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Revista de estudios filológicos
Nº23 Julio 2012 - ISSN 1577-6921
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estudios

GRENOUILLE Y CYRIL, DOS PERSONAJES PARA HACER UNA ANALOGÍA DE LA SOBREMODERNIDAD

Mari Carmen Orea Rojas

(Universidad Popular Autónoma del Estado de Puebla. Bachillerato Internacional. Puebla, México)

maricarmen.orea@upaep.mx

 

 

RESUMEN:

Este trabajo reflexiona en torno a una comparación entre dos personajes literarios para encontrar las características del individuo posmoderno. Sin embargo, se pretende llegar más allá de la caracterización de la posmodernidad, más bien, se hará la analogía de los personajes con la  sobremodernidad, concepto desarrollado por el etnólogo Marc Augé y desde el cual se explica el exceso de estímulos sociales y la saturación resultante a la que está expuesta la sociedad actualmente. Uno de los personajes es Jean- Baptiste Grenouille, el protagonista de El Perfume, la obra de Patrick Süskind, conocido por ser un asesino en serie que busca encontrar el aroma perfecto. El otro, es Cyril Abercomby, del cuento La meta de un largo viaje, publicado en el libro La Prisión de la Libertad, de Michael Ende, un personaje cansado y aburrido del mundo a su alrededor, y que, se obsesiona con la búsqueda de un hogar propio. Estos dos personajes pueden explicar un fenómeno actual que es el de la saturación social, pero además, son un ejemplo para observar la forma en que el individuo se diluye. Son individuos en constante construcción hasta que deciden inmovilizarse en el tiempo y el espacio, dando origen a la metáfora de los que Augé llama los “no-lugares”.

Palabras clave: Posmodernidad; sobremodernidad; literatura; saturación;  no-lugar

ABSTRACT:

This paper reflects on a comparison of two literary characters to find the character of the postmodern. However, it aims to reach beyond the characterization of postmodernism, rather, will the analogy of the characters with the supermodernity, a concept developed by anthropologist Marc Augé and from which to explain the excess of social stimuli and saturation resulting to which society is exposed today. One character is Jean-Baptiste Grenouille, the protagonist of The Perfume, Patrick Suskind's work, known as a serial murderer who seeks to find the perfect scent. The other is Cyril Abercomby, the story's goal of a long journey, published in the book The Prison of Freedom, by Michael Ende, a character tired and bored with the world around them, and that is obsessed with finding own a home. These two characters may explain a current phenomenon that is social saturation, but also are an example to see how the individual is diluted. Individuals are constantly building until they decide immobilized in time and space, giving rise to the metaphor of which Augé calls "non-places".

Keywords: Postmodernism; supermodernity; literature saturation non-place

 

INTRODUCCIÓN

En este trabajo se propone hacer una comparación entre dos personajes de la literatura alemana para encontrar, a partir de esta analogía, los rasgos del individuo que está por encima de la modernidad, y que la mira con ojos extrañados, ajenos a ella y es por lo tanto, el individuo posmoderno. Pero no sólo se trata del análisis y caracterización del hombre en la posmodernidad, sino del personaje que tiende a la sobremodernidad, concepto desarrollado por el etnólogo Marc Augé (1992) y desde el cual se explica el exceso y la saturación resultante a la que está expuesto el individuo actualmente; y a manera de metáfora de dicha saturación, están ambos personajes a observar, que no son sino dos miradas alternas e irónicas sobre mundos cuyos relatos han perdido la significación y han sido deslegitimizados. El primer personaje es Grenouille, el protagonista de El Perfume, la obra de Patrick Süskind, quien es un asesino serial en busca de la esencia aromática perfecta. El otro, es Cyril Abercomby, del cuento La meta de un largo viaje, publicado en el libro La Prisión de la Libertad, de Michael Ende, un personaje completamente hastiado del entorno que le rodea, y que, al darse cuenta de que carece de un hogar, pretende encontrar el lugar en el mundo que le puede pertenecer sólo a él. Ambos son personajes perseguidos por una obsesión, y ambos son los antihéroes de sus respectivas historias que, saturados por el exceso que les rodea, se convierten en individuos fragmentados.

Se verá además que estos dos personajes no son sólo una analogía para explicar un fenómeno actual, sino que, prácticamente, se deben en su totalidad a la época y sus síntomas, pues no pudieron haber sido creados más que en el contexto de un mundo que se fragmenta como consecuencia de dicha saturación. Ubicados en contextos modernos, Grenouille y Cyril son la manifestación literaria de la nueva forma en que el hombre se está desintegrando y sus espacios se deconstruyen en medio de la sociedad que lo satura. Por otro lado, es viable encontrar en estas obras la mencionada analogía, pues para autores como Santana (2004-2005), la sociedad actual recibe muchísima información de todos lados, el propio sistema está moviéndose constantemente creando una serie de redes de interrelaciones, incluso existen diferentes realidades dependiendo de los distintos puntos de vista y la literatura posmoderna las intenta expresar siempre con esa misma inquietud que el sistema le inspira.

Así, se mostrará a ambos personajes, se indicarán sus coincidencias y se promoverá la visión de ambos como ejemplos del individuo posmoderno, al mismo tiempo que saturado. Y desde este concepto, se propone analizar a cada uno desde la teoría de la sobremodernidad y el concepto de los “no-lugares” como símbolos de la anulación individual y la aproximación al abismo de la inmovilidad sin vuelta ni posibilidad de un intento de deconstrucción.

EL INDIVIDUO POSMODERNO: LA FRAGMENTACIÓN DEL HOMBRE Y LA SOBREMODERNIDAD

Mucho es lo que se ha dicho ya sobre la posmodernidad y los cambios que ésta ha traído a la vida actual, o más bien a la forma en que la cotidianeidad está siendo vista y entendida. Es claro que la visión del hombre posmoderno acerca de su mundo no es de ninguna manera la misma que era a través de la modernidad, y menos si es que el resto de las personas sigue mirando desde la legitimación de los saberes, entonces, su comprensión de los espacios y las interrelaciones es diferente a lo que el hombre del modernismo veía a su alrededor. En este sentido, el hombre posmoderno vive inmerso en esferas de conceptualización que le permiten observar el mundo desde nuevas perspectivas, pero también le impiden hacerse uno con él, como lo hacían los positivistas del s. XIX, quienes creían firmemente que las reglas para entender el universo ya estaban ahí, sólo había que dilucidarlas a través del conocimiento científico y en este sentido, podían integrarse a su entorno de una manera paulatina pero de cierta forma segura. El sistema era un todo y a él había que acudir para entenderlo.

Pero en el entorno visto por el hombre posmoderno no hay manera segura de estar en el mundo, no hay certeza de saber qué sigue o que viene, ni siquiera qué hay ahora. La posmodernidad es una mirada fragmentada sobre el universo e igual de fragmentado está el hombre que la hace. Esta fragmentación le obliga a repensarse, como individuo, en términos de la multiplicidad de sentidos que puede hallar en la configuración de nuevos relatos que, si no legitiman, por lo menos intentan explicar de nuevo el orden de las cosas. Esta sobrecarga de acontecimientos hace que el hombre se vea obligado a exigir aun más sentido al presente (Augé, 1992). Al ser el posmodernismo la visión que está por encima de las concepciones modernas, está sujeto también a ser el rebasamiento de las formas de la modernidad, y por lo tanto, lo que está saturado de ella, de la superabundacia de acontecimientos y de información.

En este sentido es que autores como Marc Augé han propuesto el concepto sobremodernidad, la cual, como su nombre lo indica, es el rebasamiento excesivo de lo moderno, al grado de ser excesivas también las formas que integran la visión del hombre que vive saturado dentro de ellas.  Si la posmodernidad era definida por Lyotard como “el estado de la cultura después de las transformaciones que han afectado a las reglas de juego de la ciencia, de la literatura y de las artes a partir del siglo XIX” (Lyotar, 1991, p. 4) con relación a la crisis de los relatos, para Marc Augé, la abundancia, el exceso de acontecimientos, “esta necesidad de dar un sentido al presente, si no al pasado, es el rescate de la superabundancia de acontecimientos que corresponde a una situación que podríamos llamar de "sobremodernidad" para dar cuenta de su modalidad esencial: el exceso” (Augé, 1992, p. 37). Marc Augé explica este concepto desde el hecho de que gracias a la superación de las expectativas de vida, ahora hay tres y hasta cuatro generaciones conviviendo, cada una con sus relatos y metarrelatos, sus propias experiencias y expectativas, lo cual tiende a provocar la saturación del medio, y por lo tanto, del individuo, al que le es necesario fragmentarse para intentar caben en el nuevo entorno. Pero saturado como está, no puede integrarse. Esta es la dificultad, para este individuo, de pensar el tiempo. Entonces, frente al vaciamiento de la conciencia, se imponen nuevas experiencias y pruebas de soledad, directamente ligadas con lo que Augé (1992, p. 97) llama “no-lugares”.

Hay que mencionar que posmodernidad y sobremodernidad no son conceptos opuestos, más bien, complementarios. El primero es una designación sociológica sobre los acontecimientos y su rumbo desde el siglo XX y en el XXI. La sobremodernidad es un concepto que desde la etnología, designa una situación antropológica. Cada uno de ellos se refiere a un aspecto de la vida del hombre en la actualidad, en donde el primero hace referencia al estado del saber y el segundo a la forma de situarse conforme a las consecuencias de dicho estado.

A manera de ejemplos de esta mirada aislada del mundo, rota, fragmentada, y en especial tan saturada que ha llegado a la experiencia de la soledad, es que vale la pena mimetizarse unos instantes con personajes como Grenouille, el protagonista de Süskind, y con Cyril Abercomby, el personaje principal de uno de los cuentos de Michael Ende.

LOS PERSONAJES SATURADOS: GRENOUILLE Y CYRIL

¿Por qué Grenouille es un personaje posmoderno? Porque su visión de la realidad no es la que correspondería a un hombre de la modernidad. Y para hacer esto más patente, Süskind lo ha ubicado precisamente en el inicio de la modernidad, en pleno siglo XVIII. Al par que  el Imperialismo comenzaba su invasión sobre América y otros lugares del mundo, que los avances de la ciencia comenzaban a maravillar a las personas, que las leyes de la razón se imponían en el conocimiento científico, Grenouille está ocupado en cosas que bien podrían atañer a un hombre de la edad de hierro, cual cazador, o más bien, mira a su alrededor consciente de que ha superado, en gran medida, a cualquier hombre de su tiempo, merced a su extraordinaria capacidad olfativa.

Pero no es suficiente con esto. Jean- Baptiste Grenouille no es solamente un posmoderno que mira con desdén a la modernidad. No está más allá de ella, sino que vive aún inmerso en ella, pero no puede conciliar el mundo que el percibe con el que los demás recrean, a través del lenguaje, de las formas de vida o de las interacciones. De hecho, viaja por encima de su época, saturándose de la gran cantidad de olores que pasan a su lado y hartándose hasta el cansancio de las personas que le impiden satisfacer por completo y a manos llenas su obsesión. “Huelo, por lo tanto soy”, afirma Sun-chieh Liang (2009, parra 2) y esto es en el caso de Grenouille, una manera de hacer sátira del cartesianismo. Es además, completamente ajeno a la sensibilidad de su entorno. Ni siquiera es capaz, y él mismo lo sabe, de sentir amor o algo que se parezca a este sentimiento. Grenouille no vive solamente extrañado de lo que mira, sino que vive saturado de lo que huele, percibe, y hasta de lo que ve. Hastiado por la presencia humana, Grenouille se sumerge cada vez más en el exceso, hasta que la inminente fragmentación le lleva a la decisión final. El estado de Grenouille con respecto a su mundo es, entonces, sobremoderno.

Por otra parte, está Cyril Abercomby. Este es un personaje que, al igual que Grenouille, es muy poco o nada agraciado físicamente. Y al igual que el protagonista de El Perfume, tampoco puede sentir cariño, no le interesa el mundo de las emociones, y su única obsesión es encontrar un lugar en la tierra que le pertenezca solamente a él, y al que pueda considerar su propio hogar. Cyril es hijo de un diplomático inglés y debido a las tareas de su padre en el extranjero, ha pasado toda su vida viviendo en hoteles de lujo y no tiene un lugar propio como el resto de las personas, al que pueda considerar su propio hogar. Se topa con la revelación de esto de manera abrupta e inesperada, igual que Grenouille se da cuenta de que no tiene el olor esencial de las personas. Una vez que Cyril toma conciencia de su carencia, comienza a busca a ciegas ese espacio personal y propio que nadie más posee.

Encuentra la pista principal en una nueva casualidad, sin esperárselo, al mirar un cuadro muy extraño en casa del banquero Von Erschl y entonces su búsqueda se vuelve cada vez más certera. Conducido por este afán, no tiene escrúpulos en conseguir su meta, sin remordimientos de ningún tipo, y no le importa lo que tenga que afrontar con tal de alcanzar su meta. Encuentra la segunda pista de su búsqueda como un punto en blanco en medio de un mapa, dentro de la misteriosa tienda de un judío, en Praga. Los obstáculos que atraviesa van, desde robar el misterioso cuadro, a costa de la vida de sus poseedores originales, hasta arrastrar en un viaje sin horizonte a varias personas y verlas morir una a una, sin remordimiento alguno. Finalmente, Cyril encuentra, perdido en el Hindukush, su hogar propio, su lugar perfecto, el sitio único en el mundo, sólo para él, sin más personas alrededor. Es un personaje harto de la modernidad, pero demasiado saturado de ella para ser considerado solamente como un posmoderno. Es también un personaje sobremoderno.

Son notables las coincidencias entre ambos personajes, las cuales no pueden dejarse de lado. Ambos sufren un extrañamiento con respecto a su época, les repugna el contacto humano y son muy desagradables físicamente. Ninguno de los dos gozó del cariño de sus padres, al contrario, se han criado de forma independiente y fría; han aprendido a manipular a las personas, cada uno a su manera, y ambos carecen de alguna cosa que, siendo esencial a los humanos, no es particularmente un tema de valor entre ellos, es decir, Grenouille está falto de olor propio y Cyril de un hogar o un sitio que pueda sentir como personal. Pero para ambos personajes es precisamente esa carencia la que los empuja a una búsqueda exhaustiva que finalmente, produce un final inesperado y definitivo, relacionado con el hecho de que se trata, de un “no-ser” (cuando Grenouille decide saturarse de su propio perfume y permitir que las personas lo devoren, pasando a formar parte, de cierta manera, de dichas personas), o de un “no-estar” (pues el sitio que Cyril encuentra está en un lugar, además de inaccesible, aparentemente fuera de los límites conceptuales humanos de lo que es un lugar en sí). Curiosamente, como detalle adicional, la gente que suele estar en contacto con estos protagonistas durante demasiado tiempo, o que tiene alguna función importante en el trayecto de sus vidas, desaparece, muere o tiene un destino desagradable, de manera casi invariable.

Para ambos personajes, los relatos que legitiman a sus respectivas épocas no tienen ningún valor (Lyotard, 1991, p. 32). Para ellos, el saber cientificista de los hombres no interesa y solamente tiene validez, ante sus ojos, los conocimientos que rodean a la obtención del objeto deseado. Incluso, en términos del lenguaje, hay una deslegitimación de éste puesto que Grenouille ni siquiera lo utiliza más que de forma nominativa, por lo tanto, no le sirve para relacionarse con su entorno más que al arrancar de él, por la palabra, la esencia de aquellas cosas cuyo olor se puede clasificar, como dice Marugán, su goce no pasa al lenguaje, al discurso, ya que sus palabras no portan emoción, misterio en la combinatoria, en la producción de sentidos, y por lo tanto, no lo valora puesto que no alcanza a cubrir la gran posibilidad de olores que él es capaz de recibir Tampoco Cyril lo hace, aunque “hablaba ya en aquel tiempo ocho idiomas impecablemente” (Ende, 1998, p.  22), incluso lo usa cuando está con otras personas para molestarlas elegantemente, por considerar las relaciones interpersonales como banales y aburridas. Si hablar es combatir, en el sentido de jugar, y los actos de lenguaje se derivan de una agonística general (Lyotard, 1991, p. 12), ni a Grenouille ni a Cyril les interesa participar en este juego. No están solamente ubicados en la deslegitimación de los relatos, más bien, están tan saturados de ellos que han decidido poner barrera entre sus mentes y la pragmática del lenguaje el cual para ellos funciona sólo como una exteriorización ineficaz. Esta negación del lenguaje es un dato importante para entender porqué tanto Cyril como Grenouille tienden a los “no-lugares”. A continuación se hablará, precisamente, de cómo se define este concepto.

LA SATURACIÓN SOCIAL Y EL “NO LUGAR”

¿Cómo vive el hombre saturado? ¿Cómo es que la saturación social se inscribe en la sobremodernidad? ¿Cómo es que ésta, a su vez, lleva a pensar en la idea de los no-lugares? ¿Cuál es la relación que guarda entonces el individuo saturado con los no-lugares? Para poder responder estas preguntas, que son precisamente el punto central de toda la cuestión, se hablará primero del concepto de saturación.

 

El concepto de saturación ejemplificado desde Grenouille y Cyril

Para Gergen, la saturación social ha removido la forma de ver el mundo tal y como se hacía durante la modernidad. (2009, p. 13), el “incremento brutal de los estímulos sociales –que se aproximan al estado de saturación- es lo que ha sentado las bases tanto de los enormes cambios en nuestra experiencia cotidiana de nosotros mismos y de los demás.” Es decir, las relaciones que ahora se mantienen entre los individuos se pueden diluir a cada paso que estos dan y poco a poco, esto va provocando cierto agotamiento en los individuos y las sociedades que se aproxima a un estado de tedio.

El estado de saturación social se alcanza cuando nuestras relaciones con el medio se vuelven excesivas. En el momento en el que el ser humano se encuentra envuelto en una intrincada red de relaciones, entonces, se produce un cambio en la forma en que el individuo se conceptualiza a sí mismo y a los demás. De repente, entra en contacto con una multiplicidad de lenguajes incoherentes y desvinculados entre sí. Esta fragmentación de las concepciones del individuo sobre su entorno, que le impulsan a desempeñar gran variedad de roles, rompe con el carácter del “yo-auténtico”, y entonces, éste se esfuma.

“Y el yo plenamente saturado deja de ser un yo” (Gergen, 2006, p. 27).

 

Los símbolos del “no-lugar” en Grenouille y el ejemplo en Cyril.

Un personaje que se cree dentro de esta dinámica tiene que reflejar por fuerza este andar perdido, y sólo tiene dos opciones. La primera, es la que elige Grenouille, quien se deja devorar por los mismos seres humanos que tanto le desagradaban y así, lleno de la misma saturación que le ha arrojado al mundo, se aniquila y se lanza a la nada. Es el símbolo del yo que deja de serlo. La segunda, es reconquistar un “no-lugar”, lejos claro está de la saturación, pero sin vuelta atrás, como Cyril. Ambos personajes están más que saturados de su entorno. Grenouille, a partir de la multiplicidad de olores, pero más de los olores humanos que denotan la presencia continua de hombres y mujeres, que en realidad le son tan indiferentes y al mismo tiempo, insoportables. Y Cyril, a través de una sociedad que se ofrece al lector como vacua y en exceso ceremoniosa, repleta de rostros, objetos y lugares, pero carente de significados.

Gergen (2006, p. 27) contrasta el enfoque del yo que propone con las condiciones inherentes a la posmodernidad al decir que “en el mundo posmoderno cobramos creciente conciencia de que los objetos de los que hablamos ‘no están en el mundo’, sino que más bien son producto de nuestras perspectivas particulares”. Estos personajes son, entonces, muy consecuentes con esta consideración puesto que, tanto el perfume perfecto de Grenouille como el extraño hogar de Cyril son, en verdad producto de las concepciones de ambos personajes. Pero ambos objetos simbolizan también otra cosa: son el final de un camino recorrido, son el fin de la búsqueda y por lo tanto, son el único estado prácticamente “perfecto” en el sentido de inamovible, al que ambos personajes pudieron llegar.

Desde las condiciones dadas por la posmodernidad el mundo existe en un estado de construcción y deconstrucción permanente; cuando Grenouille y Cyryl deciden que no es posible avanzar más, se autoanulan y entonces, se abisman en sí mismo, aproximándose, desde la saturación, a la conciencia de la soledad, de un nuevo tipo de ella y una nueva forma de estar en ella. Es entonces que el final al que ambos personajes se dirigen lo que da la nota sobremoderna a esta interpretación que de ambos personajes puede hacerse. Si el lugar “se cumple por la palabra, el intercambio alusivo de algunas palabras de pasada, en la connivencia y la intimidad cómplice de los hablantes”, entonces, para Marc Augé (1992, p. 83), el no-lugar es el espacio “que no puede definirse ni como espacio de identidad ni como relacional ni como histórico”. Es el espacio que se recompone, que se deconstruye, donde los lugares se amontonan y que se refiere a superficie no simbolizada del planeta, son los lugares que no han sido quitados de la conciencia, pero que tampoco llegan a estar en ella totalmente, y por lo tanto, no son en su totalidad.

En este sentido Cyril es quien cumple más cabalmente con la tendencia a esta condición, pues el lugar que ha elegido para sí, ha sido encontrado precisamente de esta manera en un globo terráqueo, dentro de una tienda de “objetos perdidos”, que, finalmente, y al parecer, no sin cierta ironía, no estaba claramente en ningún lugar. Y el sitio que Cyril señala en el globo terráqueo es, de hecho, una especie de “no-lugar”, que carece de definición, pues es todavía, en la zona del Hindukush, “una mancha blanca diminuta”. Lo más interesante de Cyril es que él proviene de los “no-lugares”, pues ha pasado toda su vida en hoteles, aviones, trenes, y demás lugares que no contribuyen a la formación de una identidad individual, que son a los que augé se refiere precisamente cuando formula su teoría del “no lugar”. Y al decidir cerrar su ciclo de búsqueda, dirigiéndose a un lugar que le pertenezca únicamente a él, no sólo busca un lugar específico en el mundo, sino que se dirige, precisamente, a un sitio desconocido en “ninguna parte”, reafirma su condición de pertenecer a esos “no lugares” en donde decide inmovilizare y dejar de ser un individuo en construcción. Entonces, al igual que Grenouille, se “auto anula”.

Por su parte, Grenouille decide, después de pensar en todas las posibilidades que puede ejecutar con su maravilloso perfume, que nada de aquello tiene sentido, y que sin importar que llegue a tener el mundo a sus pies, esto no le reportaría nada más que un auténtico y total fastidio puesto que, siendo el único consciente del poder del perfume, es el único al que no le produce nada. Entonces Grenouille decide dejarse engullir por el mismo medio de saturación que él ha creado y en una vuelta helicoidal a su lugar de origen, se entrega para ser devorado por indigentes y prostitutas. El sitio en que Grenouille nació es una especie de “no lugar”, en cuanto a que está saturado de presencias, de olores, de imágenes y ha sido un cementerio, un matadero, un mercado, el sitio donde se reúne lo más bajo de París, en resumen, un lugar que, en realidad, no es ninguno en concreto.

Además, pese a que en el contexto de una novela donde la acción se ubica en el siglo XVIII es muy difícil hablar de un “no-lugar”, es la forma en que Grenouille percibe los espacios lo que permite hacer esta interpretación. Para él, no importa en donde se ubique, si es en casa de Baldini o en la montaña, alejado de los hombres. Los lugares están donde está el olor que los caracteriza. Así. Él puede llevarse consigo, a su retiro en la montaña, todos los olores, y con ellos, todos los lugares que en su vida ha conocido, e incluso se permite imaginar los que no. En este sentido, Grenouille vive su saturación inmerso en los no-lugares que su mente crea.

Así, al vivir en el exceso, Grenouille comienza a fragmentarse, incluso para el lector. ¿Quién es? ¿El genio olfativo?, ¿el asesino?, ¿el mejor perfumista?, ¿el insignificante oficial de perfumero? Grenouille está dispuesto a asumir todos estos roles, mientras tanto, sigue saturándose de cada uno de ellos, mientras que está ya, como se mencionó líneas arriba, saturado también de la presencia humana a su alrededor. Inclusive, pensar en el olor o en la información visual como un ente capaz de poseer a las personas, en vez de ser poseído por ellas, no es solamente una metáfora de la obsesión y de la saturación. Es, en la novela, un recurso donde un elemento adquiere facultades casi humanas: “el olor se convierte en elemento que parece tener vida, recorre las calles como si fuese un fantasma, perseguido por el protagonista: ‘el olor bajaba por la Rue de la Seine’” (Süskind, 36, en Hatry, 2012). Entender los olores y aromas desde esta perspectiva es lo que permite asimilar el relato y los excesos que apresan a Grenouille y, brindan la posibilidad de entender la perspectiva de la saturación social que se ha mencionado.

ENTONCES, LOS PERSONAJES SOBREMODERNOS

 Grenouille, quien vive sumergido en multiplicidad de olores y sinestesias, y vive obsesionado por hacerse con ellas, es prácticamente sobremoderno. No es que no sea un personaje posmoderno. Lo es y en gran medida, por las razones que ya se han descrito antes. Pero es, en lo que se refiere a su relación con el ámbito que lo rodea, y en cuanto a la forma en que decide enfrentarse a la saturación que lo ha hecho su presa, Grenouille se convierte en un sobremoderno. Lo es en cuanto a que está saturado de su entorno, a que ha decidido no vivir en ningún lugar en concreto y sí en medio de los sitios imprecisos que le facilitan los olores que guarda en su imaginación. Y sobre todo, en cuanto a su decisión de anularse individualmente, de paralizarse en el mismo “no-lugar” en el que nació.

De igual forma, Cyril, presa de su obsesión por alcanzar un lugar para él solo en el mundo, vive saturado del hastío que le hizo presa desde niño. Viene de los “no-lugares” y busca, en un globo terráqueo un “no-lugar” que dejará de serlo en cuanto Cyril pueda vivir la auténtica experiencia de la soledad. Un lugar donde por fin pueda, y definitivamente, estar solo, abismándose en la anulación de sí mismo para el mundo.

A partir de la observación de estos dos personajes y la analogía hecha a través de ellos para explicar la condición posmoderna y sobremoderna, es que se puede apreciar cómo la tendencia de los últimos tiempos es que el ser humano se aproxime, en medio de una incierta búsqueda por la identidad y la situación propia en el universo, a un abismo que no ofrece ninguna posibilidad de retorno. Es posible observar este fenómeno en muchos aspectos de la sociedad actual en donde las personas atraviesan por la vida y la sociedad sintiéndose cada vez más ajenas a ella, y al mismo tiempo, prácticamente imposibilitadas de renunciar. Hacerlo significaría una experiencia de abandono tal, muy similar a un acercamiento abismal a la anulación social frente a los demás. Grenouille y Cyril son los profetas de un individuo que se diluye como tal en la masa social que le rodea y poco a poco, se enfrenta a una nueva experiencia de soledad en ella, a través de los símbolos del exceso cotidiano, que conducen a la búsqueda de la re significación de lugares y hechos, de manera que se llega, finalmente, a vivir preso del no lugar.

Puesto que los protagonistas de ambas historias guardan tantas semejanzas entre ellos, valdría la pena considerar en otro momento si ambos son síntomas o símbolos de un estilo de hacer literatura, propio de los autores bávaros. Por el momento, ha sido evidente la manera en que a través de estos personajes se lanza una mirada sobre el mundo actual. También hace falta reflexionar acerca de la misma teoría de Auge, la cual necesita ser revisada y pensada bajo bases epistémicas más firmes, sin embargo, aporta una forma de mirar en torno al mundo actual.

BIBLIOGRAFÍA

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