura, en colaboración con Carmelo M. Lozano, Barcelona, Marte, 1974.

Ceremonial de ahogados, Madrid, Organización Sala Editorial, 1977.

Largo trayecto, Alicante, Caja de Ahorros de Alicante y Murcia, 1977.

El mundo de la radio y la televisión, Barcelona, Planeta, 1976.

7 pintores con Murcia al fondo. Molina Sánchez, Muñoz Barberán, Medina Bardón, Sánchez Borreguero, A. Hernansáez, José Lucas, Madrid, Organización Sala Editorial, 1977.

Escritores en Murcia durante el medievo cristiano y el preludio renacentista, Historia de la región murciana, Murcia, Mediterráneo, 1980.

El día que llegó el mar, Murcia, Mediterráneo, 1981.

Los murcianos, desde la tradición a nuestro tiempo. Discurso leído el día 12 de mayo de 1983  por Antonio Segado del Olmo y contestación de Carlos Valcárcel Mavor, Murcia, Academia Alfonso X el Sabio, 1983.

Cuentos para leer un Miércoles Santo, Murcia, Academia Alfonso X El Sabio, 1986.

 

Con su mujer, María Dolores Martínez de la Vieja,

y sus cinco hijos en la Plaza de las Flores (1979)