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Revista de estudios filológicos
Nº23 Julio 2012 - ISSN 1577-6921
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estudios

EL EMPLEO DE LAS SIGLAS EN EL DISCURSO ESPECIALIZADO MILITAR

Gonzalo Águila Escobar

(Universidad de Granada)

 

 

 

RESUMEN:

Este trabajo pretende dar cuenta del empleo de las siglas en el discurso militar, en donde estas constituyen un elemento nuclear en la configuración de su naturaleza e idiosioncrasia. Partimos de los documentos creados por y para los militares para analizar en ellos la incidencia de esta formaciones siglares, su naturaleza y su funcionamiento en el entramado conceptual. Asimismo, consideramos previamente algunas cuestiones sobre la problemática conceptual y terminológica de las siglas, debido especialmente, a su adyacencia con otros fenómenos como las abreviaturas y las combinaciones, que tiene especial relevancia en el ámbito militar, concretamente con las abreviaturas dobles como EE. UU. o FF. AA.  

Palabras clave: Formación de palabras; siglas; lenguajes especiales; registro militar, terminología.

 

ABSTRACT

This paper aims to explain the use of acronyms in spanish military discourse, where they constitute a core element that shapes its nature and idiosyncrasy. Our starting point are some documents created by, and for, the military to analyze the incidence of these particular word formation processes, their nature and functioning in their conceptual framework. Likewise, we consider some questions about the  conceptual and terminological problem of acronyms, due especially to their apparent similitude to other phenomena such as abbreviations and combinations, or particular relevance in this field, in particular double abbreviations such as EE.UU (Spanish for United States of America) or FF. AA. (Spanish for Air Forces)

Key words: word formation processes; acronyms; specialised languages; military discourse; terminology.

 

INTRODUCCIÓN

          A raíz de la elaboración y publicación del Manual de estilo del lenguaje militar (2011) dentro de un proyecto de investigación mixto formado por miembros de la Universidad de Granada y militares del Mando de Adiestramiento y Doctrina (MADOC) del Ejército de Tierra Español (ET), nos dimos cuenta, al analizar los distintos documentos generados por este estamento, que el empleo de las siglas es un fenómeno esencial en este discurso especializado y que constituye, sin duda, uno de esos rasgos que definen y caracterizan la idiosincrasia de este, de ahí la necesidad de tratarlo de manera particular en este trabajo.

Los fines que perseguimos son describir y mostrar el empleo masivo de las siglas en el discurso especializado militar, a la vez que ilustrar y describir el modo de proceder, la naturaleza y el funcionamiento de estas siglas en los documentos militares.

Muchos son los autores que han destacado la importancia de las siglas en la actualidad; la recurrencia constante al poema de Dámaso Alonso “La invasión de las siglas” ha elevado esta composición poética a la categoría de lugar común cuando nos referimos a estos ejércitos esqueléticos sin carne (Martínez de Sousa, 1984, p.20). Como s¡ fueran titulares de prensa o lemas publicitarios, estas son algunas consideraciones sobre las siglas: “En la actualidad, el empleo de las siglas es un fenómeno muy extendido” (RAE & ASALE, 2010, p. 578); “Las siglas han invadido el vocabulario actual” (Casado Velarde, 2000, p. 5080); “La sigla es un fenómeno lingüístico que responde a la dinámica de nuestro tiempo” (Martínez de Sousa, 1984, p. 9); “Uno de los fenómenos más característicos del uso del lenguaje moderno” (Almela, 1999, p. 215); “Actualmente se ha hecho muy habitual el uso de las abreviaturas, así como de las siglas y acrónimos, siendo utilizados en cualquier faceta de la vida cotidiana” (Murcia, 2002, p. 7); “El fenómeno de la proliferación de las siglas se muestra como un reflejo de la realidad económica del momento actual” (Gómez de Enterría, 1992, p. 267); “Procedimiento sumamente productivo que se ha convertido en uno de los recursos de creación léxica más utilizados en la lengua actual” (RAE & ASALE, 2009, p. 36), etc. Estos enunciados, a modo de titulares, evidencian la proliferación de las siglas en nuestro mundo actual: los proyectos I+D ya exigen acrónimos en las memorias técnicas[i]; el IBEX35 (índice bursátil español) se cierne sobre nuestras finanzas; las Universidades ya no son las de Granada, México o Murcia, sino la Ugr, la UNAM o la UMU; el Vicerrectorado de Ordenación Académica empieza a denominarse en algunos ámbitos universitarios granadinos como Vicorac[ii]; el plan de ordenación docente es el POD, la Universidad habita en el EEES (Espacio Europeo de Educación Superior) y el 15M será recordado como la primavera española. Si bien es cierto que vivimos y respiramos entre siglas, también es cierto que su empleo y frecuencia de uso varía considerablemente según los distintos ámbitos en los que se inscriben; así, no es el mismo uso el de las siglas en la prensa nacional (suele limitarse a siglas muy conocidas como OTAN o a instituciones, organismos o partidos políticos como PP, PSOE o IU, etc.); en ámbitos como la Lingüística, donde no es muy tradicional el empleo de siglas salvo algunas excepciones muy actuales como UF (unidad fraseológica) o UT (unidad terminológica); o, en el extremo, el mundo de la economía (Gómez de Enterría, 1992) o ámbitos como el discurso militar donde, como trataremos de demostrar, el uso y la frecuencia de aparición es tremendamente elevada. Como veremos y adelantamos, esto se debe a la naturaleza críptica, a la especial y acusada jerarquización del Ejército, así como a la relación bilingüe que mantiene con el inglés por la pertenencia de España a la OTAN, lo que hace que maneje bibliografía inglesa de manera constante: todos estos factores hacen que los textos militares hayan generado como rasgo singular de su propia idiosincrasia la presencia destacada de las siglas.      

 

1. LAS SIGLAS

          Aunque no es objeto de este trabajo dar cuenta y ahondar en la definición y caracterización de las siglas, sí será necesario integrarlas en un marco teórico para asentar algunas ideas y consideraciones en torno a este fenómeno. No obstante, lo primero que cabe decir en relación a la siglas es que, como ya han destacado algunos autores (Lang, 1992; Cruz Piñol, 1999), “no se llega a un acuerdo cuando se pretende establecer el estatuto de estas formas: acrónimos, siglas, abreviaturas” (Lang, 1992, p. 256). Y de hecho, encontramos contradicciones constantes en las conceptualizaciones, así como en los ejemplos que se aducen en cada una de ellas, de modo que no es raro hallar un mismo ejemplo para dos fenómenos distintos: la abreviatura doble FF. AA. o CC. OO. aparece en otros casos como ejemplo de sigla cuyo plural se hace duplicando las iniciales (CCOO y FFAA). Piñol (1999, p. 3) insiste nuevamente en la falta de consenso: “No existe acuerdo entre distintos estudiosos sobre la terminología que se debe emplear para referirse a estos procesos de innovación léxica”. Alvar Ezquerra y Miró Domínguez (1983, p. 12), a propósito de su propuesta denominativa de siglas opacas frente a siglas transparentes, expresa en nota a pie de página que “no deseo crear nuevas terminologías que vengan a complicar más nuestro terreno de trabajo, sino hacer una serie de distinciones que parecen útiles para identificar cada tipo de siglas”. Y además, añade como ejemplo de siglas las de CC OO, que considera “una nueva categoría de formaciones que no son abreviaturas, al no ser fórmulas estereotipadas de lenguaje común –son nombres propios- pero que tampoco son siglas en el sentido más estricto –se desarrolla su contenido-” (1983, p. 12). Este ejemplo colisiona frontalmente con la papeleta gramatical de Vigara (1999, p. 81), en donde defiende que las formas del tipo CC. OO., FF. AA., etc. son abreviaturas dobles que deben escribirse con punto y espacio, y que, “seguramente sin saberlo, los periódicos buscarán (busquen) una sigla doble, algo que, en principio, no existe…”.

          Una de las razones por las cuales se produce este cruce de contradicciones o, más bien, de ópticas distintas, se debe a la delgada línea esencial, de naturaleza, que separa en muchos de los casos a este tipo de unidades léxicas de nueva creación. Esta realidad es puesta de manifiesto por Martín Camacho (2008: 61) cuando explica cómo “la longitud y la segmentación arbitraria de las palabras componentes del sintagma primitivo- acercan los siglónimos a las formaciones acronímicas” y lo ilustra con los acrónimos (2) Banibao (Banco de Bilbao) y Banesto (Banco Español de Crédito), mientras que Gómez de Enterría (1992, p. 269) clasifica Banzano (Banco Zaragozano) como sigloide (sigla no prototípica). Como ya hemos visto, otro posible puente se cierne entre las abreviaturas dobles y las siglas, hasta el punto de que Vigara (1999, p. 81-83) cree que “el problema es que tanto EE. UU. como CC. OO. y FF. AA. pertenecen «semánticamente» al mundo de las siglas al referirse a organizaciones, organismos, partidos, sindicatos, etc.”. La línea es cruzada una vez más cuando Mariner (1972) jalona el itinerario que va desde el estadio inicial como abreviatura seguida de puntos (C.S.I.C.), hasta su lexicalización total (talgo, ovni, Seat, etc.), pasando por la acronimia de Unesco o Unicef. Este sería el caso de formas como D. E. P. o r.p.m. (revoluciones por minuto) que acaban leyéndose tal cual [dép] y [érre-pé-éme]. Para Alvar y Miró (1983, pp. 11-12) “la abreviatura se convierte en sigla cuando deja de pronunciarse su desarrollo completo como una abreviatura”, como ocurre en COPE [kópe] frente a RNE [rádio nacionál de espáña][iii].

 

1.1. Problemática conceptual y terminólogica en torno a las siglas

          Antes de abordar el análisis del empleo de las siglas en los textos militares, es necesario dejar claro qué entendemos nosotros por siglas, qué terminología vamos a usar y cuál no, y cuáles son los límites entre estos fenómenos y otros relacionados, tales como las abreviaturas o los acrónimos (2)[iv].

          En primer lugar hay que decir que este apartado de las siglas, abreviaturas, acrónimos, etc. no está tan estudiado como el de la derivación o la composición. A este respecto destaca Piñol (1999, p. 2) “la poca atención que recibe en los tratados sobre formación de palabras”. Y así es, constatamos que el tratamiento y análisis de estos fenómenos suele corresponder a los últimos capítulos donde se incluye y acopia una amalgama a modo de cajón de sastre bajo el marbete de “otros procedimientos”. Esto es, Varela (2005): “Otros procesos de formación de palabras: siglas y acrónimos”; Almela (1999): “Otros procedimientos”; Lang (1999): “Procedimientos misceláneos”; y Casado Velarde (2000): último capítulo de la Gramática descriptiva de Bosque y Demonte que lleva por título “Otros procesos morfológicos: acortamiento, formación de siglas y acrónimos”.

En estos capítulos y en otros artículos de la bibliografía citada se teoriza en torno a las siglas y se introduce una gran variedad de clasificaciones y terminología: sigla, sigloide, sigla prototípica, siglónimo, sigla opaca, sigla transparente, sigla estricto sensu, sigla compuesta, siglas propias e impropias, acrónimo (1), acrónimo (2), abreviatura compleja (=sigla), etc. Bien, sin ánimo de apartarnos de nuestro objetivo, diremos que este amplio abanico de posibilidades que nos encontramos en los diferentes manuales de formación de palabras, gramáticas, ortografías y artículos, no es sino fruto de lo que antes debatíamos sobre los límites imprecisos entre estos fenómenos, especialmente entre las abreviaturas, las siglas y los acrónimos (2), que quedaba ilustrado con la singladura que describía Mariner desde las abreviaturas a los acrónimos. Además, otro factor importante en esta confusión y diversidad es la peligrosa polisemia que posee el término acrónimo (1 y 2) al designar dos fenómenos distintos, pero relacionados: acrónimo (1) sería para muchos autores, entre ellos la Real Academia Española (RAE), la sigla cuya estructura permite leerla como palabra (RAE & ASALE, 2010, p. 565), como ovni, sida, OTAN, Unicef o Fundéu, frente a aquellas siglas que se deletrean, como por ejemplo, las de los conectores RCA (Radio Corporation of América) y RGB (Red, Green, Blue). Este significado se entrevera con el de acrónimo (2) que designa “las voces creadas por fusión de segmentos de varias palabras, normalmente el principio de la primera y el final de la segunda” (RAE & ASALE, 2010, p. 565): cantautor, docudrama, ofimática, etc. Ahora bien, el problema de este doble significado se acucia cuando se considera acrónimo (2) en el amplio sentido, es decir, que por segmentos de varias palabras se entiende cualquiera y en cualquier orden, de ahí que hallemos ejemplos como Mercosur (Mercado Común del Sur), Banesto (Banco Español de Crédito), Pemex (Petrolera Mexicana), ASALE (Asociación de Academias de la Lengua Española), etc., a la vez que se emplea sigla en un sentido estricto y restringido, como lo hacen algunos autores (Martín Camacho, 2008; Casado Velarde, 2000; y Martínez de Sousa, 1984) al considerar que la sigla propiamente dicha, prototípica es la que toma solo la letra inicial de cada palabra (como en OTAN), mientras que todo lo que se distancie de aquí, es impropio, falsa sigla o sigloide, como RENFE, INSALUD, o Banzano.

Al igual que entre sigla y acrónimo hay solapamientos, también existen entre abreviatura y sigla. En este caso es el doble plano de la oralidad y la escritura el que marca la principal diferencia entre ambas formaciones: el rasgo esencial de las abreviaturas es que estas solo funcionan en el plano de la escritura, pues a la hora de su lectura se reconstruye en su totalidad lo abreviado. Pero este rasgo definitorio merece ser considerado:

1. Hay abreviaturas que con el tiempo acaban leyéndose bien silábicamente o bien deletreándose, como en los ejemplos ya citados de D.E.P. > DEP/ dep, que se lee [dép]; y r.p.m. (revoluciones por minuto)> [érre-pé-éme][v].

2. Hay siglas que, por la tradición y costumbre, y principalmente porque no poseen una estructura silábica que promueva su lectura, cuando aparecen en un texto se reproducen en su totalidad. Es el caso que expone Alvar y Miró (1983, pp. 11-12) sobre RNE y COPE/SER. Si las analizamos, todas estas formas son siglas en su origen, lo que ocurre es que en la actualidad todo el mundo lee [kópe], [sér] o FM [éfe-éme] pero nadie dice [érre-éne-e], sino Radio Nacional de España. Entonces, según este presupuesto, ¿RNE sería una sigla o una abreviatura? Sería una sigla en su formación, pero una abreviatura al desarrollarse plenamente en su lectura. Cruce de caminos.

3. Relacionado con el punto anterior, otro problema es el de las abreviaturas dobles y especialmente las que hacen referencia a instituciones, organismos, partidos, sindicatos, etc., pues semánticamente coinciden con las siglas que, aunque también denominan conceptos, instrumentos, aparatos, etc. su principal foco de formación son las instituciones. Así, se plantea el problema que ya hemos visto entre formas como CC. OO. o FF. AA. que muchos confunden o identifican con siglas y trastocan su escritura. Esto ocurre con frecuencia en el registro militar.

4. Por último, no hay que olvidar dos hechos que son esenciales a la hora de caracterizar a las siglas: de un lado, el ámbito semántico y pragmático en el que se crean y que suele estar relacionado con las organizaciones, instituciones, conceptos, empresas, etc.; de otro, la consideración del hablante que, ante el desconocimiento en muchos casos de la motivación y verdadero origen de siglas y acrónimos, las reconocerá tal cual de acuerdo a unos referencias básicas: uso de mayúsculas o asociación semántica con otras siglas. Es el caso de Banesto, en el que el hablante desconocerá posiblemente su origen, pero lo va a identificar con una sigla pues se halla en la órbita nocional de las instituciones y de la economía, a la vez que tiene otros referentes como BBVA (Banco Bilbao Vizcaya) o BCE (Banco Europeo Central) con los que los asocia. En cambio, una construcción publicitaria reciente como yolado (“tu Danone hecho helado”) no es reconocible por el hablante como sigla, sino como formación combinatoria entre yogur y helado, que además designa un producto y no un ente, y además tiene la característica de que sus dos elementos de procedencia son rápidamente identificados, todo lo contrario que Banesto, cuyo origen no es tan explícito.    

 

1.2. Una salida a este cruce: el fin justifica los medios o la arbitrariedad de las siglas

          El problema, desde mi punto de vista, gravita en torno a ese continuo de puridad, es decir, a los límites que queramos marcar, a lo estrictos o latos que queramos ser a la hora de definir cada uno de estos fenómenos. Si consideramos que las siglas solo se forman con las letras iniciales, entonces será necesario establecer toda una tipología de excepciones que no confirman esa regla. Incluso, podríamos hacer toda una terminología ad hoc para cada uno de los criterios de segmentación: las primeras letras; la primera y segunda del primer segmento y la primera del segundo; la sílaba del primero, la preposición, etc. y así una a una todas las posibilidades, que, como bien advierte Rabanales (1963, p. 332) son el “resultado de la arbitrariedad –o, si se prefiere: libertad- con que se ha procedido”. Así concluye también Figueroa (1969, p. 91) cuando al intentar aproximarse al problema fonológico que plantean las siglas y tras hacer un minucioso análisis y acopio de muchas de ellas empleadas en Bogotá, está convencido de que “el criterio de segmentación es bastante arbitrario, dado que para formar las siglas se echa mano de grafemas, sílabas y segmentos no silábicos, combinados de manera caprichosa”. Quizás, ha habido un exceso de celo por parte de los teóricos de la siglografía por intentar sistematizar lo insistematizable, por querer nombrar de manera exhaustiva todas los casos y sus excepciones, de querer detallar hasta el extremo toda la casuística, cuando, como concluye Martín Camacho (2008, p. 68) “la distinción de siglas son tendencias y no hechos absolutos”. Ante este respecto, sentencia –a mi juicio- Alba de Diego (1973, p. 374): “La cantidad de posibilidades que puede presentar este tipo de abreviaciones es enorme y no vamos a detenernos a sistematizarlos”.

          Por todo esto, creo que en este caso, más que nunca, el fin justifica los medios: las siglas se crean para nombrar instituciones, organismos, grupos, conceptos, productos, etc. y se crean con el firme propósito de que reemplacen en los textos a estas formas extensas, a la vez que sirven de marca o icono al exterior. Para ello, es fundamental la imagen final que, aunque debe guardar relación estrecha con cada uno de las unidades que lo componen, hará lo que sea oportuno para que el resultado sea fácilmente pronunciable, bien como literación o deletreo, bien como acrónimo o silábico, o bien de manera mixta. Por ello se hará uso de letras iniciales, sílabas completas, unidades completas (ARTESPAÑA), elisiones completas de partes del total (DOMUND: día mundial de la propagación de la fé), principio de una y final de la última (Banesto), inclusión de conjunciones o preposiciones (PRYCA: Calidad y Precio), etc., pues el fin de la sigla justifica los medios. Aún más, a veces es el resultado final, la sigla, la que manda sobre las unidades, pues se busca una sigla que a su vez coincida con una unidad léxica común del idioma y que esté relacionada con la idea que subyace: son lo que Wittlin (1981) llamó como acrónimos lexemas contextuales, poniendo como ejemplo el avión MIG, que en ruso significa `parpadeo, instante`, haciendo alusión a la velocidad del aeroplano; o la más moderna COLEGA (Colectivo de Lesbianas, Gays, Bisexuales y Transgénero).

Según esto, ¿en qué se diferencia Banesto, de HULLOSA, Banzano, PSOE o Fundéu? ¿Son acrónimos o siglas? Cabe preguntarse si cuando se ideó la sigla Banesto, partiendo de Banco Español de Crédito, no se barajaron distintas posibilidades: BEC, Banesp, Banescre, etc., y finalmente se tomó la opción por uno en concreto, por la que “sonaba” mejor desde el punto de vista del creador, aunque bien podría haber sido otra cualquiera. Esto supuesto, Banesto bien pudiera ser un acrónimo o una sigla, según desde la óptica desde la que se mire. Por ello, vamos a emplear una denominación de sigla lo más amplia posible y para ello partimos  de la conceptualización de la nueva Ortografía de la Lengua Española de la RAE y ASALE (2010), que la define como el “signo lingüístico formado con las letras iniciales de cada uno de los términos que integran una expresión compleja”, a lo que deberíamos añadir que, en muchas ocasiones, para crear una secuencia de fácil lectura se puede recurrir a incluir no solo letras iniciales, sino también finales, sílabas, palabras gramaticales, etc. Además, emplearemos acrónimo (1) en el sentido de la Ortografía, como un tipo especial de sigla que puede leerse secuencialmente y es propensa por este hecho a su lexicalización. Así pues, adoptamos una concepción amplia sobre el concepto de sigla en el que cabe todo signo que haya sido formado a partir de segmentos de varias unidades y que tenga como función básica la de sintetizar la denominación de una una institución, organismo, sección, grupo, organización, división, concepto, instrumento, aparato.

         

2. EL DISCURSO ESPECIALIZADO MILITAR: EL CORPUS DE ESTUDIO

          En primer lugar, es importante destacar qué entendemos por discurso especializado militar y por qué empleamos esta denominación, en vez de hablar de lenguaje militar, como se suele hacer cuando se habla de lenguas o lenguajes de especialidad. Estamos con Cabré (2005, p. 194) en que “el uso de lengua o lenguaje es en este caso abusivo […] porque para hablar propiamente de lengua necesitamos contar con una gramática que la describa. Dicho de otro modo, sólo si conseguimos demostrar que detrás de los denominados lenguajes de especialidad tenemos una gramática compuesta de fonología, morfología, sintaxis y semántica podremos hablar propiamente de lenguaje”. Ante esto, ella propone el uso de registro y más aún, señala que los lenguajes de especialidad solo pueden ser reconocidos de manera indirecta por media de sus manifestaciones, de los textos especializados, de ahí que nosotros empleemos el concepto de discurso especializado militar que incide directamente sobre los productos generados por este registro. Así, y como no podría ser de otro modo, empleamos como corpus de estudio los documentos creados y gestionados por los propios militares, aquellos textos propios del discurso militar y desde los cuales exclusivamente puede ser aprehendido el registro especializado. Y es que el rasgo de especialidad se determina desde criterios externos o pragmáticos como son la temática, los usuarios y las situaciones de comunicación; a ello, Cabré (2005, p. 194) añade la función lingüística referencial básica en el registro especializado, y las funciones socio-comunicativas que hacen de él un discurso discriminador de grupo social, es decir, de los expertos que hablan y escriben sobre un tema y de acuerdo a una estructura conceptual determinada. En definitiva, la definición de Cabré (2005, p. 196) de textos especializados es tremendamente clarificadora: “Conjuntos de unidades de información estructuradas lingüísticamente cuya principal característica semántica es su precisión, siempre con relación a un esquema conceptual preestablecido (y aprendido) y reconocido por los expertos de cada ámbito”. En este sentido, hemos empleado como corpus de base para el análisis y descripción de las siglas documentos generados por, para y desde los organismos militares y por tanto, dotados de garantía suficiente.

Al mismo tiempo, somos conscientes de que no existe un único discurso, sino que depende de muchos factores; incluso, dentro de una misma publicación, dependiendo del tema que se trate en cada apartado, de su estructura, de su función, puede variar considerablemente el tipo de registro; no digamos de los artículos que componen las publicaciones periódicas en donde cada uno de ellos puede variar considerablemente su grado de especialización, desde los más divulgativos hasta los más técnicos. En este continuo de especialización, son muchos los tipos de discursos y documentos que los militares generan:

·        Textos técnicos: se especifican las características y naturaleza del armamento, adiestramiento, navíos, aeronaves, blindados,...; generalmente son manuales o monografías de instrucción publicados por el Centro Geográfico del Ejército (CEGEO).

·        Textos jurídicos: se exponen cuestiones de Derecho Militar o Internacional.

·        Textos interdisciplinares: aplicación de un ámbito científico o técnico determinado al campo militar. Aquí se incluyen todas las monografías relativas a la medicina (Sanidad Militar), geografía, física, ciencias sociales, etc.

·        Textos históricos: se expone el devenir del ejército en un período determinado, o bien la figura de un militar destacado, batallas relevantes, etc. 

·        Obras de divulgación: poseen una clara vocación comunicativa con el objetivo de transmitir a la sociedad civil algunos aspectos del Ejército Español. Es el caso de algunos artículos publicados en la Revista Española de Defensa o el boletín Tierra.

·        Textos destinados al funcionamiento interno de los distintos departamentos en los que se divide el ejército: es una documentación de uso cotidiano, con una estructura prefijada y que en ocasiones está muy cercana al discurso especializado de la administración. Destacan la cuenta, el informe, la nota de despacho, el oficio, el tanto, la nota informativa, la minuta, las actas, los mensajes, los partes, las memorias, los certificados, las instancias, las declaraciones, los estados, las relaciones y los índices.

    Según el tipo de discurso, el empleo y frecuencia de las siglas va a ser muy variable, dependiendo especialmente de la temática, pero también del grado de especialización de los destinatarios, de su carácter técnico o divulgativo, etc. Por esta razón, de entre todos estos discursos, hemos diseñado una selección que constituirá el corpus de análisis de las siglas:

1. Cuaderno de difusión semestral elaborado por el MADOC en Granada[vi].  

2. Manuales de instrucción, doctrina, orientaciones, normas, etc. integrados como PMET.

3. Documentos administrativos de funcionamiento interno.

4. Boletín Informativo Tierra, de carácter más divulgativo: http://www.ejercito.mde.es/publicaciones/boletin/index.html

5. Revista española de Defensa, común a todos los Ejércitos de las Fuerzas Armadas. Emplearemos la sigla RED para la cita.

http://www.defensa.gob.es/documentacion/revista/

6. Revista Ejército de tierra español, propia del ET. Emplearemos la sigla RE para su cita.

http://www.ejercito.mde.es/publicaciones/revistaejercito/index.html

Al mismo tiempo, nos hemos valido de las obras colectivas que recogen y compilan las siglas empleadas en el Ejército: el Reglamento. Abreviaturas y signos convencionales para uso de las Fuerzas Armadas, y el Nato glossary of abbreviations used in Nato (AAP-15 2012) publicado en inglés y en francés.  

 

3. EL EMPLEO DE LAS SIGLAS EN EL DISCURSO ESPECIALIZADO MILITAR

          La nueva Ortografía de la lengua española (2010, p. 578) ya enuncia que “cada disciplina termina acuñando un conjunto de siglas correspondientes a la terminología sentada en su ámbito”. Así pues, la existencia de las siglas en los documentos militares es una de las características más importantes de este tipo de registros, de manera que la extensión y consolidación de este uso cada vez más mayoritario y acrecentado a partir de la “otanización” del Ejército, lo ha elevado al rango de idiosincrasia, es decir de rasgo definitorio y esencial: es muy extraño leer cualquier tipo de documento y no hallar una sola sigla en él.

Hay varias razones que motivan esta realidad: dos de ellas son comunes al empleo de las siglas, como es la economía del lenguaje traducida en no tener que repetir constantemente un expresión pluriverbal fija a lo largo de un texto, lo que facilita además la lectura[vii]; y la segunda está relacionada con el carácter críptico de algunos discursos especializados que hace que su lectura requiera un mínimo de formación y conocimiento previo, lo que conlleva que para el público común resulte en ciertos momentos indescifrable o de gran dificultad, como puede parecer el siguiente fragmento: “…para permitir la generación de un complejo logístico de apoyo general (COLAG), cuya PLM se genera sobre la base de la PLM de una AALOG” (RE, 2011, mayo, 88).

Las otras dos razones son propias del registro militar: la jerarquización del entramado militar en diversos organizaciones, estamentos, unidades, destacamentos, grupos de trabajo, y por otro lado, la estrechísima relación con el inglés[viii] debido a la adhesión de España a la OTAN, lo que ha provocado que la compuerta de la tradición anglosajona se abra y se vierta plenamente en la tradición militar española. Estas razones se ven refrendadas por un efecto devastador de retroalimentación: el empleo de siglas como rasgo esencial hace que este fenómeno se haga común y por tanto, la sigla no se vea como una unidad extraña sino todo lo contrario; da la sensación de que un texto que no comprende siglas entre sus líneas, no es un texto verdaderamente militar. Esto provoca un efecto en cadena de manera que ya no son solo las jerarquizaciones, sino también todas los conceptos que se emplean asiduamente y que están asentados en la teoría militar los que acaban consolidándose como unidades terminológicas (UT): teatro de operaciones es TO y operaciones de evacuación de no combatientes es NEO (non-combatant evacuation operation).

          Este empleo masivo de las siglas es expresado por Ortiz (1995: 6) en los siguientes términos:

Muchos de los documentos, conferencias, declaraciones relacionadas con la seguridad española están tan trufados de siglas de pronunciación imposible que resultan poco menos que indescifrables para cualquier lector corriente. Es un auténtico «idioma oficial» que se ha convertido en una seña de identidad para los diplomáticos y militares que trabajan en la defensa de los intereses de Madrid en todas y cada una de las instituciones.

 

Para Peñarroya (2002, p. 107) el empleo de las siglas y las abreviaturas corresponden al cuarto mecanismo para obtener la precisión de los escritos militares, y constata su importancia en el hecho de que el mismo Ejército publique el Reglamento. Abreviaturas y signos convencionales para uso de las Fuerzas Armadas o el más reciente y usado NATO glossary of abbreviations used in NATO documents and publications, que se va renovando anualmente. Al mismo tiempo, cada una de las publicaciones intenta regular el empleo de las siglas en los artículos presentados y para ello, por poner un ejemplo, la revista Medicina Militar especifica que “en relación con el empleo militar, unidades militares, despliegue de unidades y otras abreviaturas y signos convencionales, se seguirán las normas contenidas en el Reglamento…”; la revista Ejército de Tierra Español, en las normas de colaboración, detalla que “todas las siglas y abreviaturas empleadas en el texto y en el resumen del trabajo tienen que escribirse en español. En fichero aparte se relacionarán poniendo, entre paréntesis, su traducción en su idioma general”. No obstante, podemos comprobar que esto no es siempre así, o por lo menos no con todas las siglas: “…el director de Oriente Medio y Norte de África del ICG” (RE, 2011, mayo, 109).

          A continuación, veremos algunos de los rasgos que definen el empleo y la existencia de las siglas en el discurso militar.

3.1. El uso de la mayúscula inicial como germen y gestación de las siglas

Observamos en el discurso especializado militar un empleo frecuente de la mayúscula inicial, allí donde no debería. La mayúscula inicial se usa en este ámbito no solo para las instituciones u organismos (tal y como recomienda la Ortografía), sino también para los conceptos y unidades terminológicas, lo que a nuestro juicio favorece aún más la proliferación de siglas, pues asienta las bases y predispone su imagen y forma para la conversión en siglas: es el caso de Cuartel General, Vehículo Blindado Ruedas 8x8, Grupo Táctico, Teatro de Operaciones, etc. Esto es, detectamos en los documentos militares una gran arbitrariedad en el manejo de las mayúsculas para los conceptos, pues en unas ocasiones se hace uso de la mayúscula, como en los ejemplos que siguen:

·        Teatro de Operaciones (TO).

·        Blindado Medio sobre Ruedas (BMR).

·        En la portada de la revista número 784 de Ejército de tierra español de 2006 se recogen los siguientes titulares: “Criterios sobre la defensa NBQ y sus Unidades Específicas”  y “Pensamiento Militar y Maniobra”.

·        Enunciados como “Nuevas especialidades complementarias fueron puestas en marcha: Anfibios, TEDAX, Guerra Electrónica e Informática Operativa” (RE, 2011, mayo, 57).

Pero en otras situaciones, se emplea la minúscula:

·        “…explotación a su nivel y mantenimiento de los sistemas de telecomunicaciones e información (CIS) de su escalón” (AA. VV., 2004, p. 4-8). Esta sigla es anglosajona y corresponde a communication and information system[ix].

·        Igual ocurre con centro de carburantes, que se escribe con minúsculas iniciales y cuya sigla es CCAR.

Esta vacilación la podemos comprobar con el concepto de decepción, que en un primer momento se escribe con mayúscula:

En el nivel operacional se integran y coordinan las actividades de OPSEC, Decepción, PSYOPS, EW, Destrucción física con las de Información Pública y CIMIC para conseguir la superioridad de las INFO OPS, y en el nivel táctico donde se ejecutan la mayor parte de estas actividades” (AA. VV., 2006, 1-10).

Pero unas líneas más abajo aparece con minúscula: “El objetivo de la decepción es influir en el jefe oponente y su estado mayor…”. Este fragmento pone de relieve la gran confusión existente en el ámbito militar entre el empleo de la mayúscula para marcar los nombres propios, y la consideración de los conceptos y unidades terminológicas como si fueran tales. Si bien es totalmente cierto que en el ámbito militar decepción posee un significado especial y diferencial respecto al de la lengua común, pues constituye “el conjunto de medidas dirigidas a inducir a error al enemigo por medio de la manipulación, la deformación o la falsificación de evidencias para hacerle actuar de forma perjudicial para sus intereses” (AA. VV., 2006, 1-10), esto no quiere decir que sea un nombre propio: es una UT en el discurso especializado, pero este uso especializado no legitima su escritura como nombre propio. En este sentido, la Fundéu es muy clara:

El desarrollo de una sigla solo debe tener mayúsculas iniciales cuando se trata de un nombre propio.

 Aunque la sigla así formada tiene a menudo sus letras en mayúsculas, el término del que procede se sigue escribiendo con minúsculas, como corresponde por las normas ortográficas generales. En algunos casos, la propia sigla se ha acabado escribiendo con minúsculas, como sida, láser u ovni.

Por tanto, decepción, destrucción física, zona de operaciones, blindado medio sobre ruedas, etc., no son nombres propios aunque hayan generado su empleo sintético a modo de siglas. 

A pesar de esto, la realidad es que el empleo de la mayúscula para los conceptos está muy generalizado en el ámbito militar y, como ya hemos dicho, favorece enormemente la proliferación de siglas.

 

3.2. Formación y escritura de las siglas

          Como ya hemos referido en apartado 1.2, el fin justifica los medios en cuanto a la formación de las siglas, de manera que constatamos esa gran libertad en el ámbito militar. Junto a las siglas estricto sensu formadas únicamente por las letras iniciales como PMET (publicación militar del Ejército de Tierra), hallamos toda una tipología: 

·        Siglas alfanuméricas: C2W (guerra de comando y control).

·       Siglas que escogen no solo las letras iniciales: OPSEC (operaciones de seguridad), EUNAVFOR (Fuerza Naval Europea), CMUM (centro de municionamiento), UNAMA (Misión de Naciones Unidas en Afganistán), etc.

·        Siglas con números u otros signos: ULOG-24 (Unidad Logística número 24), C-IED (counter improvised explosive device).

·        Siglas que a su vez componen otra siglas: RWUAV (helicóptero no tripulado< rotary wing + UAV); COMISAF (comandante de la ISAF), etc.

·        Siglas originadas a partir de una mezcla entre sigla y abreviatura: CABTO (centro de abastecimiento) o CMANTO (centro de mantenimiento).

En cuanto a la escritura, ha habido una evolución importante, de manera que se ha pasado de un uso con punto detrás de la sigla (TO.) a hacerlo sin él (TO). Antiguamente era muy habitual en todos escritos y como norma general hacerlo con el punto, aunque en la actualidad ha quedado ya como un vestigio en algunos escritos internos cuando el militar que lo compone no se ha actualizado. 

También ha evolucionado el modo de formar el plural, pues antes se hacía, -y sobre todo en las PMET-, a la manera anglosajona: PMET´s. o UCO´s. (unidades, centros y organismos). Esto lo describe así Casado Velarde (2000, p. 5083) en la Gramática descriptiva cuando dice que “en siglas que carecen de apoyo vocálico, o que no lo han desarrollado, se encuentran pluralizaciones con el alomorfo –s en minúscula, precedido de consonante y, en ocasiones, separado por apóstrofo del cuerpo de la sigla: ONG´s”. En el ámbito anglosajón sigue empleándose la ese, aunque sin apóstrofo: TAs. Este uso también lo hemos recogido en algún escrito en lengua española: RPVs (Remoted Piloted Vehicles) (RED, 2012, mayo, 44). Aún más, hemos notado en algunas publicaciones (AA. VV., 2004, p. 3-9) que por analogía del plural de las siglas, algunas abreviaturas actúan del mismo modo: obj. y obj`s.

En la actualidad, y tal y como se recomienda en la nueva Ortografía de la lengua española y en el Manual de estilo del lenguaje militar, el plural de las siglas es cero morfológico, es decir, se marca con los determinantes, pero no se modifican la siglas: ej. las PMET o las ROE (reglas de enfrentamiento). En cambio, hay siglas que ya tienen incorporado el plural, es el caso de FAS (Fuerzas Armadas), INFO OPS (operaciones de información), PSYOPS (operaciones psicológicas) o FAMET (Fuerzas Aeromóviles del Ejercito de Tierra).  

En el apartado del plural, merece especial atención las abreviaturas dobles FF. AA. y EE. UU. que debido al gran parecido con las siglas, ha generado una gran confusión entre los hablantes.

·        Esto explica que ante las vacilaciones de la abreviatura doble de las Fuerzas Armadas FF. AA., dada su extensión y confusión en la escritura, se haya generado una sigla alternativa con la particularidad –además-, de que incluye el plural entre sus componentes, algo que no suele ser habitual: FAS. El uso de la sigla FAS como alternativa a la abreviatura doble está bastante generalizada en los documentos militares: “No creo que veamos replicado en la Unión Europea un modelo de FAS al estilo nacional…” (RE, 833, 2010, p. 13); “La conducta intachable de nuestras FAS en las misiones refuerza nuestra reputación como nación” (RED, mayo, 2012m p.28).

·        En cuanto a la forma abreviada para denominar a los Estados Unidos, esta ha provocado también una gran vacilación en la escritura, de modo que lo podemos ver escrito como abreviatura doble  EE. UU.  (RED, 212, mayo, 44), pero también como sigla EEUU (RE, 827, 2010, marzo, 64) y (CDP, 2006). A pesar de que la Fundéu reconoce otras siglas como EUA (Estados Unidos de América), que coincide con la francesa (États-Unis d'Amérique), y las inglesas USA (United States of America) y US (United States), predomina en los textos militares el empleo de EE. UU. y su confusión como sigla.

En relación al género, podemos observar algunas variaciones. Entre ellas vamos a destacar la de la sigla SEGENPOL, que abrevia la Secretaría General de Política de Defensa. En este caso concreto, la oscilación en el género se debe a que la primera ese puede representar simul al organismo (la secretaría) y al cargo público que lo desempeña, el secretario. Así pues, en una entrevista al actual secretario de la SEGENPOL, Alejandro Alvargonzález San Martín en la Revista Española de Defensa (2012, mayo, 28), se usa el masculino en los casos en los que se refiere a su persona: “Ahora en su nuevo cometido, el embajador Alvargonzález comenta que es el cuarto SEGENPOL desde que la Secretaría General se creo en 2001…”; “A mayor abundancia indica el SEGENPOL que a ello se añade cuanto concierne al Consejo de Defensa Nacional y…”; y femenino cuando se hace alusión a la Secretaría: “La conclusión para Alvargonzález es evidente: «Si la SEGENPOL no existiera habría que inventarla, como se hizo”. 

El empleo del artículo es igualmente variado y depende de las siglas y la costumbre. En el caso de ISAF (Fuerza Internacional de Asistencia para la Seguridad) que, en la misma página de un trabajo, aparece con y sin artículo: “En la reunión de los Estados que contribuyen a la ISAF, celebrada el 11 de marzo…”; “La acusación contra ISAF lanzada por el Gobernador Provincial de Kunar en febrero…” (RE, 2011, mayo, 112). También he podido oír en conversaciones entre militares la vacilación entre el DIDOM (Dirección de Investigaión, Doctrina, Orgánica y Materiales) y la DIDOM.   

El ámbito militar tampoco está a salvo de lo que Wittlin (1981) llamó como acrónimos lexemas contextuales, pues podemos hallar algunos como ALBA (avión ligero blanco aéreo), HADA (helicóptero adaptativo avión), o CARDS (Asistencia Comunitaria para la Reconstrucción, Desarrollo y Estabilización) (RED, 20120, mayo, 48), un programa de fondos de la Unión Europea que asiste económica y financieramente, de ahí la relación con el ingles credit card. Por último, ARQUA es el nombre del Museo Nacional de Arqueología Subacuática y es una sigla que está a medio camino entre los acrónimos lexemáticos contextuales, porque arqua no es nada, pero se ha operado de esta forma con el fin de que queden claros en la sigla los elementos que la componen: arqueología y el latino aqua.

Las siglas, al igual que el resto de signos lingüísticos, están sujetos al fenómeno semántico de la homonimia, y esta puede operar en tres ámbitos:

·        1. Homonimia entre distintas áreas de conocimiento: FAS es la sigla de Federation of American Scientist, y a la vez de las Fuerzas Armadas.

·        2. Homonimia entre las distintas lenguas. La sigla CCAR (centro de carburantes) coincide en la forma con la sigla francesa de la OTAN que significa algo bien distinto: `centre de contrôle d´approche radar´.

·        3. Dentro del mismo ámbito militar, el glosario de la OTAN nos ofrece un número considerable de significados distintos que confluyen en una misma sigla. Es el caso de la forma TA, que tiene 7 variaciones distintas:

o   TA1 tank army.

o   TA2 target assessment.

o   TA3 tasking authority.

o   TA4 technical arrangement.

o   TA5 technical assistance.

o   TA6 towed array.

o   TA7 transitional authority.

Las siglas funcionan desde el punto de vista morfosintáctico casi exclusiva y mayoritariamente como sustantivos, aunque hemos podido observar cómo algunos son adjetivos, tales como defensa NBQ (nuclear, biológica y química), ambiente NBQ, situación NBQ, acciones NBQ, etc.; o funcionan como tal: misiones CIMIC (cooperación cívico-militar), estructura ISTAR (inteligencia, vigilancia, adquisición de objetivos y reconocimiento), sistema ISTAR, etc. Aún más, encontramos a un organismo funcionando como adjetivo en “noticias DIDOM” (CDP, 2006, 1), que es un uso un tanto anómalo que sería equivalente al sintagma “noticias del DIDOM”.   

 

3.3. La influencia anglosajona en las siglas militares

La influencia anglosajona en el empleo de las siglas militares es determinante. Aunque el Ministerio de Defensa publica y actualiza su Reglamento. Abreviaturas y signos convencionales para uso de las Fuerzas Armadas, lo cierto es que el glosario generado de la OTAN es un referencia de primer orden en la actualidad. Esta realidad se constata también en las distintas obras que hemos analizado, en donde las siglas de creación española son mínimas, y las más frecuentes son las de origen inglés, aunque generalmente se traduzcan. Así, aparece NSE, que se traduce como `elemento de apoyo nacional´ (national support element) o el ya citado ISTAR que proviene del ingles intelligence, surveillance, target acquisition and reconnaissance. Peñarroya (2002, p. 109) ofrece los datos estadísticos de la proporción de siglas patrimoniales y extranjeras utilizadas en la obra Procedimientos logísticos funcionales en misiones de paz (OR5-601) publicada en 1997, y nos habla de un 18,05 % de siglas castellanas y de un 81,94% de inglesas. En la obra Operaciones de información (INFO OPS) aparecida en 2006, las estadísticas son del 9,35% en español y del 90,65% en inglés. Como vemos, aunque no es un resultado definitivo y solo corresponde a dos obras[x], sí nos ofrece una orientación aproximada de cómo las siglas de la OTAN están integrándose plenamente en el discurso especializado militar. Esto es así hasta el punto de que, a veces, se introducen las formas sin traducción siquiera: “También han influido las medidas de autoprotección adoptadas por los pesqueros y mercantes, conocidas como Best Managment Practices (BMP)” (RED, 2010, mayo, 17); “Sin embargo, son criticables sus fuentes de prensa y cierta falta de transparencia sobre el método en su generalidad (conflicto assessment system tool: CAST software) (RE, 2011, mayo, 17). El Cuaderno de difusión periódico del MADOC suele incluir bastantes siglas directamente del inglés y sin traducir: Future Combat System (FCS), Enhanced Forclibe Entry Cannon (EFEC) o Light Experimental Ordenace (LEO).

 

3.4. El uso y la inclusión de las siglas en los documentos militares

La forma de incluir las siglas en los textos militares es muy diversa y casi depende de criterio de cada autor. Aunque se expresa tácitamente en las normas de colaboración y se recomienda desde diversos ámbitos[xi] que la primera vez que se use una sigla debe emplearse en su versión extendida, lo cierto es que esto no es así siempre.

Las siglas más usuales no suelen extenderse, es el caso de OTAN, ONU, FAS, etc. Ahora bien, a partir de estas siglas de uso general habría que ir estableciendo ámbitos de frecuencia y conocimiento por parte de los propios militares y teniendo en cuenta sus propias áreas de conocimiento. Según esto, habría que considerar un continuo de generalización/especialidad en el que sería pertinente ir situando las siglas que son de ámbito general y conocidas por la inmensa mayoría de los usuarios de estos discursos. Esto supuesto, podríamos saber que siglas como JEMED, EMED, INSAF, SEGENPOL, NBQ, etc., son muy generales, de uso común y conocidas plenamente entre los interlocutores militares; pero, ¿qué ocurre, en cambio, con otras formas como NSE, ESM, EPM, UVO, etc.? Ante el fragmento extraído de la portada principal de un artículo publicado en la revista Ejército (2011, enero/febrero, 96) en el que aparece una sigla sin explicar, “El martes 9 de noviembre de 2010 el teniente Robert Kelly, de los Marines de los EEUU, murió en combate víctima de un IED, mientras patrullaba a pide en la provincia de Helmand, Afganistan”, cabe preguntarse si esta sigla es de común conocimiento o por el contrario, necesita ser explicada. En estos casos, quizá habría que incluir en los artículos u obras, tal y como marcan las buenas formas, la versión extendida cuando se usa por primera vez o un pequeño apéndice o glosario al final.

Hay algunos trabajos y autores que sí son conscientes del gran número de siglas que emplean y de la dificultad que pudiera extrañar para su lectura, por lo que incluyen un apéndice:

·        La obra Operaciones de información (INFO OPS), al hacer uso de una gran cantidad de siglas, añade un apéndice de acrónimos y abreviaturas, en donde se compilan 107 formas, de las cuales, como hemos referido ya, solo el 9,35 % eran españolas.

·        El autor del artículo “Una nueva AALOG para un nuevo concepto logístico” (RE, 2011, mayo, 83-91) también añade las siglas al final bajo un pequeño apéndice titulado abreviaturas, la mayoría de ellas de naturaleza patrimonial (11), excepto C3I (mando, control, comunicaciones e inteligencia) y el conocido GPS (sistema de posicionamiento global).

Otros autores incluyen entre paréntesis algún comentario sobre el origen de la sigla: “Misión de Unión Africana en Somalia (AMISOM en siglas inglesas)” (RED, 2012, mayo, p. 23), o “Estados frágiles o estados de bajos ingresos bajo estrés (LICUS en su siglas en inglés)” (RE, 2011, mayo, p. 16); incluso, si son en otra lengua que no es el ingles: “Batallón de Operaciones Especiales (BSD en sus siglas croatas), (RED, 2012, mayo, p. 51)”.

En cuanto a algunos patrones comunes en el uso de las siglas hay que destacar que algunas de ellas se incluyen detrás de su desarrollo, pero luego no se emplean de manera autónoma en el documento: OPSEC, EW, PSYOPS, CML, SCE, STF, HNS, etc. (AA. VV., 2004); otras, en cambio, sí se usan exclusivamente de manera independiente: “Las actividades militares del CIMIC” (AA. VV., 2004, pp. 8-13); “El mando operacional puede tener responsabilidades explícitas o implícitas en el CIMIC dentro de su Teatro de Operaciones” (AA. VV., 2004, pp. 8-13).

Cuando una sigla es muy conocida puede aparecer, y de hecho aparece, desde el título: Manual de instrucción. Conductor de BMR M-1, donde BMR son las siglas de blindado medio sobre ruedas. Igual ocurre con la obra Operaciones de información (INFO OPS) (AA. VV., 2006).

          Por último hay que señalar que la OTAN, mediante la publicación anual de su glosario, normaliza y orienta en el uso de las siglas, aconsejando y desaconsejando su empleo, o marcándolas como obsoletas:

·        “RISTA (deprecated – déconseillé) Preferred abbreviation: ISTAR Abréviation privilégiée: ISTAR”.

·        “INFO OPS (deprecated – déconseillé)” y aconseja Info Ops o Info Op.

·        Aconseja PC1 (Petroleum Committee) frente a NPC (NATO Petroleum Committee) que señala como en desuso u obsoleta.

 

3.5. El tipo de texto determina la cantidad y cualidad de las siglas

Dependiendo del tipo de escrito militar, habrá más o menos siglas, o incluso, puede variar enormente de un ámbito u otro de conocimiento:

·        Si es un texto sobre la OTAN o sobre algún estamento como la Sanidad Militar, etc. abundarán siglas de su entramado jerárquico y estamental: Inspección General de Sanidad (IGESAN), Instituto Social de las Fuerzas Armadas (ISFAS), Comité Médico de la OTAN (COMEDS), etc.

·        Si es un tema muy específico, este generará toda una serie de UT especializadas en este subcampo:

o   Es el caso del ámbito temático de las operaciones de información (INFO OPS): EW (electrical war), OPSEC, ROE, MOU, TA, C2W (guerra de mando y control), etc.

o   En el artículo “Los orígenes de los sistemas aéreos no tripulados en España” (RED, 2012, mayo), se desarrolla toda un terminología específica en torno a los RPV (remoted piloted vehicle), desde organismos como la ETSIA (Escuela Técnica Superior de Ingenieros Aeronáuticos) o la INTA (Escuela Nacional de Técnica Aeroespacial), a aviones como ALO (avión ligero de observación), ALBA (avión ligero blanco aéreo), DAR (drone anti-radar) o HADA (helicóptero adaptativo avión). 

o   Igual ocurre con las AALOG (agrupaciones de apoyo logístico), que generan todo tipo de siglas: BLT (base logística de teatro), CL (centro logístico), COLAG (complejo logístico de apoyo general), CABTO (centro de abastecimiento), CCAR (centro de carburante), CMUM (centro de municionamiento) o CMANTO (centro de mantenimiento) (RE, 2011, mayo, 83-91).

·        Por el contrario, si es un documento técnico como el manual de instrucción del blindado medio sobre ruedas (BMR), entonces, prácticamente no hay siglas, y las que hay, son muy generales: NBQ, IR (rayos infrarrojos) o LED (light emitting diode), que como expresa la Fundéu, se “ha lexicalizado y ha pasado a emplearse como sustantivo común”.

También es importante el período histórico del que se esté escribiendo, pues cuanto más se aleja del siglo XIX, más probabilidad hay de que no haya ninguna sigla entre sus líneas, pues no olvidemos que las siglas comienzan a introducirse de manera sistemática en el siglo XX con la irrupción de la Administración Roosevelt. Esto lo podemos observar claramente en la serie de artículos sobre los ingenieros (RE, 2011, mayo, pp. 42-68), que se engloban bajo el título “Trescientos años del arma de los ingenieros al servicio de España y los españoles” y en los que se van describiendo su historia y evolución desde el siglo XVI a la actualidad. Los dos primeros artículos versan sobre los siglos XVI, XVII y XVIII y XIX, y en ellos no se incluye ni una sola sigla. El trabajo sobre el siglo XX divide este en períodos, y hasta el comprendido entre 1978 y el año 2000 no se empiezan a incluir siglas como OTAN, MING (Mandos de Ingenieros), MATRANS (Mandos de Transmisiones), MADOC o TEDAX (técnico especialista en desactivación de artefactos explosivos). Este paulatino empleo de las siglas se consolida en el último artículo dedicado a “La especialidad fundamental. Ingenieros en el siglo XXI” en donde el rasgo esencial es la introducción de siglas anglosajonas: artefactos explosivos improvisados (improvised explosive devices: IED), especialistas EOD/IED (explosive ordenance disposal/improvised explosive device disposal), C-IED (counter improvised explosive device) o EOR (explosive ordenance reconnaissance). Lo mismo ocurre en “La especialidad fundamental de Transmisiones en el Siglo XXI”, donde aparece UAV (unmanned aerial vehicle), CIS (communication and information systems), PMC3 (Plan de modernización de los CIS), SCTM (sistema de telecomunicaciones militares), PU (unidad participante), etc.   

3.6. Clasificación de las siglas empleadas

Como hemos podido observar, las siglas empleadas en el Ejército son muy variadas y no solo se restringen al ámbito de los organismos y a la jerarquización, sino que atienden también al de misiones, programas, planes, conceptos y a la denominación de aparatos, instrumentos, etc.

          1. Organismos y divisiones: el Ejército está perfectamente jerarquizado en toda su estructura, lo que se refleja en uso muy representativo de siglas: JEMAD (Jefe del Estado Mayor de la Defensa), SEGENPOL, DIDOM (Dirección de Doctrina Orgánica de Materiales), MADOC, DIVA (Dirección de Investigación y Análisis para el Combate), INGESAN, CEGEO, etc. El siguiente fragmento puede ilustrar esta realidad:  “Para la realización de los trabajos se constituyó un grupo de estudio, integrado por personal de MAAA, NRDC-SP, DIVOPE, DIVLOG, Oficina del Programa PATRIOT, MACOM, EMACON, DGAM, COMGRUFLOT y DIDOM”. (CDP, 2006, 2).

2.  También se emplean siglas para darle nombre a las misiones especiales, programas y planes: ONUSOM I y ONUSOM II (RED, 2012, mayo, 22) son misiones de la ONU en Somalia; Programa para la paz y la reintegración (PPR) o el ya conocido CARDS.

3. UT generadas desde el entramado conceptual tejido por las FAS: TO, ZO, PLM (plana mayor), IP, INTE o IPB (preparación de inteligencia del campo de batalla), ECM (contramedidas electrónica), EW (guerra electrónica), etc.  

4. Instrumentos, aparatos, armas, vehículos, etc: gafas de visión nocturna (GVN), equipo de protección individual (EPI) NBQ, BMR, HADA, ALO, etc.

          5. Todo tipo de unidades de variada carga semántica suceptibles de ser transformadas en siglas, como por ejemplo las organizaciones criminales transnacionales en Brasil (RE, 2011, mayo, 75): Comando Vermelho (CV), Terceiro Comando (TC o 3C), Comando Neutro (CN), Comando Vermelho Joven (CVJ), Amigos dos Amigos (ADA), Primeiro Comando da Capital (PCC). 

4. CONCLUSIONES

          1. Las siglas no responden a unos parámetros rígidos en cuanto a su formación, de ahí que en ocasiones haya colisiones teórico-prácticas con otros fenómenos adyacentes, como las abreviaturas dobles o los acrónimos (2). Por ello empleamos el concepto de sigla en su sentido más lato.

          2. La presencia de las siglas en el ámbito militar es determinante, decisiva y constitutiva de este discurso especializado.

          3. La influencia anglosajona es innegable y se ha visto acrecentada con la inclusión de España en la OTAN. Esta influencia se traduce en el empleo de siglas con estructura inglesa, de modo que la sigla de medidas de protección electrónica es EPM (electronic protection measures) y no MPE; además el plural se ha formado hasta hace muy poco tiempo a la manera anglosajona: PEMET´s.

          4. El uso agramatical de la mayúscula inicial para cada uno de los componentes de un concepto o idea ofrece las condiciones idóneas para la formación de las siglas.

          5. El empleo de las siglas no se limita tan solo a los organismos, estamentos y jeraquizacion del Ejército, sino que comprende por igual a planes, programas, sistemas, conceptos, instrumentos, vehículos, etc.

          6. Aunque las siglas están presentes en líneas generales en casi todos los escritos militares, es cierto que el porcentaje de ellas y su tipología va a depender de la temática, del grado de especialización, del ámbito de conocimiento, etc., pues dentro de cada subcampo existe una clase específica de siglas que suelen repetirse y adscribirse a él.

7. Las recomendaciones generales e incluso el BOE en su Orden del 7 de julio de 1986 prescriben que “El empleo de abreviaturas o siglas en el texto de los documentos o comunicaciones ira precedido, necesariamente, la primera vez en que aquellos aparezcan, de la expresion o denominacion completa a que correspondan”. No obstante, el uso y la inclusión de las siglas es muy variada y no siempre respesta estas directrices.

Por último, destacamos algunas de las tareas pendientes por hacer y en las que estamos trabajando y que creemos que arrojarán nuevos datos al conocimiento de la naturaleza y funcionamiento de las siglas en el discurso militar:     

·        Análisis estadístico de las siglas de origen inglés empleado en las obras militares españolas.

·        Análisis del grado de conocimiento de las siglas por parte de los militares para poder establecer cuáles son generales y cuáles no, e incluso, poder establecer campos y subcampos temáticos. Para ello, empleamos la encuesta como método de acceso a estos datos.

·        Estudiar las siglas en el plano oral, es decir, ver cómo se pronuncian por parte de los militares, así como analizar el género gramatical mediante el empleo del artículo. Este estudio nos permitirá saber cómo se emplean las siglas inglesas, si se hacen a la manera española, si se deletrean, o si se reconstruyen en su totalidad. 

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Ministerio de Defensa. Tierra. Boletín informativo del ejército español. Madrid: Ministerio de Defensa.

 

 



[i] VITALEX es el acrónimo empleado para el proyecto I+D en el que actualmente estamos trabajando: “Vitalidad léxica en la Alpujarra: análisis de la vitalidad léxica en La Alpujarra en contraste con el ALEA”.

[ii] Es un caso de sigla formada a raíz de su uso en los correos electrónicos enviados desde este Vicerrectorado: vicorac@ugr.es

[iii] Almela (1999), ante estas coincidencias y entrecruzamientos decide crear una serie de cuadros sinópticos donde trata de exponer las similitudes y diferencias entre unos y otros fenómenos.

[iv] Empleamos esta distinción entre acrónimo (1) y acrónimo (2) para mostrar las dos acepciones de este término que explicamos más adelante.

[v] Es muy usual escuchar esta forma en el mundo del ciclismo, especialmente en el entrenamiento con bicicletas estáticas en los gimnasios, donde se controlan las pulsaciones, los kilómetros y las revoluciones por minuto, que es el equivalente a la cadencia.

[vi] Agradecemos profundamente la colaboración del MADOC de Granada al cedernos parte de la documentación que hemos manejado para la elaboración de este estudio.

[vii] Por el contario, a veces el uso indiscriminado de las siglas produce el efecto contrario, la confusión ya que exigen al lector la memoria de todas y cada una de las siglas, a no ser que aparezcan extendidas en el texto, o haya un pequeño glosario al final.

[viii] Precisamente dice la nueva Ortografía (2010: 568) de la Academia que el desarrollo de las siglas “ha sido especialmente notorio en los países anglosajones”. 

[ix] En este caso concreto, pudiera ser porque la sigla procede del inglés y por ello tiene el orden sintáctico cambiado, y por tanto no reproduce fielmente el orden lineal acorde con la sigla.

[x] En la actualidad estamos trabajando con el análisis estadístico de las siglas de origen inglés empleado en las obras militares.

[xi] Las mismas reglas de la APA 6th que hay que aplicar en esta revista apuntan en esta dirección: “Cuando se cita la obra de una institución, la primera vez que aparece citada debe escribirse completo el nombre de la institución, seguido de la sigla en paréntesis cuadrados (si la tiene) y las siguientes veces que se cite, se usa sólo la sigla. Ejemplo: (Centro de Estudios Públicos [CEP],1995) la primera vez; (CEP, 1995) la segunda y sucesivas veces”.