DEUTERIO Y GELEPA
Francisco Gómez Ortín
¡Vaya
una pareja de voquibles! El primero (¡nada que ver con el Deuteronomio
bíblico!) es un tecnicismo de física. Hace poco, el distinguido ingeniero murciano Juan Guillamón
publicaba, en el diario La Verdad (28.10.10),
un interesante artículo sobre las energías del porvenir. Allí se habla del
deuterio, o sea, el futuro sustituto del hidrógeno para la energía por fusión
nuclear, efectiva en un plazo de 50 años.
Pero
mi sorpresa, a fuer de filólogo, ha sido mayúscula,
al ver incrustado en el texto, el vocablo genuinamente murciano, “gelepa (jelepa)”, que el autor ha
usado casi inconscientemente, en vez de poner un sinónimo más general, como ‘pizca, chispa’. Tal vez piense el
autor que gelepa es un término culto universal, cuando
es un murcianismo privativo. La estricta isoglosa de “gelepa” recorre desde el Noroeste (Caravaca, Cehegín) a Cartagena, pasando por Archena,
Alhama (jalepa), Totana, Lorca y Murcia. Estos puntos
son los únicos localizados. En cambio, la voz “gelepa”
es absolutamente desconocida tanto en la Andalucía murciana (Almería, Granada y Jaén),
como en las zonas limítrofes de Albacete y Alicante, por ejemplo, Orihuela. Tampoco
la trae el Diccionario de Autoridades
(1734), entre los regionalismos murcianos. No obstante, es un vocablo
patrimonial o autóctono murciano, al que intuyo origen probablemente mozarábico,
dada su estructura morfológica. Podría decirse que “gelepa” es un término exclusivamente murciano, ya que tan
sólo se encuentra en una reducida área de la Región Murciana.
Por lo mismo, ha de calificarse de auténtica reliquia lexical,
como arcaismo superviviente del subdialecto
mozárabe murciano. Un acreditado arabista me sugiere que pudiera ser un arabismo
relacionado con el término andalusí hurayyaf, ‘letra
muy pequeña’. Con todo, la primera vez que se documenta es en El Pastor de Marisparza
(1859), obra del cura yeclano Miguel Ortega, párroco
de San Miguel de Murcia, si bien no lo
registra el Diccionario del Habla de Yecla (1999).
Vayan
mis plácemes al autor del citado artículo, tanto por
su brillantez divulgativa, como por su valentía para emplear el murcianismo “gelepa”, que pudiera
creerse agonizante, pero que aún pervive, incluso en el diminutivo “gelepica”.