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LA MODALIDAD: SISTEMA DE ACTUALIZACIÓN DE LA
LENGUA
Lázaro Carrillo Guerrero
(Universidad
de Almería)
Resumen: Los significados se reglan y modulan en lo procesos sociales de
producción e interpretación de textos. Ello implica un marco retórico y una gramática
de selecciones, con una perspectiva interpersonal y una orientación
argumentativa: el sistema de modalidad de la lengua. Este sistema siempre está
actuando, a través de la selección y actualización de los rasgos lingüísticos
para-lingüísticos y extra-lingüísticos, y a través de las actitudes de los
hablantes y de las formas de interacción de los participantes.
Palabras clave:
modalidad, retórica, argumentación, interacción interpersonal, procedimientos
lingüísticos.
Abstract: Meanings are tuned and modulated by the social
processes of text production and interpretation. This involves a rhetoric
framework and a grammar of choices, with an
interpersonal perspective and an argumentative orientation: the modality
system of language. This system is always in play, through the selection and
actualization of the linguistic, paralinguistic and extra-linguistic devices,
and through the speakers’ attitudes and the participants’ forms of interaction.
Key
words: modality, rhetoric,
argumentation, interpersonal interaction, linguistic procedures.
1. INTRODUCTION
La gente no intercambia palabras sino
significados. En esta perspectiva, la interpretación intersubjetiva de la
experiencia necesita un procedimiento retórico y una acción argumentativa, para
intercambiar estos significados y para interactuar por medio del uso de la
lengua. En estos intercambios de significados, en el marco de contextos
interpersonales, la lengua no se actualiza en frases sino en un texto y en un
discurso determinados que constituyen en si un procedimiento retórico y una
acción argumentativa. Es en este marco de interacciones y de estrategias
comunicativas donde, de acuerdo con Halliday (1978: 2), por medio de los actos
de significado cotidianos, la gente desarrolla la estructura social, afirmando
sus propias posiciones sociales y roles, y estableciendo y transmitiendo los
sistemas compartidos de valores y de conocimiento.
Además, de acuerdo con Beaugrande y Dressler
(1981: 35), mientras la lengua es un sistema virtual de opciones disponibles no
aún en uso, el texto es un sistema actual donde estas opciones han sido
elegidas desde los distintos repertorios y utilizadas en una estructura
particular. Esta organización estructural es llamada por Halliday (1994) “constituency”, que es parte del
mecanismo por el cual los significados son puestos en efectividad. Así, si la
lengua es una fuente extensible indefinidamente de significado potencial, la
estructura constituyente es un recurso para planificar el significado en una
forma concreta, pero ambos (significado y forma) sintonizados y modulados por
los procesos sociales de la producción del texto y la interpretación. Y es aquí
donde se llevan a cabo un conjunto de opciones: una palabra más bien que otra,
una construcción gramatical más bien que otra, elecciones genéricas y
discursivas, ausencias textuales, presencias textuales frente a posibles
alternativas, etc. En definitiva, podemos decir que son el discurso y las
prácticas socio-culturales quienes actualizan el texto (función textual de la
lengua) en una acción e interacción social (función interpersonal de la lengua)
y en una construcción social de la realidad (función conceptual de la lengua).
En consecuencia, ver a la lengua como una
práctica social implica, de acuerdo con Fairclough (1995: 55), que el uso de la
lengua (o cualquier texto) es siempre simultáneamente constitutivo de
identidades sociales, relaciones sociales y sistemas de conocimiento y
creencias, todas ellas impregnadas de maneras convencionales o de maneras
creativas que contribuyen a transformarlas. Y ver al uso de la lengua como una
práctica social también implica “estar en el mundo” (Heidegger, 1962) dentro de
un campo de posibilidades para el significado y la acción. Aquí, la acción
retórica o estrategia comunicativa organiza el uso de la lengua (el texto, la
acción social y la interacción, la construcción social de la realidad) para
adaptarla a las particularidades de la situación comunicativa: sirviendo a unos
propósitos particulares, organizando las ideas, cambiando significados de
términos y relaciones como si ellos fuesen traidos para utilizarse en
situaciones nuevas; en otras palabras, argumentando (siempre estamos
argumentando) y comunicando con efectividad.
En un marco retórico y con una gramática de selecciones más bien que de
reglas, donde funciona la lengua como recurso simbólico (Halliday 1978:4), la acción de argumentar es intrínseca al
significado potencial y compartido que constituye la lengua. En este marco, la
argumentación no es un género determinado del discurso para unos usos
específicos u ocasionales, sino que es un discurso que subyace en la base de
todo acto de habla, y en consecuencia esta en la acción de todo discurso. Así,
de acuerdo con Perelman (1982: 47), la argumentación empieza desde las
opiniones, valores o puntos de vista refutables; la argumentación propicia a la
acción o al menos a crear una disposición para actuar en el momento apropiado. Pero
además, de acuerdo con Perelman y Olbrechts-Tyteca (1989), la argumentación es
retórica porque las posibilidades de significado son interminables, porque
existe una flexibilidad necesaria y porque se administran las incertidumbres
semánticas (connotaciones, etc.) y la naturaleza afectiva de las relaciones
entre los hablantes.
Por
consiguiente, toda situación comunicativa implica una situación argumentativa
donde se negocian unas posiciones interpersonales, y se construye una realidad
a través de marcas formales que implican modalizaciones (de certidumbre, de juicio,
etc.); justificación de posiciones; presencia de argumentos colectivos (y
genéricos); presencia o ausencia de argumentos fundados sobre los valores
personales del hablante; funciones lógicas reemplazadas por conexiones
sintácticas; conectores micro-estructurales entre oraciones; un orden
macro-estructural en el texto (el orden de una historia, etc.); una función superestructural
de acuerdo con el tipo de texto utilizado, etc. En definitiva, se construye una
realidad con un registro determinado, tanto en estructura constituyente como funcional.
Halliday,
en su enfoque del registro, enfatiza la unión sistemática que hay entre la
organización de la lengua (conceptual, interpersonal, textual) y la
organización del contexto (campo, tenor, modo). Unión que es considerada mas
bien una “realización” desde dos perspectivas: a) desde la perspectiva del
contexto, en cómo los diferentes tipos de campo, tenor y modo realizan, condicionan el significado
conceptual, interpersonal y
textual. b) desde la perspectiva de la lengua, en cómo las diferentes
elecciones conceptuales, interpersonales y textuales realizan, construyen,
diferentes tipos de campo, tenor, modo.
Así,
estas tres funciones “organizadoras del significado" (Halliday y Hasan.
1985:12) realizan un acoplamiento argumentativo en tanto que:
— la función interpersonal organiza la realidad social de la gente que interactúa diciendo algo a
través de la lengua, y negocia la estructuración discursiva de los roles de los
participantes (tenor);
— la función conceptual organiza o
proyecta la realidad alrededor de nosotros, y construye la acción social (campo);
— la función textual organiza los significados interpersonales y conceptuales en los
textos de una forma coherente y relevante, y desarrolla la organización
simbólica del texto (modo).
Pero, en
todo este acoplamiento argumentativo, usar la lengua es ante todo interactuar
con otras posiciones, y ello trae a un primer plano la acción interpersonal
(donde se maneja un determinado discurso
de acuerdo a unos valores actitudinales), con respecto a la interpretación del
mundo según nuestra experiencia (realizando una estructuración conceptual o
representativa), y organizando el texto como un producto (construyendo unos
propósitos retórico-textuales).
Por tanto
la representación y categorización de la
experiencia desde la función conceptual, como la estructuración del flujo
de la información, desde la función textual, tienen una perspectiva interpersonal,
y una orientación argumentativa. En esta
perspectiva y orientación, la subjetividad de lo probable y lo preferible en
los interlocutores, y sus posiciones ante el uso de la lengua, marcarán, en
función de sus intenciones comunicativas: la manera de seleccionar y de organizar
el texto, sus posiciones ante sus respectivas representaciones del mundo, y la
relación interpersonal que se establezca entre ellos. Todo ello indicando la
elección de una determinada modalidad, a instancias del discurso y de acuerdo a
unos valores sociales, culturales y textuales.
2. MARCADOR LINGÜÍSTICO ESENCIAL: EL SISTEMA
DE MODALIDAD DE LA LENGUA
En todo este panorama comunicativo, es
necesario distinguir, de acuerdo con Stillar (1998), dos dimensiones diferentes
de significado interpersonal: posicional, relacional. El primero está asociado
con el tema que se construye de forma oral o escrita, y tiene que ver con la
expresión de las actitudes, intenciones y evaluaciones. El segundo tiene que
ver con los recursos lingüísticos que construyen las relaciones entre ambas
partes de interlocutores: hablante/escritor y oyente/lector. Pero además, es
necesario tener en cuenta que en estas dos dimensiones median varios elementos
(Lemke, 1992:86):
a)
las actitudes, intenciones y evaluaciones que los hablantes ejecutan,
b) y el sistema de intenciones y evaluaciones
específicas (posibles actitudes divergentes) de la comunidad en la cual el
texto es construido con un significado particular.
En consecuencia, la lengua se utiliza para
comunicar, de acuerdo a unas intenciones, pero desde las posiciones
psicológicas de los interlocutores y a través de la proposición en el discurso
y en la interacción.
Todo ello genera como marco de acción discursiva,
el sistema de modalidad de la lengua.
Es decir, un marco de
actitudes, intenciones y evaluaciones que los interlocutores y la comunidad
lingüística tienen para intervenir en el significado discursivo y en la
construcción del texto. Aquí, en el significado discursivo y en la construcción
del texto, este sistema (el sistema de modalidad de la lengua) actúa como marco para la construcción y negociación del
significado mediante la selección y la realización de los rasgos lingüísticos
(el léxico, la sintaxis, la entonación, los acentos prosódicos, los verbos
modales, el énfasis, los adverbios y las locuciones adverbiales, el flujo de la
información, etc.), paralingüísticos (la fuerza de voz,
tono, rapidez, vacilación, entonación, etc.), y extralingüísticos (los gestos, la mirada, etc.). Y cualquier enunciado, en mayor o menor
grado viene moralizado no solo en el ámbito de los rasgos lingüísticos sino
también paralingüísticos y extralingüísticos:
“In
everyday communication it manifestly matters a great deal what weight we are to
attach to an utterance. A statement may be said emphatically, without
qualifications, and we know that we are being asked to believe that it is true.
Or it may be hedged with ‘I think’, ‘it may be that’. Perhaps it is spoken with
a rising intonation like a question, and we know that the speaker is offering
the statement more tentatively. Or it may be said with a laugh or an ironic
sarcastic tone, and we know that the speaker does not believe in the statement
at all.” (Hodge y
Kress, 1988: 121).
Pero además, teniendo en cuenta el carácter
intersubjetivo de la comunicación y de los mecanismos lingüísticos que los
hablantes eligen en las diferentes situaciones comunicativas, podemos
claramente afirmar que la modalidad constituye el acto enunciativo del discurso
y de la construcción del texto. En este
sentido, y de acuerdo con
Hodge y Kress (1988), el
sistema de modalidad de la lengua interviene siempre, y lo
hace en todo acto semiótico:
“Consequently
all utterances (to use a verbal analogy) are modalized. What does vary is the
use of modality either to affirm the ‘security’ of the classification system
asserting its ‘truth’ or its status as ‘reality’, or to bring the security of
the system into question, challenging its status as ‘truth’ or as ‘reality’:
calling it ‘fiction’ rather than ‘fact’, for instance.” (Hodge y Kress, 1988: 123)
Desde esta posición, vemos a la
“modalidad” como el rasgo lingüístico esencial (o marcador esencial) de la
actualización de la lengua: indicando una determinada fuerza argumentativa, y marcando una posición o punto de vista. Este rasgo lingüístico esencial, constituido como el
sistema de modalidad de la lengua, establece una proyección entre los
interlocutores y en el
uso de la lengua, desde
donde se producen los demás
rasgos lingüísticos que constituyen
un determinado proceso discursivo y producto textual:
“All
signifiers with an appropriate structure can become conjoined with social
signifies, to produce modality signs. Very many aspects of verbal language,
perhaps all, can then be seen as performing modal functions, structuring the
relationship of the participants and their perspective on the status of aspects
of the mimetic plane. This includes, for instance, questions, statements,
commands (the traditional grammatical category of mood); tense (‘past’,
‘present’); deixis (this/that, here/there, the/a); so-called hesitation
phenomena (‘sort of’, ‘umm’, ‘er’, ‘kind of’, ‘you know’, etc.).” (Hodge y Kress, 1988: 124-5).
En
consecuencia, las formas lingüísticas se ponen en funcionamiento para crear
formas de comunicación a varios niveles: desde el léxico hasta el estilo del
discurso. Y a través las que pueden considerarse las tres características
modales de la lengua (Maynard, 1993): la interaccionalidad (la lengua como
actividad comunicativa y socializadora entre los interlocutores), la
subjetividad (la lengua como expresión de una conceptualización interior del
hablante) y la textualidad (la lengua como una unidad cohesiva y coherente de
discurso).
Nuestro
planteamiento quedaría esquematizado de la siguiente forma:
Marcador lingüístico esencial
Con este
esquema ubicamos a “modalidad” en el centro de la interacción interpersonal
entre los interlocutores, proyectándose y funcionando hacia ambas direcciones,
conceptual (vocabulario, sintaxis) y textualmente (flujo de la información).
Consideramos, pues, que “modalidad” se sitúa como rasgo lingüístico, en el
centro de la función interpersonal de la lengua, y, por tanto, como factor prominente, en la dinámica argumentativa y en la retórica interpersonal que se establece entre el hablante y el auditorio. No olvidemos que en la perspectiva del hablante está
también la perspectiva de su auditorio.
Halliday sitúa a la “modalidad” en la perspectiva del hablante y adjunta a la proposición:
“Modality
represents the speaker’s angle, either on the validity of the assertion or on
the rights and wrongs of the proposal; in its congruent form, it is an adjunct
to a proposition rather than a proposition in its own right.” (Halliday, 1994: 362)
Recordemos
que la proposición es tal, debido a que ella es la lengua usada para
intercambiar información:
“When language is used to
exchange information, the clause takes on the form of a PROPOSITION. It becomes
something that can be argued about – something that can be affirmed or denied,
and also doubted, contradicted, insisted on, accepted with reservation,
qualified, tempered, regretted and so on.” (Halliday, 1994: 70)
Y que emitir una proposición es emitir unas
intenciones, unas vertebraciones de interés, de consecución, de evitar o
conseguir algo (Martínez-Dueñas, 2003:39).
Hodge y
Kress (1988) sitúan a la “modalidad”
en las posiciones que puede haber entre los interlocutores, y que apelan a la
“verdad” y a la “realidad” para fundamentar la construcción social del
significado:
“The
modality of a message, then, is not a single or simple truth value. It is
nearly always a complex, even contradictory package of claims and
counter-claims.” (Hodge y
Kress, 1988: 127)
Para Hodge y Kress (1988: 124-5), la verdad y
la realidad son categorías que marcan acuerdos o desafíos sobre el estado
temporal del sistema semiótico. La verdad describe la relación de los
participantes en el proceso semiósico con respecto al sistema de clasificación
que está en juego en ese proceso. La realidad es la descripción hecha por los
participantes de esa parte del sistema de clasificación que es sostenido como
seguro, sólido y que está en juego en la interacción.
Leeuwen (1999), considerando que los semióticos sociales han extendido el concepto de “modalidad” más allá de la lengua, a la comunicación no verbal, afirma que la cuestión de la verdad
juega su rol en cada tipo de comunicación: estando, siempre, la modalidad relacionada a los valores del grupo social en el que se crea:
“In
this view, modality is of course no longer only associated with representation,
and it could be argued that the word ‘true’ is therefore inappropriate, since
‘true’ must always be true to something. On the other hand, it could also be
argued that in everyday language we do use words like ‘real’ and ‘true’ in relation
to food, and that ‘truth’ is, in the end, ‘true to the values held by the group
whose truth it is’, rather than ‘true to some kind of objective reality’.” (Leeuwen, 1999: 158)
En estas ubicaciones de “modalidad” se puede situar lo que
Plantin (2002: 8) expone
como una de las aportaciones de los sofistas a la argumentación común: la
antifonía: la práctica
sistemática de contraponer discursos. Es decir, a todo discurso le responde un contra-discurso producido desde otro punto de vista
y proyectando una
realidad diferente.
Por ejemplo, teniendo en cuenta todo lo
anterior, podríamos considerar la situación comunicativa entre una pareja
sumergida en una situación difícil para salvar su relación afectiva. Y donde
ella le deja una breve carta a él con la intención de aclarar posiciones y
malentendidos. Podríamos considerar que en esta carta, el texto es construido
en una dinámica argumentativa y desde
una modalidad de formas lingüísticas repleta de actitudes hacia a otra posición, la de su pareja (la cual constituye otra modalidad de formas lingüísticas) no expresa en este texto, pero latente en él a modo de
subtexto y haciendo que este texto
tenga una determinada intención y actitud comunicativa. De modo que, las actitudes hacia la verdad y la realidad
con respecto a la posición de su interlocutor impregnan
toda la selección y estructuración textual, es decir, toda la negociación del significado. En esta negociación del
significado, podríamos muy bien encontrar:
— una
actitud o propósito comunicativo hacia su interlocutor (su pareja);
— una intención y una promesa hacia la posición de su interlocutor;
— un estado mental o un sentimiento acerca de la dinámica posicional y
relacional entre los dos interlocutores;
— un movimiento argumentativo de contraste con lo expresado
anteriormente;
— una posibilidad acerca de la acción y
evaluación de las posiciones y relaciones entre los dos interlocutors, por
ejemplo: I can 't think and all I can say
to you is please forgive me because
I know what I’m doing is the best thing for you.
— una evaluación concluyente y una necesidad que su interlocutor tiene
que realizar ante la dinámica posicional y relacional entre ambos;
— un movimiento argumentativo concluyente, compuesto de una
evaluación-deseo en contraste con una probabilidad, por ejemplo: I love you, but it would never work out.
En
definitiva, en toda esta negociación del significado, podemos observar como a
través de la expresión de la modalidad (expresión de actitudes, evaluaciones,
deseos, intenciones, contrastes, probabilidades, etc.) se controla la selección
del vocabulario, la estructuración sintáctica y el flujo de la información.
La lógica
generalmente asume que “modalidad” es una propiedad de las proposiciones,
colocándola en la función conceptual de la lengua (Hodge y Kress, 1988: 124). Halliday
entiende que “modalidad” tiene que ver con la relación de los participantes en
una interacción verbal y en un contexto social, situándola como parte de la
función interpersonal de la
lengua, y extiende el marco del sistema de modalidad de la lengua más allá de
los verbos auxiliares, para cubrir con él a todos los elementos que realicen
esa función, como pueden ser los sustantivos, los adjetivos, o cualquier otra
forma o expresión.
Nosotros, desde la perspectiva de Halliday, nos
situamos en la posición de Hodge y Kress, quienes entienden, desde la semiótica
social, que:
“…all
utterances, all texts, given their social provenance, will always bear signs of
modality; and given the semiosic function and origin of every item in a text,
all items will be bearers of the traces of this activity and will therefore
express modality.” (Hodge y Kress,
1988: 124)
Y desde esta posición, enmarcamos el sistema de
modalidad de la lengua en las dos dimensiones del significado interpersonal que señala Stillar (1998: 32): posicional (las actitudes, intenciones, y evaluaciones de los interlocutores
en la construcción del texto) y relacional (los recursos lingüísticos que
construyen las relaciones entre los interlocutores). Para
Stillar (1998: 33) no se puede hacer una distinción fácil entre los recursos
lingüísticos que construyen la dimensión posicional y aquellos que construyen
la dimensión relacional. Estos recurso, al actuar e interactuar con la lengua
se extienden a lo largo de las estructuras léxicas y gramaticales.
Pero
además, situamos en este marco
los recursos lingüísticos, que realizando las funciones conceptual, interpersonal
y textual de la lengua, intervienen de una forma más marcada en la naturaleza
retórico-argumentativa de la lengua. Así, tal como se muestra en la figura
anterior (Marcador lingüístico esencial), en el centro de la
actualización de la lengua, y como marco de la realización lingüística de éste,
se sitúa “modalidad” (la modalidad del sistema de la lengua), el cual abarca de manera central a todos los
recursos de la función interpersonal de la lengua (deixis / términos de tratamiento, modo,
vocabulario (técnico/formal/coloquial,
léxico actitudinal, oraciones circunstanciales), sintaxis (hipotaxis v. parataxis)). Y dentro de este marco, a los lados, se sitúan los recursos que
realizan la representación y categorización de la experiencia (vocabulario,
transitividad, relaciones lógico-semánticas (sintaxis)), y la estructuración del flujo de la información
(tematización, cohesión, tipografía, cualidades de la voz).
3. EL SISTEMA DE MODALIDAD
La lengua codifica nuestra experiencia pero
además juega un rol crucial en nuestra relación e implicación con la gente. Las
selecciones en la lengua son solamente explicables como medio para comunicar en
esta misma relación social. Pero en una relación social donde las actitudes
personales, las emociones, las diferentes voces sociales (dentro del concepto
de polifonía) y la subjetividad marcan las selecciones y las expectativas en el
uso de las formas lingüísticas y sus significados. Además, la representación
lingüística de una dada situación siempre implica un grado de verdad al asignar
un determinado grado de verdad a esa representación. Sin embargo, la modalidad
expresa no tanto la real y objetiva verdad como la verdad vista por los
hablantes. Esta condición puede tener un efecto tan limitado en la lengua que
la sociedad desarrolla a menudo claras convenciones de uso. Así, de acuerdo con
Leeuven (1999: 156), la gente utiliza los recursos de modalidad de la lengua
para negociar la verdad de las representaciones, o para imponer verdades en
aquellos sobre quienes ellos quieren tener o tienen poder, y ellos lo hacen de
esta forma para llegar a una visión compartida de como el mundo es, a una
concepción común de la realidad, que puede ser luego usada como base para el
enjuiciamiento y la acción. Así, tal como ha sido descrito por Halliday (1985),
los recursos de modalidad de la lengua no solamente permiten asignar diferentes
grados de verdad a una representación, sino que ellos permiten también la
elección entre diferentes clases de verdad. En consecuencia, la lengua es un
instrumento de control igual que de comunicación (Kress y Hodge, 1979):
“Linguistic
forms allow significance to be conveyed and to be distorted. In this way
hearers can be both manipulated and informed. Language is ideological in
another, more political, sense of that word: it involves systematic distortion
in the service of class interest.” (Kress y
Hodge, 1979: 6)
De modo que, la lengua juega un rol vital en
la construcción de la realidad, y sus usuarios (hablantes o escritores) asignan
modalidad a sus aserciones para expresar como de verdaderas a ellos les
gustaría que estas representaciones fuesen tomadas. Sin embargo, justamente
como Hodge y Kress (1988: 124) mantienen, la modalidad de un mensaje no es un
simple y sencillo valor de verdad, es casi siempre un complejo e incluso
contradictorio paquete de demandas y contra-demandas. Todas estas
consideraciones nos conducen a toda una dinámica argumentativa, donde el
sistema de modalidad de la lengua proporciona al hablante la realización de las
estrategias argumentativas adecuadas para obtener la adhesión de su auditorio.
Pero la modalidad, además de estas funciones
y de estar siempre presente, en cada acto semiótico[1] (Hodge
y Kress, 1988: 123), constituye un procedimiento retórico-lingüístico que marca
el grado de adherencia de los interlocutores (fuerte o moderada, de
incertidumbre, de repulsa, etc.) a sus enunciados. Ella expresa: a) el grado de
compromiso a la verdad de las proposiciones que los hablantes construyen, y b)
las posiciones de conveniencia o de deseabilidad de los hablantes (sus
actitudes) con respecto al significado que ellos comunican. Así, mediante de la modalidad, los interlocutores
proyectan una intervención o una actitud personal en el contenido de la
proposición, a través de tales nociones como: certidumbre, posibilidad,
probabilidad, necesidad, volición, obligación, permiso, duda, deseo, lamento, cotidianeidad…
Estas nociones expresan una construcción de la realidad de acuerdo con las
actitudes de los interlocutores (habiendo una alta expresión de la modalidad),
frente a una construcción que expresa la realidad tal cual es, y que puede ser
calificada con un grado de muy baja modalidad.
De manera
general, la modalidad puede llevar a cabo dos importantes funciones
comunicativas, llamadas respectivamente modalidad epistémica (el
hablante comenta y evalúa el contenido de lo enunciado) y modalidad no epistémica (el
hablante interviene en la construcción de ese contenido)[2]:
“a)
to comment on and evaluate an interpretation of reality;
b) to intervene in, and bring about changes
in events.” (Downing y Locke, 2002: 383)
Por otro
lado, Kiefer (1997: 243) afirma que la esencia de la modalidad consiste en la relativización
de la validez del significado de la frase para un conjunto de mundos posibles.
Kiefer examina dos tipos de modalidad que se han distinguido en la literatura
lingüística:
– modalidad epistémica -epistemic modality- (basada
en el conocimiento del hablante),
– modalidad deóntica (radical) -deontic (root) modality- (basada en los estados
mentales o físicos o circunstancias exteriores).
Esta última, modalidad radical, comprende al menos, los siguientes
tipos de modalidad: modalidad deóntica (tiene que ver con las leyes, normas y
expectativas), modalidad disposicional (basada
en las disposiciones de los agentes), modalidad circunstancial (derivada de varias circunstancias
externas e internas), y modalidad bolomaica -boulomaic modality- (expresa los deseos del hablante).
Pero la
principal diferencia entre modalidad epistémica y modalidad radical, según Kiefer, es que la primera se
construye en términos de relaciones lógicas, y la segunda se basa en
inferencias prácticas. La primera (modalidad epistémica) se ha desarrollado desde la segunda (modalidad
radical), y ello trae como consecuencia que la acción de inferir se ha
convecionalizado: las inferencias prácticas se han desarrollado en unas
inferencias lógicas.
De
acuerdo con Givón (1984), la lógica, tal como lo ha hecho la lingüística, ha
tratado también con diferentes tipos de modalidad, pero asumiendo que la
modalidad es una propiedad de las proposiciones, y colocándola en la función
conceptual de la lengua, en contraste con la teoría de Halliday que la coloca
en la función interpersonal, en la relación entre los participantes de una
interacción verbal. Givón señala una
distinción hecha por la lógica:
“In addition to
the cardinal modalities true and false, translated in language as ‘affirmative’
and ‘negative’, the logical tradition also established several modes of truth,
three of which turn out to be of particular interest to linguists:
(15) Traditional modes of truth
a. Necessary
truth (analytic in the Kantian/Peircean tradition)
b. Factual
truth (synthetic in the Kantian/Peircean tradition)
c. Possible
truth (conditional in the Kantian/Peircean tradition).”
(Givón, 1984: 252)
Además de estos dos valores centrales de
modalidad (epistemic modality y root modality), se han propuesto una variedad
de taxonomías. A este respecto, es importante tener en cuenta otro tipo de
modalidad:
― modalidad dinámica (basada en la posibilidad o necesidad física)
que es considerada como una subclase de modalidad radical (Palmer, 2001) o una
clase con igual estatus a modalidad epistémico y radical (Huddleston and Pullum
et al., 2002).
Hodge y
Kress (1988: 121-8), desde la perspectiva de la semiótica social, afirman que
la modalidad describe la posición de los participantes en el proceso semiósico
hacia el estado y el estatuto del sistema de clasificación del plano mimético.
Lo cual incluye categorizaciones de personas sociales, lugares, relaciones,
etc. Recordemos que Hodge y Kress (1988: 5-6) consideran que el mensaje (la
forma semiótica más pequeña que tiene una existencia concreta) está constituido
de dos planos: plano semiósico, plano mimético. En el primero, el
mensaje es orientado a un proceso semiótico, a un proceso social. En el
segundo, el mensaje es acerca de algo, está conectado al mundo. Ellos (pág.
124) hacen corresponder “plano semiósico” con el componente interpersonal.
Aquí, la modalidad viene a significar no
solo una relación entre el mensaje y un conjunto de referentes, sino también
una relación entre los participantes en el acto semiótico. De esta forma, tal
como hemos tratado anteriormente, todas las expresiones, todos los textos, dado
que tienen una procedencia social, llevarán signos de modalidad. La cuestión
está en el grado de modalidad que pueda haber en un determinado texto:
“Given
that what is at issue is the question of ‘affinity’ or lack of affinity of the
participants with the system (and thereby with each other) we can speak of a
modality of high affinity (with the system) or of low affinity (with the
system), or alternatively of ‘high’ or ‘low’ modality.” (Hodge y Kress, 1988: 123)
Zaefferer
(2005) distingue cuatro grandes grupos de categorías modales: modalidades de
acción (relacionadas principalmente con las habilidades de hacer), modalidades
generales, modalidades actitudinales y modalidades ilocutivas (relacionadas con
los tipos de actos ilocutivos). El establecimiento de estas categorías obedece
a la consideración de que la cognición humana se organiza alrededor de las
categorías centrales de acciones, actitudes e ilocuciones.
Con todo,
el hablante comunica sus actitudes hacia la certeza, la probabilidad, lo preferible,
a través de unos procedimientos que pueden ser muy variados, y que funcionan
para construir, de acuerdo con Stillar (1998), valores o estimaciones en dos dimensiones
de modalidad:
a) Positional: los recursos léxicos y gramaticales funcionan
para construir una actitud del hablante hacia el contenido conceptual o
proposicional del texto.
b) Relational: las estructuras léxicas y gramaticales se implican en la construcción
de formas de interacción del hablante con su auditorio, tales como indicar permiso,
obligación. etc.
Por
ejemplo, todos los casos de usos de verbos modales serían asociados a si ellos
funcionan para construir unos valores posicionales o relacionales (Stillar,
1998:35).
En definitiva,
a) las actitudes, intenciones, y evaluaciones que los interlocutores tienen, y
b) el sistema de posibles, específicas, y divergentes actitudes, intenciones, y evaluaciones de la comunidad en la que
el texto que se construye tiene un
significado: están siempre presentes, cualquiera que sea la categoría gramatical, adjetivos, substantivos,
verbos, adverbios... o cualquiera
que sean las construcciones y expresiones utilizadas. Esta presencia denotará una cierta modalidad, en una escala de alta a baja, y en dos dimensiones: posicional, relacional. Donde, también hay que
tener en cuenta las
connotaciones, así como las diferentes voces subyacentes (por ejemplo, en las frases o expresiones ya hechas, dichos, proverbios, expresiones idiomáticas,
clichés, etc., siempre hay una
voz ideológica subyacente que marca su actualización o uso). Este tipo de expresiones[3]
tiene una función interpersonal relevante:
“…the selection of a fixed
expression is nearly always significant with respect to the interpersonal
component, either directly, because it is communicating an attitudinal point or
a reaction, or, less directly, because it lexicalizes a mitigation of the
message or pre-emption of disagreement: by choosing to use a stereotyped
formula, the speaker/writer can be deliberately vague, less directly assertive,
but less open to question or refutation by appealing to shared cultural values…” (Moon,
1994: 117-127)
Contribuyendo
a lo que podríamos
llamar “una escala y dimensión
(positional, relational) del sistema de modalidad de la lengua", destacamos los siguientes recursos, que, además,
satisfacen, de alguna manera, los
requerimientos de la interacción
comunicativa en la naturaleza argumentativa de la lengua[4].
A. Procedimientos propios a la expresión de la
modalidad tales como:
― verbos
modales auxiliares: can, could, may, might, must, ought, will, would, shall, should; y los semi-modales (que son modales en
ciertos usos) o modales marginales: need, dare, used to;
― verbos léxico-modales auxiliares, o modales
semiauxiliares con (compuestos con) be
o have: be able to, be about to, be apt to, be bound to, be due to, be going to, be liable to, be likely to, be certain to, be sure to, be meant to, be to, be unlikely to, be supposed
to, have to, have got to, had better, would rather, would sooner;
― verbos lexicales de realizacion (de
action): allow, beg, command, forbid, guarantee, guess, suggest, promise, warn, advise, beg, request, thank, order, acknowledge, apologise, name, etc.;
― verbos de conocimiento, predicción o
evaluación: think, know, wonder, suppose, feel, like, seem, tend, appears, believe, guess, foresee, approve, dislike, etc.; of doubt, desire: wonder, wish, hate, etc.;[5]
― adverbios o frases adverbiales modales: possibly, certainly, actually, maybe,
hopefully, thankfully, obviously, certainly, probably, surely, perhaps, normally, usually, kind of, surprisingly, curiously, admittedly, in a way, in effect, so to speak, up to a point, etc., o expresiones modales (equivalentes al uso de
algunos de los verbos precedentes): it is
assumed that, there is good reason to
believe that, etc.;
― adjectivos modales: possible, probable, likely, perhaps, maybe, sure, etc., y adjectivos y adverbios evaluativos: lucky, luckily, fortunate, un/fortunately, happy, happily, mistaken, mistakenly,
regrettable, regrettably, technically, statistically, logically, geographically, etc.;
― nombres modales: possibility, probability, chance, likelihood, etc.;
― otro tipo de léxico atitudinal, tal como:
adjectivos enfatizantes: absolute, complete, utter, perfect, ...,
adverbios de grado: unbelievably, absolutely, extraordinarily, somewhat, amazingly, positively, remarkably, wonderfully,…; adverbios de manera: effectively, peculiarly, beautifully, truthfully, splendidly, sensibly, …,
verbos que atribuyen propósitos y razones para hablar: admit, allege, assure, boast, deny, dispute, grumble, object, plead, promise, refuse, swear, ..., y los recursos lingüísticos
llamados hedges[6],
mediante los cuales un hablante evita comprometerse con una afirmación,
pregunta, u otro modo de expression, que puede no ser correcta, acceptable, o
estar equivocada, etc., o mediante los cuales este hablante opera, simplemente,
de una forma metalingüística: as it were, so to speak, as far as I can see,
something rather like, or whatever it
is/to be called, let’s say, so-called, as you call it, shall we say, could you perhaps…?, and that sort of thing, kind of, in any way, etc.;
― algunos
usos de if-clauses, el uso del pasado
remoto (I thought…), y el uso de
items no asertivos tales como any;
―
expresiones introductivas, o constructivas tales como: It is certain that…, it is
necessary that…, which is a pity,
which was a good thing, que permiten
al hablante intervenir con su actitud en el intercambio comunicativo;
― algunos
tipos de entonación (fall-rise) y el
uso de la vacilación, en la forma oral; ya que la entonación es indicadora de
una determinada fuerza retórica y puede marcar una determinada actitud en el
hablante;
― el
uso (en la lengua escrita) de comillas para hacer distante un enunciado o, al
contrario de cursivas para darle valor;
― construcciones
genéricas, proposiciones generalizadas que afirman una verdad universal, realizadas
en una sintaxis reminiscente de proverbios o leyes científicas: Talk slowly but think quickly; Don’t take good friends, good health or a
good marriage for granted.[7]
B. Procedimientos
realizados desde la expresión de la modalidad, tales como:
● Modo:
En
términos de Halliday (1994: 68), se trata de la selección que hace el hablante
de un rol comunicativo determinado, reflejado en la situación de interacción
como una afirmación, una pregunta, un mandato o sugerencia o una exclamación, y
al hacerlo así, asigna (y desea) a su interlocutor un rol complementario. Para
Halliday, la oración se divide en dos partes: mood (subject, finite), residue (predicator, complements, adjuncts). Los elementos subject (un grupo nominal) y finite (parte de un grupo verbal)
se unen íntimamente, se combinan para
constituir: un modo[8] declarativo, interrogativo, imperativo (ausencia
de sujeto) y exclamativo. El elemento finite[9] hace que la proposición esté terminada, la circunscribe y la presenta
como algo que es argumentado y sobre lo que se puede argumentar. Esta relación
de proposición a su contexto en el acto de habla puede ser hecho de dos
maneras:
− por
referencia al momento de hablar; mediante primary
tense (el uso del pasado, presente o futuro haciendo referencia al momento
de hablar): una proposición puede llegar a ser argumentable por tener su
relevancia en el acto de habla o acto comunicativo específico en estos términos
temporales;
− por referencia al enjuiciamiento de
probabilidades del hablante, o las obligaciones, implicadas en lo que él está
diciendo (el uso de modalidad): una proposición puede llegar a ser argumentable
por ser presentada como probable o improbable, deseable o indeseable. (Halliday,
1994: 75).
Pero
además, en la realización de todo ello tiene que haber una polaridad:
“POLARITY
is the choice between positive and negative, as in is / isn’t, do / don’t.
Tipically, in English, polarity is expressed in the Finite element; […]
However,
the possibilities are not limited to a choice between yes and no. There are
intermediate degrees: various kinds of indeterminacy that fall in between, like
‘sometimes’ or ‘maybe’. These intermediate degrees, between the positive and
negative poles, are known collectively as MODALITY.” (Halliday,
1994: 88)
Esta
polaridad, además de establecer que algo sea argumentable, establece en las
proposiciones (positive ‘it is so’, negative ‘it isn’t so’)
unas escalas de grados de probabilidad y grados de usualidad, que constituyen
la modalización. Y establece en las
propuestas (positive ‘do it’, negative ‘don’t do it’) unas escalas, de grados de obligación (command) y grados de inclinación (offer), que constituyen la modulación (Halliday, 1994: 89).
Por otro
lado, Sinclair y Coulthard (1992: 8-14), en la correspondencia entre las propiedades formales de la gramática y
las propiedades funcionales del discurso, afirman que los cuatro tipos de
oraciones, declarative, interrogative, imperative y moodless,
realizan veintiún actos del discurso. Ellos, para manejar esta correspondencia
entre gramática y discurso, sugieren dos áreas intermedias, donde las
selecciones distintivas pueden ser postuladas: situación táctica.
La situación incluye todos los factores
relevantes del entorno, las convenciones sociales y la experiencia compartida
de los participantes.
La táctica maneja los modelos
sintagmáticos del discurso, la manera en que los ítems preceden, suceden y se
relacionan unos con otros; entendiendo que es el lugar que un determinado item
gramatical ocupa en el discurso lo que finalmente determina qué acto está
realizando.
De acuerdo con esto, tenemos tres tipos de
categorías con correspondencia:
1) Las
categorías gramaticales, de acuerdo con la posición relativa del sujeto y del
verbo, clasificando la oración en declarativa, interrogativa o imperativa.
2) Las
categorías situacionales, de acuerdo con la información que utilizamos del
entorno no lingüístico, reclasificando estos ítems en afirmación, cuestión o
mandato.
3) Las
categorías discursivas, que son los tres principales actos del discurso que
probablemente ocurren en todas las formas del discurso hablado: elicitación (un
acto cuya función es requerir una respuesta lingüística, aunque ésta puede ser
sustituida por una no verbal tal como asentir con la cabeza o levantar la
mano), discursivo (un acto cuya función es requerir una respuesta no
lingüística), informativo (un acto cuya función es transmitir ideas, hechos,
opiniones, información con respecto a la cual la respuesta es simplemente saber
que se está escuchando).
En esta correspondencia, normalmente los
tipos gramaticales declarativo, interrogativo e imperativo realizan las
categorías situacionales de afirmación, cuestión y mandato, pero esto no
siempre es así. De las nueve combinaciones posibles, solamente hay uno del cual
ellos no pueden poner un ejemplo: la afirmación-mandato (imperative statement). Y normalmente, elicitacion, directive, informative son realizadas
respectivamente por los tipos interrogativo, imperativo y declarativo, pero hay
ocasiones en que tampoco es así.
Por último, añadir la distinción
que Givón (1984: 246) hace de dos amplios tipos de actos
de habla: informativo (realizado por el modo declarativo: acto de transferir
información a los demás), y manipulativo (realizado por los modos
interrogativo e imperativo:
actos de manipular la conducta de los otros). Givón
(1988: 247-8) hace la siguiente
caracterización de estos
dos amplios actos de habla:
a)
El manipulativo se asocia a un modelo de comunicación
y cultura de una "sociedad de amigos íntimos”, donde el conocimiento compartido para la interacción está claro, y todo lo que queda por hacer es tramitar el propósito real de la
comunicación. Su acto
prototipo tiene las siguientes características (las condiciones de su situación
social y comunicativa son): todos los temas están presentes y son accesibles
para los hablantes; toda la información pertinente es compartida; la cultura es
estable; los participantes pertenecen a un circulo social homogéneo, rígido y
cerrado; los participantes comparten un alto grado de empatía.
b) El informativo
se asocia a un modelo de comunicación y cultura
de una "sociedad de extraños, donde los interlocutores deben primero
–y hacerlo constantemente– crear, recrear y reparar el conjunto del
conocimiento compartido, el cual es requisito imprescindible para realizar la
transacción comunicativa esencial. Su acto prototipo tiene las siguientes
características (las condiciones de su situación comunicativa y social son): los
temas comunicativos pueden estar fuera del alcance de los hablantes; mucha de
la información pertinente no es compartida; el conocimiento compartido requiere
una periódica actualización; los participantes a menudo son extraños entre si,
y carecen de empatía.
● Deixis:
El término deixis es de origen griego, teniendo
el significado de `mostrar' o "señalar". Los elementos que realizan
esta acción se sitúan (enumerándolos de una manera general) en: una relación
entre hablante y oyente (I, you, my, your,…); una localización en el espacio con
respecto al hablante (here, there, this, that, which, what,…); una localización en el tiempo con respecto al momento en el que se
habla (now, tren,...); una dirección de movimiento.
básicamente con respecto al hablante (come, go,..); un tiempo verbal
(presente, pasado, futuro) con respecto al momento en que se habla: todas las
formas catafóricas y anafóricas que actúan en el interior del texto (deixis
cotextual o fórica); las formas que reflejan el estatus social de un hablante
con respecto a su oyente o a alguien más al que se hace referencia (formas
familiares, corteses, honoríficas, etc.)
La
deixis forma parte del sistema de modalidad de la lengua, situando la información
con respecto a un contexto determinado (Werth, 1995: 49). Y en esta
caracterización de la deixis, hay dos principales factores: la “espacio-temporalidad” comunicando una información localizada
en esas coordenadas, y la “egocentricidad”,
haciendo la información direccional (Werth, 1995: 65). Así, en la oposición que
se establece entre los términos I–here–now,
indicando cercanía al hablante, y los términos he / she / there
/ then, indicando distancia con respecto al hablante, hay una organización
subjetiva de la realidad, y una posición subjetiva del hablante. Esta
subjetividad viene dada por la situación retórica que se da entre los
interlocutores (adaptándose contextualmente para lograr el objetivo
comunicativo, mediante un proceso cooperativo) y a través de los ejes:
a)
espacio-temporal (la producción e interpretación subjetiva de estas
coordenadas),
b) y
personal (la relación que se establece entre la egocentricidad[10]
del hablante y su auditorio), para así, establecer entre ellos unas coordenadas
mutuas.
De modo que, los elementos deicticos son
gramaticalizaciones y lexicalizaciones de una información referencial que es
procesada contextualmente, y de esta forma traen a un primer plano la
relación entre el sistema de la lengua, la subjetividad del codificador y el
contexto comunicativo (Green, 1995: 12).
Y, además de contribuir a la interpretabilidad del mensaje por parte del oyente
y a la cooperación comunicativa, designan las diferentes posiciones en la
argumentación, donde, de manera relevante, el hablante hace unas selecciones
deícticas, y el oyente tiene unas expectativas al respecto.
En
este sentido, Birch (1993: 43-4),
considerando que todos los tipos de textos son distintos actos imperativos con
el objetivo de influenciar los pensamientos y acciones de los demás, afirma que
nuestras selecciones gramaticales y léxicas no son elecciones inocentes. Y
argumenta que 1os desplazamientos deícticos señalan diferentes puntos de vista
que señalan diferentes realidades, las cuales determinan o son determinadas por
(múltiples) ideologías.
● Formas de tratamiento:
Las
diferentes formas de tratamiento (address
terms) juegan un importante rol en dirigir y moverse por las relaciones
sociales. Al igual que los pronombres personales, los nombres personales u
otros términos, pueden ser utilizados como un signo de solidaridad, pero además
como un medio de distanciamiento o de acercamiento amistoso o íntimo en la
interacción comunicativa. De modo que, la distancia social entre los hablantes
puede ir desde el uso de términos distantes como My Lord, Sir, etc., pasando por el uso de nombres propios como Mary, John, etc., hasta el uso de términos que indican un
acercamiento como darling, Money, etc.
● Vocabulario:
El vocabulario representa significados que
son estables y genéricamente compartidos (Givón, 1984: 48). Pero, aunque esto
contribuya a representar y a categorizar la experiencia (función conceptual), el
vocabulario tiene una marcada función interpersonal en la experiencia
comunicativa. Así, el vocabulario que los hablantes tienen a su disposición
para manejar tiene una funcionalidad argumentativa fuerte: la estructura léxica
de un texto es siempre dirigida a un auditorio, y el léxico mental de la
persona (como un conjunto distintivo y cambiante de relaciones y procesos (Fowler, 1996: 214)), está
siempre participando, consciente o inconscientemente, en alguna posición
ideológica. Pero a la funcionalidad del léxico contribuyen tanto el léxico que
señala relaciones como el léxico que señala contenido.
Por lo tanto, basándonos en esta tradicional
distinción entre palabras funcionales y palabras de contenido, podemos
distinguir dos tipos de vocabulario funcionando argumentativamente:
1) Palabras de contenido. Ellas activan
materiales cognitivos más extensivos y diversos, y pueden obtener imagines
mentales y emociones más pronunciadas que las palabras funcionales (Beaugrande y
Dressler, 1981: 142). Estos materiales cognitivos administran el significado
que realiza el proceso ostensivo-inferencial, y contribuyen a conferir
significado a las diferentes posiciones o puntos de vista en la interacción
comunicativa.
De modo que, activar el significado de una
palabra supone una selección actitudinal
(y por tanto modal) por parte
del hablante con respecto a su auditorio; y supone, para el proceso
comunicativo, activarlo:
— en su campo
semántico (donde hay conjunto de sentidos que esa palabra puede actualizar
en diversos contextos).
— en su campo
léxico (donde hay una serie de términos que reenvian a una misma realidad o
a un mismo concepto),
— y en
su red semántica (donde hay un
trabajo de tejido semántico que asegura la coherencia y la significación del
texto).
En todo este panorama, un determinado registro de
modalidad puede tener un vocabulario más marcado con respecto a otro más
central y menos marcado. Respecto a ello, Carter (1988: 9-10) entiende que el
léxico que no es marcado en su uso, lo constituyen las palabras más normales y
básicas disponibles para un usuario de la lengua. Y se refiere a ellas con el
término de core vocabulariy
(vocabulario central). Socio-lingüísticamente, este vocabulario puede ser
considerado como el recurso más natural y regular en unos textos determinados.
Desde los aspectos contextuales del concepto de registro, Leckie-Tarry (1995:
125) afirma que cuanto mayor sea el grado de centralidad de una palabra, más
neutral será con respecto a campo y tenor. En el examen de la estructura léxica
y el rol de los items lexicales en el discurso, Carter (1988: 10) concluye que
el reconocimiento de centralidad (coreness)
en el vocabulario puede capacitarnos para identificar unos grados de
expresividad en el vocabulario, y para empezar a aislar las clases de
vocabulario expresivo no neutral que sería marcado por connotaciones
ideológicas o expresivas.
Pero, la relación entre léxico e ideología
también implica la oposición de términos relevantes (entre nombres, verbos,
adjetivos, adverbios), procedentes de campos lexicales contradictorios, aislados
o en serie, y apelando a un sistema de valores en los cuales dos polos se
encuentran opuestos, y donde uno es valorizado y el otro desvalorizado (just / unjust; reality / appearance; individuality / collectivity; wonderful / awful…). Esta oposición puede ser encontrada bien en el uso de un
vocabulario común o bien en el uso de un vocabulario más técnico.
Finalmente,
de acuerdo con Biber et al. (1999: 1047), las rutinas conversacionales tales
como thanks, thank you, please, bye, sorry,
etc., (historicamente derivadas por ellipsis de expresiones oracionales más
elaboradas) tienen una naturaleza interactiva de cortesía o respeto, y en
consecuencia un significado proposicional actitudinal en los intercambios tales
como peticiones, saludos, ofertas y disculpas. Estas rutinas constituyen
términos de significado proposicional que han sido gramaticalizados
funcionalmente para facilitar la interacción.
2) Palabras funcionales. Ellas facilitan
el proceso ostensivo-inferencial, y por lo tanto ellas facilitan los
movimientos argumentativos. Ellas tienen unas funciones logico-lingüísticas,
contextualizando y orientando hacia algunas conclusiones. Estas palabras
funcionales tienen que ver, de una manera particular, con los conectores
pragmáticos en la conversación coloquial (Briz, 1994, 1998), y con los
conectores y operadores argumentativos (Anscombre y Ducrot, 1988), y de una
manera general, con los marcadores discursivos[11]
(Aijmer, 1984, 1986a, b, 1987; Edmonson, 1981; Erman, 1987; Östman, 1981;
Schiffrin, 1987; Schourup, 1985).
Anscombre
y Ducrot (1988) han estado particularmente interesados con la articulación de
la argumentación al nivel micro lingüístico, donde estos conectores y
operadores (but, for, so, even, because, thus, etc.) pueden
ser utilizados como precursores de conclusiones específicas. Moeschler (1985: 60-4) distingue entre conectores
introduciendo argumentos (well, indeed, given that, but,…), y
conectores introduciendo conclusiones (then, so,
thus, therefore, however,…). Nielsen
(1996) estudia como los marcadores cuasales (because, therefore, so,
for, thanks to, a cause de,…) cubren diferentes tipos
de relaciones causales, y como ellos son usados en el discurso para argumentar
en favor o en contra de un particular punto de vista. Fauconnier (1995) considera
que los conectores (preposiciones, adverbios, conjunciones,…) son como
constructores de espacio (space-builders).
Éstos (space-builders) son
expresiones lingüísticas que establecen nuevos espacios mentales. Y, estos
espacios mentales son campos que nosotros establecemos al hablar o escuchar, y
que nosotros estructuramos en roles, estrategias y relaciones. Así, estos
constructores pueden establecer espacios con una dimensión temporal (in 1929), espacial (in the factory), hipotética (if…
then…), etc.
Por lo
tanto, las palabras funcionales desempeñan, de alguna manera, una función
relevante en la dinámica argumentativa del texto. Así, el conector and refleja la orientación argumentativa
idéntica entre dos oraciones, el conector therefore
conduce a una conclusión, el conector concesivo but introduce refutación a lo que se está diciendo (una orientación
argumentativa de contraste u oposición entre dos oraciones), y el conector thus precisa las consecuencias de la
parte del mensaje que le precede (y conduce hacia una conclusión). Pero igualmente las mismas funciones las pueden
realizar otros conectores sinónimos de but
(however, nevertheless, nonetheless, in contrast, after all, although,…), y
de thus (so, that’s, why, consequently, then, accordingly, hence, in conclusion, thereafter, because of this,…). Lo mismo sucede con otros conectores y sus
sinónimos, por ejemplo, as (due to the fact that, given that,…), since (indeed, because, for example, actually,…),
indeed (for, for example, moreover, actually, because, namely,…),
etc., y otras expresiones con valor equivalente (this proves that…, it is
clear from this… that…, etc.).
Por otra
parte, Edmonson (1981: 81) señala que hay varias verbalizaciones lubricativas
que son empleadas estratégicamente para fomenter los objetivos conversacionales
del hablante. Ellas se caracterizan omo una clase de comodines (fumbles or gambits), y pueden
considerarse como comienzos en falso (false
starts), fenómenos de vacilación, expresiones conversacionales (expresiones
estandarizadas o formulas fijadas) para facilitar el mantenimiento o el cambio
de turno de palabra en la conversación. Pero, Edmonson (1981: 153 y sigs.) afirma
que, adicionalmente, sirven diferentes propósitos en la realización de los
actos ilocutivos. Y los caracteriza de la siguiente forma:
–
Starters (well, well now, oh well, y
ruidos que pueden ser gráficamente representados como oh, uh, er,
hmmm, etc.), significando que el hablante tiene algo que decir;
– Let-me-explains (I mean, …), reforzando lo que el
hablante está intentando comunicar;
– Underscores (I’ll tell you what, the thing is, it’s just that, (the) point
is, I can tell you, don’t you worry about that, really, actually, in fact), dirigiendo
especial atención a lo que sigue, precede, o está en curso en el acto
comunicativo;
– Cajolers (you know, please, don’t forget that, you must
admit, let’s face it, just think, don’t you see that, do you
know), buscando hacer la ilocución más acceptable para el oyente;
– Asides, sirviendo
para llenar un vacío conversacional, cuando el hablante por cualquier causa
(incluyendo la reflexión) no está disponible para hablar.
Entendemos que todas estas expresiones
realizan una función modalizadora y argumentativa, en cuanto que se sitúan en
la interacción interpersonal, y en la perspectiva con respecto a lo que se está
diciendo, bien por parte del mismo interlocutor, bien por parte del
interlocutor contrario.
● Sintaxis:
Un texto es codificado y realizado mediante
un conjunto de unidades semánticas, que a su vez se realizan mediante unas
unidades sintácticas[12],
y todo ello funcionando pragmáticamente en una proyección interpersonal. Es en
este marco interpersonal, donde, mediante la sintaxis, disponemos de o
enmarcamos la realidad. Tal como lo plantea Halliday (1994: xiv), la sintaxis
implica “proceeding in a particular
direction”. Una manera de proceder, donde la lógica de la lengua natural se
construye mediante unas relaciones funcionales-semánticas,
en dos dimensiones sistemáticas: un sistema de interdependencia o táctico: parataxis
e hipotaxis, y un sistema lógico-semántico o una relación entre procesos:
expansión/proyección (Halliday, 1994: 216). Estas dos dimensiones suponen la conexión
de todas las oraciones o proposiciones que un hablante o escritor construye
como un fenómeno discursivo.
En la semiótica social, Hodge y Kress (1988: 111)
definen a las estructuras hipotácticas
como unos significadores transparentes de complejas estructuras socials
ordenadas jeráquicamente, y asociadas a una “solidaridad orgánica”; y a las estructuras
paratácticas como unos significados transparentes de una organización
social menos compleja, y con unos lazos de solidaridad más fuertes y limitados,
y asociados a una “solidaridad mecánica”.
Todo ello situado en el código de la lengua, y marcado por significadores de
poder y solidaridad. En contraste con estas consideraciones, es interesante
observar como, de acuerdo con Bloor y Bloor (1995: 228), investigaciones
previas han mostrado que los hablantes nativos de Inglés utilizan más
estructuras hipotácticas que paratácticas en el discurso hablado y planificado.
En cualquier caso, la interiorización de las
reglas sintácticas implica que ellas puedan aplicarse bien automáticamente e
inconscientemente, o en situaciones de rigurosidad y reflexión. Ambas
situaciones comunicativas suponen elecciones con respecto a las actitudes y
propósitos del hablante y los efectos que él desea conseguir en su auditorio.
● Transitividad:
De acuerdo con Halliday (1994: 106-107), nuestra
impression de la experiencia se centra con más fuerza en que ella consiste de
sucesos (happening, doing, sensing, meaning, and being and becoming), puestos en
orden a través de la gramática de la oración. Ésta es un modo de acción, de dar
y demandar bienes, servicios e información, y un modo de reflexión, de imponer
orden en la infinita variedad y flujo de sucesos. Y esto es logrado mediante el
sistema de la transitividad, que construye el mundo de la experiencia en un
conjunto manejable de tipos de procesos. Entre estos procesos, el material (los
procesos del mundo externo –experiencia externa), el mental (los procesos de
consciencia –experiencia interna) y el relacional (aquellos de clasificar e
identificar) son los tres importantes tipos de procesos en el sistema de
transitividad.
Sin embargo, Hopper y Thompson (1980) consideran a esta noción,
además de un fenómeno gramatical (en el nivel de la oración: construcción del
verbo con el objeto directo), como un puente entre el discurso y la sintaxis:
constituyendo un número de facetas de transferencia de la acción de un
participante a otro. Y donde los rasgos de la transitividad están relacionados
con foregrounded y backgrounded (aspectos fundamentales de
la estructura narrativa) en el discurso. Hopper y Thompson (1980: 252) dan una
lista de las características de la transitividad con sus valores altos y bajos.
● Flujo de
la información:
Entre el hablante y el oyente se establece
una interacción dinámica que proyectas, hacia ambas direcciones, lo que Tomlin
et al. (1997: 65) llama “integración del conocimiento” y “manejo de la
información”, una teniendo influencia sobre la otra y viceversa. De acuerdo con
ello, Tomlin et al. (1997: 66 y sigs.) señalan cuatro hilos centrales en el manejo de la información, y tres
niveles de granularidad en la interacción del discurso. El control del hablante
sobre el flujo de la información que transmite al oyente, dependerá de un
control efectivo de cuatro tipos distintos de información:
1. Manejo
retórico: los objetivos y las intenciones de la interacción del discurso
coaccionan grandemente el contenido proposicional de la producción y la
construcción de lo que es oido.
2. Manejo
referencial: hay conceptos que son compartidos por ambos interlocutores, y aquí
la información dada[13]
representa un referente compartido para ambos, y consiste un referente de
activación cognitiva.
3. Manejo
temático: hay conceptos y proposiciones que son más centrales o importantes
para el desarrollo del discurso que otros, y lo son en cuatro áreas
interrelacionadas:
a)
el tema o tópico situado al nivel de la oración: el tema es sobre lo que se
construye la oración, el punto de partida de la oración, y el centro de
atención de la oración;
b)
el tema situado en un nivel más alto como es el párrafo o el discurso: relacionado
al tema global, la estructura semántica global de un discurso, que puede
expresarse por su título o por su resumen;
c)
la relación foregrounding (proposiciones
relacionadas a los conceptos o eventos claves del discurso) / backgrounding (proposiciones que
elaboran o proporcionan información secundaria) en el discurso;
d)
los apuntalamientos cognitivos del manejo temático, y en particular la relación
de tema a los procesos cognitivos de la memoria, la atención y la consciencia.
4. Manejo
de enfoque: ciertos conceptos y proposiciones son más novedosos e inesperados
desde el punto de vista del oyente; y estos conceptos nuevos o proposiciones
constituyen el objetivo de la expresión del hablante y lo que el hablante desea
añadir a la representación mental de su oyente. El enfoque (focus) está relacionada a la noción
cognitiva de prominencia (salience), es
la información que sobresale desde otra información.
Además,
en el manejo de la información interviene la construcción de una coherencia (o
integración del conocimiento) por parte de los participantes, a través de unos
niveles jerárquicos (niveles de granularidad en la interacción del discurso):
1. Coherencia
Global: tiene que ver con lo que trata el conjunto de la conversación,
narración.
2. Coherencia
Episódica: sensible a unidades de escala más pequeñas que contribuyen a la
coherencia global, pero que exhiben una esencia propia.
3.
Coherencia Local: tiene que ver con la contribución de las oraciones o
expresiones individuales.
Todo
esto nos conduce a lo que Tomlin et al. (1997) llama “the conduit
metaphor of discourse”:
“…the
speaker packages his intended meaning into a textual artifact. This artifact,
in essence, contains the meaning intended by the speaker. It is conducted to
the listener in either spoken or written form. The text is then unpacked and
its meaning extracted from the text artifact by the listener.” (Tomlin et al. 1997: 64)
En este “artefacto” textual, adquieren
relevancia en la interacción
interpersonal los siguientes aspectos:
—
Tema[14]. Se
trata de una orientación, una perspectiva o un punto de vista (Martin, 1992: 489).
La tematización tiene que ver con la configuración contextual del texto, y en
parte es debido a la plasmación en el texto de la percepción de la realidad del
hablante (McCabe y Alonso, 2001). Tema puede considerarse como información
conocida (Prague School) y como una categoría en la estructuración oracional,
la cual se realiza en una posición inicial del mensaje (Halliday, 1994;
Downing, 1991). O puede también considerarse como una categoría en la
estructuración y desarrollo del discurso, conectando con lo que ya se ha dicho
(Brown y Yule, 1983: 133), y proporcionando al receptor una orientación y un
marco para la interpretación del mensaje (Fries, 1995: 318). Así, de acuerdo
con Mccabe y Alonso (2001: 3-4), tema, siendo formalmente el elemento inicial
de la oración, combina funcionalmente la expresión de la percepción de la realidad
del hablante y los intereses del hablante en comunicar esa percepción de la
realidad. Ellos consideran que tema es una elección o estrategia lingüística
con dos trayectorias:
a) Cognitiva (a través de unas estrategias
cognitivamente motivadas), en el sentido de que se refiere al mundo de la
experiencia: señala la relación entre el pensamiento en la mente del hablante y
su expresión en el discurso (Vasconcellos, 1992), y es la idea representada por
el constituyente al principio de la frase (Bloor y Bloor, 1995: 72). Su
selección está influenciada por la manera en la que el hablante percibe la
realidad, y en la manera que el hablante intenta transmitir esa percepción
cognitiva a sus lectores.
b) Comunicativa (a través de unas
estrategias comunicativamente motivadas) en el sentido de que tiene un rol
discursivo (es muy común encontrar varios modos de tematización interactuando a
través de un texto, y el mismo modo de tematización ocurriendo en diferentes
tipos de textos): un modo específico de tematización puede ser empleado con
diferentes propósitos en diferentes tipos de textos (Loftipour y Rezai-Tajani,
1996).
Son pues, dos trayectorias motivadas
cognitiva y comunicativamente, donde la selección de las distintas opciones de
tematización vendría determinada por la percepción específica de la realidad
junto con los factores contextuales o situacionales. Y estas opciones estarían
gobernadas por factores textuales e interpersonales, y restricciones
gramaticales.
Las selecciones de tema proporcionan importantes
incursiones en la interpretación conceptual e interpersonal de los textos. Pero
la progresión temática desempeña un papel importante en una representación
textual donde no todas las partes del texto tienen la misma importancia
comunicativa, y donde el hablante pretende un determinado efecto en su
auditorio. Ya que una parte de la información es más relevante y central a los
objetivos comunicativos. Además, en esta red de recursos lingüísticos, la
selección de tema tiene también una relevancia interpersonal asociada a la
selección del modo declarativo, interrogativo o imperativo.
— Dinamismo
comunicativo. El dinamismo comunicativo se refiere al modo en que
cualquier elemento de la oración contribuye al desarrollo de la comunicación,
moviendo la comunicación hacia delante. Cualquier elemento lingüístico,
aportando significado, participa en el desarrollo de la comunicación. En el
acto de comunicación, algunos de estos elementos son más dinámicos que otros,
lo cual induce a hablar del dinamismo comunicativo. este dinamismo es
desplegado por los elementos lingüísticos para el cumplimiento de un propósito
comunicativo. Y en la medida en que un elemento contribuye a este desarrollo, y
asume una posición en él, despliega un grado de dinamismo comunicativo. Este
grado es un valor adquirido por el elemento lingüístico en el acto de
comunicación. La distribución de los grados de dinamismo comunicativo sobre los
elementos que constituye la oración induce a ésta a funcionar en una
determinada perspectiva (Functional
Sentence Perspective). Lo mismo se aplica a estructuras de rango inferior
(frases, palabras, morfemas) y superior (párrafos, textos): ellos funcionan en
una determinada perspectiva debido a la distribución de los grados de dinamismo
comunicativo a través de sus constituyentes.
El grado de dinamismo comunicativo que un
elemento lingüístico puede llevar viene dado por el relativo valor
informativo-comunicativo que adquiere en el desarrollo de la comunicación y en
el cumplimiento del propósito comunicativo. Cuanto más próximo esté a esta
realización, más valor o importancia informativa-comunicativa tendrá el
elemento lingüístico:
“A
context-independent element comes closer to the fulfilment of the communicative
purpose, in other words, to the completion of the communication, than a
context-dependent element; it is therefore communicatively more important and
carries a higher degree of CD. Context-dependent elements that are more firmly
established within the thematic layer contribute less to the further development
of the communication than those context-dependent elements that are not so well
established in it; in regard to the fulfilment of the communicative purpose the
former are less important than the latter; they carry lower degrees of CD.” (Firbas,
1992: 105)
Pero, el valor o la importancia informativa
(comunicativa) puede ser juzgada desde varios puntos de vista, y desde un marco
retórico con: infinitas posibilidades de significado, incertidumbres semánticas
(connotaciones….), y la naturaleza afectiva de las relaciones entre los
hablantes. De acuerdo con Martínez-Dueñas (2002: 2), este marco retórico abarca
el desarrollo de la acción comunicativa y su realización lingüística en
términos de principios y de organización. De modo que podemos decir que el
grado de dinamismo comunicativo llevado por un elemento lingüístico estaría en
armonía con su fuerza retórica.
A todo esto nos parece importante añadir un
planteamiento que Firbas abre: la manera en que la emotividad afecta a la
distribución de los grados de dinamismo comunicativo. Indudablemente ésta es un
asunto retórico y situado en la función interpersonal de la lengua:
“By
the emotive component of an utterance I understand the emotional attitude that
is taken up by the speaker in regard to the reality conveyed and that is
expressed by him with linguistic means.” (Firbas, 1992: 147)
Firbas (1992: cap.7) modifica los principios
de orden de palabras de Mathesius (1975), y en vez del principio de énfasis él
habla del principio emotivo, dándole cierta centralidad. Este principio:
“…
orders the words in a way that strikes the recipient as more or less out of the
ordinary. This is due to the fact that the same words can appear in an order
that does not create such an impression of unusualness. The unusual order
fulfils an additional communicative purpose not served by the usual order, and
is in this sense marked.” (Ibíd: 118)
Además, Gilbert (2001) reitera que la emoción
(implicando actitudes y deseos) juega un rol significativo en la argumentación,
donde es completamente posible que las perspicacias sicológicas están y son
requeridas para diseccionar convenientemente y analizar las formas de argumento.
— Cohesión.
A través de la cohesión, el hablante desarrolla un tema racionalmente, e indica
cuales son las partes prominentes y subordinadas de un argumento o una
historia. La relación de cohesión en el texto establece que la interpretación
de algunos elementos presupone, y es dependiente de otra. Estos dos elementos
pueden existir ambos dentro del texto, o uno de ellos puede tener su existencia
fuera del texto (en el contexto). Si un referente existe fuera del texto, la
relación es más implícita, pero si existe dentro, la relación es más explícita.
Sin embargo, la dislocación de esta cohesión puede ser una estrategia
intencionada y significativa. Así, mediante la cohesión se estructura el
mensaje, relacionando unas partes a otras, e indicando sus importancias (Halliday y Hasan, 1976, 1985), pero
siempre de acuerdo con la intención comunicativa para con el auditorio. Se
trata de crear una textura en el discurso, por medio de cuatro importantes
recursos:
−
referencia: dos o mas expresiones en el texto hacen referencia a la misma
entidad, cosa o idea, y tomados como un punto de referencia para algo que
sigue;
−
elipsis: la omisión de palabras, grupos u oraciones, por causa de que ellas
pueden ser presupuestas;
−
substitución: para evitar la repetición de una palabra o grupo de palabras,
substituyendo el item;
−
conjunción: el vínculo cohesivo entre oraciones o algunos fragmentos de texto
más largos, estableciendo una relación significativa entre ellos;
−
relaciones léxicas: la continuidad mantenida por la elección de palabras: la
elección de un item se relaciona con las elecciones que han ocurrido
anteriormente.
Por otra parte, Hasan (1985: 125 y sigs.) distingue dos grandes
categorías de recursos que contribuyen a la cohesión de un texto, y que
nosotros entendemos que tienen gran relevancia en la dinámica interaccional de
la función interpersonal. Se tratan de:
a) Recursos endofóricos, donde la fuente
interpretativa está vinculada al cotexto. Es decir, son recursos
interpretativos que están explícitamente en el cotexto, y son de dos clases:
catafóricos (el referente está en el texto que continúa), y anafóricos (el
referente está en el texto precedente).
b) Recursos exofóricos, donde la
fuente interpretativa está vinculada al contexto de la situación. Es decir, son
recursos interpretativos que están implícitamente en el texto (siendo
recuperables desde el contexto de la situación) en varios grados:
−
formal exophoric: implicando ellipsis
del sujeto, y que puede ser: formulaic (elipsis
de los pronombres de primera y segunda persona, donde la interpretación está
determinada por el sistema de la lengua), non-formulaic
(elipsis de los pronombres de tercera persona, donde la interpretación depende
del contacto visual con el contexto situacional).
−
situational exophoric: implicando
referencia al conocimiento compartido por los participantes en la situación, y
que puede ser: instantial (el
referente es un elemento concreto en el contexto de la situación), indeterminate (el significado concreto
de un itam puede variar en su alcance o campo, así como en el uso de “the”), restricted (el referente está en la experiencia pasada y común de
los participantes).
Es indudable que la repetición constituye un elemento de cohesión. Y, un
constituyente cohesivo, e interviniendo en la coherencia local distinguida por
Tomlin et al. (1997) es la repetición intertextual (Andersen, 1993). Ésta
comprende el conjunto de expresiones convencionales, que a fuerza de haberse
repetido, están en el uso colectivo de los usuarios de la lengua. Para Andersen
(1993: 296-7) la repetición intertextual comprende: los marcadores discursivos,
los refranes, las unidades fraseológicas y cualquier expresión que tenga una
función retórica más o menos estandar.
— Prominencia.
Se trata de un recurso crucial que, de acuerdo con las actitudes e intenciones
comunicativas, da un mayor énfasis a una información sobre otra. En la lengua
hablada, y de acuerdo con Brazil (1985), prominencia es ese rasgo de
realización oral, que adherido a unas sílabas dan más énfasis a la palabra o a
la expresión, siendo su naturaleza esencialmente interactiva[15]. Así
pues, prominencia representa una selección entre paradigmas o conjunto de
posibilidades que un hablante tiene a su disposición en una situación
determinada (Brazil, 1985: 41).
Pero de
manera general, abarcando los dos registros (hablado y escrito), el concepto de
prominencia también puede estar asociado a las dimensiones textuales de
topicalidad (aquellas entidades acerca de las cuales se facilita o se require
la información en el discurso (Dik, 1997: 311)), y focalidad (aquellas piezas
de información que son más importantes o salientes con respecto a las modificaciones
que el hablante desea efectuar en un escenario comunicativo (Dik, 1997: 311)). Y
donde la prominencia es una de las principales indicaciones de la función de focus, ya que en el discurso ésta se
establece, de forma menos espontánea y frecuente, mediante medios tipográficos.
Por lo
tanto, las relaciones theme / rheme, given / new, el grupo
tónico, o la disposición tipográfica (especialmente en la escritura de la
prensa) son recursos (entre otros) que permiten al hablante indicar las partes
más prominentes de su mensaje de acuerdo con los propósitos comunicativos ante
su auditorio. Y en estos propósitos comunicativos, el factor actitud está
siempre: a) presente en los participantes del acto comunicativo, y b)
utilizando el sistema de modalidad de la lengua.
Por último, es necesario terminar este
apartado añadiendo que la negociación del significado y las relaciones
interpersonales de poder juegan un importante rol en las interacciones sociales
de cada día. Y todos estos recursos lingüísticos y comunicativos que se han
destacado en este apartado llevan una considerable carga semántica como
expresión de la retórica interpersonal. Donde las actitudes y expectativas de
los interlocutores intervienen en esa negociación del significado y en las
expresiones lingüísticas de la modalidad. Y el funcionamiento lingüístico y
comunicativo de estas expresiones de modalidad tiene que ver con los cambios
que se suceden en el mundo y con las relaciones y estructuras de poder. Por
ejemplo, Xu (2009) interpreta el funcionamiento de la metáfora, como recurso
del sistema de modalidad, en la publicidad. Y concluye que este recurso
lingüístico se establece comunicativamente a través de la relación
interpersonal con los consumidores para ejercer influencias en sus actitudes
además de en sus conductas y llevar a cabo sus intenciones, logrando sus
propósitos comerciales.
4. CONCLUSION
El uso de
la lengua pone en primer plano la acción interpersonal: a) con respecto a la
interpretación del mundo que nosotros realizamos de acuerdo a nuestra
experiencia, y b) organizando el texto como un producto de esta acción y de
esta conceptualización. En esta acción, la modalidad está en juego siempre y
funciona como el procedimiento retorico-lingüístico destacado en la naturaleza
argumentativa de la lengua. En consecuencia, la modalidad puede
considerarse como el marco de la actualización lingüística de la lengua,
abarcando y ejecutando todos los recursos lingüísticos que realizan: a) las
actitudes, intenciones y evaluaciones de los hablantes en la construcción del
texto, b) las relaciones entre los hablantes/escritores y oyentes/lectores, c) la
representación y la categorización de la experiencia, y d) la disposición del flujo de la información. Todo esto, actualizado
dentro de una variedad de grados de modalidad, o en un sistema de modalidad que
se extiende desde una alta afinidad a una baja afinidad. Y siempre con una
intenciones comunicativas dentro de unas estructuras sociales y de relaciones
interpersonales.
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[1] “Social
semiotics cannot but rest on some general assumptions about society and meaning.”
(Hodge y Kress, 1988: 2)
[2] “Within
non-epistemic modality the term ‘deontic’ is used to refer to obligation and
permission.” (Downing y Locke, 2002: 383)
[3] “They appear to be more
frequent in spoken text than written, although to date there are few extensive
studies of their actual distribution. […]”
(Moon, 1994: 117).
[4] Para una visión de este planteamiento, la naturaleza argumentativa de la lengua, ver Carrillo (2008).
[5] Para un estudio en profundidad de la modalidad en los verbos ingleses, consultar: Palmer (1990), Quereda (1993), Verstraete (2001), Leech (2004)
[6] Para una descripción de estos operadores metalingüísticos en el discurso, ver a Aijmer (1986b).
[7] Para un estudio en profundidad sobre
la relación entre la expresión modal y el resto de la frase que la contiene,
ver a Papafragou (2000), Verstraete (2001), Butler (2003).
[8] “The
Mood is the element that realizes the selection of mood in the clause. It has
sometimes been called the ‘Modal’ element; but the difficulty with this is that
the term modal is ambiguous, since it corresponds both to
mood
and to modality.
The
remainder of the clause we shall call the Residue.” (Halliday, 1994: 74)
[9] Para un análisis de una cierta modalidad encubierta en contextos “non-finite”, ver a Bhatt (2006).
[10] La egocentricidad del hablante refleja una posición o punto de vista y su actitud en el acto comunicativo.
[11] Además de discourse markers, en la literature lingüística se han utilizado otras denominaciones: disjunct markers, discourse operators, clue words, cue words, cue phrases, discourse particles.
[12] Para una visión minimalista de la modalidad en la sintaxis, ver a Butler (2003).
[13] Prince (1981: 226-230) argumenta que la información dada puede
definirse a través de tres parámetros posibles, todos ellos en términos de
presunciones del hablante:
Previsibilidad: el hablante asume que el oyente puede predecir que un
determinado item lingüístico ocurra en una determinada posición dentro de la
frase.
Prominencia: el hablante asume que el oyente, al tiempo de oír la
frase, puede tener presente en su pensamiento alguna determinada cosa, entidad,
etc.
Conocimiento compartido: el hablante asume que el oyente conoce, asume
o puede inferir una determinada información.
[14]− Tema no es un concepto nuevo: de
hecho, Halliday lo remonta a los Sofistas. Y aunque resurgió con los lingüistas
de
− “Theme
incorporates two factors:
a. information which is known or obvious in the situation
b. information from which the speaker proceeds.”
(Fries, 1983: 116; en Leckie-Tarry, 1995: 137)
− Para aclarar términos que ocurren en una posición inicial del mensaje, podemos distinguir: Given como información recuperable o perteneciente al conocimiento o experiencia compartida de los interlocutores. New es la información, no recuperable, que añade algo nuevo acerca de Given. Topic es una categoría del discurso no estructural ya que da información acerca de lo que trata el texto.
[15] En esta naturaleza interactiva, Gumperz (1982) incluye los siguientes elementos:
“…(a)
intonation, i.e. pitch levels on individual syllables and their combination
into contours; (b) changes in loudness; (c) stress, a perceptual feature
generally comprising variations in pitch, loudness and duration; (d) other
variations in vowel length; (e) phrasing, including utterance chunking by
pausing, accelerations and decelerations within and across utterance chunks;
and (f) overall shifts in speech register. These are conceptual conflations of
variations in the three basic phonological dimensions of frequency, amplitude
and duration.” (Gumperz, 1982: 100)
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