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ANDRÉS BAQUERO
ALMANSA,
CATREDRÁTICO Y
PRIMER COMISARIO REGIO DE
Francisco Javier
Díez de Revenga
(Universidad de Murcia)
Una de las personalidades
más influyentes en la vida intelectual murciana en el paso del siglo XIX al XX fue,
sin duda, Andrés Baquero Almansa, a quien cupo el alto honor de ser, en los
últimos meses de su vida, el primer Comisario Regio de la Universidad de
Murcia, a cuya fundación había contribuido de manera muy activa. Se sabe,
gracias a uno de sus biógrafos, José María Ibáñez García, que, cuando se planeó formalmente
la creación de la Universidad de Murcia, a Baquero Almansa se le encargó la
redacción del escrito destinado al Gobierno, y de esta forma sus
argumentos fueron el encabezamiento del expediente que se envió al Consejo de
Instrucción Pública, que acordó informar favorablemente la instauración del
primer centro docente, convencidos por las consideraciones aportadas, tanto de
carácter histórico, basadas en las tradiciones docentes del antiguo reino de
Murcia, como de carácter académico y en la utilidad de crear en Murcia un
centro superior de que carecía esta zona de Levante. Recuerda Ibáñez cómo el
autor se lo leyó previamente y reconoce en el mismo los argumentos
fundamentales que utilizó Baquero Almansa en el discurso inaugural de la
Universidad: «La universidad de Murcia ―añade Ibáñez― será más o
menos duradera, pero siempre asociará el nombre de Andrés Baquero a la obra
ciertamente loable de su instauración y planteamiento».
Andrés Baquero Almansa
Retrato de Falgas. Galería de Rectores. Universidad de Murcia
Andrés Baquero Almansa había nacido en Murcia el 3 de
diciembre de 1853 y murió, también en Murcia, el 6 de enero de 1916. Se distinguió a
lo largo de su vida por su dedicación a la erudición y a la investigación histórica,
literaria y artística y legó a la posteridad una importante obra publicada,
sobre todo en la prensa, pero también por medio de diferentes volúmenes, que aún
se consideran, en muchas de sus aportaciones, fundamentales. Uno de los
aspectos más notables de su actividad intelectual tiene que ver con la
enseñanza de la lengua y de la literatura, que ejerció en el Instituto
Provincial de Segunda Enseñanza a lo largo de su carrera docente, tal como ha
recogido su biógrafo Ibáñez García.
Siendo
muy joven, con apenas diecisiete años, funda en Murcia un periódico, La Ilustración Murciana, en el que dio a
conocer sus primeras investigaciones eruditas, dado que el libro ofrecía un
perfil cultural muy distinto de los muchos periódicos políticos que abundaron a
causa de la revolución de septiembre. Seguía en este periódico el modelo que su
maestro, el gran periodista Antonio Hernández Amores, había establecido en La Revista Murciana.
Biografía de Baquero por José María Ibáñez
García. Portada de Gil de Vicario (1922)
Llamaba
mucho la atención la juventud del director de la publicación y así lo registra
una revista satírica de la Murcia del momento, El Zorongo, que juzgaba así, no sin cierta simpática sorna, a La Ilustración Murciana: «Es el
semanario del arte y de la poesía, de la ciencia y de la discreción. Su joven
director, que apenas tendrá diecinueve años, y si no que lo digan sus patillas,
es el modelo del estudiante aprovechado: cultiva la ciencia y el arte en todas
sus manifestaciones, y así es que en esta publicación se aspira el perfume del
labio de Minerva, difundido por el vital aliento de las Musas... Este periódico
se distingue por su amor a las glorias murcianas.»
Y, en
efecto, Baquero dio a conocer en sus páginas trabajos como «Curiosidades de
Murcia: datos históricos sobre la Catedral», que, como indica el propio autor,
se basa en los apuntes de su padre, ya fallecido, Ramón Baquero. En 1871
dedicaría en la revista por él dirigida una serie de artículos a «Las escuelas
españolas de pintura», y en 1872 daría a conocer unos «Apuntes sobre las
fachadas y torre de la Catedral», pero en otra revista, de curioso título: El Chocolate. Pasado el tiempo, Baquero
recordaría con cariño estos trabajos llenos de entusiasmo, pero también de
inexactitudes, que había publicado «en una inocente revista de muchachos».
Señala
Ibáñez que entre 1872 y 1876 no halla noticia alguna de publicaciones
periódicas de Baquero, sin duda porque nuestro prometedor joven marchó a Madrid
a los diecinueve años para cursar en las Escuelas Pías de Getafe los estudios
de la Facultad de Ciencias, preparatorios para el ingreso en la Escuela de
Arquitectura, que abandonó pronto para seguir los de Filosofía y Letras iniciados
en Salamanca y terminados en la Universidad Central, donde obtiene la
licenciatura y el doctorado ya en 1879. Posteriormente, se licencia en Derecho
también por la Universidad de Madrid, en 1882. Su primer trabajo lo logra al
incorporarse como archivero de la Presidencia del Consejo de Ministros, tras lo
cual ingresa, el 30 de mayo de 1879, en el Cuerpo de Facultativos de Archivos,
Bibliotecarios y Arqueólogos, destinado a la biblioteca del Colegio de San
Isidro de Madrid como oficial de Tercer Grado. Señala Ibáñez García que es
entonces cuando se experimenta en trabajar directamente sobre los documentos: «Por
los años de 1876 al 78, enviaba crónicas semanales a La Paz de Murcia, el periódico diario más importante, acaso el
único de la localidad. Pero con preferencia a la labor periodística, a que
siempre mostró gran afición, atraíanle por aquel tiempo, las obscuras y harto
fructuosas tareas de los archivos, donde aprendió a documentarse para la investigación histórica, a estudiar, tal vez a
ensayarse en escribir, en aquel estilo llano, sobrio, a través del cual,
asomaba, a las veces, a intención irónica, estilo que fue en él, ya por
siempre, personal y característico».
Durante
esta etapa madrileña escribe en algunos diarios de Madrid (Los Lunes del Imparcial, La Gaceta Universal…), pero sobre todo en
el Semanario Murciano, que se publicó
entre 1878 y 1882 y en la que aparecieron algunos de sus más conocidos trabajos
de investigación y la sección que inauguró en junio de 1888 de sus célebres
«rebuscos», que continuaría luego en el Diario
de Murcia, de los cuales recogería en libro, en 1902, los referidos a la
Catedral, tras de breve prólogo el que aseguraba «que él también, a su modo,
pretendía hacer con ellos y con algunos más que le restaban por escribir, la
historia de la Catedral»: «La capilla de Junterón», «La historia de la torre»,
«La obra de talla de la sacristía», «La historia de la portada», «Con motivo de
una lápida» y «La sepultura de Jacobo de las Leyes». Otros muchos artículos
trataron sobre Cervantes y aspectos cervantinos relacionados con Murcia, sobre
poetas del Siglo de Oro de nuestra Región, sobre Polo de Medina, sobre Ginés
Pérez de Hita, sobre el Licenciado Cascales, sobre la Virgen de la Fuensanta y
las leyendas en torno a su culto, etc. Su último artículo publicado apareció en
El Liberal en noviembre de 1915 y
trataba sobre «El sello de la Universidad», reproducción del antiguo escudo de
Murcia en tiempos de Alfonso X el Sabio: una adarga con cinco coronas, orlada
con las palabras nobilis, pulchra, dives.
Edición de la Academia Alfonso X el Sabio (1982)
Algunos
de estos trabajos los reeditaría en forma de libro como su Cartagena, Cehegín, Mula y Murcia: Manuscritos referentes a estas
poblaciones y a la primera reconquista del reino de Murcia, impreso en
Madrid en 1880. Otro de los periódicos que acogió sus investigaciones fue El Diario de Murcia, en el que apareció
otro de sus trabajos más celebradas: «El Puente de Murcia», el 22 de febrero de
1882.
En
1884 regresa a Murcia, al obtener el número uno en las oposiciones a cátedras
de Retórica y Poética y poder elegir la cátedra del Instituto Provincial de
Segunda Enseñanza de su ciudad, en la que permaneció hasta su muerte y desde la
que desarrolló una importante actividad académica, educativa, cultural y
artística. El 29 de marzo de 1904 sería nombrado Director del Instituto y, al
final de su vida, como sabemos, Comisario Regio de la Universidad de Murcia, con
todas las atribuciones de Rector.
Fachada del Instituto, donde se instaló
provisionalmente la Universidad de Murcia (1915)
José
Antonio Ayala ha analizado la dilatada etapa de Baquero al frente del Instituto,
caracterizada por multitud de realizaciones en los campos de la educación y la
cultura, realizadas con los cuantiosos fondos de que disponía el centro y que
gestionó Baquero a través de la Junta del Patronato para el Plan del
Mejoramiento de la Cultura constituido por el Ministerio, presidido por él y
formado con representantes del propio Instituto, de la Diputación Provincial y
del Ayuntamiento de Murcia. Con tales fondos, Baquero Almansa emprendió las siguientes
obras: reformas en el Instituto y en el Jardín Botánico que pertenecía al
centro, construcción de los grupos escolares en San Miguel, San Antolín, Santo Domingo
y Barrio del Carmen, construcción del Museo Provincial y Arqueológico y
adquisición del Belén de Salzillo.
Tales
actividades se desarrollaron hasta su cese como Director, cargo incompatible
con el de Comisario Regio, al que accedió en la primavera de 1915. Su trabajo,
a partir de ese momento se dedicó a la puesta en marcha de nuestro primer centro
docente, cuyo logro celebraba, el 7 de octubre de 1915, en el discurso
inaugural con estas palabras: «Surgió la aspiración de la Universidad de Murcia
por un movimiento espontáneo, que respondía, sin duda, a un resurgir casi
instintivo de nuestra personalidad regional. De ahí que, lanzada la idea, luego
se convirtió en opinión arrolladora. En las reuniones del Ayuntamiento, en la
prensa, en las asambleas convocadas de las principales poblaciones de Murcia y
Albacete, en las nutridas comisiones que a Madrid fueron a gestionar del
Gobierno la concesión, presidida por nuestra representación parlamentaria, sin
distinción de colores ni de partidos, lo que palpitaba era eso, la conciencia
de la personalidad del antiguo Reino Murciano, con su mancomunidad de intereses
morales y materiales, históricos, políticos, artístico-literarios, económicos,
religiosos, de suelo y de cielo, de raza, de lengua, de costumbres;
personalidad tradicional, todavía subsiste al cabo de tres cuartos de siglo de
regir la división de provincias hecha según la moda de los departamentos franceses».
Murcia. Mercado de Santo Domingo y casa de
Melgarejo, en donde
vivió y murió Andrés Baquero
Como
recuerda Ayala, «sus nobles palabras fueron un canto a esa “obra de todos” que
era el centro y de amor a la región con la que tan identificado se sentía» para
añadir a continuación que «habló también, Baquero, en dicho acto, de sus
proyectos para construir un edificio propio para la Universidad con los fondos
del Patronato, de la creación de nuevos estudios, de la dotación de cátedras...
Nada de esto pudo ver realizado. El 6 de enero de 1916, tras el primer
trimestre del curso universitario, fallecía de un ataque de apoplegía en la
desaparecida casa de Melgarejo, esquina a Trapería y la actual calle de su
nombre. Con su muerte se cerraba una fecunda etapa de mejoramiento de la
cultura regional. Los fondos del Instituto de Murcia habían propiciado un
desarrollo sin precedentes de la enseñanza primaria y secundaria, de la cultura
artística, iniciaba su camino la Universidad.»
No es
posible, en los límites de este perfil, aludir a los numerosos trabajos de
investigación que abordó Baquero Almansa en sus años de Murcia y que su fiel
José María Ibáñez enumera y reseña con detalle, y que tanto se refieren a
materias de historia del arte como de historia de la literatura. Sus
aportaciones documentales sobre personajes egregios en nuestra historia como
Saavedra Fajardo, Salzillo o Floridablanca se destacan entre multitud pequeños
ensayos sobre pormenores de nuestra historia que
fueron descubiertos y explicados por su sagacidad y acierto investigador.
Sorprende hoy por su modernidad a la hora de constatar realidades y atender
sólo a lo que podía ser probado por la abundante documentación existente,
desconocida e inédita, en nuestros archivos.
No es
menos interesante el reflejo de su actividad docente, que detalla Ibáñez García
en su biografía basándose en los programas, manuales y antologías de la
asignatura que fue publicando, y que, en cierto modo, constituyen un fiel
reflejo de la evolución de las enseñanzas filológicas en los Institutos del
paso del siglo XIX al XX. Cuando Baquero Almansa toma posesión de su cátedra de
Retórica y Poética, comienza a explicar ajustándose al programa de sus
oposiciones, que pronto habría de abreviar para adecuarlo a sus jóvenes
alumnos.
En
1894 la legislación educativa desdoblaría en tres cursos la asignatura de
Retórica y Poética: «Lengua castellana y Gramática», «Preceptiva literaria» e
«Historia literaria», para los que redactaría los correspondientes programas y
un libro de texto ya en 1897, para sus alumnos, con reedición en 1903: Lecciones de Retórica y Poética o Preceptiva
literaria, que contenía teoría literaria y antología de textos en prosa y
verso. Como señala Ibáñez, «la Preceptiva de Baquero nos informa de sus ideas
estéticas y del concepto que tuviera acerca de la posible finalidad práctica de
la Retórica […] expone el concepto metafísico de la belleza (la perfección o
cuasi perfección que vemos en las cosas que nos deleitan y emocionan, en cuanto
ponemos la mira en su contemplación). Discierne las categorías o notas
generales de lo bello (unidad, substantividad e integridad), así como las
nociones de esencia y de forma, que en las obras de naturaleza y de arte determinan,
en su adecuidad armónica, la belleza, y en su desequilibrio, los dos momentos
en que el predominio de la esencia sobre la forma engendra lo sublime, o el de
la forma sobre la esencia produce lo cómico.» En realidad Baquero se basa en
los preceptistas clásicos como Horacio y en los grandes como Kant, Hegel,
Vischer…
Andrés Baquero, en sus últimos años
Publicó
Baquero, en colaboración con Antonio Escartín, también una Pequeña colección de clásicos latinos y, con el fin de que sirviera
también para las clases de Retórica, fue completada esta obra con nutrida
antología de traducciones e imitaciones clásicas castellanas. En 1901 publicó
la Versión yuxtalineal de la pequeña
colección de clásicos latinos, «opúsculo que respondía a los procedimientos
pedagógicos más en boga en Alemania, aceptados muy luego para los Liceos de
Francia», según Ibáñez. En 1902 dio a conocer el Programa de Historia elemental de la Literatura, y en 1904 Apuntes de las explicaciones de cátedra,
que Ibáñez García valora sin reservas: «basta pasar la vista por sus páginas
para convencerse de que, por su método, por la selección de los modelos y por
la claridad conque juzga, en poesía y en prosa, los ejemplares de cada uno de
los géneros literarios, es un libro dotado de excelentes condiciones
pedagógicas. Las dos capitales ideas del plan son: exponer la historia
literaria dentro de cada uno de los géneros, y concentrar la atención, luego de
fijarla en los modelos clásicos de Grecia y Roma, en los que ofrece, prolífica,
la literatura española.»
Académico
correspondiente de las Reales Academias de la Historia (1879), Bellas Artes de
San Fernando (1894) y Española (1905), en su ciudad desarrolló, como ya
sabemos, otras numerosas actividades oficiales como presidente de la Junta del Patronato
para el Plan del Mejoramiento de la Cultura, y secretario y vicepresidente de
la Comisión de Monumentos. Entre 1891 y 1892 fue alcalde de Murcia. Desarrolló
también una importante actividad social y política en relación con la Huerta de
Murcia, las inundaciones y los regadíos, que comenzó en su recordada
intervención en el Congreso contra las Inundaciones de 1885, sus gestiones en
torno al Sindicato Central de Riegos, sus asesoramientos en los Juntamentos de
la Huerta, que hay que unir a su gestión en la construcción del Museo
Provincial y las Escuelas ya señaladas y su decisiva actuación en la compra del
Belén de Salzillo al Marqués de Corvera.
Aparte
de sus obras didácticas, colecciones y versiones de clásicos latinos y manuales
de estudio, entre sus ensayos destacan Estudio
sobre la historia de la literatura en Murcia. Desde Alfonso X hasta los Reyes
Católicos (1877), La literatura en
Murcia durante la Casa de Austria (1878) (que publicó por entregas en El Semanario Murciano), Manuscritos inéditos referentes a
Cartagena, Cehegín, Mula y Murcia (1881), Hijos ilustres de Albacete (1884), Floridablanca. Su biografía y bibliografía (1909), etc. Pero,
entre sus libros, el más sobresaliente es el Catálogo de los profesores de las Bellas Artes murcianas, con una
introducción histórica (1913), de más de quinientas páginas, en cuyo
estudio preliminar lleva a cabo un
panorama innovador sobre la historia del arte en la región, al que sigue
la reseña de doscientos setenta y un artistas.
Cultivó
también la poesía, que fue publicando en la prensa de la época. Entre sus
poemas son recordados el soneto «La Oración del Huerto» y la «Epístola a mis
amigos de Murcia». El Jueves Santo, 4 de abril de 1912, el diario El Tiempo de Murcia, recogió en un
interesante suplemento una serie de textos entre los que destaca el de Andrés
Baquero, el soneto dedicado a «La Oración del Huerto», en el que no sólo recrea
el misterio bíblico, uno de los momentos culminantes de la pasión de Jesús,
sino que lo relaciona directamente con la obra de Salzillo, y en particular con
el Ángel de la Oración del célebre paso de la Cofradía de Jesús, que desfila
por las calles de Murcia en la mañana del Viernes Santo:
Jesús,
próximo al síncope en sus ojos
todo
el horror de su pasión cruenta,
y su
cara divina, macilenta
de
aquel sudor con los estigmas rojos,
«¡Padre,
exclama, la hiel de tus enojos
no me
hagas consumir!»... Tal se lamenta,
cuando
a su lado un ángel se presenta,
que
lo sostiene como está, de hinojos.
—Nuncio
del Padre, su inmortal figura
la
envuelve de la gloria la hermosura.
En su
mirada resplandece el brillo
de un
amor inefable. Del consuelo
el
Arcángel llaman en el cielo;
aquí
en la tierra, el Ángel de Salzillo.
En
1930, tuvo lugar en la Real Sociedad Económica de Amigos del País, de Murcia,
una solemne sesión de homenaje a Baquero Almansa con motivo de la colocación de
su retrato en el Salón de Actos.
Andrés Baquero, por Antonio Nicolás
(Real Sociedad Económica de Amigos del País, Murcia)
Homenaje de la Real Sociedad Económica de
Amigos del País (1930)
Intervinieron
en el homenaje numerosas personalidades murcianas de la política y la cultura
(Vicente Llovera, José Loustau, Mariano Ruiz-Funes, Isidoro de la Cierva,
etc.). Entre los textos que se publicaron en el volumen, figura el escrito de
propuesta del homenaje, elevado al pleno de la Real Sociedad por su presidente,
Emilio Díez de Revenga, amigo personal de Baquero, que resume detalladamente
las cualidades del personaje, y, entre otras cosas, destaca lo siguiente:
«Baquero, sembrador desde su Cátedra del Instituto, de bella y limpia
literatura: Alcalde modelo de la Ciudad: luchador formidable en pro del régimen
secular de prerrogativas y derechos de los riegos en el Congreso de las
inundaciones y en los Juntamentos de regantes de nuestro río: Baquero, gestor
celosísimo, intransigente, de los bienes de Enseñanza, patrióticamente
reivindicados por beneméritos gobernantes murcianos, y creador con ellos, de
Escuelas Graduadas y Museos: Baquero, precursor de las novísimas
Confederaciones Hidrográficas en el Sindicato Central de riegos del Segura, que
propulsó con su autoridad indiscutible y reglamentó con su profunda sabiduría,
fundiendo a nuestra medida, en una fórmula de armonía y de paz, la constante
querella de los contrapuestos intereses: Baquero, tutor providente de la Universidad
murciana, bien nacida de un movimiento de la opinión pública, bien salvada en
memorable noche parlamentaria, del naufragio, por el esfuerzo de otro ilustre
murciano, que puesta en sus manos fue para que él le extendiera acta de
nacimiento en aquel maravilloso discurso, carta magna de nuestro murcianismo,
anhelante de que nuestra Madre Murcia se cubriera de honor y gloria, nimbada
por su heráldica leyenda de Nobilis,
Pulchra, Dives...»
Edición facsímil de Los Profesores de las Bellas Artes
(1913-1980)
En
nuestros días, la obra de Baquero Almansa apenas ha merecido la atención de los
editores, si hacemos excepción de la nueva publicación del Catálogo de los Profesores de Bellas Artes, que llevó a cabo el
Ayuntamiento en 1980, por iniciativa de Manuel Muñoz Barberán y el efímero
Consejo Municipal de Cultura y Festejos, y la colección de textos suyos que
rescató, en 1982,
Edición
reimpresa en Montana, EE.UU. (2009)
BIBLIOGRAFÍA
Obras de Baquero Almansa:
Estudio sobre la historia de la
literatura en Murcia. Desde Alfonso X a los Reyes Católicos, Madrid, Imp. de
T. Fortanet, 1877.
Cartagena, Cehegín, Mula y Murcia. Manuscritos
referentes a estas poblaciones y a la primera reconquista del Reino de Murcia
ahora publicados, Madrid, Librería de Murillo, 1881.
Hijos ilustres de la provincia de
Albacete. Estudio bio-bibliográfico, prólogo del Marqués de Molins, Madrid,
Imp. de A. Pérez Dubrull, 1884.
Pequeña colección de clásicos latinos
para uso de los estudiantes de Latín y de Retórica, Antonio
Escartín y Andrés Baquero Almansa, Murcia, Imprenta de Rafael Albaladejo, 1887.
Lecciones de Retórica y Poética o
Preceptiva literaria. Con un sumario y un cuadro de modelos, Murcia, Imp.
Las Provincias, 1897.
Versión yuxtalineal del latín al
castellano de algunos trozos de la pequeña colección de clásicos latinos de los
Sres. Escartín y Baquero para uso de los estudiantes de latín y de retórica, Murcia, Imp. de
Las Provincias, 1900-1901.
Programa de Historia elemental de la
Literatura para los alumnos de esta asignatura del bachillerato en el Instituto
de Murcia, Murcia, Imp. Vda. J. Perelló, 1902.
Rebuscos, Murcia,
Biblioteca de la Joya Literaria, Imp. Vda. J. Perelló, 1902.
Lecciones de Retórica y Poética o
Preceptiva literaria. Con un sumario y un cuadro de modelos, 2ª ed., Murcia,
Imp. El Liberal, 1903.
Programa ilustrado de Historia de la
Literatura. Apuntes de las explicaciones, Murcia, Imp. La Verdad, 1904.
Floridablanca, su biografía y
bibliografía, Murcia, Sucesores de Nogués, 1909.
Lecciones de gramática castellana para
los alumnos de esta asignatura del bachillerato en el Instituto de Murcia, Murcia, Imp.
Sucesores de Nogués, 1913.
Catálogo de los profesores de las Bellas
Artes murcianos con una introducción histórica, Murcia, Nogués,
1913.
Discurso-memoria leído...en el solemne
acto inaugural de la Universidad Regional de Murcia, Murcia, Patria,
1915.
La Virgen de la Fuensanta, patrona de
Murcia, Murcia, Tip. Sánchez, 1927.
Estudio sobre la historia de la
literatura en Murcia. Desde Alfonso X a los Reyes Católicos, Murcia,
Academia Alfonso X el Sabio, 1950.
Los profesores de las Bellas Artes
murcianos con una introducción histórica, Murcia, Consejo Municipal de Cultura y
Festejos, Ayuntamiento, 1980.
Rebuscos y documentos sobre la historia
de Cartagena, Cehegín, Mula y Murcia, Murcia,
Academia Alfonso X el Sabio, 1982.
Estudio sobre
la historia de la literatura en Murcia. Desde Alfonso X a los Reyes Católicos (1877), Kessinger Publishing Rare Reprint, Whitefish,
2009.
Estudios sobre Baquero Almansa:
Ayala, José Antonio, «Andrés Baquero y la proyección
cultural del Instituto en Murcia (1904-1915)», El Instituto Alfonso X el Sabio: 150 años de historia, Murcia,
Editora Regional de Murcia, 1987, pp. 165-197.
Cano Benavente, José, Alcaldes de Murcia (1886-1939), Murcia, Ayuntamiento, 1985.
Díez de Revenga Francisco Javier- Paco, Mariano de, Historia
de la literatura murciana, Murcia, Universidad de Murcia-Academia Alfonso X el
Sabio, 1989.
Díez de Revenga. Emilio, Solemne sesión celebrada por esta Sociedad
en homenaje al gran patricio murciano Don Andrés Baquero Almansa, Murcia,
Real Sociedad Económica de Amigos del País, 1930.
Ibáñez
García, José María, Andrés
Baquero. Estudio de su obra literaria, Cartagena, Levante, 1922.
Molins, Marqués de, «Prólogo» en A. Baquero Almansa, Hijos ilustres de la provincia de Albacete,
Madrid, A. Pérez Dubrull, 1884.
Sevilla Pérez, Alberto, «Los rebuscos de Baquero», en Murgetana, 7, 1955.
Sobejano Alcayna, Andrés,
«Don Andrés Baquero o
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