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OPERACIONES ARGUMENTATIVAS
Lázaro Carrillo Guerrero
(Universidad de Almería)
Resumen:
La naturaleza argumentativa de la lengua, unida al
funcionamiento del diálogo en una relación retórica entre interlocutores, se
basa en las distintas posiciones posibles sobre la realidad que se construyen
mediante la interacción lingüística. En esta interacción, hay unas operaciones
relevantes tanto en el entendimiento de un argumento como en su producción
comunicativa. Se tratan tanto de unas regularidades comunes en el procesamiento
lingüístico y en la interacción comunicativa, como de unas estrategias
discursivas. Regularidades y estrategias, donde la acción argumentativa se
desarrolla sobre unas operaciones psico-lingüísticas y lingüístico-discursivas,
que podemos llamar operaciones argumentativas, y considerar que están en la
base de toda interacción. Estas operaciones argumentativas de base son: la
justificación (como forma de construir y estructurar la realidad), la
negociación (como propiedad inherente a la retórica en su acción comunicativa),
y la evaluación (como validez y aceptabilidad de la acción del discurso). A
ellas es necesario añadir otras operaciones que intervienen a nivel del
enunciado, en la interacción interpersonal, en la construcción textual y en la
discusión crítica.
Palabras clave: Argumentación, retórica,
estructuración textual, cognición, interacción, realidad.
Abstract:
The
argumentative nature of language is linked to the dialogue performance in a
rhetoric relation between interlocutors, and it is based on the different
possible positions that linguistic interaction builds about reality. In this
interaction, there are some relevant operations which are installed in the
understanding of an argument and in its communicative production. These
operations have to do with some discursive strategies and with some common regularities
in the linguistic processing and in the communicative interaction. In these strategies
and regularities, the argumentative action is developed upon some psycho-linguistic
and linguistic-discursive operations, which we can call argumentative operations
and consider that they are in the base of every interaction. These basic argumentative
operations are: justification (as a means of constructing and structuring
reality), negotiation (as a property that is inherent to rhetoric and its
communicative action), and evaluation (as the validity and acceptability of the
discourse action). To them, it is necessary to add other operations which
intervene in the utterance, in the interpersonal interaction, in the textual
construction, and in the critical discussion.
Key words: Argumentation,
rhetoric, textual structure, cognition, interaction, reality.
1. Introducción
La lengua es un sistema abierto que tiene
que realizar constantemente ajustes entre sus hablantes, y entre las ideas y
los conocimientos de éstos. Es en este sistema abierto para ser cerrado donde situamos
a la argumentación: en una relación retórica y de orientación entre
interlocutores que la acción de la lengua trae consigo por naturaleza. Esta
relación retórica se basa en los caracteres y estados del orador (ethos) y de su auditorio (pathos), habiendo entre ellos una
interacción pragmática. Y esta naturaleza argumentativa se basa en las
distintas posiciones posibles que sobre la realidad construye la lengua.
La lengua al significar y dar sentido a los
enunciados argumenta (Anscombre y Ducrot, 1988:5). Las expresiones lingüísticas
empaquetan la experiencia que tenemos del mundo y codifican los diferentes
puntos de vista que tenemos de ella, enmarcándose así en una determinada
ideología (Fowler, 1996:34).
Desde toda esta perspectiva, entendemos que la
argumentación está situada:
— En una
perspectiva sociolingüística, y ocupando una posición relevante en esas dos
perspectivas complementarias que Halliday (1978:10) llama intra-organism (los procesos cognitivos que están implicados en
hablar y en entender), y inter-organism
(el organismo humano en interacción con otros organismos humanos a través del
uso de la lengua).
— En una
perspectiva psicolingüística, desde la cual el contenido y los medios
lingüísticos empleados comunican una cierta
cantidad de información que el receptor necesita estimar, y constituyen una ruta o itinerario que, orientada de acuerdo a un propósito (goal-oriented), está ideada para obtener
una cierta influencia en las creencias, actitudes y conducta del receptor (o
auditorio), por medio de una representación que no solamente es enriquecida
sino que también es transformada y corregida en función de los objetivos del
hablante (o de los interlocutores) (Caron, 1992:165).
— En un proceso
comunicativo, donde se organiza mediante el sistema de representación cognitiva:
a) la presunción que los miembros de la misma
comunidad lingüística tienen de compartir culturalmente el mismo significado[1];
b) y el hecho de que las relaciones, cualidades, estados, etc., que la
información proposicional transmite pueden pertenecer al mundo externo, al
mundo mental interno, al mundo culturalmente mediatizado, o a varias
combinaciones de estos mundos.
Por consiguiente, nos situamos ante un
proceso de acción discursiva para determinar y acordar o consensuar
significados y negociar propósitos, divergencias, posiciones, relaciones, etc..
Donde se requieren unas operaciones determinadas (cognitivas, lingüísticas)
para la producción y el entendimiento de unos argumentos discursivos y
textuales, en consonancia con el carácter explícito e implícito de sus
premisas, y de acuerdo con la situación retórica en la que se ubican.
Las estructuras y
referencias lingüísticas no solamente reflejan lo explícito, sino que también
llevan una carga importante de lo implícito, sobre lo cual tenemos que inferir.
Ambos rasgos, lo explícito y lo implícito, son constantes en las estructuras
textuales. En estas estructuras, los contenidos explícitos son lógicamente
primeros, y sobre ellos se apoyan los contenidos implícitos para llegar
(inferir) al significado concluyente. Y en este significado concluyente, los
contenidos implícitos pesan más, en el sentido de que ellos juegan un rol
crucial en el funcionamiento de la máquina interactiva (Kerbrat-Orecchioni,
1998:6).
Y nos situamos ante una conducta lingüística
que está orientada al diálogo. Entendiendo que el
diálogo manifiesta las intervenciones de los interlocutores, y el monólogo lo
hace también pero con la particularidad de que una de ellas es latente[2].
Es decir, al menos, en todo texto hay una interacción implícita de diálogo:
cualquier estructura lingüística cumple su función comunicativa mediante el
proceso de intercambio entre emisor y receptor. Fowler (1996:149) habla de
diálogo implícito[3],
donde la lengua implica una interacción de puntos de vista y de valores. Y
entendemos que en este diálogo implícito se asientan las diferentes
operaciones, cognitivas, lingüísticas, discursivas, etc., que logran la
comunicación.
Por ejemplo, en un monólogo
interior centrado en el propio pensamiento de una persona sobre su situación
particular de relación de pareja, no hay ningún intercambio comunicativo entre
los interlocutores. Pero a este monólogo interior le podríamos llamar “diálogo
en silencio”, pues en él si hay una interacción con el otro interlocutor, y por
tanto una acción ilocutiva mediante unas construcciones lingüísticas (parataxis
y relaciones lógico-semánticas, modos declarativos o interrogativos, modalidades
no epistémico, etc.) orientando la propia realidad vivida. Son, pues, unas
realidades lingüísticas que tratan de representar y determinar la realidad y
experiencia de un interlocutor con respecto al otro interlocutor de pareja. Y
realmente, cada uno de nosotros realizamos cotidianamente este “diálogo en
silencio”, apoyándonos en estructuras textuales que dan significado a lo que
pretendemos determinar, negociar, posicionar, etc.
Este tipo de diálogo contrasta con el diálogo pronunciado donde hay un
intercambio comunicativo entre los dos interlocutores. Pero en ambos casos, el
funcionamiento lingüístico necesita del funcionamiento de la argumentación,
moviéndose a través de unas premisas implícitas (características de un diálogo
en silencio y compartido) y de unas conclusiones explícitas (características de
un diálogo pronunciado).
En definitiva, el
funcionamiento de la argumentación, y el funcionamiento de sus operaciones, están
estrechamente unidos al funcionamiento del diálogo (Dorval y Gundy, 1990; en
Golder, 1996:129). Y sin ese funcionamiento dialogal, posiblemente no habría
argumentación, y por lo tanto no habría lenguaje. En este sentido, Walton
(2006) considera al argumento como parte de un diálogo más amplio y donde la
respuesta correspondiente es dialécticamente relevante.
Además, hoy en
día es un hecho que la interacción comunicativa que están produciendo tanto las
nuevas tecnologías de la información y como el efecto de la globalización
evidencia que en el funcionamiento del diálogo y de las relaciones
interpersonales e internacionales, la argumentación está adquiriendo un factor
cada vez más prominente (ver Mitchell, 2008).
2. Operaciones argumentativas de base
“Understanding an argument requires that you create a mental
representation of a number of premises, that you distinguish between these and
remember them accurately, and them that you track the abstract relationships
established between them, until you reach the conclusion which the speaker
wishes you to reach.” (Brown, 1994:18)
Toulmin (1958), al definir un argumento
(como un movimiento entre premisas y conclusión), fusiona y distingue el acto
de argumentar, que puede ser considerado como un macro-argumento (a nivel del discurso), y los argumentos o micro-argumentos (a nivel de las
oraciones) que lo componen. Nosotros, basándonos en esta distinción, entendemos
que la argumentación o acto de argumentar puede ser tratado como unos macro-argumentos discursivos y unos micro-argumentos textuales, habiendo
entre ellos una relación de interdependencia y correspondencia, en consonancia
con el carácter explícito e implícito de sus premisas, y de acuerdo
con la situación retórica en la que se ubican. Con estos términos de
macro/micro-argumentos[4] pretendemos
diferenciar e identificar la argumentación en el discurso (proceso de la
situación comunicativa) y en el texto (producto, con unas estructuras
lingüísticas), con el matiz diferenciador de que las premisas explícitas se
plasman en el producto (en el texto), y las premisas implícitas están situadas
en el marco de su discurso. Así, la relación entre macro-argumentos y micro-argumentos
es la relación entre lo explícito y lo implícito. Es una relación que define a
la argumentación como discurso (proceso)
y como texto (producto).
Entendiendo,
además, que el uso de la lengua lleva implícito un contexto argumentativo,
donde intervienen: el espacio social y la coherencia ideológica-cultural de una
determinada comunidad lingüística; y el espacio individual y la intervención de
las actitudes-sentimientos-prejuicios de los interlocutores. Y en estos
espacios, la actividad argumentativa es reconocida como “uno de los fundamentos de la vida en sociedad” (Del
Caño, 1999).
Dentro de todo este marco, tanto en el
entendimiento de un argumento como en su producción comunicativa hay unas
operaciones relevantes, y que son constantes en la acción de la lengua. Pero,
hablar de operaciones significa que hay unas regularidades comunes en el
procesamiento lingüístico, y, desde nuestra perspectiva de la argumentación,
estas regularidades comunes también están en la interacción comunicativa. Aquí,
ellas obedecen a unas representaciones y construcciones que van en función de
lo que opera sobre nosotros al escuchar, y lo que opera sobre nosotros al
enunciar. Y todo ello con unas finalidades en cada
discurso: orientar al otro hacia un sentido, hacia una cierta concepción del
mundo.
La acción argumentativa se desarrolla sobre
operaciones psico-lingüísticas, y lingüístico-discursivas. Sus
estrategias son discursivas y por tanto lingüísticas. La interacción en el
discurso implica la producción de sonidos, la realización de gestos, la
formación de unas representaciones semánticas, la ejecución de unos actos de
habla, la toma y concesión de unos turnos de palabra, una negociación, o una
persuasión, etc. Todas estas realizaciones se ejecutan para comunicar ideas y
ser entendidos mediante el uso de la lengua. Este uso de la lengua lo
realizamos, bien como individuos, bien como miembros de un grupo social o una
comunidad lingüística, y con unas pretensiones de informar, impresionar,
persuadir, etc., a los demás, o de realizar actos sociales e
institucionalizados.
La realización de todo ello requiere de
unas operaciones, no narrativas, descriptivas, etc., sino de unas operaciones
argumentativas; las cuales consideramos que están en la base de toda interacción.
Interacción que está marcada por una cierta subjetividad, y que necesita de lo
que Antaki y Leudar (1992, en Golder, 1996:40) denominan validity-claims, unas declaraciones válidas que caracterizan al
tipo de discurso con el que se interaciona. Así, operaciones tan habituales
como: distanciarse del propio discurso, aproximar o distanciar este discurso al
discurso del otro, y considerar e integrar el contenido de los enunciados del
discurso del otro en el discurso propio, son operaciones argumentativas que
proporcionan funcionamiento a la interacción comunicativa, y lo hacen sobre la
base de una doble naturaleza: retórico-discursiva, y lingüística.
Entendemos que en la base de todo
(incluyendo estas operaciones menores, mencionadas anteriormente) hay dos
grandes operaciones argumentativas, la justificación
y la negociación. Y una tercera que,
de algún modo, está presente en las dos anteriores, la evaluación. Todas ellas son operaciones cognitivas que estructuran,
en el intercambio interactivo de producción / comprensión, las formas
lingüísticas y el significado, dejando en el texto un cierto número de
marcadores textuales, tales como por ejemplo, how, very, so,
well, that’s, because, etc., sacados del siguiente texto[5]:
[Extracto
de un programa de radio, donde el locutor, Bob
Grant (uno de los más populares y controvertidos locutores de los Estados
Unidos) recibe las llamadas de los oyentes para que den su opinión. El tema del
programa es a favor del racismo tan abiertamente que muchos oyentes afirman no
tomárselo en serio]
BOB
GRANT: Hello, Joe, you're on WABC,
what's on your mind?
FIRST
CALLER: Yeah, how are you doing? I wanted to talk about a very sympathetic
piece in yesterday's TIMES by Ira Berkow. It's about a sub-humanoid by the name
of Ron L. Williams...
BOB GRANT:
Ah! Yeah, Ron L. Williams! Oh, he's going to get a chance to play basketball!
FIRST
CALLER: The background: this kid's eighteen years old, 29 points a game, honorable
mention in the All-American team. The kid was in reform school, he had gotten
into trouble before and he got another chance. He came from a typical
background. His mother was a drug addict, his father was shot when he was three
years old and killed by his mother’s boyfriend. Supposedly, the kid had turned
himself around, became an honors student, top 10 per cent of his class, he'd
taken advanced placement courses, had met President Bush when Bush went to
speak at his school, he was one of the top 10 kids in the whole school. So what
happens to this kid?. He’s all set to go to
BOB GRANT:
Well, that's the only good thing he did was he paid for abortions. Better that
they had the abortions than produce other anti-social, miscreant prime like him.
FIRST
CALLER: Hah, hah, hah! Primates! That's perfect! That's a perfect description!
If you take a look at his picture, he looks like… he’s standing… he's sitting on a stairwell, but it
looks like it could easily be the monkey cage at the
BOB GRANT:
But he's very relaxed because there's graffiti all over the wall and he
relaxes when there's graffiti and dirt around him!
2ND
CALLER: I don't know, but I've also come to the conclusion that earth’s
endangered species is not the spotted owl, nor the humpback whale, it is the
white race. But there is an organisation fighting for us and it is called the
National
La justificación
y la negociación son dos operaciones
fundamentales, en el centro del discurso argumentativo, que utilizan las
capacidades lingüísticas y cognitivas para tratar la situación y producir unas
unidades lingüísticas apropiadas (Golder, 1996:14). Pueden ser, también,
consideradas como operaciones comunicativas utilizadas en todo tipo de
discurso, pero estamos convencidos de que las funciones comunicativas de la
lengua obedecen siempre a unas operaciones argumentativas.
La negociación, es una propiedad inherente
a la retórica, que implica una
negociación con el significado, con la estructura gramatical y con el auditorio,
y se establece en esa relación entre el significado propio del mensaje emitido
y el significado del mensaje funcionando en esa determinada situación
comunicativa. Considerando a la semántica y a la pragmática como las
realizadoras de esta negociación. Donde los tres niveles tradicionales
(semántica, sintaxis, fonética y fonología) se organizan en una gramática que
estructura el sentido de la comunicación mediante el discurso, y en donde la
semántica estructura, mediante la pragmática, el significado para lograr una
comunicación efectiva con el auditorio y en una situación determinada.
La justificación es una forma de construir
la realidad mediante el uso de la lengua, y de estructurarla retórica y
gramaticalmente. Construir la realidad implica una acción discursiva en la construcción del significado, mediante una lógica semántica (la
correcta construcción y estructuración del significado –well-formedness–) y una lógica pragmática (la correcta adecuación
comunicativa del significado construido –well-appropriateness–).
A ambas
operaciones las entendemos (por hacer una distinción) situadas,
respectivamente, en el marco de la argumentación centrada en convencer y de la
argumentación demostración. Entendiendo por demostración tanto una acción
lógica (de tipo lógico-matemático) como retórica (desarrollando un discurso racional, sin ese rigor formal, para
convencer al auditorio).
Con respecto a la operación de negociación,
queremos subrayar e insistir que ésta la entendemos en un sentido más amplio de
aquél que define Golder (1992, 1996): “para que un auditorio acepte una
opinión, el hablante debe de dejar espacio para la negociación”[6].
Nuestro sentido de negociación se establece en el procesamiento retórico de la
lengua, y a través de las tres macro-funciones,
conceptual, interpersonal, textual que determinan la naturaleza del uso de la
lengua (de acuerdo con Halliday). Aquí, se establece una relación entre el
significado propio del mensaje emitido y el significado del mensaje funcionando
en una determinada situación comunicativa. Así, el significado dicho (realizándose o negociado en la metafunción
conceptual), y el significado implicado
(realizándose o negociado en la metafunción interpersonal), conforman un/os
nivel/es de significado (realizándose, o negociados, en la metafunción
textual), que a su vez contribuyen a la fuerza retórica del significado. Y
donde el componente textual, de acuerdo con Halliday (1978:112-3), es el que
hace relevante a la lengua, marcando la diferencia entre la lengua que está
suspendida en el vacío y la lengua que está funcionando en un contexto
situacional. Así, entendemos que este componente textual canaliza y hace
relevante los niveles de significación y la fuerza retórica. De modo que la
retórica se revela en el texto. Pero considerando, de acuerdo con Fish
(1980:112), que los significados no están contenidos en los textos sino que son
interpretados, pragmáticamente, desde los textos, donde el sistema de creencias
y valores de los individuos realiza una parte de la construcción de ese
significado. De modo que la significación determina su propio sentido de
interpretación. Así, tal como afirma Ducrot, cada acto de enunciación contiene
en sí mismo la forma de comprenderlo (Ducrot, 2004).
Por consiguiente,
la negociación es una operación con un carácter retórico (donde las funciones
conceptual, interpersonal, y textual tienen una presencia relevante en los
niveles de significado que se canalizan en el texto), y constituye la
naturaleza misma de la lengua. Y de esta naturaleza negociadora de la lengua,
forman parte las operaciones de justificación.
Concordando con
este planteamiento, apreciamos cierto matiz, en el sentido de que la
justificación se desarrolla dentro del marco de la negociación, en las
afirmaciones de Golder y Coirier (1996):
“Justification
is much less complex linguistically than negotiation… Negotiation calls for
complex linguistic operations, such as counterarguments and complex management
of discourse, since the speaker must incorporate a dialogue mode into a
monologal activity…” (Golder y Coirier, 1996:273).
Con todo, la relación entre las operaciones
de negociación, justificación, y evaluación podría estar representada de la
forma expresada en la figura 1, teniendo como base la argumentación (o la
naturaleza argumentativa de la lengua) en un marco de interacción social y de
relación lengua-pensamiento, y como producto la estructuración lingüística de
la realidad (la estructuración textual) que actúa sobre el mundo y se sitúa
ante lo necesariamente o probablemente verdadero:
Figura 1:
Operaciones argumentativas
Sobre la base de la argumentación, y a través de las operaciones de negociación, justificación (ésta última se erige sobre la base de la
negociación) y evaluación (que tiene
lugar en todas las demás operaciones), se construye una estructuración lingüística de la realidad, que metafóricamente
puede considerarse como la punta piramidal (o la punta del iceberg). En
realidad estamos hablando de cinco operaciones argumentativas, donde las tres
operaciones argumentativas propiamente dichas (negociación, justificación,
evaluación) se procesan en una más grande, la argumentación o el discurso argumentativo, y se producen en otra
operación más: la estructuración textual
de la realidad.
Así, el texto
anterior nos presenta una estructuración lingüística acerca del racismo,
realizada en la situación comunicativa de un programa radiofónico, donde los
oyentes intervienen en una toma de turnos. Y esta estructuración lingüística se
caracteriza principalmente por:
― un modo declarativo, y unas expresiones con una
modalidad epistémico (comentando y evaluando una interdependencia de la
realidad), en general, donde los interlocutores tratan lo que dicen, de forma
categórica, como una realidad:
It’s about
a sub-humanoid by the name of Ron L. Williams…
This kid was in reform school,… Supposedly, the kid had turned himself
around,… Well, that’s the only good thing he did was he paid for abortions…
― alguna afirmación de modalidad no epistémica
(interviniendo en, y alterando o cambiando la realidad):
…but it
looks like it could easily be the monkey cage at the
―
un modo interrogativo, de forma particular, para:
-
dar paso a la toma de turno: what’s on your mind?,
-
saludar al interlocutor e iniciar su turno: how are you
doing?,
-
realizar una implicación semántica y pragmática, donde el
hablante pretende llevar al auditorio a inferir una determinada conclusión
implícita:
So what
happens to this kid? He’s all set to go to
― mayor número de relaciones sintácticas
paratácticas que hipotácticas, y unas relaciones logico-semánticas de
expansión,
―
una cohesión textual, entre los interlocutores, referencial anafórica:
FIRST
CALLER: …that he had to pay for abortions for both of the young women who were
impregnated by him.
BOB GRANT:
Well, that's the only good thing he did was he paid for abortions. Better that
they had the abortions than produce other anti-social, miscreant prime like
him.
FIRST
CALLER: Hah, hah, hah! Primates! That's perfect! That's a perfect description! If you take a look at his picture,…
― y en general, una relación estructural discursiva
de cadena, característica de una estrategia reflexiva o exploratoria; pero en
particular, una relación estructural discursiva paso a paso en la descripción
que se hace de Ron L. Williams:
FIRST
CALLER: The background: this kid's eighteen years old, 29 points a game, honorable
mention in the All-American team. The kid was in reform school, he had gotten
into trouble before and he got another chance. He came from a typical
background. His mother was a drug addict, his father was shot when he was three
years old and killed by his mother’s boyfriend. Supposedly, the kid had turned
himself around, became an honors student, top 10 per cent of his class, he'd
taken advanced placement courses, had met President Bush when Bush went to
speak at his school, he was one of the top 10 kids in the whole school.
Pero en la base
de esta estructuración lingüística hay una actividad argumentativa con las
operaciones de:
―
negociación, donde se negocian unos
significados retóricos, como por
ejemplo:
-
un matiz irónico y un símil:
I wanted
to talk about a very sympathetic piece in yesterday's TIMES by Ira Berkow. It's
about a sub-humanoid by the name of Ron L. Williams...
-
la intervención entre los interlocutores: what’s on your mind?/how are you doing?; y las cohesiones
referenciales entre los interlocutores (integrando el contenido de los
enunciados del discurso del otro en el discurso propio):
FIRST
CALLER: …that he had to pay for abortions for both of the young women who were
impregnated by him.
BOB GRANT:
Well, that's the only good thing he did was he paid for abortions. Better that
they had the abortions than produce other anti-social, miscreant prime like
him.
FIRST
CALLER: Hah, hah, hah! Primates! That's perfect! That's a perfect description!
If you take a look at his picture, he looks like… he’s
standing… he's sitting on a
stairwell, but it looks like it could easily be the monkey cage at the
BOB GRANT:
But he's very relaxed because there's graffiti all over the wall and he
relaxes when there's graffiti and dirt around him!
-
y partiendo de un punto de partida implícito y compartido,
en el que hay ya un acuerdo sobre ciertas actitudes a favor del racismo,
mantienen este acuerdo y lo refuerzan a través de los mensajes, y las formas
lingüísticas que se caracterizan, mayormente, por: un modo declarativo, y unas
expresiones de modalidad epistémica; integración del contenido de los
enunciados del discurso del otro en el discurso propio; y las entonaciones
enfatizadoras que intercambian con estos mensajes,
-
los modos interrogativos y la modalización que hay de
forma particular (queriendo intervenir en, y alterar o cambiar la realidad),
así como las construcciones y relaciones sintácticas, las lógico-semánticas, y
la cohesión textual,
― justificación,
donde se apuntala una conclusión determinada, mediante unas afirmaciones
declarativas (con una modalidad epistémica) tales como:
FIRST
CALLER: … It's about a sub-humanoid by the name of Ron L. Williams...
BOB GRANT:
Ah! Yeah, Ron L. Williams! Oh, he's going to get a chance to play basketball!
FIRST
CALLER: The background: this kid's eighteen years old, 29 points a game, honorable
mention in the All-American team. The kid was in reform school, he had gotten
into trouble before and he got another chance. He came from a typical
bakground. His mother was a drug addict, his father was shot when he was three
years old and killed by his mother’s boyfriend. Supposedly, the kid had turned
himself around, became an honors student, top 10 per cent of his class, he'd
taken advanced placement courses, had met President Bush when Bush went to
speak at his school, he was one of the top 10 kids in the whole school.
para
pasar a una implicación semántica y pragmática, en un modo interrogativo -
declarativo:
FIRST
CALLER: … So what happens to this kid?. He’s all set to go to
donde
el hablante, con estas justificaciones, pretende llevar al auditorio a inferir
una determinada conclusión implícita, y que Bob
Grant (el otro interlocutor) expresa:
BOB GRANT: Well, that's
the only good thing he did was he paid for abortions. Better that they had the
abortions than produce other anti-social, miscreant prime like him.
― evaluación,
que siempre esta presente, de alguna forma en toda estructuración lingüística,
y en el funcionamiento de las operaciones de negociación y justificación, y que
podemos observar en expresiones ubicadas tanto en el movimiento argumentativo
como en el movimiento entre interlocutores:
FIRST
CALLER: … about a very sympathetic piece in yesterday's TIMES… It's about a sub-humanoid by the name of Ron
L. Williams...
BOB GRANT:
Ah! Yeah, Ron L. Williams! …
FIRST
CALLER: Supposedly, the kid had turned himself around,… So what happens to this kid?... And what
happens?... Now that's not bad enough,
it's stupid enough…
BOB GRANT:
Well, that's the only good thing he did was he paid for abortions. Better that
they had the abortions than produce other anti-social, miscreant prime like
him.
FIRST
CALLER: Hah, hah, hah! Primates! That's perfect! That's a perfect
description!... but it looks like it
could easily be the monkey cage at the
BOB GRANT:
But he's very relaxed because there's graffiti all over the wall…
Para Golder
(1996:22-3), las operaciones de negociación y justificación son:
a) comunicativas
y están dirigidas a obtener algún efecto sobre el interlocutor,
b) observables en
el nivel de la superficie lingüística del discurso, y pudiendo realizarse en
estructuras más simples o más complejas,
c) constantes en
el discurso argumentativo, cualquiera que sea la situación de producción,
aunque dependiendo de los parámetros de ésta, se manifestarán de una forma más
o menos elaborada y diferenciada,
d) lingüísticamente
interdependientes, aunque la operación de negociación está lingüísticamente
subordinada a la operación de justificación[7].
Y para nosotros, además, ambas operaciones
orientan hacia unas conclusiones, y una necesita de la otra para ello. Es
decir, la justificación se asienta sobre la negociación y no al contrario.
Aquí, difiriendo con Golder, creemos que si hubiera que establecer una relación
de subordinación lingüística entre ambas (punto d)), ésta sería al contrario.
Nosotros consideramos a la negociación como una operación argumentativa mucho
más amplia (Golder se limita al proceso negociador entre dos puntos de vista)
con una dimensión retórica y gramatical (un proceso negociador con la
estructura gramatical y el significado, ante un auditorio) dentro de la cual se
organiza y se construye (se justifican) unos argumentos (ya lo hemos visto con
el ejemplo anterior, el texto nº 2). Es decir, la negociación tiene una
dimensión mayor que la justificación. Donde, dentro de este proceso negociador,
la justificación actúa como una especie de razón práctica que justifica las
elecciones de unos determinados valores y acciones. Creemos, pues, que la
argumentación es ante todo negociación.
Y su dimensión y realización, a través de una organización gramatical y estructuración semántica, podrían establecerse
mediante dos modelos, ambos incrustados el uno en el otro :
– El modelo retórico (Perelman y Tyteca, 1989), donde el
hablante se dirige a un auditorio con la idea de presentar unas buenas razones
para influenciar en la opinión de este auditorio.
– El modelo pragmático-dialéctico (Eemeren y
Grootendorst, 2004), donde los interlocutores
resuelven las diferencias de opinión examinando los diferentes puntos de vista.
La caracterización que Golder (1996:53 y
sigs.) hace de cada una de ellas es la siguiente:
– La operación de negociación (deja lugar
para eventuales contra-discursos, y por lo tanto tiene muy en cuenta al
destinatario) abarca operaciones, marcadas por medios lingüísticos, sobre: la
modalización (donde el locutor modula sus propósitos por medio de unidades
lingüísticas), la expresión y modulación de juicios, la contra-argumentación,
el contenido semántico del discurso, la construcción y delimitación del
referente, el modo discursivo, distanciación con respecto al discurso. También
pueden consideradarse formas de negociación, la ironía y el sobreentendido
(Kerbrat-Orecchioni, 1984). Esta operación contribuye más bien a la
admisibilidad de los argumentos, a su aspecto seductor. Ella (pág.58) toma el
concepto de admisibilidad de Miller (1986, 1987): un argumento admisible es el
que hace referencia a unos valores compartibles y compartidos por el grupo
social de pertenencia del locutor. Es la naturaleza misma de los argumentos, su
carácter más o menos admisible, la que está en el corazón de esta operación.
– La operación de justificación (que
proporciona unas razones para apoyar la posición defendida), más bien que
marcarse en unidades lingüísticas específicas y bien delimitadas (a pesar de la
presencia de conectores), lo hace en el contenido semántico de los argumentos,
y requiriendo una relación de encadenamiento entre enunciados (operación de
cohesión). Se trata de la función de “apuntalamiento” (Apothéloz y Mièville,
1985, 1989); o de claim-backing
(Antaki y Leudar, 1990) que enfatiza la pareja indisociable, en la base de la
argumentación, de “toma de posición – argumento”; o del modelo de Toulmin
(1958), donde los “datos” se conectan a unas justificaciones, apoyándose, así,
los fundamentos de estas justificaciones. Así, si el texto narrativo pudiera
caracterizarse por unos encadenamientos (de enunciados) temporales, el texto
argumentativo se caracterizaría por unos encadenamientos causales. Es decir,
esta operación permite la construcción de una red de argumentos interconectados,
y revela más bien el aspecto de razonamiento de la argumentación. Este proceso
de razonamiento trae consigo una organización lógico-interactiva. Y ella trae
consigo una complejidad, planificación, y también diversidad de argumentos. De
modo que, esta estructura de “apuntalamiento” constituye el soporte alrededor
del cual se organiza el discurso argumentativo.
Nosotros
entendemos que este apuntalamiento es manejado dentro de un marco de posiciones
o puntos de vista, y de acomodación al auditorio. Es decir, dentro del marco de
la negociación del significado, donde Fahnestock y Secor (1982:22 y sigs.)
consideran dos elementos necesarios para todo argumento: la refutación de
posiciones, y la acomodación a los auditorios particulares. Y nosotros
consideramos a estos dos elementos, dos operaciones argumentativas implicadas,
a su vez, en la negociación y la justificación:
– En la refutación de la tesis o construcción
de la realidad, se argumenta el porqué ésta está equivocada, o se argumentan
los puntos positivos que se proponen para desplazarla, o se hacen ambas cosas a
la vez. La refutación influencia el contenido y la estructura de casi todo
argumento.
– En la acomodación al auditorio, se argumenta
haciendo las selecciones apropiadas: palabras, estructuras, disposición
textual, ideas y conceptos, énfasis, elementos de sensatez y emocionales, etc.
Entendemos que ambas, a su vez, son
operaciones lingüísticas, mediante las cuales se construye una realidad con
respecto a otra que se quiere modificar o abatir (refutación), y se da forma a
principios retóricos y reglas gramaticales para, de acuerdo con la situación
comunicativa, adaptarse al auditorio. Además, las dos pueden enmarcarse,
también, dentro de una misma operación: la evaluación.
Esta operación de evaluación, que está presente, de alguna forma, en las
operaciones de negociación y justificación, es intrínseca a la naturaleza
retórica del texto argumentativo, es decir, a su carácter probable. De modo
que, podemos hablar de dos tipos de evaluaciones:
– la evaluación
del argumento (por parte del auditorio),
– y la evaluación
como acto u operación dentro del argumento (por parte del hablante).
Y sobre todo, de
la evaluación implícita en la interacción de ambos, es decir, de la validez y de
la aceptabilidad[8]
que la participación del auditorio trae a la validez y a la aceptabilidad del
mensaje del hablante:
“…any
utterance in a semiotic system is essentially vague and incomplete as a result
of the intrinsic and necessary instability, or rather variability of
communicative systems in general. This means that every message has to be
decoded; i.e. the recipient is expected to take it upon himself to decipher the
message, i.e. to complete what has been left unsaid; to bring light into
obscurities; to verbalize the implicit, etc.” (Sornig,
1989:102)
Así, en el texto anterior
podemos apreciar los tres tipos de evaluaciones mencionados anteriormente:
― la evaluación del argumento por parte del
auditorio se refleja en el resultado de inferir (del argumento que desarrolla
el interlocutor First caller) una
conclusión por parte del otro interlocutor, Bob Grant (al igual que por otras
conclusiones que pueden inferir los oyentes del programa):
BOB GRANT: Well,
that's the only good thing he did was he paid for abortions. Better that they
had the abortions than produce other anti-social, miscreant prime like him.
― la evaluación del hablante se refleja,
sobre todo, en el modo interrogativo utilizado que conlleva una implicación
semántica y pragmática, y conduce a un proceso de inferencia concluyente:
FIRST CALLER: …
So what happens to this kid?. He’s all set to go to
― la evaluación (validez y aceptabilidad) en la interacción de los interlocutores
se refleja en una cohesión referencial (en este caso anafórica) entre sus
expresiones y formas lingüísticas, por ejemplo:
FIRST CALLER:
…that he had to pay for abortions for both of the young women who were
impregnated by him.
BOB GRANT: Well,
that's the only good thing he did was he paid for abortions. Better that
they had the abortions than produce other anti-social, miscreant prime like
him.
FIRST CALLER: Hah,
hah, hah! Primates! That's perfect! That's a perfect description! If you take a look at his picture,…
El funcionamiento de la argumentación
implica el funcionamiento del diálogo, y en este marco Krabbe (2009) y Eemeren et al. (2010) asignan un rol evaluativo
directo al diálogo. Desde esta perspectiva podemos considerar que la evaluación supone, también, una
operación lógico-cognitiva de base para toda argumentación. Es decir, la
evaluación supone un procesamiento para interpretar y construir acciones
argumentativas en el discurso, validando unas premisas y llegando a unos
acuerdos. Blair y Jonson (1987; en Eemeren et
al. 1997:218), al plantear la fuerza y convicción lógica de la
argumentación (no idéntica a la validez formal en la lógica deductiva), afirman
que la validez de las premisas para
una conclusión deben de satisfacer tres criterios:
1) relevancia
(una adecuada relación entre los contenidos de las premisas y la conclusión),
2) suficiencia
(que las premisas proporcionen suficiente evidencia para la conclusión, a la
vista de las objeciones y la contra-argumentación),
3) aceptabilidad
(que las premisas sean verdad, probables o de alguna forma fiables).
Perelman y Tyteca
(1989:119 y sigs.) se interesan por las condiciones psico-sociológicas de
adhesión de los auditorios, ya que la existencia de la argumentación presupone
la presencia de un auditorio. Consideran que el desarrollo de la argumentación
implica el acuerdo con este auditorio. Y entienden que los acuerdos se apoyarán sobre el contenido de las premisas, su
elección y su presentación. Ellos estudian los acuerdos que pueden servir de
premisas, y distinguen dos tipos de acuerdos:
A. Los tipos de
objeto de acuerdo. Estos acuerdos los reagrupan en dos categorías:
– una relativa a
lo real, que comprendería los hechos, las verdades y las presunciones, y
caracterizada por una búsqueda de la validez con miras al auditorio universal;
– otra relativa a
lo preferible, que englobaría los valores, las jerarquías y los lugares de lo
preferible, y vinculada a un punto de vista concreto que sólo puede
identificarse con el de un auditorio particular (siendo más dinámico, ya que se
refiere a los acuerdos relacionados con el progreso de la discusión).
Aquí, definen
seis “objetos de acuerdo” u objetos comunes, y esenciales para que a partir de
los cuales pueda desarrollarse toda argumentación:
1) Los hechos: es
todo lo que tiene estatuto de existencia, y una realidad concreta.
2) Las verdades:
sistemas más complejos relativos a una unión entre los hechos y la experiencia.
3) Las
presunciones: prejuicios u opiniones preconcebidas, fundiéndose con lo normal,
lo probable.
4) Los valores:
principios que van a dirigir y orientar los debates.
5) Las
jerarquías: establecidas por la superioridad.
6) Los lugares:
los tópicos, o las premisas de orden general a las cuales se recurre para
fundamentar los valores.
B. Los acuerdos
propios de ciertas argumentaciones. Los cuales se distinguen en tres
clases:
1) Los acuerdos
de ciertos auditorios particulares: que pueden consistir en creencias admitidas
(sentido común), o acuerdos propios de los partidarios de una disciplina
particular.
2) Los acuerdos
propios de cada discusión: las premisas de la argumentación consisten en
proposiciones admitidas por los oyentes.
3) La
argumentación “ad hominem” y la
petición de principio: dependiendo de lo que cada uno está dispuesto a conceder,
de los valores que reconoce, de los hechos sobre los que señala su conformidad.
También, en el proceso lógico-cognitivo que
supone la evaluación argumentativa y la validez de las premisas podríamos
ubicar las técnicas de anticipación o de reacción a los contra-argumentos o a
las objeciones, consideradas como estrategias persuasivas efectivas (O’Keefe,
2002, 2003), o como estrategias constructivas de refutación (Eemeren and
Houtlosser, 2002: 24-25).
3. Otras operaciones argumentativas
Las operaciones argumentativas de base van
ligadas a otras operaciones que intervienen a nivel del enunciado, en la
interacción interpersonal, en la construcción textual, y en la discusión
crítica.
Así, Anscombre y Ducrot (1988:49), en la
descripción semántica de las relaciones argumentativas entre enunciados,
introducen tres componentes lingüísticos que los podemos considerar como operadores argumentativos en el nivel
del enunciado. Éstos realizan un acto de argumentación apoyado por unos
contenidos argumentativos que están marcados por el acto ilocutivo de la
presuposición. Así tenemos:
a) un primer
componente, CL₁, que atribuye a
los enunciados unos contenidos afectados de unos marcadores de actos
(presuposición, relación, etc.),
b) un segundo, CL₂, que transforma los contenidos
con la ayuda de un cálculo fundado sobre unas leyes argumentativas (las leyes
de negación, de reducción, etc.),
c) un tercero, CL₃, que deduce, teniendo en cuenta
esta transformación de contenidos a través de CL₂, la orientación argumentativa global del
enunciado, y a qué tipo de conclusión puede ser destinada (realizando así el
acto argumentativo).
A esto hay que
añadir, que para Anscombre y Ducrot (1988:52), esta relación de argumentación
parece reemplazar, cada vez más, aquella de la implicación (demasiado ligada,
según ellos, a la actividad particular del razonamiento), para así poder
describir unos hechos generales de la lengua (añadiendo a las implicaciones de
la lógica estándar, las cuasi-implicaciones pragmáticas[9]).
Todo esto nos
lleva a considerar una gran operación argumentativa subyacente en el uso de la
lengua: la operación ostensivo-inferencial,
ligada, a principios retóricos, a la interacción interpersonal, y a operaciones
cognitivas. Esta operación se constituye en una acción comunicativa entre ambos
interlocutores para poner en común algo que es relevante. Se trata de un proceso
o movimiento argumentativo, donde llegar a unas
conclusiones es producir e interpretar evidencias mediante una construcción
lingüística y contextual de la realidad. Y donde las estructuras y referencias
lingüísticas no solamente reflejan lo explícito, sino que también llevan una
carga importante de lo implícito, sobre lo cual tenemos que inferir. Por tanto,
este proceso implica que la necesidad comunicativa de inferir está orientada
hacia ciertas conclusiones relevantes.
Horowitz (1987; en Golder, 1996:158)
distingue cinco operaciones específicas
que actúan en los textos, y que corresponden a cinco patrones textuales:
1) el orden
temporal (texto narrativo),
2) la atribución
en una estructura de lista (receta de cocina),
3) la oposición
en relaciones de contraste,
4) la variación
en relaciones de causa-consecuencia (la justificación),
5) la respuesta
en la solución que se da a un problema.
No existiendo una
relación univoca entre un tipo de operación y un tipo de texto.
Entendemos, que
estas cinco operaciones textuales son atribuibles al discurso argumentativo, de
tal forma que podemos decir que son cinco tipos de procedimientos que pueden
participar en el desarrollo de la acción argumentativa (y que pueden
inter-seccionarse unos con otros): la narración,
la explicación, la descripción, la justificación, la evaluación.
Además, en el texto argumentativo, estas operaciones pueden darse a la vez.
Así, por ejemplo,
el texto visto anteriormente nos muestra como mediante un procedimiento
narrativo, el interlocutor, First Caller,
asienta el movimiento argumentativo hacia la conclusión:
FIRST CALLER: The
background: this kid's eighteen years old, 29 points a game, honorable
mention in the All-American team. The kid was in reform school, he had gotten
into trouble before and he got another chance. He came from a typical
background. His mother was a drug addict, his father was shot when he was three
years old and killed by his mother’s boyfriend. Supposedly, the kid had turned
himself around, became an honors student, top 10 per cent of his class, he'd
taken advanced placement courses, had met President Bush when Bush went to
speak at his school, he was one of the top 10 kids in the whole school.→ So what happens to this kid?... → ...
En el marco de la acción de los
participantes, Eemeren y Grootendorst (1984: 85-87), en su modelo
pragmático-dialéctico[10], señalan cuatro
fases (que entendemos que pueden ser consideradas como operaciones en la acción
argumentativa) por la que pasa la discusión crítica:
1) la fase
conflictiva, durante la cual el debate es exteriorizado,
2) la fase de
apertura, durante la cual se pone en acuerdo la manera de llevar el debate y la
discusión,
3) la fase
argumentativa, durante la cual se desarrolla una argumentación y se reacciona a
ella,
4) la fase
terminal, durante la cual se acuerda la manera de cómo se va a concluir la
discusión.
Junto a estas
cuatro fases, ellos señalan, en su modelo, una reglas que indican que tipos de
actos de lengua pueden ayudar a resolver el debate, explorando sus
transgresiones y precisando el momento de ejecutar, adecuadamente, un acto
específico. La enumeración de las reglas[11] es la siguiente
(págs.151-175):
Regla 1: Los
participantes no deben impedir el sostener o poner en duda las tesis en
presencia.
Regla 2:
Quienquiera que se adhiera a una tesis está obligado a defenderla si se le
pide.
Regla 3: La
crítica de una tesis debe de apoyarse en la tesis desarrollada por el
protagonista.
Regla 4: Una tesis no puede ser defendida nada más que
alegando unos argumentos relativos a esta tesis.
Regla 5: Una
persona no puede estar obligada a las premisas implícitas que había guardado.
Regla 6: Se debe de considerar que una tesis es defendida
de manera concluyente si la defensa tiene lugar por medios de argumentos
nacidos de un punto de partida común.
Regla 7: Se debe de considerar que la tesis es defendida
de manera concluyente si la defensa tiene lugar por medio de argumentos para
los cuales un esquema de argumentación comúnmente aceptado encuentra su
aplicación correcta.
Regla 8: Los argumentos utilizados en un texto discursivo
deben de ser válidos o sujetos a validación por la explicación de una o de
varias premisas inexpresadas.
Regla 9: El fracaso de una defensa debe de conducir al
protagonista a retractar su tesis, y el éxito de una defensa debe de conducir
al antagonista a retractar sus dudas concernientes a la tesis en cuestión.
Regla 10: Los enunciados no deben de ser vagos e incomprensibles,
ni confusos y ambiguos, sino procurar una interpretación tan precisa como
posible.
Desde esta
perspectiva, ellos hacen referencia al “sofisma” como un acto de lengua que
obstaculiza, de alguna manera, la resolución de un debate o discusión. Para
ellos, no equivale a una conducta inmoral, sino que constituye una falta en el
sentido de que se frustran los esfuerzos producidos para la resolución de la
discusión.
El planteamiento
de Eemeren y Grootendorst (1984) se basa en la exigencia de un Principio de
Comunicación, donde el efecto comunicativo deseado de una comprensión mutua
depende de la acción conjunta de los participantes. Este Principio de
Comunicación se corresponde con el Principio de Cooperación de Grice, lo cual
refuerza más la base retórica de la argumentación, y sitúa a la operación de negociación como la operación
argumentativa por excelencia. Así, Krabbe (2009) señala que una discusión o
debate prescribe ya en su modelo normativo un alto nivel de cooperación entre
los participantes y al mismo tiempo un nivel de competitividad.
4. Conclusiones
La acción argumentativa se
desarrolla sobre operaciones psico-lingüísticas, y lingüístico-discursivas. Sus
estrategias son discursivas y por tanto lingüísticas. Se tratan, pues, de unas operaciones
argumentativas, las cuales consideramos que están en la base de toda
interacción. Hay dos grandes operaciones argumentativas, la justificación y la negociación. Y una tercera que, de algún modo, está presente en las
dos anteriores, la evaluación. La evaluación supone una operación
lógico-cognitiva de base para toda argumentación, es decir, para interpretar y
construir acciones argumentativas en el discurso. Todas ellas son operaciones
cognitivas que estructuran, en el intercambio interactivo de producción /
comprensión, las formas lingüísticas y el significado, dejando en el texto un
cierto número de marcadores textuales.
La negociación es una
propiedad inherente a la retórica y que implica una negociación con el
significado, con la estructura gramatical, y con el auditorio. La justificación es una forma de construir
la realidad mediante el uso de la lengua, y de estructurarla retórica y
gramaticalmente. A ambas operaciones las entendemos (por hacer una distinción)
situadas, respectivamente, en el marco de la argumentación centrada en
convencer y de la argumentación demostración. En nuestro concepto de
negociación, las funciones conceptual, interpersonal, y textual tienen una
presencia relevante en los niveles de significado que se canalizan en el texto.
Por tanto, la negociación es una operación con un carácter retórico, y
constituye la naturaleza misma de la lengua. De esta naturaleza negociadora de
la lengua, forman parte las operaciones de justificación, de los componentes
semánticos de los enunciados, de estructuración y construcción textual, de
interacción ostensivo-inferencial orientada
hacia ciertas conclusiones relevantes, y de discusión crítica entre
interlocutores para llegar a una resolución conjunta.
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[1]
“Both ‘same meaning’ and ‘same community’
are somewhat elastic notions.” (Givón, 1995a:446)
[2] “A monologue, written or spoken, may be regarded as a dialogue in which
the reader/listener's questions or comments have not been explicitly included
but which retains clear indications of the assumed replies of the reader.” (Hoey, 1994:29)
[3] “This
topic of implicit dialogism has become extremely influential in modern
literary theory and linguistic criticism since the 1970s, when, through
translation, the work of the Russian theoretician Mikhail Bakhtin (1895-1975)
became available in the West.” (Fowler, 1996:149).
[4] ― Nos gustaría
evitar la interpretación e identificación de estos términos con otros que
puedan ser susceptibles de ello. Como por ejemplo: Con la noción de
micro-estructura de un argumento, sobre la que se concentra la lógica
deductiva. O con los siguientes conceptos distinguidos por Eemeren y
Grootendorst (1992:77): coordinatively
compound argumentation (todos los argumentos se relacionan directamente con
el punto de vista), subordinatively
compound argumentation (el primer argumento se relaciona directamente al
punto de vista, el segundo argumento al primero, que sirve como punto de vista,
y así sucesivamente). O los distinguidos por Lo Cascio (1998:137-9):
argumentación múltiple (sumas de argumentaciones simples que conducen a la
misma conclusión), y argumentación arracimada (argumentación múltiple
subordinada).
― Sí tienen cierta identificación con
las nociones de macro-estructura y micro-estructura en el procesamiento del
texto (Kintsch y Dijk, 1978; Dijk, 1980; Dijk y Kintsch, 1983). En concreto con
la noción de micro-estructura de un texto, la cual está constituida por las
proposiciones que están explícitamente presentes y aquellas que tienen que ser
inferidas para asegurar la coherencia, formando todo ello el “texto base”.
[5] Speak Up, 1995, nº
123, pp.36. Barcelona: RBA Revistas SA
[6] “Negotiation can be achieved through detachment, where the speaker
expresses uncertainty (I think, I believe, perhaps, etc.), and evaluation (it’s
good, it’s stupid, one must, I prefer, etc.), where the speaker presents what
is being said as judgment about facts rather than as facts themselves.” (Golder y Coirier, 1996:272)
[7] “…no se puede presentar un argumento de
manera modulada (negociada) nada más que con la condición de haberlo,
efectivamente, producido.” (Golder, 1996:55; traducción nuestra)
[8] En el
análisis y evaluación de los argumentos, Johnson y Blair (1994) concreta las
características de un buen argumento en el llamado “RSA-triangle”: Relevance
(dependiendo del contexto, de las presunciones de los interlocutores, y de la
abilidad para inferir), Sufficient
(para que el auditorio pueda hacer una evaluación), Acceptability (convincente a un auditorio particular).
[9] La noción de implicación pragmática se funda, no
solamente sobre los axiomas lógicos estándar, sino también sobre unos
postulados de significado que trazan ciertos prejuicios en la colectividad
lingüística (Anscombre y Ducrot,
1988:78).
[10] En este modelo
pragmático-dialéctico plantean, como punto de partida, la firme voluntad de los
participantes para resolver conjuntamente la discusión.
[11] Estas reglas tienen una versión más elaborada en
Eemeren y Grootendorst (1988).
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