|
03.10.10
LOLA
GUARDIOLA
Desde hace años,
en cualquier pueblo de
En España, es una
realidad que prácticamente la totalidad de la segunda generación de inmigrantes
magrebíes en España, es decir, los hijos de las miles
de familias norteafricanas que llegaron en aluvión a nuestro país en las dos
últimas décadas, es bilingüe. Por lo general, los hijos de inmigrantes aprenden
el dariya -hablado, que no escrito- en el entorno
familiar, y el español -hablado y escrito- en los colegios.
Sin embargo, a la
hora de comunicarse entre ellos, están generando un español muy particular,
algo así como un 'espanárabe', donde fusionan raíces
y palabras de los dos idiomas. Los mediadores socio-culturales son los
profesionales que más están notando esta tendencia.
En Francia, el
fenómeno se bautizó en su día (allí van ya por la cuarta generación de
inmigrantes de origen norteafricano) como «un français
de beurre», traducido al español, 'francés de
mantequilla', en alusión a su frágil correspondencia con la gramática del
idioma.
Algunos ejemplos
los encontramos en la expresión sakih, que mezcla la
raíz española del verbo sacar y el pronombre árabe ih
(escrito con el alfabeto latino), y que viene a significar sácalo. O, tbali, que al español sería ¿te vale? Y así más cosas, como
bar lajdar (bar verde); ktha carretera (cruza
la carretera): servo cerveza (toma una cerveza) o thiri
pelota (tira la pelota).
¿Por qué se está
produciendo esto? ¿Comienza por ser un juego propio de niños que después se
perpetúa? ¿Qué papel pueden desempeñar los profesores para salvaguardar el uso
correcto del español por los alumnos de origen magrebí? ¿Responde este
'mestizaje idiomático' a alguna motivación sociológica?
Algunas
respuestas la hallamos en una tesis doctoral. El contacto del dariya y el español ha sido el objeto de estudio de la
profesora de
|