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SNUFF, CHUCK PALAHNIUK
(Mondadori, Barcelona,
2010)
En la
piel vacía que tiene entre el pulgar y el índice de una mano, el tipo tatuado
tiene dos líneas cortas y paralelas con tres puntos a lo largo de una de las
líneas: el símbolo azteca del número trece. La numerología azteca y el idioma nahuatl son populares entre las bandas de sureños del sur
de California. En la baja espalda, justo por encima de la cintura de los
calzoncillos largos, hay un elaborado tatuaje del número «187» en un pergamino:
la sección referente al asesinato del código penal de California. Al lado del
ombligo hay un tatuaje de una tumba con dos fechas, con doce años de
diferencia, registrando la pena que ha cumplido.
El
número 137 me dice:
-
¿Estás en una banda?
Esas
cosas me las enseñó mi padre adoptivo.
Señalo
los tatuajes de otros tipos que hay en la sala. El tipo asiático que tiene
tiras negras tatuadas en los bíceps es miembro de la mafia japonesa,
(p. 43)
¿A
que no sabes qué? Ni siquiera estoy casado con Cassie
Wright y ya estoy a punto de ser viudo. Al joven
actor número 72 le digo: por favor. Por favor, dime que lo que le has dado a Bacardi no era más que un Lacasito.
-
Cianuro potásico –dice la coordinadora de actores mientras se agacha para
recoger una servilleta de papel del suelo–. Se
encuentra en la naturaleza en las raíces de mandioca y yuca nativas de África,
se usa como tinta para planos arquitectónicos en forma del pigmento de color
azul oscuro conocido como azul prusiano. De ahí el tono «cian» del azul…
De
ahí, dice, el término «cianosis», que se usaba para describir el tono azul de
la piel de las víctimas de envenenamiento por cianuro. Muerte instantánea y
segura y eterna.
(p. 172)
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