REVISTA ELECTRÓNICA DE ESTUDIOS FILOLÓGICOS


LA MODALIDAD: SISTEMA DE ACTUALIZACIÓN DE LA LENGUA

Lázaro Carrillo Guerrero

(Universidad de Almería)

 

 

Resumen: Los significados se reglan y modulan en lo procesos sociales de producción e interpretación de textos. Ello implica un marco retórico y una gramática de selecciones, con una perspectiva interpersonal y una orientación argumentativa: el sistema de modalidad de la lengua. Este sistema siempre está actuando, a través de la selección y actualización de los rasgos lingüísticos para-lingüísticos y extra-lingüísticos, y a través de las actitudes de los hablantes y de las formas de interacción de los participantes.

Palabras clave: modalidad, retórica, argumentación, interacción interpersonal, procedimientos lingüísticos.

 

Abstract: Meanings are tuned and modulated by the social processes of text production and interpretation. This involves a rhetoric framework and a grammar of choices, with an interpersonal perspective and an argumentative orientation: the modality system of language. This system is always in play, through the selection and actualization of the linguistic, paralinguistic and extra-linguistic devices, and through the speakers’ attitudes and the participants’ forms of interaction.

Key words: modality, rhetoric, argumentation, interpersonal interaction, linguistic procedures.

 

 


 

1. INTRODUCTION

 

    La gente no intercambia palabras sino significados. En esta perspectiva, la interpretación intersubjetiva de la experiencia necesita un procedimiento retórico y una acción argumentativa, para intercambiar estos significados y para interactuar por medio del uso de la lengua. En estos intercambios de significados, en el marco de contextos interpersonales, la lengua no se actualiza en frases sino en un texto y en un discurso determinados que constituyen en si un procedimiento retórico y una acción argumentativa. Es en este marco de interacciones y de estrategias comunicativas donde, de acuerdo con Halliday (1978: 2), por medio de los actos de significado cotidianos, la gente desarrolla la estructura social, afirmando sus propias posiciones sociales y roles, y estableciendo y transmitiendo los sistemas compartidos de valores y de conocimiento.

  Además, de acuerdo con Beaugrande y Dressler (1981: 35), mientras la lengua es un sistema virtual de opciones disponibles no aún en uso, el texto es un sistema actual donde estas opciones han sido elegidas desde los distintos repertorios y utilizadas en una estructura particular. Esta organización estructural es llamada por Halliday (1994) “constituency”, que es parte del mecanismo por el cual los significados son puestos en efectividad. Así, si la lengua es una fuente extensible indefinidamente de significado potencial, la estructura constituyente es un recurso para planificar el significado en una forma concreta, pero ambos (significado y forma) sintonizados y modulados por los procesos sociales de la producción del texto y la interpretación. Y es aquí donde se llevan a cabo un conjunto de opciones: una palabra más bien que otra, una construcción gramatical más bien que otra, elecciones genéricas y discursivas, ausencias textuales, presencias textuales frente a posibles alternativas, etc. En definitiva, podemos decir que son el discurso y las prácticas socio-culturales quienes actualizan el texto (función textual de la lengua) en una acción e interacción social (función interpersonal de la lengua) y en una construcción social de la realidad (función conceptual de la lengua).

  En consecuencia, ver a la lengua como una práctica social implica, de acuerdo con Fairclough (1995: 55), que el uso de la lengua (o cualquier texto) es siempre simultáneamente constitutivo de identidades sociales, relaciones sociales y sistemas de conocimiento y creencias, todas ellas impregnadas de maneras convencionales o de maneras creativas que contribuyen a transformarlas. Y ver al uso de la lengua como una práctica social también implica “estar en el mundo” (Heidegger, 1962) dentro de un campo de posibilidades para el significado y la acción. Aquí, la acción retórica o estrategia comunicativa organiza el uso de la lengua (el texto, la acción social y la interacción, la construcción social de la realidad) para adaptarla a las particularidades de la situación comunicativa: sirviendo a unos propósitos particulares, organizando las ideas, cambiando significados de términos y relaciones como si ellos fuesen traidos para utilizarse en situaciones nuevas; en otras palabras, argumentando (siempre estamos argumentando) y comunicando con efectividad.

  En un marco retórico y con una gramática de selecciones más bien que de reglas, donde funciona la lengua como recurso simbólico (Halliday 1978:4), la acción de argumentar es intrínseca al significado potencial y compartido que constituye la lengua. En este marco, la argumentación no es un género determinado del discurso para unos usos específicos u ocasionales, sino que es un discurso que subyace en la base de todo acto de habla, y en consecuencia esta en la acción de todo discurso. Así, de acuerdo con Perelman (1982: 47), la argumentación empieza desde las opiniones, valores o puntos de vista refutables; la argumentación propicia a la acción o al menos a crear una disposición para actuar en el momento apropiado. Pero además, de acuerdo con Perelman y Olbrechts-Tyteca (1989), la argumentación es retórica porque las posibilidades de significado son interminables, porque existe una flexibilidad necesaria y porque se administran las incertidumbres semánticas (connotaciones, etc.) y la naturaleza afectiva de las relaciones entre los hablantes.

  Por consiguiente, toda situación comunicativa implica una situación argumentativa donde se negocian unas posiciones interpersonales, y se construye una realidad a través de marcas formales que implican modalizaciones (de certidumbre, de juicio, etc.); justificación de posiciones; presencia de argumentos colectivos (y genéricos); presencia o ausencia de argumentos fundados sobre los valores personales del hablante; funciones lógicas reemplazadas por conexiones sintácticas; conectores micro-estructurales entre oraciones; un orden macro-estructural en el texto (el orden de una historia, etc.); una función super­estructural de acuerdo con el tipo de texto utilizado, etc. En definitiva, se construye una realidad con un registro determinado, tanto en estructura constituyente como funcional.

  Halliday, en su enfoque del registro, enfatiza la unión sistemática que hay entre la organización de la lengua (conceptual, interpersonal, textual) y la organización del contexto (campo, tenor, modo). Unión que es considerada mas bien una “realización” desde dos perspectivas: a) desde la perspectiva del contexto, en cómo los diferentes tipos de campo, tenor y modo realizan, condicionan el significado conceptual, interpersonal y textual. b) desde la perspectiva de la lengua, en cómo las diferentes elecciones conceptuales, interpersonales y textuales realizan, construyen, diferentes tipos de campo, tenor, modo.

  Así, estas tres funciones “organizadoras del significado" (Halliday y Hasan. 1985:12) realizan un acoplamiento argumentativo en tanto que:

— la función interpersonal organiza la realidad social de la gente que interactúa diciendo algo a través de la lengua, y negocia la estructuración discursiva de los roles de los participantes (tenor);

la función conceptual organiza o proyecta la realidad alrededor de nosotros, y construye la acción social (campo);

la función textual organiza los significados interpersonales y conceptuales en los textos de una forma coherente y relevante, y desarrolla la organización simbólica del texto (modo).

  Pero, en todo este acoplamiento argumentativo, usar la lengua es ante todo interactuar con otras posiciones, y ello trae a un primer plano la acción interpersonal (donde se maneja un determinado discurso de acuerdo a unos valores actitudinales), con respecto a la interpretación del mundo según nuestra experiencia (realizando una estructuración conceptual o representativa), y organizando el texto como un producto (construyendo unos propósitos retórico-textuales).

  Por tanto la representación y categorización de la experiencia desde la función conceptual, como la estructuración del flujo de la información, desde la función textual, tienen una perspectiva interpersonal, y una orientación argumentativa. En esta perspectiva y orientación, la subjetividad de lo probable y lo preferible en los interlocutores, y sus posiciones ante el uso de la lengua, marcarán, en función de sus intenciones comunicativas: la manera de seleccionar y de organizar el texto, sus posiciones ante sus respectivas representaciones del mundo, y la relación interpersonal que se establezca entre ellos. Todo ello indicando la elección de una determinada modalidad, a instancias del discurso y de acuerdo a unos valores sociales, culturales y textuales.

 

 

2. MARCADOR LINGÜÍSTICO ESENCIAL: EL SISTEMA DE MODALIDAD DE LA LENGUA

 

    En todo este panorama comunicativo, es necesario distinguir, de acuerdo con Stillar (1998), dos dimensiones diferentes de significado interpersonal: posicional, relacional. El primero está asociado con el tema que se construye de forma oral o escrita, y tiene que ver con la expresión de las actitudes, intenciones y evaluaciones. El segundo tiene que ver con los recursos lingüísticos que construyen las relaciones entre ambas partes de interlocutores: hablante/escritor y oyente/lector. Pero además, es necesario tener en cuenta que en estas dos dimensiones median varios elementos (Lemke, 1992:86):

a) las actitudes, intenciones y evaluaciones que los hablantes ejecutan,  

b) y el sistema de intenciones y evaluaciones específicas (posibles actitudes divergentes) de la comunidad en la cual el texto es construido con un significado particular. 

En consecuencia, la lengua se utiliza para comunicar, de acuerdo a unas intenciones, pero desde las posiciones psicológicas de los interlocutores y a través de la proposición en el discurso y en la interacción.

Todo ello genera como marco de acción discursiva, el sistema de modalidad de la lengua. Es decir, un marco de actitudes, intenciones y evaluaciones que los interlocutores y la comunidad lingüística tienen para intervenir en el significado discursivo y en la construcción del texto. Aquí, en el significado discursivo y en la construcción del texto, este sistema (el sistema de modalidad de la lengua) actúa como marco para la construcción y negociación del significado mediante la selección y la realización de los rasgos lingüísticos (el léxico, la sintaxis, la entonación, los acentos prosódicos, los verbos modales, el énfasis, los adverbios y las locuciones adverbiales, el flujo de la información, etc.), paralingüísticos (la fuerza de voz, tono, rapidez, vacilación, entonación, etc.), y extralingüísticos (los gestos, la mirada, etc.). Y cualquier enunciado, en mayor o menor grado viene moralizado no solo en el ámbito de los rasgos lingüísticos sino también paralingüísticos y extralingüísticos:

In everyday communication it manifestly matters a great deal what weight we are to attach to an utterance. A statement may be said emphatically, without qualifications, and we know that we are being asked to believe that it is true. Or it may be hedged with ‘I think’, ‘it may be that’. Perhaps it is spoken with a rising intonation like a question, and we know that the speaker is offering the statement more tentatively. Or it may be said with a laugh or an ironic sarcastic tone, and we know that the speaker does not believe in the statement at all. (Hodge y Kress, 1988: 121).

  Pero además, teniendo en cuenta el carácter intersubjetivo de la comunicación y de los mecanismos lingüísticos que los hablantes eligen en las diferentes situaciones comunicativas, podemos claramente afirmar que la modalidad constituye el acto enunciativo del discurso y de la construcción del texto. En este sentido, y de acuerdo con Hodge y Kress (1988), el sistema de modalidad de la lengua interviene siempre, y lo hace en todo acto semiótico:

Consequently all utterances (to use a verbal analogy) are modalized. What does vary is the use of modality either to affirm the ‘security’ of the classification system asserting its ‘truth’ or its status as ‘reality’, or to bring the security of the system into question, challenging its status as ‘truth’ or as ‘reality’: calling it ‘fiction’ rather than ‘fact’, for instance. (Hodge y Kress, 1988: 123)

Desde esta posición, vemos a la “modalidad” como el rasgo lingüístico esencial (o marcador esencial) de la actualización de la lengua: indicando una determinada fuerza argumentativa, y marcando una posición o punto de vista. Este rasgo lingüístico esencial, constituido como el sistema de modalidad de la lengua, establece una proyección entre los interlocutores y en el uso de la lengua, desde donde se producen los demás rasgos lingüísticos que constituyen un determinado proceso discursivo y producto textual:

All signifiers with an appropriate structure can become conjoined with social signifies, to produce modality signs. Very many aspects of verbal language, perhaps all, can then be seen as performing modal functions, structuring the relationship of the participants and their perspective on the status of aspects of the mimetic plane. This includes, for instance, questions, statements, commands (the traditional grammatical category of mood); tense (‘past’, ‘present’); deixis (this/that, here/there, the/a); so-called hesitation phenomena (‘sort of’, ‘umm’, ‘er’, ‘kind of’, ‘you know’, etc.). (Hodge y Kress, 1988: 124-5).

En consecuencia, las formas lingüísticas se ponen en funcionamiento para crear formas de comunicación a varios niveles: desde el léxico hasta el estilo del discurso. Y a través las que pueden considerarse las tres características modales de la lengua (Maynard, 1993): la interaccionalidad (la lengua como actividad comunicativa y socializadora entre los interlocutores), la subjetividad (la lengua como expresión de una conceptualización interior del hablante) y la textualidad (la lengua como una unidad cohesiva y coherente de discurso).

Nuestro planteamiento quedaría esquematizado de la siguiente forma:

 

                           

 

 Marcador lingüístico esencial

 

  Con este esquema ubicamos a “modalidad” en el centro de la interacción interpersonal entre los interlocutores, proyectándose y funcionando hacia ambas direcciones, conceptual (vocabulario, sintaxis) y textualmente (flujo de la información). Consideramos, pues, que “modalidad” se sitúa como rasgo lingüístico, en el centro de la función interpersonal de la lengua, y, por tanto, como factor prominente, en la dinámica argumentativa y en la retórica interpersonal que se establece entre el hablante y el auditorio. No olvidemos que en la perspectiva del hablante está también la perspectiva de su auditorio.

­Halliday sitúa a la “modalidad” en la perspectiva del hablante y adjunta a la proposición:

Modality represents the speaker’s angle, either on the validity of the assertion or on the rights and wrongs of the proposal; in its congruent form, it is an adjunct to a proposition rather than a proposition in its own right. (Halliday, 1994: 362)

  Recordemos que la proposición es tal, debido a que ella es la lengua usada para intercambiar información:

 When language is used to exchange information, the clause takes on the form of a PROPOSITION. It becomes something that can be argued about – something that can be affirmed or denied, and also doubted, contradicted, insisted on, accepted with reservation, qualified, tempered, regretted and so on. (Halliday, 1994: 70)

Y que emitir una proposición es emitir unas intenciones, unas vertebraciones de interés, de consecución, de evitar o conseguir algo (Martínez-Dueñas, 2003:39).

Hodge y Kress (1988) sitúan a la “modalidad” en las posiciones que puede haber entre los interlocutores, y que apelan a la “verdad” y a la “realidad” para fundamentar la construcción social del significado:

The modality of a message, then, is not a single or simple truth value. It is nearly always a complex, even contradictory package of claims and counter-claims. (Hodge y Kress, 1988: 127)

  Para Hodge y Kress (1988: 124-5), la verdad y la realidad son categorías que marcan acuerdos o desafíos sobre el estado temporal del sistema semiótico. La verdad describe la relación de los participantes en el proceso semiósico con respecto al sistema de clasificación que está en juego en ese proceso. La realidad es la descripción hecha por los participantes de esa parte del sistema de clasificación que es sostenido como seguro, sólido y que está en juego en la interacción.

  Leeuwen (1999), considerando que los semióticos sociales han extendido el concepto de “modalidad” más allá de la lengua, a la comunicación no verbal, afirma que la cuestión de la verdad juega su rol en cada tipo de comunicación: estando, siempre, la modalidad relacionada a los valores del grupo social en el que se crea:

In this view, modality is of course no longer only associated with representation, and it could be argued that the word ‘true’ is therefore inappropriate, since ‘true’ must always be true to something. On the other hand, it could also be argued that in everyday language we do use words like ‘real’ and ‘true’ in relation to food, and that ‘truth’ is, in the end, ‘true to the values held by the group whose truth it is’, rather than ‘true to some kind of objective reality’. (Leeuwen, 1999: 158)

  En estas ubicaciones de “modalidad” se puede situar lo que Plantin (2002: 8) expone como una de las aportaciones de los sofistas a la argumentación común: la antifonía: la práctica sistemática de contraponer discursos. Es decir, a todo discurso le responde un contra-discurso producido desde otro punto de vista y proyectando una realidad diferente.

  Por ejemplo, teniendo en cuenta todo lo anterior, podríamos considerar la situación comunicativa entre una pareja sumergida en una situación difícil para salvar su relación afectiva. Y donde ella le deja una breve carta a él con la intención de aclarar posiciones y malentendidos. Podríamos considerar que en esta carta, el texto es construido en una dinámica argumentativa y desde una modalidad de formas lingüísticas repleta de actitudes hacia a otra posición, la de su pareja (la cual constituye otra modalidad de formas lingüísticas) no expresa en este texto, pero latente en él a modo de subtexto y haciendo que este texto tenga una determinada intención y actitud comunicativa. De modo que, las actitudes hacia la verdad y la realidad con respecto a la posición de su interlocutor impregnan toda la selección y estructuración textual, es decir, toda la negociación del significado. En esta negociación del significado, podríamos muy bien encontrar:

— una actitud o propósito comunicativo hacia su interlocutor (su pareja);

una intención y una promesa hacia la posición de su interlocutor;

un estado mental o un sentimiento acerca de la dinámica posicional y relacional entre los dos interlocutores;

un movimiento argumentativo de contraste con lo expresado anteriormente;

una posibilidad acerca de la acción y evaluación de las posiciones y relaciones entre los dos interlocutors, por ejemplo: I can 't think and all I can say to you is please forgive me because I know what I’m doing is the best thing for you.

una evaluación concluyente y una necesidad que su interlocutor tiene que realizar ante la dinámica posicional y relacional entre ambos;

un movimiento argumentativo concluyente, compuesto de una evaluación-deseo en contraste con una probabilidad, por ejemplo: I love you, but it would never work out.

  En definitiva, en toda esta negociación del significado, podemos observar como a través de la expresión de la modalidad (expresión de actitudes, evaluaciones, deseos, intenciones, contrastes, probabilidades, etc.) se controla la selección del vocabulario, la estructuración sintáctica y el flujo de la información.

  La lógica generalmente asume que “modalidad” es una propiedad de las proposiciones, colocándola en la función conceptual de la lengua (Hodge y Kress, 1988: 124). Halliday entiende que “modalidad” tiene que ver con la relación de los participantes en una interacción verbal y en un contexto social, situándola como parte de la función interpersonal de la lengua, y extiende el marco del sistema de modalidad de la lengua más allá de los verbos auxiliares, para cubrir con él a todos los elementos que realicen esa función, como pueden ser los sustantivos, los adjetivos, o cualquier otra forma o expresión.

Nosotros, desde la perspectiva de Halliday, nos situamos en la posición de Hodge y Kress, quienes entienden, desde la semiótica social, que:

…all utterances, all texts, given their social provenance, will always bear signs of modality; and given the semiosic function and origin of every item in a text, all items will be bearers of the traces of this activity and will therefore express modality. (Hodge y Kress, 1988: 124)

Y desde esta posición, enmarcamos el sistema de modalidad de la lengua en las dos dimensiones del significado interpersonal que señala Stillar (1998: 32): posicional (las actitudes, intenciones, y evaluaciones de los interlocutores en la construcción del texto) y relacional (los recursos lingüísticos que construyen las relaciones entre los interlocutores). Para Stillar (1998: 33) no se puede hacer una distinción fácil entre los recursos lingüísticos que construyen la dimensión posicional y aquellos que construyen la dimensión relacional. Estos recurso, al actuar e interactuar con la lengua se extienden a lo largo de las estructuras léxicas y gramaticales.

Pero además, situamos en este marco los recursos lingüísticos, que realizando las funciones conceptual, interpersonal y textual de la lengua, intervienen de una forma más marcada en la naturaleza retórico-argumentativa de la lengua. Así, tal como se muestra en la figura anterior (Marcador lingüístico esencial), en el centro de la actualización de la lengua, y como marco de la realización lingüística de éste, se sitúa “modalidad” (la modalidad del sistema de la lengua), el cual abarca de manera central a todos los recursos de la función interpersonal de la lengua (deixis / términos de tratamiento, modo, vocabulario (técnico/formal/coloquial, léxico actitudinal, oraciones circunstanciales), sintaxis (hipotaxis v. parataxis)). Y dentro de este marco, a los lados, se sitúan los recursos que realizan la representación y categorización de la experiencia (vocabulario, transitividad, relaciones lógico-semánticas (sintaxis)), y la estructuración del flujo de la información (tematización, cohesión, tipografía, cualidades de la voz).

 

 

3. EL SISTEMA DE MODALIDAD

 

    La lengua codifica nuestra experiencia pero además juega un rol crucial en nuestra relación e implicación con la gente. Las selecciones en la lengua son solamente explicables como medio para comunicar en esta misma relación social. Pero en una relación social donde las actitudes personales, las emociones, las diferentes voces sociales (dentro del concepto de polifonía) y la subjetividad marcan las selecciones y las expectativas en el uso de las formas lingüísticas y sus significados. Además, la representación lingüística de una dada situación siempre implica un grado de verdad al asignar un determinado grado de verdad a esa representación. Sin embargo, la modalidad expresa no tanto la real y objetiva verdad como la verdad vista por los hablantes. Esta condición puede tener un efecto tan limitado en la lengua que la sociedad desarrolla a menudo claras convenciones de uso. Así, de acuerdo con Leeuven (1999: 156), la gente utiliza los recursos de modalidad de la lengua para negociar la verdad de las representaciones, o para imponer verdades en aquellos sobre quienes ellos quieren tener o tienen poder, y ellos lo hacen de esta forma para llegar a una visión compartida de como el mundo es, a una concepción común de la realidad, que puede ser luego usada como base para el enjuiciamiento y la acción. Así, tal como ha sido descrito por Halliday (1985), los recursos de modalidad de la lengua no solamente permiten asignar diferentes grados de verdad a una representación, sino que ellos permiten también la elección entre diferentes clases de verdad. En consecuencia, la lengua es un instrumento de control igual que de comunicación (Kress y Hodge, 1979):

Linguistic forms allow significance to be conveyed and to be distorted. In this way hearers can be both manipulated and informed. Language is ideological in another, more political, sense of that word: it involves systematic distortion in the service of class interest. (Kress y Hodge, 1979: 6)

  De modo que, la lengua juega un rol vital en la construcción de la realidad, y sus usuarios (hablantes o escritores) asignan modalidad a sus aserciones para expresar como de verdaderas a ellos les gustaría que estas representaciones fuesen tomadas. Sin embargo, justamente como Hodge y Kress (1988: 124) mantienen, la modalidad de un mensaje no es un simple y sencillo valor de verdad, es casi siempre un complejo e incluso contradictorio paquete de demandas y contra-demandas. Todas estas consideraciones nos conducen a toda una dinámica argumentativa, donde el sistema de modalidad de la lengua proporciona al hablante la realización de las estrategias argumentativas adecuadas para obtener la adhesión de su auditorio.

  Pero la modalidad, además de estas funciones y de estar siempre presente, en cada acto semiótico[1] (Hodge y Kress, 1988: 123), constituye un procedimiento retórico-lingüístico que marca el grado de adherencia de los interlocutores (fuerte o moderada, de incertidumbre, de repulsa, etc.) a sus enunciados. Ella expresa: a) el grado de compromiso a la verdad de las proposiciones que los hablantes construyen, y b) las posiciones de conveniencia o de deseabilidad de los hablantes (sus actitudes) con respecto al significado que ellos comunican.   Así, mediante de la modalidad, los interlocutores proyectan una intervención o una actitud personal en el contenido de la proposición, a través de tales nociones como: certidumbre, posibilidad, probabilidad, necesidad, volición, obligación, permiso, duda, deseo, lamento, cotidianeidad… Estas nociones expresan una construcción de la realidad de acuerdo con las actitudes de los interlocutores (habiendo una alta expresión de la modalidad), frente a una construcción que expresa la realidad tal cual es, y que puede ser calificada con un grado de muy baja modalidad.

  De manera general, la modalidad puede llevar a cabo dos importantes funciones comunicativas, llamadas respectivamente modalidad epistémica (el hablante comenta y evalúa el contenido de lo enunciado) y modalidad no epistémica (el hablante interviene en la construcción de ese contenido)[2]:

a) to comment on and evaluate an interpretation of reality;

  b) to intervene in, and bring about changes in events. (Downing y Locke, 2002: 383)

  Por otro lado, Kiefer (1997: 243) afirma que la esencia de la modalidad consiste en la relativización de la validez del significado de la frase para un conjunto de mundos posibles. Kiefer examina dos tipos de modalidad que se han distinguido en la literatura lingüística:

– modalidad epistémica -epistemic modality- (basada en el conocimiento del hablante),

– modalidad deóntica (radical) -deontic (root) modality- (basada en los estados mentales o físicos o circunstancias exteriores).

Esta última, modalidad radical, comprende al menos, los siguientes tipos de modalidad: modalidad deóntica (tiene que ver con las leyes, normas y expectativas), modalidad disposicional (basada en las disposiciones de los agentes), modalidad circunstancial (derivada de varias circunstancias externas e internas), y modalidad bolomaica -boulomaic modality- (expresa los deseos del hablante).

  Pero la principal diferencia entre modalidad epistémica y modalidad radical, según Kiefer, es que la primera se construye en términos de relaciones lógicas, y la segunda se basa en inferencias prácticas. La primera (modalidad epistémica) se ha desarrollado desde la segunda (modalidad radical), y ello trae como consecuencia que la acción de inferir se ha convecionalizado: las inferencias prácticas se han desarrollado en unas inferencias lógicas.

  De acuerdo con Givón (1984), la lógica, tal como lo ha hecho la lingüística, ha tratado también con diferentes tipos de modalidad, pero asumiendo que la modalidad es una propiedad de las proposiciones, y colocándola en la función conceptual de la lengua, en contraste con la teoría de Halliday que la coloca en la función interpersonal, en la relación entre los participantes de una interacción verbal. Givón señala una distinción hecha por la lógica:

In addition to the cardinal modalities true and false, translated in language as ‘affirmative’ and ‘negative’, the logical tradition also established several modes of truth, three of which turn out to be of particular interest to linguists:

   (15) Traditional modes of truth

a. Necessary truth (analytic in the Kantian/Peircean tradition)

b. Factual truth (synthetic in the Kantian/Peircean tradition)

c. Possible truth (conditional in the Kantian/Peircean tradition). 

                                                                            (Givón, 1984: 252)

  Además de estos dos valores centrales de modalidad (epistemic modality y root modality), se han propuesto una variedad de taxonomías. A este respecto, es importante tener en cuenta otro tipo de modalidad:

modalidad dinámica  (basada en la posibilidad o necesidad física) que es considerada como una subclase de modalidad radical (Palmer, 2001) o una clase con igual estatus a modalidad epistémico y radical (Huddleston and Pullum et al., 2002).

  Hodge y Kress (1988: 121-8), desde la perspectiva de la semiótica social, afirman que la modalidad describe la posición de los participantes en el proceso semiósico hacia el estado y el estatuto del sistema de clasificación del plano mimético. Lo cual incluye categorizaciones de personas sociales, lugares, relaciones, etc. Recordemos que Hodge y Kress (1988: 5-6) consideran que el mensaje (la forma semiótica más pequeña que tiene una existencia concreta) está constituido de dos planos: plano semiósico, plano mimético. En el primero, el mensaje es orientado a un proceso semiótico, a un proceso social. En el segundo, el mensaje es acerca de algo, está conectado al mundo. Ellos (pág. 124) hacen corresponder “plano semiósico con el componente interpersonal. Aquí, la modalidad viene a significar no solo una relación entre el mensaje y un conjunto de referentes, sino también una relación entre los participantes en el acto semiótico. De esta forma, tal como hemos tratado anteriormente, todas las expresiones, todos los textos, dado que tienen una procedencia social, llevarán signos de modalidad. La cuestión está en el grado de modalidad que pueda haber en un determinado texto:

Given that what is at issue is the question of ‘affinity’ or lack of affinity of the participants with the system (and thereby with each other) we can speak of a modality of high affinity (with the system) or of low affinity (with the system), or alternatively of ‘high’ or ‘low’ modality. (Hodge y Kress, 1988: 123)

  Zaefferer (2005) distingue cuatro grandes grupos de categorías modales: modalidades de acción (relacionadas principalmente con las habilidades de hacer), modalidades generales, modalidades actitudinales y modalidades ilocutivas (relacionadas con los tipos de actos ilocutivos). El establecimiento de estas categorías obedece a la consideración de que la cognición humana se organiza alrededor de las categorías centrales de acciones, actitudes e ilocuciones.

  Con todo, el hablante comunica sus actitudes hacia la certeza, la probabilidad, lo preferible, a través de unos procedimientos que pueden ser muy variados, y que funcionan para construir, de acuerdo con Stillar (1998), valores o estimaciones en dos dimensiones de modalidad:

a) Positional: los recursos léxicos y gramaticales funcionan para construir una actitud del hablante hacia el contenido conceptual o proposicional del texto.

b) Relational: las estructuras léxicas y gramaticales se implican en la construcción de formas de interacción del hablante con su auditorio, tales como indicar permiso, obligación. etc.

Por ejemplo, todos los casos de usos de verbos modales serían asociados a si ellos funcionan para construir unos valores posicionales o relacionales (Stillar, 1998:35).

  En definitiva,

a) las actitudes, intenciones, y evaluaciones que los interlocutores tienen, y

b) el sistema de posibles, específicas, y divergentes actitudes, intenciones, y evaluaciones de la comunidad en la que el texto que se construye tiene un significado: están siempre presentes, cualquiera que sea la categoría gramatical, adjetivos, substantivos, verbos, adverbios... o cualquiera que sean las construcciones y expresiones utilizadas. Esta presencia denotará una cierta modalidad, en una escala de alta a baja, y en dos dimensiones: posicional, relacional. Donde, también hay que tener en cuenta las connotaciones, así como las diferentes voces subyacentes (por ejemplo, en las frases o expresiones ya hechas, dichos, proverbios, expresiones idiomáticas, clichés, etc., siempre hay una voz ideológica subyacente que marca su actualización o uso). Este tipo de expresiones[3] tiene una función interpersonal relevante:

…the selection of a fixed expression is nearly always significant with respect to the interpersonal component, either directly, because it is communicating an attitudinal point or a reaction, or, less directly, because it lexicalizes a mitigation of the message or pre-emption of disagreement: by choosing to use a stereotyped formula, the speaker/writer can be deliberately vague, less directly assertive, but less open to question or refutation by appealing to shared cultural values…  (Moon, 1994: 117-127)

  Contribuyendo a lo que podríamos llamar “una escala y dimensión (positional, relational) del sistema de modalidad de la lengua", destacamos los siguientes recursos, que, además, satisfacen, de alguna manera, los requerimientos de la interacción comunicativa en la naturaleza argumentativa de la lengua[4].

 

A. Procedimientos propios a la expresión de la modalidad tales como:

― verbos modales auxiliares: can, could, may, might, must, ought, will, would, shall, should; y los semi-modales (que son modales en ciertos usos) o modales marginales: need, dare, used to;

― verbos léxico-modales auxiliares, o modales semiauxiliares con (compuestos con) be o have: be able to, be about to, be apt to, be bound to, be due to, be going to, be liable to, be likely to, be certain to, be sure to, be meant to, be to, be unlikely to, be supposed to, have to, have got to, had better, would rather, would sooner;

― verbos lexicales de realizacion (de action): allow, beg, command, forbid, guarantee, guess, suggest, promise, warn, advise, beg, request, thank, order, acknowledge, apologise, name, etc.;

― verbos de conocimiento, predicción o evaluación: think, know, wonder, suppose, feel, like, seem, tend, appears, believe, guess, foresee, approve, dislike, etc.; of doubt, desire: wonder, wish, hate, etc.;[5]

― adverbios o frases adverbiales modales: possibly, certainly, actually, maybe, hopefully, thankfully, obviously, certainly, probably, surely, perhaps, normally, usually, kind of, surprisingly, curiously, admittedly, in a way, in effect, so to speak, up to a point, etc., o expresiones modales (equivalentes al uso de algunos de los verbos precedentes): it is assumed that, there is good reason to believe that, etc.;

― adjectivos modales: possible, probable, likely, perhaps, maybe, sure, etc., y adjectivos y adverbios evaluativos: lucky, luckily, fortunate, un/fortunately, happy, happily, mistaken, mistakenly,  regrettable, regrettably, technically, statistically, logically, geographically, etc.;

― nombres modales: possibility, probability, chance, likelihood, etc.;

― otro tipo de léxico atitudinal, tal como: adjectivos enfatizantes: absolute, complete, utter, perfect, ..., adverbios de grado: unbelievably, absolutely, extraordinarily, somewhat, amazingly, positively, remarkably, wonderfully,…; adverbios de manera: effectively, peculiarly, beautifully, truthfully, splendidly, sensibly, …, verbos que atribuyen propósitos y razones para hablar: admit, allege, assure, boast, deny, dispute, grumble, object, plead, promise, refuse, swear, ..., y los recursos lingüísticos llamados hedges[6], mediante los cuales un hablante evita comprometerse con una afirmación, pregunta, u otro modo de expression, que puede no ser correcta, acceptable, o estar equivocada, etc., o mediante los cuales este hablante opera, simplemente, de una forma metalingüística: as it were, so to speak, as far as I can see, something rather like, or whatever it is/to be called, let’s say, so-called, as you call it, shall we say, could you perhaps…?, and that sort of thing, kind of, in any way, etc.;

― algunos usos de if-clauses, el uso del pasado remoto (I thought…), y el uso de items no asertivos tales como any;

― expresiones introductivas, o constructivas tales como: It is certain that…, it is necessary that…, which is a pity, which was a good thing, que permiten al hablante intervenir con su actitud en el intercambio comunicativo;

― algunos tipos de entonación (fall-rise) y el uso de la vacilación, en la forma oral; ya que la entonación es indicadora de una determinada fuerza retórica y puede marcar una determinada actitud en el hablante;

― el uso (en la lengua escrita) de comillas para hacer distante un enunciado o, al contrario de cursivas para darle valor;

― construcciones genéricas, proposiciones generalizadas que afirman una verdad universal, realizadas en una sintaxis reminiscente de proverbios o leyes científicas: Talk slowly but think quickly; Don’t take good friends, good health or a good marriage for granted.[7]

 

B. Procedimientos realizados desde la expresión de la modalidad, tales como:

Modo:

  En términos de Halliday (1994: 68), se trata de la selección que hace el hablante de un rol comunicativo determinado, reflejado en la situación de interacción como una afirmación, una pregunta, un mandato o sugerencia o una exclamación, y al hacerlo así, asigna (y desea) a su interlocutor un rol complementario. Para Halliday, la oración se divide en dos partes: mood (subject, finite), residue (predicator, complements, adjuncts). Los elementos subject (un grupo nominal) y finite (parte de un grupo verbal) se unen íntimamente, se combinan para constituir: un modo[8] declarativo, interrogativo, imperativo (ausencia de sujeto) y exclamativo. El elemento finite[9] hace que la proposición esté terminada, la circunscribe y la presenta como algo que es argumentado y sobre lo que se puede argumentar. Esta relación de proposición a su contexto en el acto de habla puede ser hecho de dos maneras:

− por referencia al momento de hablar; mediante primary tense (el uso del pasado, presente o futuro haciendo referencia al momento de hablar): una proposición puede llegar a ser argumentable por tener su relevancia en el acto de habla o acto comunicativo específico en estos términos temporales;

− por referencia al enjuiciamiento de probabilidades del hablante, o las obligaciones, implicadas en lo que él está diciendo (el uso de modalidad): una proposición puede llegar a ser argumentable por ser presentada como probable o improbable, deseable o indeseable. (Halliday, 1994: 75).

Pero además, en la realización de todo ello tiene que haber una polaridad:

POLARITY is the choice between positive and negative, as in is / isn’t, do / don’t. Tipically, in English, polarity is expressed in the Finite element; […]

However, the possibilities are not limited to a choice between yes and no. There are intermediate degrees: various kinds of indeterminacy that fall in between, like ‘sometimes’ or ‘maybe’. These intermediate degrees, between the positive and negative poles, are known collectively as MODALITY. (Halliday, 1994: 88)

Esta polaridad, además de establecer que algo sea argumentable, establece en las proposiciones (positive it is so’, negative it isn’t so’) unas escalas de grados de probabilidad y grados de usualidad, que constituyen la modalización. Y establece en las propuestas (positive do it’, negative don’t do it’) unas escalas, de grados de obligación (command) y grados de inclinación (offer), que constituyen la modulación (Halliday, 1994: 89).

  Por otro lado, Sinclair y Coulthard (1992: 8-14), en la correspondencia entre las propiedades formales de la gramática y las propiedades funcionales del discurso, afirman que los cuatro tipos de oraciones, declarative, interrogative, imperative y moodless, realizan veintiún actos del discurso. Ellos, para manejar esta correspondencia entre gramática y discurso, sugieren dos áreas intermedias, donde las selecciones distintivas pueden ser postuladas: situación táctica.

La situación incluye todos los factores relevantes del entorno, las convenciones sociales y la experiencia compartida de los participantes.

La táctica maneja los modelos sintagmáticos del discurso, la manera en que los ítems preceden, suceden y se relacionan unos con otros; entendiendo que es el lugar que un determinado item gramatical ocupa en el discurso lo que finalmente determina qué acto está realizando.

  De acuerdo con esto, tenemos tres tipos de categorías con correspondencia:

1) Las categorías gramaticales, de acuerdo con la posición relativa del sujeto y del verbo, clasificando la oración en declarativa, interrogativa o imperativa.

2) Las categorías situacionales, de acuerdo con la información que utilizamos del entorno no lingüístico, reclasificando estos ítems en afirmación, cuestión o mandato.

3) Las categorías discursivas, que son los tres principales actos del discurso que probablemente ocurren en todas las formas del discurso hablado: elicitación (un acto cuya función es requerir una respuesta lingüística, aunque ésta puede ser sustituida por una no verbal tal como asentir con la cabeza o levantar la mano), discursivo (un acto cuya función es requerir una respuesta no lingüística), informativo (un acto cuya función es transmitir ideas, hechos, opiniones, información con respecto a la cual la respuesta es simplemente saber que se está escuchando).

  En esta correspondencia, normalmente los tipos gramaticales declarativo, interrogativo e imperativo realizan las categorías situacionales de afirmación, cuestión y mandato, pero esto no siempre es así. De las nueve combinaciones posibles, solamente hay uno del cual ellos no pueden poner un ejemplo: la afirmación-mandato (imperative statement). Y normalmente, elicitacion, directive, informative son realizadas respectivamente por los tipos interrogativo, imperativo y declarativo, pero hay ocasiones en que tampoco es así.

  Por último, añadir la distinción que Givón (1984: 246) hace de dos amplios tipos de actos de habla: informativo (realizado por el modo declarativo: acto de transferir información a los demás), y manipulativo (realizado por los modos interrogativo e imperativo: actos de manipular la conducta de los otros). Givón (1988: 247-8) hace la siguiente caracterización de estos dos amplios actos de habla:

a) El manipulativo se asocia a un modelo de comunicación y cultura de una "sociedad de amigos íntimos”, donde el conocimiento compartido para la interacción está claro, y todo lo que queda por hacer es tramitar el propósito real de la comunicación. Su acto prototipo tiene las siguientes características (las condiciones de su situación social y comunicativa son): todos los temas están presentes y son accesibles para los hablantes; toda la información pertinente es compartida; la cultura es estable; los participantes pertenecen a un circulo social homogéneo, rígido y cerrado; los participantes comparten un alto grado de empatía.

b) El informativo se asocia a un modelo de comunicación y cultura de una "sociedad de extraños, donde los interlocutores deben primero –y hacerlo constantemente– crear, recrear y reparar el conjunto del conocimiento compartido, el cual es requisito imprescindible para realizar la transacción comunicativa esencial. Su acto prototipo tiene las siguientes características (las condiciones de su situación comunicativa y social son): los temas comunicativos pueden estar fuera del alcance de los hablantes; mucha de la información pertinente no es compartida; el conocimiento compartido requiere una periódica actualización; los participantes a menudo son extraños entre si, y carecen de empatía.

Deixis:

  El término deixis es de origen griego, teniendo el significado de `mostrar' o "señalar". Los elementos que realizan esta acción se sitúan (enumerándolos de una manera general) en: una relación entre hablante y oyente (I, you, my, your,…); una localización en el espacio con respecto al hablante (here, there, this, that, which, what,…); una localización en el tiempo con respecto al momento en el que se habla (now, tren,...); una dirección de movimiento. básicamente con respecto al hablante (come, go,..); un tiempo verbal (presente, pasado, futuro) con respecto al momento en que se habla: todas las formas catafóricas y anafóricas que actúan en el interior del texto (deixis cotextual o fórica); las formas que reflejan el estatus social de un hablante con respecto a su oyente o a alguien más al que se hace referencia (formas familiares, corteses, honoríficas, etc.)

  La deixis forma parte del sistema de modalidad de la lengua, situando la información con respecto a un contexto determinado (Werth, 1995: 49). Y en esta caracterización de la deixis, hay dos principales factores: la “espacio-temporalidad comunicando una información localizada en esas coordenadas, y la “egocentricidad”, haciendo la información direccional (Werth, 1995: 65). Así, en la oposición que se establece entre los términos I–here–now, indicando cercanía al hablante, y los términos he / she / there / then, indicando distancia con respecto al hablante, hay una organización subjetiva de la realidad, y una posición subjetiva del hablante. Esta subjetividad viene dada por la situación retórica que se da entre los interlocutores (adaptándose contextualmente para lograr el objetivo comunicativo, mediante un proceso cooperativo) y a través de los ejes:

a) espacio-temporal (la producción e interpretación subjetiva de estas coordenadas),

b) y personal (la relación que se establece entre la egocentricidad[10] del hablante y su auditorio), para así, establecer entre ellos unas coordenadas mutuas.

  De modo que, los elementos deicticos son gramaticalizaciones y lexicalizaciones de una información referencial que es procesada contextualmente, y de esta forma traen a un primer plano la relación entre el sistema de la lengua, la subjetividad del codificador y el contexto comunicativo (Green, 1995: 12). Y, además de contribuir a la interpretabilidad del mensaje por parte del oyente y a la cooperación comunicativa, designan las diferentes posiciones en la argumentación, donde, de manera relevante, el hablante hace unas selecciones deícticas, y el oyente tiene unas expectativas al respecto.

  En este sentido, Birch (1993: 43-4), considerando que todos los tipos de textos son distintos actos imperativos con el objetivo de influenciar los pensamientos y acciones de los demás, afirma que nuestras selecciones gramaticales y léxicas no son elecciones inocentes. Y argumenta que 1os desplazamientos deícticos señalan diferentes puntos de vista que señalan diferentes realidades, las cuales determinan o son determinadas por (múltiples) ideologías.

Formas de tratamiento:

  Las diferentes formas de tratamiento (address terms) juegan un importante rol en dirigir y moverse por las relaciones sociales. Al igual que los pronombres personales, los nombres personales u otros términos, pueden ser utilizados como un signo de solidaridad, pero además como un medio de distanciamiento o de acercamiento amistoso o íntimo en la interacción comunicativa. De modo que, la distancia social entre los hablantes puede ir desde el uso de términos distantes como My Lord, Sir, etc., pasando por el uso de nombres propios como Mary, John, etc., hasta el uso de términos que indican un acercamiento como darling, Money, etc.

Vocabulario:

  El vocabulario representa significados que son estables y genéricamente compartidos (Givón, 1984: 48). Pero, aunque esto contribuya a representar y a categorizar la experiencia (función conceptual), el vocabulario tiene una marcada función interpersonal en la experiencia comunicativa. Así, el vocabulario que los hablantes tienen a su disposición para manejar tiene una funcionalidad argumentativa fuerte: la estructura léxica de un texto es siempre dirigida a un auditorio, y el léxico mental de la persona (como un conjunto distintivo y cambiante de relaciones y procesos (Fowler, 1996: 214)), está siempre participando, consciente o inconscientemente, en alguna posición ideológica. Pero a la funcionalidad del léxico contribuyen tanto el léxico que señala relaciones como el léxico que señala contenido.  

  Por lo tanto, basándonos en esta tradicional distinción entre palabras funcionales y palabras de contenido, podemos distinguir dos tipos de vocabulario funcionando argumentativamente:

1) Palabras de contenido. Ellas activan materiales cognitivos más extensivos y diversos, y pueden obtener imagines mentales y emociones más pronunciadas que las palabras funcionales (Beaugrande y Dressler, 1981: 142). Estos materiales cognitivos administran el significado que realiza el proceso ostensivo-inferencial, y contribuyen a conferir significado a las diferentes posiciones o puntos de vista en la interacción comunicativa.

De modo que, activar el significado de una palabra supone una selección actitudinal (y por tanto modal) por parte del hablante con respecto a su auditorio; y supone, para el proceso comunicativo, activarlo:

— en su campo semántico (donde hay conjunto de sentidos que esa palabra puede actualizar en diversos contextos).

— en su campo léxico (donde hay una serie de términos que reenvian a una misma realidad o a un mismo concepto),

y en su red semántica (donde hay un trabajo de tejido semántico que asegura la coherencia y la significación del texto).

En todo este panorama, un determinado registro de modalidad puede tener un vocabulario más marcado con respecto a otro más central y menos marcado. Respecto a ello, Carter (1988: 9-10) entiende que el léxico que no es marcado en su uso, lo constituyen las palabras más normales y básicas disponibles para un usuario de la lengua. Y se refiere a ellas con el término de core vocabulariy (vocabulario central). Socio-lingüísticamente, este vocabulario puede ser considerado como el recurso más natural y regular en unos textos determinados. Desde los aspectos contextuales del concepto de registro, Leckie-Tarry (1995: 125) afirma que cuanto mayor sea el grado de centralidad de una palabra, más neutral será con respecto a campo y tenor. En el examen de la estructura léxica y el rol de los items lexicales en el discurso, Carter (1988: 10) concluye que el reconocimiento de centralidad (coreness) en el vocabulario puede capacitarnos para identificar unos grados de expresividad en el vocabulario, y para empezar a aislar las clases de vocabulario expresivo no neutral que sería marcado por connotaciones ideológicas o expresivas.  

Pero, la relación entre léxico e ideología también implica la oposición de términos relevantes (entre nombres, verbos, adjetivos, adverbios), procedentes de campos lexicales contradictorios, aislados o en serie, y apelando a un sistema de valores en los cuales dos polos se encuentran opuestos, y donde uno es valorizado y el otro desvalorizado (just / unjust; reality / appearance; individuality / collectivity; wonderful / awful…). Esta oposición puede ser encontrada bien en el uso de un vocabulario común o bien en el uso de un vocabulario más técnico.

Finalmente, de acuerdo con Biber et al. (1999: 1047), las rutinas conversacionales tales como thanks, thank you, please, bye, sorry, etc., (historicamente derivadas por ellipsis de expresiones oracionales más elaboradas) tienen una naturaleza interactiva de cortesía o respeto, y en consecuencia un significado proposicional actitudinal en los intercambios tales como peticiones, saludos, ofertas y disculpas. Estas rutinas constituyen términos de significado proposicional que han sido gramaticalizados funcionalmente para facilitar la interacción.

2) Palabras funcionales. Ellas facilitan el proceso ostensivo-inferencial, y por lo tanto ellas facilitan los movimientos argumentativos. Ellas tienen unas funciones logico-lingüísticas, contextualizando y orientando hacia algunas conclusiones. Estas palabras funcionales tienen que ver, de una manera particular, con los conectores pragmáticos en la conversación coloquial (Briz, 1994, 1998), y con los conectores y operadores argumentativos (Anscombre y Ducrot, 1988), y de una manera general, con los marcadores discursivos[11] (Aijmer, 1984, 1986a, b, 1987; Edmonson, 1981; Erman, 1987; Östman, 1981; Schiffrin, 1987; Schourup, 1985).  

Anscombre y Ducrot (1988) han estado particularmente interesados con la articulación de la argumentación al nivel micro lingüístico, donde estos conectores y operadores (but, for, so, even, because, thus, etc.) pueden ser utilizados como precursores de conclusiones específicas. Moeschler (1985: 60-4) distingue entre conectores introduciendo argumentos (well, indeed, given that, but,…), y conectores introduciendo conclusiones (then, so, thus, therefore, however,…). Nielsen (1996) estudia como los marcadores cuasales (because, therefore, so, for, thanks to, a cause de,…) cubren diferentes tipos de relaciones causales, y como ellos son usados en el discurso para argumentar en favor o en contra de un particular punto de vista. Fauconnier (1995) considera que los conectores (preposiciones, adverbios, conjunciones,…) son como constructores de espacio (space-builders). Éstos (space-builders) son expresiones lingüísticas que establecen nuevos espacios mentales. Y, estos espacios mentales son campos que nosotros establecemos al hablar o escuchar, y que nosotros estructuramos en roles, estrategias y relaciones. Así, estos constructores pueden establecer espacios con una dimensión temporal (in 1929), espacial (in the factory), hipotética (if… then…), etc.                                                                                 

Por lo tanto, las palabras funcionales desempeñan, de alguna manera, una función relevante en la dinámica argumentativa del texto. Así, el conector and refleja la orientación argumentativa idéntica entre dos oraciones, el conector therefore conduce a una conclusión, el conector concesivo but introduce refutación a lo que se está diciendo (una orientación argumentativa de contraste u oposición entre dos oraciones), y el conector thus precisa las consecuencias de la parte del mensaje que le precede (y conduce hacia una conclusión). Pero igualmente las mismas funciones las pueden realizar otros conectores sinónimos de but (however, nevertheless, nonetheless, in contrast, after all, although,…), y de thus (so, that’s, why, consequently, then, accordingly, hence, in conclusion, thereafter, because of this,…). Lo mismo sucede con otros conectores y sus sinónimos, por ejemplo, as (due to the fact that, given that,…), since (indeed, because, for example, actually,…), indeed (for, for example, moreover, actually, because, namely,…), etc., y otras expresiones con valor equivalente (this proves that…, it is clear from this… that…, etc.).  

Por otra parte, Edmonson (1981: 81) señala que hay varias verbalizaciones lubricativas que son empleadas estratégicamente para fomenter los objetivos conversacionales del hablante. Ellas se caracterizan omo una clase de comodines (fumbles or gambits), y pueden considerarse como comienzos en falso (false starts), fenómenos de vacilación, expresiones conversacionales (expresiones estandarizadas o formulas fijadas) para facilitar el mantenimiento o el cambio de turno de palabra en la conversación. Pero, Edmonson (1981: 153 y sigs.) afirma que, adicionalmente, sirven diferentes propósitos en la realización de los actos ilocutivos. Y los caracteriza de la siguiente forma:

– Starters (well, well now, oh well, y ruidos que pueden ser gráficamente representados como oh, uh, er, hmmm, etc.), significando que el hablante tiene algo que decir;

– Let-me-explains (I mean, …), reforzando lo que el hablante está intentando comunicar;

– Underscores (I’ll tell you what, the thing is, it’s just that, (the) point is, I can tell you, don’t you worry about that, really, actually, in fact), dirigiendo especial atención a lo que sigue, precede, o está en curso en el acto comunicativo;

– Cajolers (you know, please, don’t forget that, you must admit, let’s face it, just think, don’t you see that, do you know), buscando hacer la ilocución más acceptable para el oyente;

– Asides, sirviendo para llenar un vacío conversacional, cuando el hablante por cualquier causa (incluyendo la reflexión) no está disponible para hablar.

  Entendemos que todas estas expresiones realizan una función modalizadora y argumentativa, en cuanto que se sitúan en la interacción interpersonal, y en la perspectiva con respecto a lo que se está diciendo, bien por parte del mismo interlocutor, bien por parte del interlocutor contrario.

Sintaxis:

  Un texto es codificado y realizado mediante un conjunto de unidades semánticas, que a su vez se realizan mediante unas unidades sintácticas[12], y todo ello funcionando pragmáticamente en una proyección interpersonal. Es en este marco interpersonal, donde, mediante la sintaxis, disponemos de o enmarcamos la realidad. Tal como lo plantea Halliday (1994: xiv), la sintaxis implica “proceeding in a particular direction”. Una manera de proceder, donde la lógica de la lengua natural se construye mediante unas relaciones funcionales-semánticas, en dos dimensiones sistemáticas: un sistema de interdependencia o táctico: parataxis e hipotaxis, y un sistema lógico-semántico o una relación entre procesos: expansión/proyección (Halliday, 1994: 216). Estas dos dimensiones suponen la conexión de todas las oraciones o proposiciones que un hablante o escritor construye como un fenómeno discursivo.

  En la semiótica social, Hodge y Kress (1988: 111) definen a las estructuras hipotácticas como unos significadores transparentes de complejas estructuras socials ordenadas jeráquicamente, y asociadas a una “solidaridad orgánica”; y a las estructuras paratácticas como unos significados transparentes de una organización social menos compleja, y con unos lazos de solidaridad más fuertes y limitados, y asociados a una “solidaridad mecánica”. Todo ello situado en el código de la lengua, y marcado por significadores de poder y solidaridad. En contraste con estas consideraciones, es interesante observar como, de acuerdo con Bloor y Bloor (1995: 228), investigaciones previas han mostrado que los hablantes nativos de Inglés utilizan más estructuras hipotácticas que paratácticas en el discurso hablado y planificado.

  En cualquier caso, la interiorización de las reglas sintácticas implica que ellas puedan aplicarse bien automáticamente e inconscientemente, o en situaciones de rigurosidad y reflexión. Ambas situaciones comunicativas suponen elecciones con respecto a las actitudes y propósitos del hablante y los efectos que él desea conseguir en su auditorio.

Transitividad:

  De acuerdo con Halliday (1994: 106-107), nuestra impression de la experiencia se centra con más fuerza en que ella consiste de sucesos (happening, doing, sensing, meaning, and being and becoming), puestos en orden a través de la gramática de la oración. Ésta es un modo de acción, de dar y demandar bienes, servicios e información, y un modo de reflexión, de imponer orden en la infinita variedad y flujo de sucesos. Y esto es logrado mediante el sistema de la transitividad, que construye el mundo de la experiencia en un conjunto manejable de tipos de procesos. Entre estos procesos, el material (los procesos del mundo externo –experiencia externa), el mental (los procesos de consciencia –experiencia interna) y el relacional (aquellos de clasificar e identificar) son los tres importantes tipos de procesos en el sistema de transitividad.

  Sin embargo, Hopper y Thompson (1980) consideran a esta noción, además de un fenómeno gramatical (en el nivel de la oración: construcción del verbo con el objeto directo), como un puente entre el discurso y la sintaxis: constituyendo un número de facetas de transferencia de la acción de un participante a otro. Y donde los rasgos de la transitividad están relacionados con foregrounded y backgrounded (aspectos fundamentales de la estructura narrativa) en el discurso. Hopper y Thompson (1980: 252) dan una lista de las características de la transitividad con sus valores altos y bajos.

Flujo de la información:

  Entre el hablante y el oyente se establece una interacción dinámica que proyectas, hacia ambas direcciones, lo que Tomlin et al. (1997: 65) llama “integración del conocimiento” y “manejo de la información”, una teniendo influencia sobre la otra y viceversa. De acuerdo con ello, Tomlin et al. (1997: 66 y sigs.) señalan cuatro hilos centrales en el manejo de la información, y tres niveles de granularidad en la interacción del discurso. El control del hablante sobre el flujo de la información que transmite al oyente, dependerá de un control efectivo de cuatro tipos distintos de información:

1. Manejo retórico: los objetivos y las intenciones de la interacción del discurso coaccionan grandemente el contenido proposicional de la producción y la construcción de lo que es oido.

2. Manejo referencial: hay conceptos que son compartidos por ambos interlocutores, y aquí la información dada[13] representa un referente compartido para ambos, y consiste un referente de activación cognitiva.  

3. Manejo temático: hay conceptos y proposiciones que son más centrales o importantes para el desarrollo del discurso que otros, y lo son en cuatro áreas interrelacionadas:  

a) el tema o tópico situado al nivel de la oración: el tema es sobre lo que se construye la oración, el punto de partida de la oración, y el centro de atención de la oración;

b) el tema situado en un nivel más alto como es el párrafo o el discurso: relacionado al tema global, la estructura semántica global de un discurso, que puede expresarse por su título o por su resumen;

c) la relación foregrounding (proposiciones relacionadas a los conceptos o eventos claves del discurso) / backgrounding (proposiciones que elaboran o proporcionan información secundaria) en el discurso;

d) los apuntalamientos cognitivos del manejo temático, y en particular la relación de tema a los procesos cognitivos de la memoria, la atención y la consciencia.  

4. Manejo de enfoque: ciertos conceptos y proposiciones son más novedosos e inesperados desde el punto de vista del oyente; y estos conceptos nuevos o proposiciones constituyen el objetivo de la expresión del hablante y lo que el hablante desea añadir a la representación mental de su oyente. El enfoque (focus) está relacionada a la noción cognitiva de prominencia (salience), es la información que sobresale desde otra información.

Además, en el manejo de la información interviene la construcción de una coherencia (o integración del conocimiento) por parte de los participantes, a través de unos niveles jerárquicos (niveles de granularidad en la interacción del discurso):

1. Coherencia Global: tiene que ver con lo que trata el conjunto de la conversación, narración.

2. Coherencia Episódica: sensible a unidades de escala más pequeñas que contribuyen a la coherencia global, pero que exhiben una esencia propia.

3. Coherencia Local: tiene que ver con la contribución de las oraciones o expresiones individuales.

Todo esto nos conduce a lo que Tomlin et al. (1997) llama “the conduit metaphor of discourse”:

…the speaker packages his intended meaning into a textual artifact. This artifact, in essence, contains the meaning intended by the speaker. It is conducted to the listener in either spoken or written form. The text is then unpacked and its meaning extracted from the text artifact by the listener.  (Tomlin et al. 1997: 64)

  En este “artefacto” textual, adquieren relevancia en la interacción interpersonal los siguientes aspectos:

Tema[14]. Se trata de una orientación, una perspectiva o un punto de vista (Martin, 1992: 489). La tematización tiene que ver con la configuración contextual del texto, y en parte es debido a la plasmación en el texto de la percepción de la realidad del hablante (McCabe y Alonso, 2001). Tema puede considerarse como información conocida (Prague School) y como una categoría en la estructuración oracional, la cual se realiza en una posición inicial del mensaje (Halliday, 1994; Downing, 1991). O puede también considerarse como una categoría en la estructuración y desarrollo del discurso, conectando con lo que ya se ha dicho (Brown y Yule, 1983: 133), y proporcionando al receptor una orientación y un marco para la interpretación del mensaje (Fries, 1995: 318). Así, de acuerdo con Mccabe y Alonso (2001: 3-4), tema, siendo formalmente el elemento inicial de la oración, combina funcionalmente la expresión de la percepción de la realidad del hablante y los intereses del hablante en comunicar esa percepción de la realidad. Ellos consideran que tema es una elección o estrategia lingüística con dos trayectorias:

a) Cognitiva (a través de unas estrategias cognitivamente motivadas), en el sentido de que se refiere al mundo de la experiencia: señala la relación entre el pensamiento en la mente del hablante y su expresión en el discurso (Vasconcellos, 1992), y es la idea representada por el constituyente al principio de la frase (Bloor y Bloor, 1995: 72). Su selección está influenciada por la manera en la que el hablante percibe la realidad, y en la manera que el hablante intenta transmitir esa percepción cognitiva a sus lectores.

b) Comunicativa (a través de unas estrategias comunicativamente motivadas) en el sentido de que tiene un rol discursivo (es muy común encontrar varios modos de tematización interactuando a través de un texto, y el mismo modo de tematización ocurriendo en diferentes tipos de textos): un modo específico de tematización puede ser empleado con diferentes propósitos en diferentes tipos de textos (Loftipour y Rezai-Tajani, 1996).

  Son pues, dos trayectorias motivadas cognitiva y comunicativamente, donde la selección de las distintas opciones de tematización vendría determinada por la percepción específica de la realidad junto con los factores contextuales o situacionales. Y estas opciones estarían gobernadas por factores textuales e interpersonales, y restricciones gramaticales.   

  Las selecciones de tema proporcionan importantes incursiones en la interpretación conceptual e interpersonal de los textos. Pero la progresión temática desempeña un papel importante en una representación textual donde no todas las partes del texto tienen la misma importancia comunicativa, y donde el hablante pretende un determinado efecto en su auditorio. Ya que una parte de la información es más relevante y central a los objetivos comunicativos. Además, en esta red de recursos lingüísticos, la selección de tema tiene también una relevancia interpersonal asociada a la selección del modo declarativo, interrogativo o imperativo.

Dinamismo comunicativo. El dinamismo comunicativo se refiere al modo en que cualquier elemento de la oración contribuye al desarrollo de la comunicación, moviendo la comunicación hacia delante. Cualquier elemento lingüístico, aportando significado, participa en el desarrollo de la comunicación. En el acto de comunicación, algunos de estos elementos son más dinámicos que otros, lo cual induce a hablar del dinamismo comunicativo. este dinamismo es desplegado por los elementos lingüísticos para el cumplimiento de un propósito comunicativo. Y en la medida en que un elemento contribuye a este desarrollo, y asume una posición en él, despliega un grado de dinamismo comunicativo. Este grado es un valor adquirido por el elemento lingüístico en el acto de comunicación. La distribución de los grados de dinamismo comunicativo sobre los elementos que constituye la oración induce a ésta a funcionar en una determinada perspectiva (Functional Sentence Perspective). Lo mismo se aplica a estructuras de rango inferior (frases, palabras, morfemas) y superior (párrafos, textos): ellos funcionan en una determinada perspectiva debido a la distribución de los grados de dinamismo comunicativo a través de sus constituyentes.

  El grado de dinamismo comunicativo que un elemento lingüístico puede llevar viene dado por el relativo valor informativo-comunicativo que adquiere en el desarrollo de la comunicación y en el cumplimiento del propósito comunicativo. Cuanto más próximo esté a esta realización, más valor o importancia informativa-comunicativa tendrá el elemento lingüístico:

A context-independent element comes closer to the fulfilment of the communicative purpose, in other words, to the completion of the communication, than a context-dependent element; it is therefore communicatively more important and carries a higher degree of CD. Context-dependent elements that are more firmly established within the thematic layer contribute less to the further development of the communication than those context-dependent elements that are not so well established in it; in regard to the fulfilment of the communicative purpose the former are less important than the latter; they carry lower degrees of CD.  (Firbas, 1992: 105)

  Pero, el valor o la importancia informativa (comunicativa) puede ser juzgada desde varios puntos de vista, y desde un marco retórico con: infinitas posibilidades de significado, incertidumbres semánticas (connotaciones….), y la naturaleza afectiva de las relaciones entre los hablantes. De acuerdo con Martínez-Dueñas (2002: 2), este marco retórico abarca el desarrollo de la acción comunicativa y su realización lingüística en términos de principios y de organización. De modo que podemos decir que el grado de dinamismo comunicativo llevado por un elemento lingüístico estaría en armonía con su fuerza retórica.

  A todo esto nos parece importante añadir un planteamiento que Firbas abre: la manera en que la emotividad afecta a la distribución de los grados de dinamismo comunicativo. Indudablemente ésta es un asunto retórico y situado en la función interpersonal de la lengua:

By the emotive component of an utterance I understand the emotional attitude that is taken up by the speaker in regard to the reality conveyed and that is expressed by him with linguistic means. (Firbas, 1992: 147)

  Firbas (1992: cap.7) modifica los principios de orden de palabras de Mathesius (1975), y en vez del principio de énfasis él habla del principio emotivo, dándole cierta centralidad. Este principio:

… orders the words in a way that strikes the recipient as more or less out of the ordinary. This is due to the fact that the same words can appear in an order that does not create such an impression of unusualness. The unusual order fulfils an additional communicative purpose not served by the usual order, and is in this sense marked.(Ibíd: 118)

  Además, Gilbert (2001) reitera que la emoción (implicando actitudes y deseos) juega un rol significativo en la argumentación, donde es completamente posible que las perspicacias sicológicas están y son requeridas para diseccionar convenientemente y analizar las formas de argumento.

Cohesión. A través de la cohesión, el hablante desarrolla un tema racionalmente, e indica cuales son las partes prominentes y subordinadas de un argumento o una historia. La relación de cohesión en el texto establece que la interpretación de algunos elementos presupone, y es dependiente de otra. Estos dos elementos pueden existir ambos dentro del texto, o uno de ellos puede tener su existencia fuera del texto (en el contexto). Si un referente existe fuera del texto, la relación es más implícita, pero si existe dentro, la relación es más explícita. Sin embargo, la dislocación de esta cohesión puede ser una estrategia intencionada y significativa. Así, mediante la cohesión se estructura el mensaje, relacionando unas partes a otras, e indicando sus importancias (Halliday y Hasan, 1976, 1985), pero siempre de acuerdo con la intención comunicativa para con el auditorio. Se trata de crear una textura en el discurso, por medio de cuatro importantes recursos:

− referencia: dos o mas expresiones en el texto hacen referencia a la misma entidad, cosa o idea, y tomados como un punto de referencia para algo que sigue;  

− elipsis: la omisión de palabras, grupos u oraciones, por causa de que ellas pueden ser presupuestas;

− substitución: para evitar la repetición de una palabra o grupo de palabras, substituyendo el item;

− conjunción: el vínculo cohesivo entre oraciones o algunos fragmentos de texto más largos, estableciendo una relación significativa entre ellos;

− relaciones léxicas: la continuidad mantenida por la elección de palabras: la elección de un item se relaciona con las elecciones que han ocurrido anteriormente.

  Por otra parte, Hasan (1985: 125 y sigs.) distingue dos grandes categorías de recursos que contribuyen a la cohesión de un texto, y que nosotros entendemos que tienen gran relevancia en la dinámica interaccional de la función interpersonal. Se tratan de:

a) Recursos endofóricos, donde la fuente interpretativa está vinculada al cotexto. Es decir, son recursos interpretativos que están explícitamente en el cotexto, y son de dos clases: catafóricos (el referente está en el texto que continúa), y anafóricos (el referente está en el texto precedente).

b) Recursos exofóricos, donde la fuente interpretativa está vinculada al contexto de la situación. Es decir, son recursos interpretativos que están implícitamente en el texto (siendo recuperables desde el contexto de la situación) en varios grados:

formal exophoric: implicando ellipsis del sujeto, y que puede ser: formulaic (elipsis de los pronombres de primera y segunda persona, donde la interpretación está determinada por el sistema de la lengua), non-formulaic (elipsis de los pronombres de tercera persona, donde la interpretación depende del contacto visual con el contexto situacional).

situational exophoric: implicando referencia al conocimiento compartido por los participantes en la situación, y que puede ser: instantial (el referente es un elemento concreto en el contexto de la situación), indeterminate (el significado concreto de un itam puede variar en su alcance o campo, así como en el uso de “the”), restricted (el referente está en la experiencia pasada y común de los participantes).

  Es indudable que la repetición constituye un elemento de cohesión. Y, un constituyente cohesivo, e interviniendo en la coherencia local distinguida por Tomlin et al. (1997) es la repetición intertextual (Andersen, 1993). Ésta comprende el conjunto de expresiones convencionales, que a fuerza de haberse repetido, están en el uso colectivo de los usuarios de la lengua. Para Andersen (1993: 296-7) la repetición intertextual comprende: los marcadores discursivos, los refranes, las unidades fraseológicas y cualquier expresión que tenga una función retórica más o menos estandar.

Prominencia. Se trata de un recurso crucial que, de acuerdo con las actitudes e intenciones comunicativas, da un mayor énfasis a una información sobre otra. En la lengua hablada, y de acuerdo con Brazil (1985), prominencia es ese rasgo de realización oral, que adherido a unas sílabas dan más énfasis a la palabra o a la expresión, siendo su naturaleza esencialmente interactiva[15]. Así pues, prominencia representa una selección entre paradigmas o conjunto de posibilidades que un hablante tiene a su disposición en una situación determinada (Brazil, 1985: 41).

Pero de manera general, abarcando los dos registros (hablado y escrito), el concepto de prominencia también puede estar asociado a las dimensiones textuales de topicalidad (aquellas entidades acerca de las cuales se facilita o se require la información en el discurso (Dik, 1997: 311)), y focalidad (aquellas piezas de información que son más importantes o salientes con respecto a las modificaciones que el hablante desea efectuar en un escenario comunicativo (Dik, 1997: 311)). Y donde la prominencia es una de las principales indicaciones de la función de focus, ya que en el discurso ésta se establece, de forma menos espontánea y frecuente, mediante medios tipográficos.

Por lo tanto, las relaciones theme / rheme, given / new, el grupo tónico, o la disposición tipográfica (especialmente en la escritura de la prensa) son recursos (entre otros) que permiten al hablante indicar las partes más prominentes de su mensaje de acuerdo con los propósitos comunicativos ante su auditorio. Y en estos propósitos comunicativos, el factor actitud está siempre: a) presente en los participantes del acto comunicativo, y b) utilizando el sistema de modalidad de la lengua.

 

  Por último, es necesario terminar este apartado añadiendo que la negociación del significado y las relaciones interpersonales de poder juegan un importante rol en las interacciones sociales de cada día. Y todos estos recursos lingüísticos y comunicativos que se han destacado en este apartado llevan una considerable carga semántica como expresión de la retórica interpersonal. Donde las actitudes y expectativas de los interlocutores intervienen en esa negociación del significado y en las expresiones lingüísticas de la modalidad. Y el funcionamiento lingüístico y comunicativo de estas expresiones de modalidad tiene que ver con los cambios que se suceden en el mundo y con las relaciones y estructuras de poder. Por ejemplo, Xu (2009) interpreta el funcionamiento de la metáfora, como recurso del sistema de modalidad, en la publicidad. Y concluye que este recurso lingüístico se establece comunicativamente a través de la relación interpersonal con los consumidores para ejercer influencias en sus actitudes además de en sus conductas y llevar a cabo sus intenciones, logrando sus propósitos comerciales.

 

 

4. CONCLUSION

 

    El uso de la lengua pone en primer plano la acción interpersonal: a) con respecto a la interpretación del mundo que nosotros realizamos de acuerdo a nuestra experiencia, y b) organizando el texto como un producto de esta acción y de esta conceptualización. En esta acción, la modalidad está en juego siempre y funciona como el procedimiento retorico-lingüístico destacado en la naturaleza argumentativa de la lengua. En consecuencia, la modalidad puede considerarse como el marco de la actualización lingüística de la lengua, abarcando y ejecutando todos los recursos lingüísticos que realizan: a) las actitudes, intenciones y evaluaciones de los hablantes en la construcción del texto, b) las relaciones entre los hablantes/escritores y oyentes/lectores, c) la representación y la categorización de la experiencia, y d) la disposición del flujo de la información. Todo esto, actualizado dentro de una variedad de grados de modalidad, o en un sistema de modalidad que se extiende desde una alta afinidad a una baja afinidad. Y siempre con una intenciones comunicativas dentro de unas estructuras sociales y de relaciones interpersonales.

 

 

 

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[1] Social semiotics cannot but rest on some general assumptions about society and meaning.” (Hodge y Kress, 1988: 2)

[2] Within non-epistemic modality the term ‘deontic’ is used to refer to obligation and permission.” (Downing y Locke, 2002: 383)

[3] They appear to be more frequent in spoken text than written, although to date there are few extensive studies of their actual distribution. […]  (Moon, 1994: 117).

[4] Para una visión de este planteamiento, la naturaleza argumentativa de la lengua, ver Carrillo (2008).

[5] Para un estudio en profundidad de la modalidad en los verbos ingleses, consultar: Palmer (1990), Quereda (1993), Verstraete (2001), Leech (2004)

[6] Para una descripción de estos operadores metalingüísticos en el discurso, ver a Aijmer (1986b).

[7] Para un estudio en profundidad sobre la relación entre la expresión modal y el resto de la frase que la contiene, ver a Papafragou (2000), Verstraete (2001), Butler (2003).

[8] The Mood is the element that realizes the selection of mood in the clause. It has sometimes been called the ‘Modal’ element; but the difficulty with this is that the term modal is ambiguous, since it corresponds both to 

    mood and to modality.

   The remainder of the clause we shall call the Residue.” (Halliday, 1994: 74)

[9] Para un análisis de una cierta modalidad encubierta en contextos “non-finite”, ver a Bhatt (2006).

[10] La egocentricidad del hablante refleja una posición o punto de vista y su actitud en el acto comunicativo.

[11] Además de discourse markers, en la literature lingüística se han utilizado otras denominaciones: disjunct markers, discourse operators, clue words, cue words, cue phrases, discourse particles.

[12] Para una visión minimalista de la modalidad en la sintaxis, ver a Butler (2003).

[13] Prince (1981: 226-230) argumenta que la información dada puede definirse a través de tres parámetros posibles, todos ellos en términos de presunciones del hablante: 

Previsibilidad: el hablante asume que el oyente puede predecir que un determinado item lingüístico ocurra en una determinada posición dentro de la frase.

Prominencia: el hablante asume que el oyente, al tiempo de oír la frase, puede tener presente en su pensamiento alguna determinada cosa, entidad, etc.

Conocimiento compartido: el hablante asume que el oyente conoce, asume o puede inferir una determinada información.

[14] Tema no es un concepto nuevo: de hecho, Halliday lo remonta a los Sofistas. Y aunque resurgió con los lingüistas de la Escuela de Praga y con los trabajos de Halliday, quienes les dieron una gran atención, todavía necesita una mayor clarificación (Hasan y Fries, 1995: xxxviii).

   − “Theme incorporates two factors:

a. information which is known or obvious in the situation

b. information from which the speaker proceeds.   (Fries, 1983: 116; en Leckie-Tarry, 1995: 137)

   − Para aclarar términos que ocurren en una posición inicial del mensaje, podemos distinguir: Given como información recuperable o perteneciente al conocimiento o experiencia compartida de los interlocutores. New es la información, no recuperable, que añade algo nuevo acerca de Given. Topic es una categoría del discurso no estructural ya que da información acerca de lo que trata el texto.

[15] En esta naturaleza interactiva, Gumperz (1982) incluye los siguientes elementos:

…(a) intonation, i.e. pitch levels on individual syllables and their combination into contours; (b) changes in loudness; (c) stress, a perceptual feature generally comprising variations in pitch, loudness and duration; (d) other variations in vowel length; (e) phrasing, including utterance chunking by pausing, accelerations and decel­erations within and across utterance chunks; and (f) overall shifts in speech register. These are conceptual conflations of variations in the three basic phonological dimensions of frequency, amplitude and duration.” (Gumperz, 1982: 100)