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REVISTA ELECTRÓNICA DE ESTUDIOS FILOLÓGICOS
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I S S N     1577 - 6921

NÚMERO 2 - NOVIEMBRE 2001

PORTADA | ESTUDIOS | ENTREVISTAS | PERFILES | CORPORA | PERI BIBLIÓN | RESEÑAS | RELECTURAS | TESELAS | RECORTES | HEMEROTECA


El mosaico multiétnico en la obra de Daniel Pennac ([1])

 

Juana Castaño Ruiz

 

(Universidad de Murcia)

 

I. Presentación.

II. El mosaico multiétnico en la literatura: la propuesta de Daniel Pennac.

III. Conclusión.

IV. Bibliografía consultada.




I. Presentación.

I.1. La  “no” frontera.

 

Meditando sobre el tema general al que se dedica el programa del presente curso, la frontera, quisimos encontrarle un sentido a la inclusión de esta conferencia. Su contenido no tenía relación directa con la frontera (definición del DRAE: “confín de un estado”; definición de frontera lingüística de Lázaro Carreter: “línea más o menos definida que separa dos dominios lingüísticos”), sino de lo que interpretamos como un intento de  “no” frontera, es decir, del traspaso de la frontera política para empezar una nueva vida en otro país. Se tratará de ver retratado en textos literarios ese fenómeno sociológico generalizado en la actualidad, aunque no nuevo y de eso sabemos mucho los españoles, llamado inmigración o emigración, dependiendo, esto sí, de qué lado está uno en la frontera. Y utilizamos el término “intento” porque está claro que el traspaso de la frontera política y el asentamiento en un nuevo lugar no integra al individuo de forma automática sino que a veces surgen barreras o fronteras sociales, educativas, económicas como todos sabemos.

I.2. Una realidad distinta tanto en el mundo rural como en el mundo urbano

Estamos acostumbrados a ver en nuestros pueblos, ciudades y campos a personas que identificamos como extranjeros por su color, su modo de hablar o sus costumbres. Son personas que en la actualidad se encuentran trabajando en nuestro país y conviven con nosotros en la vida diaria. Trabajan cerca de nosotros (a veces en nuestra misma empresa), compran en las tiendas de nuestro barrio, sus hijos van al colegio con nuestros hijos y pasean por los mismos parques.

Esta realidad nueva se impone poco a poco, y está creando, no sin problemas, sociedades multiétnicas ([2]). El engranaje social se prepara para asumir el cambio, del que se hacen eco continuamente los medios de comunicación. Veamos la siguiente noticia recogida en EL PAÍS: “Psicología transcultural o cultural para los españoles; etnopsiquiatría para los franceses; psiquiatría intercultural para los anglosajones... La medicina occidental empieza a adaptarse a la realidad multicultural de sus ciudades y aporta un nuevo enfoque flexible para solucionar los problemas de salud mental de una población creciente: la inmigrante” ([3]).

I.3. Francia, país de acogida

Francia ha sido tradicionalmente un país de acogida y, como señala Sami Naïr ([4]), uno de los más generosos de Europa a la hora de conceder derechos a los emigrantes. Identificado como el país de la libertad, en épocas distintas y por muy distintos motivos, personas de procedencias diversas han llegado a su suelo para permanecer como refugiados políticos o como trabajadores más o menos cualificados.

Además, en el caso francés, el Imperio colonial ha sido inmenso. Una vez obtenida la independencia, muchos de los habitantes de las antiguas colonias, en un intento por mejorar su calidad de vida, marchan a la metrópoli para ganarse la vida. Cuentan para ello con la ventaja de poseer el idioma, lo que puede facilitar su incorporación al país de acogida.

Entre los casos concretos que podemos poner como ejemplos actuales de esa procedencia distinta en la sociedad francesa se encuentran los siguientes:

- El escritor chino Gao Xingjian, ganador del Premio Nobel de Literatura 2000, vive actualmente en París. Allí se exilió después de la masacre en la plaza de Tiananmen. Queremos recordar las últimas palabras de su artículo publicado en  EL PAÍS el pasado mes de octubre: “¿Cuál es mi país? Ese espíritu de libertad que une a la gente, que constituye el alma de Francia y que conservo para siempre” ([5]).

- En la edición del año 2000, los premios literarios más prestigiosos de las letras francesas han sido concedidos a Jean-Jacques Schuhl (premio Goncourt) (según EL PAÍS, su abuela nació en Jerusalén, él en Marsella y su apellido es alsaciano); y a Ahmadou Kourouma (premio Renaudot) nacido en Costa de Marfil, del que afirma la crónica periodística lo siguiente: “Con una lengua personal, mezcla de francés hexagonal, de pidgin y de francés de África, el autor exacerba la violencia de su historia mezclando las tres lenguas, sorprendiendo al lector” ([6]).

- Amin Maalouf, escritor libanés asentado en Francia, nos explica sus orígenes en el libro Identidades asesinas. La cita es un poco larga, pero merece la pena reproducirla aquí:

 “Vengo de una familia originaria del sur de Arabia que se estableció hace siglos en la montaña libanesa y que se fue dispersando después, en sucesivas migraciones, por varios rincones del planeta, desde Egipto hasta Brasil, desde Cuba hasta Australia. Tiene el orgullo de haber sido siempre, a la vez, árabe y cristiana, probablemente desde el siglo II o III, es decir, mucho antes de que apareciera el islam y antes incluso de que Occidente se convirtiera al cristianismo.

El hecho de ser cristiano y de tener por lengua materna el árabe, que es la lengua sagrada del islam, es una de las paradojas fundamentales que han forjado mi identidad. Hablar el árabe teje unos lazos que me unen a todos los que lo utilizan a diario en sus oraciones (...) Por otra parte, mi pertenencia al cristianismo –da lo mismo que sea profundamente religiosa o sólo sociológica- me une también de manera significativa a todos los cristianos que hay en el mundo, unos dos mil millones (...)  

Dicho esto, el hecho de ser a la vez árabe y cristiano es una condición muy específica, muy minoritaria, y no siempre fácil de asumir (...)

Así, al contemplar por separado esos dos elementos de mi identidad, me siento cercano, por la lengua o por la religión, a más de la mitad de la humanidad; y al tomarlos juntos, simultáneamente, me veo enfrentado a mi especificidad.

Lo mismo podría decir de otra de mis pertenencias: el hecho de ser francés lo comparto con unos setenta millones de personas; el de ser libanés, con entre ocho y diez millones si cuento la diáspora; pero el hecho de ser ambas cosas, francés y libanés, ¿con cuántos los comparto? (...)

Aunque me extienda un poco más sobre mis orígenes, debería precisar que nací en el seno de la comunidad que se denomina católica griega, o melquita, que reconoce la autoriad del Papa si bien sigue siendo fiel a algunos ritos bizantinos (...)

Así que soy melquita. Sin embargo, si alguien se entretuviera un día en buscar mi nombre en el registro civil –que en Líbano, como cabe imaginar, está organizado en función de las confesiones religiosas-, no me encontraría entre los melquitas, sino en la sección de los protestantes. ¿Por qué? Sería demasiado largo de explicar. Me limitaré a contar aquí que en nuestra familia había dos tradiciones religiosas enfrentadas, y que durante toda mi infancia fui testigo de esa rivalidad; testigo y, en ocasiones, objeto de ella: si me matricularon en la escuela francesa, la de los jesuitas, fue porque mi madre, decididamente católica, quería sustraerme a la influencia protestante que dominaba entonces en la familia de mi padre, en la que era tradicional enviar a los hijos a los colegios americanos o ingleses; y es por ese conflicto por lo que soy francófono, y es por ello también por lo que, durante la guerra de Líbano, me fui a vivir a París y no a Nueva York, a Vancouver o a Londres y por lo que comencé a escribir en francés (...)” ([7]).

- La selección nacional de fútbol, ganadora de la Eurocopa 2000. Veamos, a este respecto, dos extractos de un mismo artículo de periódico. El primero de ellos relaciona procedencia distinta, rasgos físicos e integración a través de la selección: “El “pueblo” de Francia, por utilizar la expresión del primer ministro, Lionel Jospin, sigue encontrándose en las calles arracimado en torno a esta selección victoriosa que sigue siendo el mejor instrumento de integración social y política. “Viva Francia”, gritaron hasta enronquecer, bandera en mano, tantos y tantos ciudadanos que llevan en la tonalidad de sus rostros la prueba de sus orígenes”.

El segundo alude a la procedencia de la ciudadanía que jalea a su equipo: “Después de haber obtenido sobradamente el dinero y la gloria, “los reyes de Europa”, el título de portada de Le Figaro, quieren forjar la leyenda de equipo invencible, conquistar y repartir los efectos benéficos de la victoria, responder a esos millones de franceses salidos de la inmigración que se reconocen en ellos. “Merci, merci, les bleus” (gracias, gracias), coreaban magrebíes y centroafricanos, chinos e indonesios, gentes de medio centenar de inmigraciones distintas.” ([8]).

- El último ejemplo que presentamos es el de un libro y su adaptación al cine: Le gone du Chaâba ([9]). Se trata del relato en primera persona de un pequeño argelino, instalado con su familia en el suburbio de una gran ciudad y refleja la vida miserable en las chabolas con realidades, costumbres y ritos muy diferentes a la sociedad ideal que encuentran los chicos en los libros de texto de la escuela. El final es agridulce, pero deja margen para la esperanza. Aquel chico que vivía en las chabolas es Azouz Begag, autor del libro en el que se basa la película dirigida por Christophe Ruggia y hoy, además de escritor, es sociólogo en la Universidad de Lyon ([10]).

Junto a los casos expuestos, de personas muy conocidas y, seguramente, seres privilegiados, aunque quizás habría que preguntarles a ellos cómo ha sido el camino, hallamos miles de personas anónimas que, dependiendo de las circunstancias más o menos favorables, se desenvuelven en la vida cotidiana francesa de cada día.

II. El mosaico multiétnico en la literatura: la propuesta de Daniel Pennac.

II.1. Presentación de Daniel Pennac.

No vamos a extendernos demasiado en lo que significa la elección de textos literarios para el conocimiento de la sociedad, puesto que hemos tenido la oportunidad de escuchar, en este Curso de Sociolingüística, la brillante conferencia del profesor Tomás Albaladejo ([11]), en la que muy atinadamente impartió una verdadera lección sobre la relación sociedad-literatura, explicándonos su propuesta de una poética cultural.

Los textos literarios son con mucha frecuencia fuente de conocimiento de vida y de la realidad social que nos rodea. La elección de la obra de Daniel Pennac para analizar lo que hemos llamado el “mosaico  multiétnico” va en ese sentido. Sus novelas nos presentan la sociedad de nuestro tiempo con sus problemas, penas y alegrías, relatados con un realismo impregnado de ironía,  buen humor y bastante optimismo ([12]).

El mundo que muestra ante nuestros ojos no es exclusivamente francés, monolítico o hexagonal, si usamos uno de los términos que emplean sus personajes, sino que en él entramos en contacto con seres humanos de distintas procedencias y lenguas, fruto de la inmigración de ellos mismos o de alguno de sus antepasados. Pero, en nuestra opinión, Pennac da un halo de normalidad a esta realidad, haciéndonos comprender que esas personas forman parte de la vida cotidiana, un poco particular eso sí, del mundo de ficción que nos transmite ([13]). Integrados en general, pues no faltan en su obra muestras del rechazo al extranjero, al árabe especialmente. Y todo ello con humor, con situaciones grotescas y sin grandes dosis de moralina.

Daniel Pennac, profesor y escritor, ha conocido un gran éxito en Francia y ha sido traducido a lenguas como el español, aunque no su obra completa hasta el momento. No vamos a detallar ahora toda su trayectoria vital y literaria ([14]), pero sí es preciso recordar que nació en Casablanca, hijo de un oficial colonial, y que en su infancia vivió fuera de Francia siguiendo los destinos de su padre. En cuanto a su amplia obra, tienen cabida en ella libros juveniles, ensayos (es necesario destacar Como una novela), comics y colaboraciones como las que realizó con el fotógrafo Robert Doisneau ([15]). Por lo que se refiere a sus novelas, comenzó a ser publicado en la “Serie negra” o novela policíaca pero muy pronto y gracias a su éxito mayoritario, y no centrado únicamente en los interesados en la novela negra, comenzó a ser publicado en la prestigiosa “Serie blanca” de Ediciones Gallimard. A nuestro entender su éxito reside, al igual que ocurre con otros grandes escritores como García Márquez, en la capacidad de atraer a sus lectores hacia un universo literario muy personal en el que se combinan tramas muy rocambolescas.

II. 2. Corpus analizado: El “cuarteto de Belleville”

Para nuestro análisis hemos elegido tres de las cuatro obras de que consta el llamado “cuarteto de Belleville”: La felicidad de los ogros (1985), El hada carabina (1987), La pequeña vendedora de prosa (1989) y Señor Malaussène (1995) ([16]). Al tratarse de una investigación en curso, vamos a presentar aquí únicamente materiales de las tres primeras.

Estas novelas tienen como hilo argumental a Benjamin Malaussène y su familia en el barrio parisino de Belleville. La acción se centra en torno a Benjamín, nacido para que le ocurran todos los males de este mundo y el otro, para cargar con las culpas de ladrones y asesinos, estando siempre en el punto de mira de la policía y probando su inocencia, en el último minuto, en los mil asuntos que tienen lugar a su alrededor sin que él se percate. Desde bombas en grandes almacenes hasta corrupción de la administración pública o de algunos policías, pasando por las vicisitudes y aventuras de los numerosos miembros de su familia. No olvidemos que estas obras, como ya hemos comentado, empezaron a publicarse en la Serie negra de Gallimard, como pertenecientes al género policíaco, cuyos recursos combinados con el humor han sido estudiados por Nieves Ibeas Vuelta y en cuya opinión “resumen perfectamente la complejidad de elementos que confluyen en la configuración de un imaginario de vigente actualidad, oscuro, como corresponde al marco de la novela negra, pero al mismo tiempo iluminado por esporádicos momentos repletos de ternura, dentro de un universo de ficción cruzado por un humor corrosivo de claros matices oníricos e incluso surrealistas” ([17]).

II.3. El mosaico multiétnico: El mundo de Benjamin Malaussène en Belleville (París)

- El espacio físico: Belleville.

El espacio físico es vital para el ser humano y sus límites o fronteras han ocasionado multitud de conflictos a lo largo de la historia. En los textos, es uno de los componentes indispensables para caracterizar a los personajes ([18]), premisa que se cumple para entrar en el mundo de Pennac.

Su punto de referencia es Belleville ([19]), un barrio de París en el que viven multitud de emigrantes y que ha sido objeto de remodelaciones continuas a cargo de los políticos de turno ([20]). Está situado al este, en el interior de París, no en los suburbios: estos parecen transmitir más la idea de inmigración no integrada y de conflictividad social. En ese escenario reside el propio escritor, conviviendo cotidianamente con gentes de distintas procedencias, especialmente orientales y magrebíes. Pennac opina lo siguiente sobre las vicisitudes urbanísticas de su barrio: “Francia ha conocido en los últimos 40 años una gran catástrofe arquitectónica que fue el giscardismo. En París, esa catástrofe se abatió destruyendo las portes de la ciudad, era como una invasión de acero y cristal que comenzaba en la periferia y se iba infiltrando (...) En Belleville se intentó hacer algo parecido, se intentó desplazar la población, expulsar a las personas mayores, a los que no tienen dinero. ¿Sabe que el 30% de las personas mayores no sobreviven a un cambio de domicilio? Los ancianos echan raíces, tienen algo de planta frágil, que no admite transplantes” ([21]).

El escritor nos transmite en sus novelas lo que conoce y lo rodea. Belleville es el centro de atención de la acción, aunque ésta se desplace a veces a otras zonas parisinas ([22]). Lógicamente, este escenario, lugar de residencia de autor y  de personajes, provoca la relación de todos ellos con gentes de variadas procedencias y lenguas. La combinación de distintas culturas se palpa en el entorno de Benjamin Malaussène: la voz de un almuecín que canta su plegaria en árabe se mezcla con los edificios que recuerdan formas de pagodas chinas ([23]). La lengua común utilizada por todos es el francés y, además, Pennac se permite introducir otras como marca de la procedencia de determinados personajes ([24]).

- Los personajes.

Benjamin Malaussène, Ben para su familia y amigos, protagonista de las tres novelas ([25]), nace en el seno de una familia muy original. Convive con sus hermanos en una antigua ferretería de la calle Folie-Régnault de Belleville. Como ya hemos indicado, su vida está repleta de aventuras y, además de su familia, está rodeado de personas de orígenes y lenguas muy diferentes, que Pennac no se olvida nunca de señalar. Los iremos descubriendo a todos poco a poco.

Nuestro héroe bebe café turco, come cuscús y brochetas y le compra el periódico a su quiosquero Youssouf. Esta escena nos hubiera parecido exótica hace poco tiempo, pero ahora la vemos con regularidad en nuestro propio entorno ([26]). Quizás en los años 60 éramos los españoles los que dábamos exotismo en Francia, Suiza o Alemania ([27]).

No tiene televisión y no echa el cerrojo a su puerta porque “la libertad de su perro se lo exige”. Su madre se ausenta de la casa cada vez que se enamora para volver al domicilio familiar embarazada. De manera que Ben tiene 6 hermanos y todos de padres diferentes: Louna, enfermera y madre de mellizas; Thérèse vidente; Clara fotógrafa y madre soltera de Es Un Ángel; Jérémy, experto en meterse en líos como su hermano mayor; el Peque, un niño que duerme con sus gafas rosas y la pequeña Verdun, bebé de llanto interminable hasta que descubre los brazos afectuosos del policía Van Thian. En este círculo familiar restringido se integra Julius, el perro epiléptico (“Ese perro apesta tanto que su olor se niega a seguirlo: lo precede” (Hada, p. 43), inseparable de Ben y testigo de sus paseos y cavilaciones: “Tú crees que sacas a tu perro para que mee, a mediodía y por la noche. Grave error: son los perros quienes nos invitan a meditar dos veces al día” (Hada, p. 41).

También en esta esfera familiar incluimos, por las razones que explicaremos a continuación, lo que denominamos la familia “añadida” compuesta por los amigos argelinos, los abuelos adoptados, el policía Van Thian y Alexander Krämer.

Los argelinos Amar, su esposa Yasmina y sus hijos Hadouch y Leila ([28]) comparten la vida diaria con los Malaussène. Son propietarios del restaurante Koutoubia y todas las celebraciones familiares tienen lugar en él: nacimientos, fiestas, entrega de medallas a los abuelos, etc.

 Forman parte de la familia y en los acontecimientos familiares se cuenta con ellos. Benjamin llega a consultarle a Hadouch lo que piensa de la boda de su hermana Clara:

“¿Qué pensaban de esa boda Hadouch Ben Tayeb, mi amigo de la infancia, y Amar su padre, el restaurador, en cuya casa zampa desde siempre la tribu Malaussène, Yasmina, la mamá de todos nosotros, y Mo el Mossi, la sombra negra de Hadouch, y Simon el Cabileño, su sombra pelirroja, reyes de los trileros de Belleville a la Goutte d´Or, los no recomendables? Sí, ¿qué pensaban ellos? ¿Cuál fue su primera reacción al saber que Clara se casaba con un guripa en jefe?

Respuesta: carcajeante consternación.

-Realmente, esas cosas sólo te pasan a ti, Benjamin, hermano mío...

-¡Tu madre se larga con el pasma Pastor y Saint-Hiver se casa con tu hermana!

-Ahora eres hijastro de un pasma y cuñado de un carcelero, ¡vas listo, Benjamin!” (Vendedora, p. 36).

La respuesta es sincera y contundente. Pero Clara cuenta con la intervención de todos ellos en la boda. Ante la ausencia de su madre, Yasmina se encarga de preparar el vestido de novia a la muchacha, que desea también su participación en la ceremonia, tal como detalla Benjamin a Hadouch en el siguiente diálogo:

“-Quiere entrar en la iglesia del brazo de tu padre y de Yasmina, Hadouch, y quiere que Nourdine y Leila sean pajes.

Silencio.

-Quiere que tú y yo vayamos detrás. Inmediatamente detrás.

Y entonces, Hadouch intentó una salida.

-Pero ¿qué coño haríamos unos musulmanes como nosotros en una boda de rumís?

Yo tenía la respuesta.

-En nuestros días, puede elegirse la religión, Hadouch, pero la tribu todavía no. Pues bien, la tribu de Clara sois vosotros” (Vendedora, p. 38).

Incluso el menú previsto para el banquete de la boda, que, por cierto no llega a celebrarse por haber sido asesinado el novio, está compuesto de siete corderos asados y media tonelada de cuscús.

Los ancianos integrados en la familia han sido rescatados de las garras de la droga y para ellos resulta una estupenda terapia la convivencia con los Malaussène, que les dedican largas veladas para tenerlos entretenidos con preguntas acerca de sus antiguas profesiones: “Los niños comprenden la situación tan bien como yo y todos hacen lo que pueden para ocuparse del abuelo que les corresponde. Clara pregunta cada vez más detalles al yayo Riñón (ex carnicero de Tlemcen) sobre la pasta de cordero a la Montalbán. Jérémy, que repite quinto, afirma querer saberlo todo sobre Molière, y el viejo Risson, su abuelo personal (un librero jubilado) multiplica las indiscreciones biográficas. Mamá, inmóvil en su sillón de mujer preñada, permite que el yayo Peluca, un antiguo peluquero, le haga y deshaga sin cesar la permanente, mientras el Pequeño suplica a Verdún (¡el decano de los cuatro abuelos, noventa y dos tacos!) que lo ayude a completar su página de caligrafía” (Hada, p. 18).

Otro elemento adicional a la lista familiar es el inspector Van Thian, hijo de madre francesa, maestra en Tonkín, en donde se casó con un vietnamita antes de volver ambos para instalarse en París. Las razones de Van Thian para entrar en el cuerpo de policía tienen que ver con los problemas de identidad personal, relacionados con sus orígenes: “En su juventud, sufría cierta indefinición, medio blanco, medio amarillo, un titi de Tonkin. Ho Chi Minh con la voz de Gabin, Louise, su madre parisina, dedicada al morapio, y Thian de Monkai, su padre anamita, dedicado a la adormidera. Por lo tanto, él pasma. Y, latiendo bajo su esclavina, un corazón hexagonal por fin.” (Vendedora, p. 228).

La primera vez que el policía aparece por la casa, investigando un crimen y disfrazado de anciana vietnamita, Verdún, la más pequeña de la tribu está llorando, con un llanto ininterrumpido desde su nacimiento. La coge en sus brazos y se calma al instante. A partir de ese momento se adhiere al cuerpo del policía, que la lleva continuamente encima en una especie de mochila, estando incluso de servicio.

El inspector cuenta a los niños Malaussène la historia de su único amor: siente un flechazo por una giganta que trabaja en un burdel del sur de Francia y la rapta, lo que ocasiona gran escándalo en la familia de la dama y una violenta reacción en contra de su raptor: “Un escándalo peor que si se la hubiera llevado de un convento. Una retahila de primos corsos le habían caído encima. Toleraban que su prima ganara para ellos unas propinillas (cosas de la tradición) pero les ofuscaba que ella optase por un amor amarillo (cosa de principios)” (Vendedora, p. 229).

Por último, la inclusión en la familia “añadida” de Alexandre Krämer, de origen alsaciano, responde a una causa vital: integrado en la familia porque acaba viviendo en el cuerpo de Benjamin. Mientras éste desempeña el papel de un escritor de best-sellers y participa en una rueda de prensa, Krämer le pega un tiro en la frente y casi acaba con su vida. Tras un largo período en el que nuestro héroe permanece en coma y a punto de ser desenchufado de las máquinas, el propio Alexandre muere y sus órganos vitales son transplantados inmediatamente a Ben que resucita como Lázaro. A partir de ese momento, una parte de Krämer siempre vivirá con él.

En el conjunto de los personajes, no podía faltar la novia del héroe. Julie Corrençon es una intrépida periodista que conoce a Malaussène cuando es descubierta intentando robar un jersey en el almacén en el que él trabaja. Para captar el talante de esta muchacha, bastan las líneas que siguen, que la retratan en una de sus numerosas aventuras a través del mundo: “El artículo contaba cómo, bamboleándose por el mar de la China en busca de boat-people, en una embarcación que no era mucho mejor que la de los fugitivos (foto), Julie Corrençon había sufrido un ataque de apendicitis aguda (foto). Habían tenido que operarla allí mismo, sin anestesia (foto), y como todos sus compañeros iban desmayándose unos tras otros (foto), ella misma había terminado lo que los demás habían empezado, con el bisturí en una mano y un espejito en la otra (foto)” (Hada, p. 104-5).

Hija de Emilia Mellini, italiana de Bolonia, y de Jacques-Émile Corrençon, originario del Delfinado, Julie había conocido a ilustres nombres de la política mundial en su niñez. Su padre había sido gobernador colonial y es testigo de la progresiva descolonización de los territorios franceses. Cuando Pennac introduce la figura de Corrençon padre, comenta distintas fases de la independencia de las colonias francesas. Un hombre muy pragmático, por cierto, partidario de simplificar la vida: “-Aquí abajo hay sólo dos razas –decía el gobernador colonial Corrençon, padre de Julie-. Están los muy hermosos y los muy feos. La piel y esas historias de colores, son caprichos de la geografía, nada más” (Vendedora, p. 143).

Veamos, en el contraste, las distintas personalidades del padre y el novio de Julie, cuando, estando en coma Benjamin, la periodista medita sobre las razones de su amor: “Mirando las cosas objetivamente, Malaussène no tenía nada que pudiera gustarle, todo le importaba un bledo, nunca escuchaba música, odia la tele, peroraba como un viejo gilipollas sobre las fechorías de la prensa, denigraba el psicoanálisis y, si alguna vez había tenido conciencia política, debía de parecerse a una veleidad de filigrana, lo que no quería decir nada, “veleidad de filigrana”, pero que lo decía todo en lengua malausseniana. Desde todos los puntos de vista, Benjamin era exactamente lo contrario del ex gobernador colonial Corrençon, padre de Julie, que había consagrado su vida a la descolonización, había convertido la Historia en su cotidianeidad, la Geografía en su jardín y que se habría muerto de sed sin noticias del mundo. Malaussène era tan familiar y comodón como el otro era nómada y olvidadizo (el gobernador había arrojado a su hija en los internados y los únicos recuerdos de Julie eran recuerdos de vacaciones, atrozmente breves) y, para cerrar el capítulo de las comparaciones, el gobernador había empezado con el opio para terminar en la heroína, como un muchacho, mientras la mera visión de un porro provocaba en Malaussène cóleras de inquisidor” (Vendedora, p. 151).

Retrato de un antihéroe, que, sin embargo, tiene enamorada a la chica.

Uno de los mejores amigos de Ben es Stojilkovitch, un serbocroata que trabaja primero de sereno en el Almacén y después de conductor de turistas, hasta dar, encantado, con sus huesos a la cárcel. Detenido por impartir clases de tiro a algunas ancianas en las catacumbas de París, en lo que él llama “resistencia activa a la eternidad” (o lo que es, en realidad, la campaña de defensa ante una oleada de crímenes de mayores), su principal preocupación es poder permanecer en la cárcel porque tiene una tarea pendiente:

“-¿Y cuánto va a caerme?

         -En su caso, unos meses solamente – respondió Pastor.

         Stojilkovitch reflexionó unos instantes y, luego, con la mayor naturalidad del mundo:

         -Unos meses de prisión no serán suficientes; necesitaré, por lo menos, un año, un año entero.

         -¿Para qué? – preguntó Pastor.

         Stojilkovitch reflexionó de nuevo, evaluando concienzudamente el tiempo que necesitaba y, por fin, dijo con su tranquila voz de bajo:

         -He comenzado una traducción de Virgilio al serbocroata; es muy larga y bastante compleja” (Hada, p. 189).

Loussa de Casamance, senegalés y especialista en literatura china, es el otro amigo de Malaussène. Trabaja con Ben en las Ediciones del Talión, pues conoce a su directora desde la niñez, por un enfrentamiento entre sus padres, ambos emigrantes y ganándose como podían la vida en las calles parisinas. Loussa le cuenta su vida a Ben, intercalando frases en chino, cada vez que va a visitarlo al hospital, mientras su amigo permanece en coma. 

Otros amigos de Benjamin son el comisario Coudrier, con el que acaba trabando cierta amistad, tras aceptar que Malaussène, sin comérselo ni bebérselo, se encuentra en todos los casos que le caen en las manos; Mo el Mossi y Simón el Cabileño, prototípicos africanos, dedicados a las loterías clandestinas, pero ciudadanos ejemplares a la hora de ayudar a las ancianas, cuidando de que no les roben en los cajeros y acompañándolas al metro; Théo, también empleado del Almacén, a través del cual entra en contacto con travestíes brasileños o la viuda Dolgorouki, de origen ruso.

Aunque Ben es Licenciado en Derecho, su trabajo habitual es el de chivo expiatorio o cabeza de turco. Daniel Pennac nos explica el origen de la idea: “(...) viene de un ensayo de René Girard que hablaba de él como mecanismo aglutinante de un grupo. Sirve de cemento, primero en tanto que enemigo común, responsable de nuestras desgracias y luego, en el caso de que el chivo expiatorio sea vencido o asesinado, entonces ese crimen se convierte en un elemento aglutinante. El caso individual más obvio es el de Jesucristo y, colectivamente, el del pueblo judío. Hoy, en Francia, para mucha gente, los chivos expiatorios son los emigrantes, los árabes. Incluso en pueblos en los que no hay ni un solo africano, hay racistas que hablan del peligro de la emigración árabe. Es el chivo expiatorio fantasmagórico” ([29]).

En realidad, el puesto de trabajo de Malaussène recibe pomposas denominaciones, que traducen con un eufemismo el cometido real que desarrolla: en el almacén su puesto se encuentra en el Control Técnico, aunque él mismo se encarga de precisarnos su actividad: “ (...) cuando un cliente se presenta con una queja, se me reclama en la Oficina de Reclamaciones donde recibo una bronca realmente aterradora. Mi trabajo consiste en capear el temporal de humillaciones, con un aspecto tan compungido, tan derrotado, tan profundamente desesperado, que por lo general el cliente retira su queja para no cargar con mi suicidio en su conciencia, y todo termina amistosamente, con el mínimo perjuicio para los almacenes. Y ya está. Se me paga para eso” (Ogros, p. 60).

En las Ediciones del Talión es Director Literario, aunque es consciente de su verdadera labor, e incluso se atreve a dar consejos, fruto de su propia experiencia, a posibles futuros chivos expiatorios: “Aviso a los aprendices de chivo expiatorio: un buen chivo debe salir al encuentro de la bronca, clamar su culpa antes incluso de que lo acusen, es un principio básico” (Hada, p. 238).

Su jefa en las Ediciones del Talión es Isabelle, la llamada Reina Zabo. Tampoco sus orígenes son franceses. Su padre, polaco al que “una mina había escupido a la superficie”, llega a París, pero se niega a seguir el destino laboral que parece ser propio de su nacionalidad: “Un parado polaco, decidido a no hundirse nunca más. En los abismos del trabajo, el Calvo había dejado la más hermosa cabellera de Polonia. Vagaba por las calles sin un pelo en la cocorota. Lucía un traje blanco por horror profesional al negro. El Calvo era el único en saber que salía del carbón. Los otros le tomaban por un príncipe polaco destronado, uno de esos tipos llegados del este para quitarnos los taxis. Pero el Calvo no quería dedicarse al taxi...El taxi era la mina en horizontal. No, el Calvo vivía de la cartera de los demás. No mendigaba, derribaba. Derribaba, embolsaba, gastaba y, luego, derribaba de nuevo” (Vendedora, p. 203). Polaco racista que no aceptaba a los judíos y acabó matando a un hermano de Loussa, el senegalés, cuyo padre se enfrentó al Calvo para vengar a su hijo, muriendo ambos en plena calle. 

Los personajes que hemos analizado hasta el momento conforman el mundo cercano, afectivo de Benjamin, pero las circunstancias provocan que se encuentre inmerso en otros mundos que lo ponen en relación con la policía, y policías de muchos tipos, médicos, escritores y editores, etc. Es lo que consideramos la esfera de lo circunstancial o lo cambiante, en la que analizaremos también algunos personajes.

En el ámbito de la policía, hallamos ciertos recursos al humor, que desdramatizan algunas situaciones y nos hacen ver que estamos junto a personas de carne y hueso y no junto a héroes. Observemos el sistema deductivo de Van Thian: “El inspector se había hecho un razonamiento sencillo. Si no fue Julie quien ejecutó a Chabotte, fue otra persona. Y si fue otra persona, habrá que empezar la investigación de cero. Y el cero, en materia de investigaciones, es el entorno de la víctima. El entorno familiar en primer lugar: el punto de partida y la línea de llegada, casi siempre. El ochenta por ciento de los crímenes de sangre son regalos de familia. ¡Sí señor!, la familia mata cuatro veces más el hampa, así son las cosas.” (Vendedora, p. 251); la forma de conducir de Caregga: “París duerme y el inspector Caregga conduce de la misma forma que todos los polis del mundo que escriben a máquina: con dos dedos. Y siempre ivernando en su cazadora de cuello de borreguillo” (Ogros, p. 118); o la dimisión de Pastor ante Coudrier:

“PASTOR: Pues este fin de siglo tendrá que prescindir de mi perspicacia, señor. He venido a presentarle mi dimisión.

COUDRIER: ¡Vamos, vamos! ¿Se aburre ya, Pastor?

PASTOR: No es eso.

COUDRIER: ¿Y puede saberse qué es?

PASTOR: Me he enamorado, señor, y no puedo hacer dos cosas al mismo tiempo” (Hada, p. 262).

Lo que no quiere decir que ciertos personajes de este entorno no muestren características racistas. Es el caso de los policías Vanini que “era Frontalmente Nacional y no lo ocultaba” (Hada, p. 14), sobre el que se comenta: “les cascaba duro a los moracos, y se cargó a un primo de Tayeb durante una manifestación. Un tipo peligroso” (Hada, p. 109); o Cercaire, que le dice lo siguiente a Ben: “-Ayer en este barrio de mierda, me mataron a un hombre. Un buen muchacho destinado a la protección de las ancianas (...) O sea que no haga el gilipollas, Malaussène; si se entera de algo, no sea imprudente: telefonéeme enseguida. Respeto su gusto por el exotismo magrebí, pero sólo hasta cierto punto. ¿Capta?” (Hada, p. 79).

El recurso al humor lo encontramos, a veces, aplicado a los médicos, cuyos métodos diagnósticos son objeto de comentarios como el siguiente, a propósito de un ataque de epilepsia de Julius:

“Laurent, ¿cuánto puede durar un ataque de epilepsia?

Al punto, el profesional que hay en él, sale a relucir:

-¿Hablas de Julius? Unas horas...

-Ya  lleva un día y dos noches completas.

Silencio. La máquina de diagnosticar se pone en marcha.

-Puede ser el tétanos. ¿Habéis hecho ruido a su alrededor?

-No, salvo el ataque de nervios de Thérèse, ningún ruido.

-Vete a dar un portazo en tu habitación, si es el tétanos saltará hasta el techo.

(Delicado procedimiento de investigación.) Doy un portazo en mi habitación. Ni caso. Julius continúa como el mármol.

-Entonces, no lo sé – concluye el doctor Bourdin.

(“No lo sé”... Un médico honesto)” (Ogros, p. 86).

         El mundo de la edición y de los escritores encuentra también su sitio en las novelas que estamos analizando. Editores que piensan únicamente en el dinero de beneficios y que piden a los escritores que escriban rápidamente, recurriendo, de ser necesario, al automatismo de los ordenadores:

“-Se trata de usted, Krämer, de su autobiografía, no de uno de sus personajes habituales, ¡no de una existencia de papel! Me hará usted el favor de pasarlo todo a la primera persona del singular. ¡No está aquí para escribir a lo J.L.B.!

-Nunca he escrito en primera persona.

-¡ “No sabré hacerlo”, no significa nada! Hoy hay máquinas que lo hacen muy bien, se substituye “Él” por “yo”, se carga en la memoria, se aprieta una tecla y ya está. No va usted a decirme que es más tonto que una máquina, Krämer. ¡Todo tiene un límite!” (Vendedora, p. 275).

O que interpretan las señales para adelantarse a los movimientos del mercado y piden cualquier cosa, con tal de vender libros y ganar dinero. En el caso presente, la Reina Zabo se adelanta a los flujos migratorios que han de llegar a Europa desde Asia, convenciendo a Loussa para que aprenda chino y se dedique a traducir:

“Una tarde de junio del 54, poco después de la caída de Dien Bien Phu (Loussa le había contado a Malaussène la anécdota), Isabelle le había llamado a su despacho y le había dicho: “Loussa, acabamos de perder Indochina, no creo que la diáspora china tarde más de veinte años en abandonar el Sudeste Asiático y venir a instalarse aquí, en París. De modo que vas a aprender chino enseguida y vas a traducir todo lo que valga la pena de su literatura. Cuando lleguen, sus libros les habrán precedido, tendrán la cama hecha”. (Y Loussa había concluido, levantando su copa en honor de Benjamin: “Y por eso me oyes chinear de corrido, gili. Ganbei! ¡Salud!)” (Vendedora, p. 182).

Para completar este apartado de personajes queremos presentar algunas citas en las que Pennac indica determinados rasgos generales de ciertas nacionalidades. Son comentarios llenos de ironía que salpican sus libros. Por ejemplo, intenta desdramatizar el proceso de descolonización:

“-Qué es una colonia, alumno Giap? –preguntaba Corrençon en el tono de un maestro colonial.

Y Vo Nguyen Giap, para hacer reír a la pequeña Julie, Vo Nguyen Giap, que iba a convertirse en el vencedor de Dien Bien Phu, respondía imitando la cantinela de un escolar:

-Una colonia es un país cuyos funcionarios pertenecen a otro país. Ejemplo: Indochina es una colonia francesa. Francia es una colonia corsa” (Hada, p. 252).

O este otro comentario sobre los austríacos:

“-¿Profesión?

-Maestra. Profesora de historia. Y es que los austríacos tienen mucho trabajo con su historia –explicó el encargado-: la disolución de su imperio, primero, el nazismo luego, y hoy la amenaza de finlandización...” (Vendedora, p. 174).

En el caso de los asiáticos, el diálogo entre los policías Pastor y Van Thian:

“-Me avergüenza, chiquillo, pero te he hecho una jugarreta.

-No pasa nada, Thian, es tu pérfida naturaleza de asiático. He leído en un libro que no podíais remediarlo.

-Tenemos otro defecto, chiquillo: una memoria de amarillo. Va con nuestra paciencia.” (Hada, p. 137).

Finalizamos con una referencia a los árabes:

“Un crimen, pues, y tres testigos. Salvo que cuando los árabes no quieren ver nada, no ven nada. Es, en ellos, una costumbre extraña. Debe ser por su cultura. O por algo que no han comprendido muy bien de la nuestra. Y por lo tanto, los árabes no han visto nada. Probablemente, ni siquiera han oído: “¡Pam!”.” (Hada, p. 17).

- La lengua ([30]).

Tras el análisis del catálogo de los personajes principales, hemos de referirnos a la lengua que emplean. Son muy abundantes las marcas que utiliza Daniel Pennac para indicarnos su estrato social, su procedencia geográfica o su pertenencia a una profesión determinada. Interrogado el propio escritor acerca de la lengua que caracteriza a los personajes de sus novelas, responde lo siguiente: “Cuando oyes a esos personajes sólo puedes anotar lo que dicen y buscar cuándo emplearlo. En mis libros está ese argot, pero también hay otros niveles de lenguaje. Por ejemplo, Malaussène y su amiga Julie emplean un idioma repleto de complicidades que son sólo de ellos, una suerte de microlenguaje. Hay elementos sacados del francés de la publicidad, pero también otros personajes como Coudrier, que emplean un francés clásico. Todas esas maneras de expresarse se mezclan, forman parte de la paleta del escritor” ([31]).

Observemos un fragmento de conversación entre los policías Pastor y Van Thian, en la que es patente el uso del argot por parte del último:

“Pastor frunció una de sus dos cejas:

-Ése era el barrio de tu infancia ¿no?

-Precisamente, chiquillo. El yugoslata toma a la izquierda, por el quai de Bercy, luego a la derecha, salta por encima del Sena y detiene su mastodonte lleno de vejestorios justo ante el new Velódromo made in Chirac” (Hada, p. 178).

Podemos comparar con lo que se dice de Pastor: “El padre de Pastor había sido consejero de Estado, fundador, en su tiempo, de la Seguridad Social (...) Las maneras suaves, los jerséis, el subjuntivo y la incapacidad para el argot que la familia había legado al muchacho, no le resultaban, tampoco, agradables a Thian. Y sin embargo Thian quería a Pastor(...)” (Hada, p. 56).

No es Pastor el único señalado como usuario del subjuntivo, norma que parece ya exótica y en peligro de extinción en francés, pues hallamos esta característica repetida en Alexandre Krämer:

“-¿Qué opinas de Krämer?

-Simpático. Francamente, por aquel entonces era un muchacho simpático. Bien sabe Dios que, desde entonces, he visto muchos, pero ya ves, lo recuerdo todavía. ¡Y ya es decir! Un chico algo tímido que hablaba como un libro, con subjuntivos y todo eso...Me dijo que, en el momento del engaño, se había sentido él mismo por primera vez en su vida” (Vendedora, p. 267).

Volviendo a Pastor, en otra ocasión se permite inventar neologismos:

“-El comisario de división Cercaire dispone de un testimonio abrumador con respecto a la droga, casi un flagrante delito. Ahora bien, Julie Corrençon fue drogada antes de ser depontada.

-¿ “Depontada”?

-Me permito ese neologismo, señor, por deslizamiendo del verbo “defenestrar”.

-No sé si debo permitir semejantes audacias en mi servicio, Pastor.

-Tal vez prefiera usted “embarcazada”, señor.” (Hada, p. 161).

Los médicos también figuran catalogados en su jerga particular. Una muestra de ello es la siente conversación entre Marty, médico habitual de los Malaussène, y Berthold, cirujano consagrado, sobre el estado de Benjamin:

“- Le reprocho ser incorregible, Berthold.

Corrían hacia la habitación de Malaussène.

-¡Bueno, Dios mío, sólo tomé un pedacito de hígado!

-Ya sé, para transplantárselo a un cirrótico hepatocarcinoma que murió a la mañana siguiente.

-Era transplante experimental, Marty, habría podido funcionar.” (Vendedora, p. 303).

Así habla Berthold, refiriéndose al transplante múltiple efectuado a nuestro chivo expiatorio:

“-¿En qué orden procedió usted?.

-Comencé por el bloque corazón-pulmones, pero fue necesario darse prisa, porque el páncreas exige ser trasplantado como máximo cinco horas después de la extracción.

-¿Terminó pues por los riñones?

-Los riñones son pura filfa, coser y cantar... Tampoco lo demás fue difícil...Bueno...para mí...Quise que la mayoría de las anastomosis se hicieran con pinzas automáticas...Hay que ponerse al día” (Vendedora, p. 320).

En ocasiones, Pennac se permite episodios sobre el uso de la lengua y la gramática francesas y de algunas de sus reglas o excepciones, ejerciendo así su faceta de profesor y pedagogo. Jérémy intenta aclarar algunas dudas de sus deberes preguntando a su hermano mayor, que responde de forma muy didáctica:

“-A ver, Ben, ¿podrías decirme por qué esa mierda de participio pasado concuerda con ese puto C.D. cuando éste va situado delante de ese gilipollas de auxiliar ser.

-“Haber”, Jérémy, delante del auxiliar “haber”.

-Si te gusta más así. Théo no es capaz de explicármelo.

-Es que yo con la mecánica...-dice Théo con gesto evasivo.

Y se lo explico, les explico la antigua regla colocando un beso paternal en cada frente. Mirad, es porque antiguamente, el participio concordaba con el C.D. estuviese delante o detrás del auxiliar haber. Pero la gente se olvidaba tanto de la concordancia cuando iba situado detrás, que el legislador gramatical hizo de esta falta una regla. Y ya está. Las lenguas evolucionan por la ley del mínimo esfuerzo. Sí, sí “deplorable”” (Ogros, 120).

La gramática y la vida se unen en otras situaciones más dramáticas. Malaussène, aun en su estado comatoso, conserva plena consciencia que pasa desapercibida en el mundo que lo rodea, pero que nosotros, como lectores, tenemos la suerte de conocer. El hilo de sus pensamientos le hace plantearse la muerte como algo cercano: “Y es que, ¿sabes?, esta vez estoy ocupado en morirme. Ya sé, ya sé, dicho así, en primera persona del singular, es como para no creerlo, y sin embargo, pensándolo bien, siempre es en primera persona del singular como nos morimos de veras. Y es bastante aceptable, debo reconocerlo. Los jóvenes que se marchan sin miedo a una cruzada guerrera sólo envían al campo de batalla su tercera persona. ¡A Berlín! Nach París! Allah Akhbar! Envían su entusiasmo para que muera en su lugar un tercero, relleno de una carnaza y una sangre que ignoran que son suyas” (Vendedora, p. 248-9).

También algunas referencias al tuteo y a las formas de cortesía nos indican los distintos estadios por los que pasa la mala/buena fortuna de Benjamin frente al comisario de división Cercaire. Este duro policía, encargado de una investigación, lo interroga y cambia del tú al usted, y viceversa, a medida que hablan:

“-Y usted, ¿cómo dice que se llama?

(Así es la vida; están los conocidos y los desconocidos. Los conocidos quieren que se les reconozca, los desconocidos quisieran seguir siéndolo, y la cosa se jode.)

-Malaussène –digo-, Benjamin Malaussène.

-¿De Niza?.

-Por el nombre al menos, sí.

-Tengo familia allí, buena región.

(En efecto, huele a mimosa, según parece.)

-Ya imaginarás, Malaussène, que si me desplazo a Belleville, un sábado, no es para extender papelas.

(“De tú”, Cercaire intenta el contacto. “De tú”, con el pretexto de una lejana prima en Niza.)

-¿Cuánto tiempo hace que vives en el barrio?

(...)

-Desde niño.

-¿Lo conoces bien, pues?

(Impulsado por la jabonosa pendiente, digo.)

-Mejor que Niza, sí.

-¿Zampas a menudo en lo de Ben Tayeb?

-Traigo a mi familia una o dos veces por semana.

-¿Los de la mesa eran tus hijos?

-Mis hermanas y mis hermanos.

-¿Y qué haces como curro?

-Director Literario en Ediciones del talión.

-¿Y le gusta?

(Ya está, están las “apariencias-tú” y las “profesiones-usted”. Cercaire es un hombre simple. ¿Qué pinta debo de tener yo antes de que el título contradiga las apariencias? ¿De lampista? ¿De parado? ¿De macarra? ¿De curda?)

-Me refiero al medio literario, ¿le gusta? ¡Debe usted de conocer un montón de gente apasionante!

(Esencialmente para que me abronquen, sí. ¿Qué jeta pondría Bigotes Viriles si supiera que el prestigioso título de “Director literario” oculta en mí la arrastrada actividad de chivo expiatorio?)” (Hada, p. 77).

Además de las alusiones a la lengua francesa y a sus diversos niveles, la presencia de personas de origen distinto provoca la mención los acentos e, incluso, la aparición de otras lenguas escritas o habladas. Es patente el acento de Stojil:

“-¿Realmente habla así el tal Stojilkovitch?- preguntó Pastor.

-Mejor aún, chiquillo, con un suntuoso acento serbocroata, y no estoy en absoluto seguro de que ellas comprendan la mitad de lo que dice; pero no me interrumpas, escucha el resto.” (Hada, p. 178).

No olvidemos que, una vez en la cárcel, Stojil pasa el tiempo traduciendo a Virgilio a su lengua. 

En el caso de la viuda Ho, disfraz de dama vietnamita adoptado por Van Thian, el fuerte acento figura por escrito, dejando traslucir sus características orales:

“-Vas a París? – preguntó el pelirrojo. 

-Vel a mi nuela –respondió la vieja.

-¿Y tomas el metro con toda esa pasta encima? (...)

-Acaba nacel nene –explicó ella, radiante-, ¡mucho legalo!” (Hada, p. 29).

Son muy numerosas las lenguas que figuran por escrito, aunque no siempre en las mismas condiciones. Repasemos las distintas situaciones:

- Árabe, en traducción simultánea:

“-Hablando de pelo –interviene yayo Riñón, el carnicero de Tlemcen-, estoy por los setenta y dos tacos y, ahí donde ves, el cabello me sale negro y la barba muy blanca, ¿puedes explicármelo, Peluca?

-Yo puedo- declara Stojil con su voz de contrabajo- es como todo, Riñón, el hombre desgasta lo que utiliza. Te has pasado la vida zampando por cuatro y la barba crece blanca; por lo que al cerebro se refiere... tu cabello sigue negro. Elegiste la prudencia, Riñón.

Traducción simultánea al árabe y choteo general” (Hada, p. 72).

- Árabe escrito, reproduciendo una nana que Yasmina canta a Clara, cuyo fragmento final figura traducido y en cursiva: “¿Quién ha dicho que el árabe es una lengua gutural, seca voz del desierto, estertor de arena y de abrojos? El árabe es lengua de paloma también, lejana promesa de las fuentes. Yasmina arrulla: Ua eladzina amanu ua amilu essalahat...Yasmina está sentada en el taburete de Thian el narrador: Lanubauanahum min eljanat ghurafan... Las nalgas de Yasmina desbordan y del buche de Yasmina se desborda el canto de consuelo, elogio de Clarence, el príncipe muerto, primera ensoñación de la joven viuda. (...)

Y aquellos que hayan creído,

(cantaba la voz de Yasmina)

y hayan realizado buenas obras

haremos que se queden

para siempre en el jardín...

(Así cantaba Yasmina, cuya voz evocaba claros arroyos corriendo bajo inmensas salas...)” (Vendedora, p. 72-3).

- Austríaco: Tras el choque de dos vehículos en plena calle la austríaca Almut Bernhardt (en realidad Julie disfrazada, investigando el intento de asesinato de Benjamin) y el ministro Chabotte mantienen la conversación siguiente. Obsérvese que Pennac introduce la traducción entre paréntesis:

“-Mein Gott! Mein Gott! Schauen Sie doch mal! (‘¡Dios mío, Dios mío, pero miren eso’!)

Señalaba con el dedo su alerón abollado. Pero el chófer que se lanzó hacia ella había desenfundado un revólver chato y la apuntaba sin miramiento.

-Hilfe! –gritó la profesora de historia-. Hilfe! (‘¡Socorro, socorro!’)

Hasta que apareció el ministro Chabotte.

Guarde esa arma, Antoine, no sea grotesco.

Y luego, a la dama:

-Entschuldigen Sie, Madame. (‘Disculpe, señora.’)

(...)

-Ich habe es eilig, Madame.(‘Tengo prisa, señora’)

-Ich auch (‘Yo también’) –dijo Almut Bernhardt.

Pero en vez de tarjeta, tenía en las manos un gigantesco revólver de reglamento. Un arma enorme. Y, sin sonreír:

-Steigen Sie hinein, oder Sie sind tot. (‘Suba o es hombre muerto.’) (Vendedora, p. 162-3).

- Brasileño: Su aparición en las novelas se debe a la presencia de los amigos travestíes de Théo, compañero de trabajo de Ben en el Almacén, y a la de la señora Nazaré Quissapaolo Chabotte, madre del ministro Chabotte e hija de un poeta brasileño. Ofrecemos el poema que ella misma recita, y que contiene el ideario poético de su padre:

Era da hera a errar

Cobra cobrando a obra...

Mondemos este mundo!

(‘¿Lo que significa?’)

Era de hiedra errando

Serpiente recubriendo la obra...

¡Mondemos este mundo!

(“Lo que significa...”), insistió mudamente el inspector Van Thian.)” (Vendedora, p. 258).

En el ejemplo anterior, y a pesar de la traducción, está claro que Van Thian sigue sin entender el sentido del poema.

- Chino: Gracias al personaje de Loussa de Casamance se explica la presencia de esta lengua. Ya conocemos los argumentos de la Directora de Ediciones del Talión para que su amigo la aprendiese: traducir del chino las obras de mayor interés para los asiáticos y estar preparados así para la avalancha que habría de llegar a Francia tras la descolonización de Indochina. Y Lousssa se empeña en enseñar chino a Benjamin durante su estancia en el Hospital:

Ni hao, gili. Buenos días , gili.

Loussa de Casamance visitaba fielmente a Malaussène.

-Wo shi. Soy yo.

Cada día, a las siete y media en punto de la tarde.(...)

-Nin shenti hao ma, hoy? ¿Cómo te encuentras hoy?

La máquina con cerebro le respondía por medio de una raya verde sin comienzo ni final, la deprimente definición de la línea.

-No tiene importancia –decía Loussa-, wo hen gaoxing jiandao nin. Estoy muy contento de verte.

De hecho, no le hubiera gustado encontrar la cama vacía.

-Wo toutong, yo también. Yo también tengo dolor de cabeza, ¡una jaqueca de narices!

Le hablaba en chino, pero se traducía escrupulosamente. Se le había metido en la cabeza enseñarle chino. (“Belleville se está volviendo chino, gili, y al parecer se aprende mejor durmiendo... Si algún día sales de esta siesta, al menos que te haya servido de algo.”)” (Vendedora, p. 198).

- Español: Presentamos un ejemplo en el que Julie, aventurera y periodista viajera, emplea nuestra lengua:

“-Para el carro, Julia, déjate de monsergas y dime lo que tú piensas de los ogros.

Sus ojos rasgados reflexionan durante un segundo, y luego una inmensa sonrisa me ofrece el panorama de sus dientes. Se inclina de pronto y me murmura al oído:

-En español, amar se dice ‘comer’” (Osos, p. 130).

- Latín: Es Benjamin Malaussène el que, haciendo un juego de palabras, simula la declinación latina:

“Mis párpados saltan, mis manos tiemblan, mis dientes castañetean. Pero, ¿qué demonios habrá puesto Yémanja en el café? Tengo el tiempo de pasar por casa y tomarme tres Valium (¿tres valia?) antes de ir a la asamblea intersindical, prevista para las dieciocho treinta en el comedor de los almacenes” (Ogros, p.61).

III. Conclusión.

Tras la lectura y análisis de La felicidad de los ogros, El hada carabina y La pequeña vendedora de prosa queda patente que Daniel Pennac crea un universo propio que presenta ante nuestros ojos un mosaico de personajes de diverso origen y lengua coincidentes todos en las calles de Belleville. La familia Malaussène, la tribu Malaussène, utilizando palabras del mismo Pennac, actúa de elemento centralizador y acogedor, sintiendo como propios sus alegrías y tristezas, y recibiendo de los otros el mismo afecto.

El papel de Daniel Pennac como narrador es el de transmisor de los ambientes que conoce, resultando amable o crudo, dependiendo de las circunstancias. Siempre intenta el recurso del humor, que quita dramatismo hasta a las situaciones más trágicas. Lo que no quiere decir falta de profundidad, pues el tono irónico y la broma sirven para plantear, a veces, problemas muy serios, que observamos desde su cara más grotesca.

Queremos terminar recordando unas palabras de su magnífico ensayo Como una novela: “Queda por “entender” que los libros no han sido escritos para que mi hijo, mi hija, la juventud, los comente, sino para que, si el corazón se lo dice, los lean” ([32]). Quizás hemos cometido el pecado de comentar parte de su obra, pero todo sea por plantear algunas reflexiones que nos sugieren su narrativa y que tienen mucho que ver con la sociedad de nuestro tiempo.

 

IV. Bibliografía consultada.

IV.1.Artículos de prensa y obras de Daniel Pennac.

PENNAC, Daniel,  La felicidad de los ogros, Traducción de Carmen Cuesta, Madrid, Júcar, 1989.

PENNAC, Daniel,  Como una novela, Traducción de Joaquín Jordá, Barcelona, Anagrama, 1993.

PENNAC, Daniel,  El hada carabina, Traducción Manuel Serrat Crespo, Barcelona, Mondadori, 2000.

PENNAC, Daniel, La pequeña vendedora de prosa, Traducción Manuel Serrat Crespo, Barcelona, Mondadori, 2000.

PENNAC, Daniel, “Franco, Stalin e Milosevic”, La Repubblica, 11-5-1999: http://www.repubblica.it/online/dossier/scrittori/pennac/pennac.html

PENNAC, Daniel, “Sauvons Zazie et nos enfants avec”, Libération, 7-6-1999: http://www.liberation.com/quotidien/debats/juin99/990607b.html

IV.2.Artículos de periódicos y revistas.

“Alá amplía su reino en El Carmen. El imán inauguró ayer una nueva mezquita en el barrio”, La Opinión, sábado 2 de junio de 2001.

ALAMEDA, Sol, “Anne Hidalgo. Una española en la alcaldía de París”, EL PAÍS SEMANAL, domingo 5 de agosto de 2001.

BARBERÍA, José Luis, “35.000 hinchas vitorean a Francia”, EL PAÍS, martes 4 de julio de 2000.

DEVINAT, François, “Par ici les enfants”, Libération, 20-10-1997:

 http://www.liberation.com/quotidien/portrait/pennac.html

“Emigrantes del fútbol”, EL PAÍS SEMANAL, domingo 13 de mayo de 2001.

ESCOLÀ, Carles, “La inmigración en el desván del psiquiatra”, EL PAÍS, martes 14 de noviembre de 2000.

GOYTISOLO, Juan, “El efecto llamada”, EL PAÍS, domingo 9 de septiembre de 2001.

LANGEVIN, Sébastien, “Passer d´une culture à l´autre”, Le Français dans le Monde, nº 314, Avril-Mai, 2001.

“Mamá Dummy canta gospel en su iglesia murciana. El motín de los nigerianos alumbra la existencia de una colonia regional de 2.000 compatriotas”, La Verdad, domingo 10 de junio de 2001.

MARTÍ, Octavi, “París acepta chinos, pero no marroquíes y tunecinos”, EL PAÍS, Internacional, 16 de enero de 2000.

MARTÍ, Octavi, “Daniel Pennac: El humor permite ejercitar una forma superior de dignidad humana”, EL PAÍS, 11 de marzo de 2000.

MÉDIONI, Gilles, Mounia DAOUDI et Baya GACEMI, “Smaïn, Gad, Kenza, Zidane et les autres. Les ambassadeurs de la France maghrébine”, L´Express, jeudi 5 juillet 2001.

“Multitudinaria boda `afro´en El Carmen”, La Opinión, martes 7 de noviembre de 2000

MUÑOZ, Oswaldo, “Jean-Jacques Schuhl: “Mi prioridad es la estética”, EL PAÍS, domingo 12 de noviembre de 2000.

MUÑOZ, Oswaldo, “Los premios más prestigiosos de Francia recaen en dos “forasteros” de la literatura”, EL PAÍS, domingo 5 de noviembre de 2000.

“Nouveaux droits pour les Algériens de France”, Le Monde, samedi 28 juillet 2001.

“Omar es mi colega”, EL PAÍS SEMANAL, domingo 29 de julio de 2001.

PAYOT, Marianne, “Entretien Daniel Pennac”, Lire, mai 1995: http://www.lire.fr/Entretien/235_001372H.asp

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XINGJIAN, Gao, “El espirítu de libertad, mi Francia”, EL PAÍS, domingo 15 de octubre de 2000.

IV.3.Monografías y artículos.

ABDALLAH-PRETCEILLE, Martine, L´education interculturelle, P.U.F., Paris, 1999.

BAUMANN, Gerd, El enigma multicultural. Un replanteamiento de las identidades nacionales, étnica y religiosas, Ediciones Piados, Barcelona, 2001.

BEGAG, Azouz, Le Gone du Chaâba, Paris, Le Seuil, Coll. “Virgule”, 1986.

CASTAÑO RUIZ, Juana, "Realidad y ficción en La fée Carabine de Daniel Pennac", en Mundos de ficción (Actas del VI Congreso Internacional de la Asociación Española de Semiótica, Murcia, 21-24 noviembre, 1994, Investigaciones Semióticas VI), Universidad de Murcia, 1996, vol. I, pp.453-459.

IBEAS VUELTA, Nieves, “Asesinatos en clave de humor. Daniel Pennac y el código mítico policíaco”, en Mitos (Actas VII Congreso Internacional dela asociación Española de semiótica, Investigaciones Semióticas, VII), Colección Trópica, Anexos de Tropelías, Zaragoza, 1998, vol. II, pp. 669-674.

La ville face à l´education de sa population multiculturelle (migrants et minorités), Actes. Documents de travail et conclusions du Séminaire d´Amsterdam (Ámsterdam, Pays-Bas 2-4, decembre, 1993), Études et travaux nº 37, Les éditions du Conseil de l´Europe, Strasbourg, 1995.

MAALOUF, Amín,  Identidades asesinas, Madrid, Alianza Editorial, 1999.

MONDADA, Lorenza, Décrire la ville. La construction des savoirs urbains dans l´interaction et dans le texte, Anthropos, Paris, 2000.

MORILLA, Lola S. (coord.), Así escribo mi ciudad. La geografía de la narración, Grafein Ediciones, Barcelona, 2001.

MORIN, Edgard, Los siete saberes necesarios para la educación del futuro, Paidós, Barcelona, 2001.

SARTORI, Giovanni, La sociedad multiétnica. Pluralismo, multiculturalismo y extranjeros, Grupo Santillana de Ediciones, Madrid, 2001.

IV.4.Páginas web.

BEGAG, Azouz, “Des mots pour sortir du marquage”, Citrouille, 1995, nº 11:

http://perso.wanadoo.fr/citrouille/pages/d_doss/art_doss/152_doss.htm

Sobre A.Begag:

http://www.swarthmore.edu/Humanities/clicnet/litterature/moderne/begag/presentation.html

Sobre la película Le gone du Chaâba:

http://www.premiere.fr/affiche/fichecritique/le-gone-du-chaaba.html

RAPIN, Anne, “Le pouvoir des livres. Entretien avec daniel Pennac”, Label France, avril 2000, nº 39:

www.diplomatie.gouv.fr/label_france/FRANCE/int39.html

RAPIN, Anne et Stéphane LOUHAUR, “Les défis de l´immigration. Entretien avec Sami Naïr”, Label France, janvier 2000, nº 38:

www.diplomatie.gouv.fr/label_france/FRANCE/int38.html

Películas:

RUGGIA Christophe (director), Le Gone du Chaâba, 1997.

Sobre Belleville:

Pasotto, Giovanni, “La rénovation urbaine dans le Bas Belleville”, École Nationale des Ponts et Chaussées, année 1995-1996:

http://eleves.enpc.fr/eleves/pasotto/belleville/home.html

Itinerarios en Belleville: http://www.parissi.com/ultrag/belleville/index.html



[1] Conferencia pronunciada en “Fronteras” II Curso de Variación Sociolingüística. Enfoque contrastivo (Murcia, 6-16 de noviembre de 2000). Este trabajo forma parte de una investigación en curso.

[2] La bibliografía sobre los movimientos migratorios y su repercusión en la sociedad actual se ha multiplicado en los últimos años. Nos limitamos a dar algunos títulos muy recientes que lo abordan desde distintos puntos de vista: Martine Abdallah-Pretceille, L´éducation interculturelle, P.U.F., Paris, 1999; Gerd Baumann, El enigma multicultural. Un replanteamiento de las identidades nacionales, étnicas y religiosas, Ediciones Paidós, Barcelona, 2001; Giovanni Sartori, La sociedad multiétnica. Pluralismo, multiculturalismo y extranjeros, Grupo Santillana de Ediciones, Madrid, 2001.

[3]Carles Escolà, Barcelona: “La inmigración en el diván del psiquiatra”, EL PAÍS, martes 14 de noviembre de 2000.

[4] Cf. Anne Rapin y Stéphane Louhaur, “Les défis de l´immigration. Entretien avec Sami Naïr”, Label France, janvier 2000, nº 38: www.diplomatie. gouv.fr/label_france/FRANCE/int38.html

[5] Gao Xingjian, “El espirítu de libertad, mi Francia”, EL PAÍS, domingo 15 de octubre de 2000.

[6] Oswaldo Muñoz, “Los premios más prestigiosos de Francia recaen en dos “forasteros” de la literatura”, EL PAÍS, domingo 5 de noviembre de 2000. Las obras premiadas son las siguientes: Jean-Jacques Schuhl, Ingrid Caven, Paris, Gallimard, 2000 y Ahmadou Kourouma, Allah n´est pas obligé, Paris, Éditions du Seuil, 2000.

[7] Amín Maalouf,  Identidades asesinas, Madrid, Alianza Editorial, 1999, pp. 27-31.

[8] José Luís Barbería, “35.000 hinchas vitorean a Francia”, EL PAÍS, martes 4 de julio de 2000.

[9] Azouz Begag, Le gone du Chaâba, Éditions du Seuil, Paris, 1986 (traducción española de Mª Dolores Mira, El chico del Chaâba, Ediciones del Bronce, Barcelona, 2001). Otra novela de A. Begag, Le Passeport (Éditions du Seuil, Paris, 2000) ha sido traducida por nuestro compañero Francisco Torres Monreal: El Pasaporte, Muchnik Ediciones, Barcelona, 2001.

La ficha de la adaptación cinematográfica de Christophe Ruggia puede consultarse en:

 www.premiere.fr/affiche/fichecritique/le-gone-du-chaaba.html

[10] Véase biografía y bibliografía de Azouz Begag en:

www.swarthmore.edu/Humanities/clicnet/litterature/moderne/begag/presentation.html  

Azouz Begag expresa su opinión sobre los jóvenes magrebíes y los escritores de ese origen en Francia en su artículo “Des mots pour sortir du marquage”, publicado en Citrouille, nº 11, 1995:

http://perso.wanadoo.fr/citrouille/pages/d_doss/art_doss/152_doss.htm

[11] Tomás Albaladejo Mayordomo, “Poética cultural, diferencia y confluencia: La frontera de cristal de Carlos Fuentes”, conferencia pronunciada el martes 14 de noviembre de 2000, en el aula Antonio Soler, de la Facultad de Letras de Murcia. Véase también del mismo autor, “Retórica y propuesta de realidad (La ampliación retórica del mundo)”, Tonos Digital, nº1, marzo 2001: www.um.es/tonosdigital/ 

[12] El mismo Pennac explica su recurso al humor en una entrevista concedida a Octavi Martí (“Daniel Pennac: El humor permite ejercitar una forma superior de dignidad humana”, EL PAÍS, 11 de marzo de 2000):

P. Usted cuenta cosas terribles pero siempre desde el humor.

R. Es una cuestión de tono. Hay personas que consiguen hacerte reír hablando del cáncer que las está matando. Es un ejercicio superior de la dignidad humana. Saber contar la propia agonía sin caer en lo patético es algo envidiable. Un buen amigo mío emprendió la traducción de Virgilio al serbo-croata y decía: ‘Lo hago porque eso me va a llevar más tiempo que mi cáncer’”.

[13] Juana Castaño Ruiz, “Realidad y ficción en La fée carabine de Daniel Pennac", en Mundos de Ficción (Actas del IV Congreso Internacional de la Asociación Española de Semiótica, Murcia, 21-24 de noviembre, 1994, Investigaciones Semióticas VI), Universidad de Murcia, 1996 , pp. 453-459.

[14] Además de la ya citada entrevista de Octavi Martí a Daniel Pennac en EL PAÍS,  citamos otras dos  en las que se detallan los puntos de vista del escritor  sobre sus personajes, lengua, etc: Marianne Payot , “Entretien à Daniel Pennac”, Lire, mai, 1995: http://www.lire.fr/Entretien/235_001372H.asp; y Anne Rapin, “Le pouvoir des livres. Entretien avec Daniel Pennac”, Label France, avril 2000, nº 39: www. diplomatie. gouv.fr/label_france/FRANCE/int39.html

Como testimonio de su faceta de hombre comprometido con la sociedad de su tiempo, indicamos dos colaboraciones de Pennac en sendos periódicos: una sobre Milosevic: “Franco, Stalin e Milosevic”, La Repubblica.it, 11-maggio-1999:   www.repubblica.it/online/dossier/scrittori/pennac/pennac.html; y otra sobre la supresión de un programa dedicado a los libros en la televisión francesa: “Sauvons Zazie et nos enfants avec”, Libération.com (7-juin-1999): http://liberation.com/quotidien/debats/juin99/990607b.html

[15] Robert Doisneau (Gentilly 1912-París 1994) es un ejemplo magnífico del fotógrafo que nos transmite el siglo XX a través de su obra. Colabora con Daniel Pennac en sus libros Les Grandes Vacances, Éd. Hoebeke, 1990 y La Ville en famille, Éd. Hoebeke, 1993.

[16] Se indican las fechas de las ediciones originales francesas. En la bibliografía se proporcionan los datos completos de las ediciones españolas que manejamos. Para el acceso al listado de obras de Daniel Pennac, véase: http://www.uni-kassel.de/fb8/privat/kerdelhue/internautes/pennac/pennac.html.

[17] Nieves Ibeas Vuelta, “Asesinatos en clave de humor. Daniel Pennac y el código mítico policíaco”, en Mitos (Actas del VII Congreso Internacional de la Asociación Española de Semiótica, Investigaciones Semióticas VII), Colección Trópica, 4, Anexos de Tropelías, Zaragoza, 1998, vol. II, pp. 668-674.

[18] Señalamos, por su interés, dos estudios recientes que relacionan la ciudad y su transmisión por escrito: Lorenza Mondada, Décrire la ville. La construction des savoirs urbains dans l´interaction et dans le texte, Anthropos, Paris, 2000 y Lola S. Morilla (coord.), Así escribo mi ciudad. La geografía de la narración, Grafein Ediciones, Barcelona, 2001.

[19] Reseñamos la página del servidor de la alcaldía de París, en la que se puede obtener información sobre la ciudad y sus barrios: www.mairie-paris.fr. Véase igualmente: www-compat.tf1.fr/livecam/paris.htm y www.paris.org/parisF.html.

En cuanto a Belleville y sus posibles itinerarios, resulta sumamente completa la siguiente: www.parissi.com/ultrag/belleville/index.html

[20] Un trabajo muy revelador sobre la renovación del Belleville es el de Giovanni Pasotto, “La rénovation urbaine dans le Bas-Belleville”, École Nationale des Ponts et Chaussées, année 1995-1996: http://eleves.enpc.fr/eleves/pasotto/belleville/home.html

[21] Octavi Martí, op.cit.

[22] El Belleville de Benjamin Malaussène parte de la Rue Folie Réganult y se extiende por el 11e arrondissement.

[23] Cf. El estudio publicado por el Consejo de Europa sobre las ciudades como núcleos de  integración de poblaciones de origen diverso: La ville face à l´éducation de sa population multiculturelle (migrants et minorités), Actes. Documents de travail et conclusions du Séminaire d´Amsterdam (Amsterdam, Pays-Bas, 2-4 décembre 1993), Études et Travaux nº 37, Les Éditions du Conseil de l´Europe, Strasbourg, 1995.

[24] Según Lorenza Mondada, “La ville en effet est devenue le lieu idéal pour observer la complexité des pratiques langagières, leur stratification sociale, la dynamique du changement linguistique, les formes et les effets du contact entre langues différentes. Ce changement de regard a coïncidé avec une revalorisation de la ville comme univers organisé, produisant ses propres vernaculaires, ses formes spécifiques et systématiques, ses registres identitaires; comme un laboratoire où s´expérimentent formes d´intégration, de mise en réseau, mais aussi de ségrégation de locuteurs et de communautés linguistiques hétérogènes. Ce nouveau regard va de pair avec une nouvelleintelligibilité de la ville “, op. cit, p. 73.

[25] Las citas remiten a las ediciones españolas de las tres novelas reseñadas en la Bibliografía. Empleamos los títulos abreviados Ogros (La felicidad de los ogros), Hada (El hada carabina)y Vendedora (La pequeña vendedora de prosa).

[26] La prensa nos transmite continuamente esa nueva realidad. No hablamos de las noticias sobre la inmigración ilegal, de las pateras o de los delitos cometidos por extranjeros, sino de esas otras, que podemos llamar “más amables”, signo y demostración de una convivencia pacífica y cercana. Veamos algunos titulares de distintos tipo, que van desde el ámbito regional al nacional: “Multitudinaria boda `afro´en El Carmen” (La Opinión, martes 7 de noviembre de 2000); “Alá amplía su reino en El Carmen. El imán inauguró ayer una nueva mezquita en el barrio” (La Opinión, sábado 2 de junio de 2001); “Mamá Dummy canta gospel en su iglesia murciana. El motín de los nigerianos alumbra la existencia de una colonia regional de 2.000 compatriotas” (La Verdad, domingo 10 de junio de 2001); “Emigrantes del fútbol” (EL PAÍS SEMANAL, domingo 13 de mayo de 2001): “Omar es mi colega” (EL PAÍS SEMANAL, domingo 29 de julio de 2001).

Juan Goytisolo menciona, en su reciente artículo “El efecto llamada” (EL PAÍS, domingo 9 de septiembre de 2001), la consecuencia en el otro lado: las señales de la llegada de los emigrantes a Marruecos, los símbolos llevados a la tierra de origen tras la estancia en el país de acogida: “Abundan los niños que se expresan en francés, en holandés, en alemán, en español. Visten camisetas de Gap, Fila, Chevignon o de La Caixa. Son turistas en su propio país(...)”.

[27] Muchos miembros de la segunda generación de aquella oleada de emigrantes españoles han permanecido en los países de acogida y, en ciertos casos, ocupan un papel preponderante en ellos hoy. Así ocurre con Anne Hidalgo, teniente de alcalde de Bertrand Delanoë, actual alcalde de París. Véase el artículo  de Sol Alameda, “Anne Hidalgo. Una española en la alcaldía de París”, EL PAÍS SEMANAL, domingo 5 de agosto de 2001.

[28] No olvidemos que la población de origen magrebí es una de las más numerosas en Francia y en la actualidad se estudia la ampliación de sus derechos. Según Le Monde, en el censo de 1999 alcanza la cifra de 471.000 personas. Cf. el artículo “Nouveaux droits pour les Algériens de France”, Le Monde, samedi 28 juillet 2001. Algunos de sus miembros han  alcanzado puestos de relevancia en la vida social francesa. Véase de Gilles Médioni, Mounia Daoudi y Baya Gacemi, “Smaïn, Gad, Kenza, Zidane et les autres. Les ambassadeurs de la France maghrébine”, L´Express, jeudi 5 juillet 2001: www.lexpress.fr/Express/Info/Societe/Dossier/francemaghreb/dossier.asp

[29] Octavi Martí, op. cit.

[30] Lógicamente seguimos los recursos lingüísticos a través de las traducciones españolas. Si la labor de los traductores es siempre meritoria en el caso presente aún lo es más, al emplear Daniel una lengua con muchos matices y registros: argot y neologismos conviven con un francés muy cuidado y con otras lenguas.

[31] Octavi Martí, op. cit.

[32] Daniel Pennac, Como una novela, Barcelona, Anagrama, 1993, p. 133.


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NÚMERO 2 - NOVIEMBRE 2001