REVISTA ELECTRÓNICA DE ESTUDIOS FILOLÓGICOS


LOPE DE VEGA: UN ESCRITOR “PRO PANE LUCRANDO”

 

Verónica Cambronero Armero

(Universidad de Murcia)

 

RESUMEN

Lope de Vega fue el escritor más prolífico del siglo XVII español. Cultivó todos los géneros literarios, pero su gran éxito lo consiguió como autor de comedias. Es la figura más representativa del Mecenazgo español, pues fueron varios los mecenas que lo mantuvieron. Gracias a su Epistolario podemos dar cuenta de cómo fue su vida, cómo era su personalidad y cuál era la relación que mantenía con los distintos mecenas. Una inagotable fuente de testimonios que desvelan un sinfín de aspectos que desconocíamos sobre la figura del Fénix.

 

Palabras clave: Lope de Vega, prolífico, Mecenazgo, Epistolario, mecenas.

 

ABSTRACT

Lope de Vega was the most prolific writer in the 17th Spanish century. He cultivated all literary kinds, but the most important exit he got like drama’s author. He is the most representative figure of Spanish Sponsorship, and then several patrons supported him. We know how his live was, how his personality was and which the relation was with his different patrons thanks to his Epistolary. It is one inexhaustible testimonies’ source that keeps awake a great many of aspects that we didn’t know about the figure of the Fenix.

 

Key words: Lope de Vega, prolific, Sponsorship, Epistolary, patron.

 

 

  Lope y sus distintos mecenas

 

Iba a la escuela, excediendo conocidamente a los demás en la cólera de estudiar las primeras letras; y como no podía, por la edad, formar las palabras, repetía la lición más con el ademán que con la lengua. De cinco años leía en romance y latín; y era tanta su inclinación a los versos, que mientras no supo escribir repartía su almuerzo con los otros mayores porque le escribiesen lo que él dictaba…”

 

          Así recogen Américo Castro y Hugo A. Rennert [1968: 17] las palabras que inician el libro Fama póstuma del primer biógrafo de Lope, Montalbán. Aquí se nos muestra a un niño excesivamente aventajado intelectualmente en cuanto a lo que su edad requería. Un Lope, éste, que se podría decir que ya nació con el privilegio de cuantos aman las letras y tocado por la musa del arte de escribir todo cuanto su cabeza dictaba. A esto, hay que unir la grandilocuencia de su personalidad y su ambición por conseguir todo aquello que se proponía.

Todas estas características hacían de Lope un hombre polifacético, pero, a la vez, como se muestra en los distintos estudios sobre él, una persona que podía llegar a despersonalizarse, e incluso, en ocasiones, a rebajarse por conseguir dinero (dada su “supuesta” pobreza), o el cargo que tanto ansiaba en vida y que nunca llegó a conseguir: ser cronista real. No obstante, fue protegido de varios mecenas, sobre los que hablaremos a continuación.

El primer mecenas del que tenemos constancia es el duque de Alba. Éste estaba en Madrid, mientras Lope de Vega terminaba sus estudios en la Universidad de Alcalá. El dramaturgo, por supuesto, no dudó en ir a visitarle y a besarle la mano, cosa que agradó mucho al duque, ya que admiraba al joven. Esto se hizo patente cuando le ofreció su casa y el entrar a su servicio, no solo como secretario, sino también como su valido. Lope, en señal de agradecimiento, escribió a su orden La Arcadia. Ésta fue dedicada al tercer duque de Osuna, denominado “el Grande”. Dicha dedicatoria dice así:

A DON PEDRO TÉLLEZ GIRÓN

 

Duque de Osuna, marqué de Peñafiel, conde de Ureña, señor de Morón y de Archidona, etc.

 

“Al duque, que Dios tiene, había yo dirigido mi Arcadia, y no pudiendo imprimirla entonces, miraba agora quien en España le pareciese mucho, y corríme luego de no haber caído en que vuestra señoría era el mismo; y así le ofrezco lo que es suyo, porque vuestra señoría ha de heredar, con los estados de su ilustrísimo padre, las voluntades de los que como yo le amaban, y ellos ganar en vuestra señoría lo que perdieron en él; cuya vida, etc.

                                                                            LOPE DE VEGA CARPIO

 

 

 El dramaturgo permaneció con el duque en Alba de Tormes hasta que, enamorado de doña Isabel de Urbina, hija de don Diego de Urbina, se casó con ella.

Antes de esto, existen testimonios de la buena relación del joven poeta con el obispo de Ávila. Le escribió una serie de églogas y una comedia, La pastoral de Jacinto, que fue la primera que hizo de tres jornadas. Ésta es, pues, la época que podemos señalar como inicio de la escritura de Lope para la escena. La cantidad de aplausos que se le dedicaron al dramaturgo, obligaron, en cierta medida, a continuar escribiéndolas con tan buen reconocimiento, que durante muchos años, no se vio otro nombre en los rótulos de las esquinas que no fuera el de Lope de Vega.

Al querer poner una fecha exacta del inicio de la escritura de comedias de Lope, encontramos una dualidad de perspectivas. Mientras que Montalbán supone que los éxitos del prolífico dramaturgo y poeta se sucedieron antes de ir a la Universidad, hay otra hipótesis que defiende que esto ocurrió cuando Lope tenía sobre los veintiún años y ya había abandonado Alcalá. El mismo Lope de Vega nos lleva a poner esta fecha en el año 1583, cuando dice que conoció a Jerónimo Velázquez, autor de comedias, “durante más de cuatro años”. Por tanto, lo más acertado sería suponer que el trato con Velázquez se produjo cuando Lope ya era conocido como escritor de comedias.

Conocido esto, la suposición más acertada es la de que Lope entró como secretario de don Antonio, duque de Alba, en 1590, ya que de 1583 a 1587, el dramaturgo estuvo sirviendo al marqués de Las Navas. También sabemos que el dramaturgo estuvo al servicio del duque durante los cinco años siguientes, permaneciendo la mayor parte del tiempo en Alba de Tormes, residencia de los duques. Estos datos proceden de la alusión que Lope hace en su Filomena acerca de lo bien acogido y favorecido que fue en Toledo.

Como ya hemos dicho, Lope le dedicó La Arcadia al duque de Alba, asegurándonos que es una historia verdadera en la que el duque don Antonio de Alba aparece como el héroe Anfriso, y Lope como Belardo, nombre poético que mantuvo desde su juventud hasta su muerte.

Según el testimonio de Juan Bautista de Villalobos, sabemos que el 22 de abril de 1595 estaba todavía al servicio del duque de Alba. Lo más probable es que su mujer, Isabel de Urbina, muriera antes de esta fecha, y que los buenos recuerdos que Lope tenía de Alba de Tormes con su mujer, le “obligaran” a abandonar aquel lugar con gran pesadumbre. Dadas las circunstancias, Lope marcha a Madrid en 1596.

Al dejar de servir al duque de Alba, pasa a ser el secretario del marqués de Malpica, cuyo cargo desempeñó poco tiempo, ya que en 1598, según escribe Lope de Vega en la portada de La Arcadia, ocupa el mismo puesto en la casa del marqués de Sarria, futuro conde de Lemos. En una carta al conde de Lemos, dice Lope:

 

“Mostrara yo con vos cuidado eterno,

mas haberos vestido y descalzado

me enseñan otro estilo humilde y tierno.”

 

          De esto se desprende que, además de ser secretario del conde de Lemos, Lope desempeñó menesteres más humildes que el del secretariado implica. De esta manera vemos cómo el dramaturgo, no solo en este caso, sino en otros muchos, se rebaja hasta ciertos límites que lo convierten, más que en un secretario, en un criado. Uno de los mejores ejemplos, y que veremos en otro apartado, es la servidumbre al duque de Sessa.

Lope de Vega continúa sus tareas con el marqués de Sarria durante 1599, ya que en abril de ese año, el escritor acompañó a su señor a Valencia, donde se encontraban el nuevo rey Felipe III y su hermana con toda la corte. Éstos habían ido allí a recibir a sus futuros consortes. Tan solo un año después, en 1600, Lope deja el puesto de secretario del marqués de Sarria y se marcha a Sevilla.

En agosto de 1605 fue Lope de Vega a Madrid, donde conoció y trabó una íntima amistad con Luis Fernández de Córdoba y de Aragón, sexto duque de Sessa que duró toda la vida. Cabe destacar la descripción que del duque nos dan Américo Castro y Hugo A. Rennert [1968: 160]:

 

“El duque tenía veintitrés años, gustaba de las  letras y, como dice La Barrera, era sobre todo extremado en amores; y llevado sin duda de su misma afición literaria, tenía especial placer en seguir con sus diferentes amigos una correspondencia adornada siempre con las flores de la poesía y las galas del bien decir. Buscó, pues, y halló en el fénix Lope de Vega Carpio el amigo, el consejero, el secretario íntimo que tan discretamente, con su fecundo y admirable ingenio y su larga experiencia en los tratos de amor, podía complacerle, y de él se sirvió con ilimitada confianza y amistad por espacio de muchos años, correspondiendo con el más apasionado afecto a su rendido y humilde cariño, y recompensándole pródigamente con todo género de honras, dádivas y favores”.

 

          Excelente ejemplo para describir la estrecha relación que hubo entre Lope de Vega y el duque hasta que el dramaturgo murió. Lope ejerció todos los trabajos que el duque le mandaba, pasando de ser un secretario a un criado, como ocurrió con el duque de Alba. Aunque el dramaturgo sufriera alguna dolencia, como los varios corrimientos que tuvo en el rostro, o su mujer estuviera enferma, Lope cumplía rigurosamente sus tareas de secretario del duque de Sessa, entre las que se encontraba la de redactar epístolas amatorias dirigidas a sus diferentes amantes: Jerónima, Flora, Jacinta y muchas más. En el Epistolario de Lope de Vega se pueden comprobar todos estos trabajos, puesto que las cartas que entre ellos se mandaban dan fe de lo que acabamos de decir. Incluso se llegó a afirmar que el dramaturgo fue el “alcahuete” del duque de Sessa.

También hay que destacar, como en la descripción anterior se nos daba del duque, el profundo amor de éste por las letras, y como no podía ser de otra manera, por las obras de su secretario Lope de Vega. Se tiene conciencia que sobre el año 1611, el duque comienza a reunir las obras de Lope, manuscritas e impresas.

Durante el año 1612, gracias a las numerosas epístolas que el duque de Sessa y Lope intercambiaban, sabemos que el duque vuelve de sus Estados, ya que había sido desterrado. En las cartas, Lope también informa sobre todo lo que les ocurre a sus diferentes esposas, a sus numerosos hijos y a él. Y, por supuesto, no se amilanaba a la hora de pedirle dinero o cobros atrasados por los trabajos que le hacía al duque. Aquí mostramos un ejemplo:

 

“Su criado de V. exª, Carlitos, está con tercianas dobles, muy trabajoso; no come nada; si allá hay alguna jalea, mande V. exª a Bermúdez que la envíe”. Castro y Rennert

[1968: 201].

 

          En 1614, con cincuenta y dos años, Lope determinó recibir órdenes sagradas, lo que le suponía tener que dejar de escribir las cartas amorosas que el duque de Sessa mandaba a sus amantes. De esta manera, Lope de Vega le escribe en una carta que su confesor le había prohibido dedicarse a esos menesteres, por lo que el dramaturgo le pide infinitas disculpas y eleva al duque al mayor escalafón que de escritor hubiera:

 

´”Si algún consuelo tengo, es saber que V. exª escribe tanto mejor que yo, que no he visto en mi vida quien le iguale…”. Castro y Rennert [1968: 208]

 

 De la misma manera y en la misma carta, le dice al duque que no se hubiera ordenado sacerdote al haber sabido que tenía que dejar de servirlo en alguna tarea. No obstante, dichas cartas no impidieron que el duque de Sessa siguiera favoreciendo al poeta con su protección, ya que esto se demuestra en un documento fechado en Madrid el 30 de agosto de 1614. Ahí se dice que el duque le había conferido una de las “prestameras” de Alcoba en la diócesis de Córdoba.

Otro ejemplo de la estrecha relación que guardaban Lope y el duque, se demuestra cuando se produce el matrimonio de la infanta doña Ana de Austria, hija  mayor de Felipe III, con Luis XIII de Francia, y el de su hermana Isabel de Borbón, con el príncipe de Asturias (Felipe IV). En 1615, toda la corte, acompañando a los reyes, marchó a Burgos. El duque de Sessa fue uno de los grandes invitados a la ceremonia, quien llevó consigo al mismísimo Lope de Vega. Al parecer, después de las nupcias, Lope volvió a la corte, mientras que el duque se quedó en Sessa o en Valladolid.

Según vamos adentrándonos en la psicología y personalidad de Lope de Vega, no se puede negar que guardaba un grandísimo respeto, e incluso cierta querencia, hacia sus protectores. No obstante, también hay que mencionar los distintos amoríos que el dramaturgo llevaba por delante, y que fueron causa de pequeñas “mentiras” o tapaderas para poder visitar a sus queridas. Un ejemplo lo encontramos a finales de junio de 1616, cuando Lope sale de Madrid con dirección Valencia. Según él, le dice al duque que va a ver a su hijo fraile descalzo, cosa que ya se pone en duda en aquella época. Lo cierto es que el antiguo protector del dramaturgo, el conde de Lemos, llega a Barcelona desde Nápoles, y desde allí, se trasladó por mar a Valencia con todo su séquito, entre el que iba una antigua querida de Lope, a la que únicamente nombra como “la loca”. Dadas las dudas y murmuraciones que surgieron sobre el poeta, él contestó que estaba allí por el afecto que le tenía a su antiguo protector, el conde de Lemos, quien le había llevado a Valencia y al que visitaba en varias ocasiones, haciéndolo éste el honor de sentarle a su lado en público.

Como estamos observando, el duque de Sessa fue el protector que más tiempo tuvo el servicio de Lope, y el que más favores le hizo al dramaturgo y poeta. Por ejemplo, si no hubiese sido por la influencia del duque, Lope no hubiera obtenido el cargo de procurador fiscal de la Cámara Apostólica en el arzobispado de Toledo hacia finales de 1616. Como deferencia, o respuesta, a estos favores, Lope “servía de tercero en sus amores al duque de Sessa, escribiéndole cartas galantes, que aquel prócer enviaba a sus cortejadas”. Rennert y Castro [1968: 224]. De la misma manera, todas las cartas escritas por el dramaturgo a su Amarilis, eran recogidas por el mismo Lope o por su hija Marcela, y entregadas al duque, no sabiendo si éste satisfacía su necesidad literaria o algún morboso anhelo. Esto, más adelante, se convertirá casi en una obsesión del duque, puesto que, como corroboran sus cartas, quería todos los papeles que Lope y Amarilis se cruzaban. En una de las tantas cartas que el duque y Lope se escribían, éste último llega a rogar al duque que no encuaderne las epístolas a Amarilis.

Lope de Vega, como ya hemos dicho en algún momento, no se echaba atrás cuando tenía que pedirle algún favor al duque, aunque no fuera para él, como en este caso. El dramaturgo reclama “los benévolos oficios del duque para Vicente Espinel, hombre insigne en el verso latino y castellano, fuera de haber sido único en la Música”. Rennert y Castro [1968: 231].

Poco más tarde, Lope y Amarilis tienen una hija, Antonia Clara. El padrino de dicha criatura estaba previsto que fuera, cómo no, el duque de Sessa. Sin embargo, éste se contenta con mandar a su hijo en su puesto. En detalles como éste, nos damos cuenta de que, realmente, entre el mecenas y el protegido nunca hay una íntima o afectuosa amistad, que es lo que se nos hace ver en muchos momentos por las cartas y testimonios que tenemos; sino que, simplemente, Lope recibe una protección y un dinero por los trabajos que desempeña para el duque, puesto que si la amistad fuera férrea y verdadera, Sessa no hubiera dudado un momento en estar en el bautizo y apadrinar a la hija del poeta.

Siguiendo la estela del Epistolario de Lope, encontramos cartas tan interesantes como la que citamos a continuación, en la que el propio poeta nos da a conocer que no solamente recibe ayuda del duque de Sessa, sino también de otras personas. La carta va dirigida a un antiguo protector suyo, el conde de Lemos, y está fechada en Madrid a 6 de Mayo de 1620:

 

Madrid, 6 de mayor de 1620

AL CONDE DE LEMOS

 

Yo he estado un año sin ser poeta de pane lucrando: milagro del señor Duque de Ossuna, que me envió quinientos escudos desde Napoles, que, ayudados de mi beneficio, pusieron la olla a estos muchachos, entre los quales hay quince años de una doncella, virtuosos y no sin gracias. Passo, Señor Exc, entre librillos y flores de un huerto lo que ya queda de la vida, que no debe de ser mucho, compitiendo en enredos con Mesqua y Don Guillen de Castro, sobre cuál los hace mejores en sus Comedias. Qualquiera destos dos ingenios pudiera servir mejor a Vex en esta ocasión.” [Amezúa: Epistolario de Lope de Vega].

 

          Llega un momento en la relación con el duque de Sessa, en que Lope le escribe cartas quejándose del desvío de su protección. Dichas cartas son de 1626 y, en una de ellas, el poeta le dice a su mecenas eso mismo, puesto que el duque se marcha a Cataluña y no avisa a Lope, por lo que éste le recrimina este acto, ya que antes no daba ni un paso sin que él lo supiese. No obstante, en otra carta fechada en diciembre de 1627, Lope parece arrepentirse de sus quejas al duque y, de cierta manera, le pide perdón:

Madrid, 6 de diciembre de 1927

AL DUQUE DE SESSA

 

V. ex, señor, se desenoje, que necesidades precisas fueron la causa, y no me mate con veneno tan cruel como el desprecio, que yo no he sido desleal a V. exª. Ojalá así hubiera servido a Dios, que guarde muchos años al duque mi señor, como deseo y pido cada día en mis sacrificios, aunque indigno sacerdote”. [Amezúa: Epistolario de Lope de Vega].

 

 

          Según los testimonios que extraemos de las cartas, toda la familia de Lope dependía del duque. Por el año 1629, el dramaturgo sufre una grave enfermedad y confiesa a su mecenas que ha deseado dejar de escribir para el teatro por la edad y por el cansancio de espíritu. No en vano, con un tono lastimero y mendicante, le pide al duque de Sessa que le ponga un “moderado salario”:

 

… y suplicar a V. exª reciba con público nombre a su servicio un criado que ha más de veinticinco años que le tiene secreto; porque sin su favor no podré salir con victoria de este cuidado, nombrándome algún moderado salario, que con la pensión que tengo ayude a pasar esto poco que me puede quedar de vida…”. Castro y Rennert [1968: 288].

 

 

          A pesar de todo lo que se ha hablado de la relación de Lope de Vega con su mayor protector, el duque de Sessa: si tan solo era una relación de mecenas y secretario, si Lope desempeñaba servicios más de criado que de lo que le correspondía, si el dramaturgo se arrastraba demasiado a los pies del duque, si era un simple mecenazgo, etc. Cabe destacar la presencia del duque de Sessa en el momento de la muerte de Lope, que estaba rodeado de sus mejores amigos, y que justo antes de morir, Lope de Vega le encarga el amparo de su hija, doña Feliciana de la Vega. Y no solo esto, sino que el duque se encargó también de los funerales y del entierro, que fueron solemnísimos, ya que hubo actos religiosos durante nueve días, en los que nobles y altos dignatarios tomaron parte.

Si nos adentramos de lleno en el Epistolario de Lope de Vega Carpio, encontramos buena cantidad de favores e intervenciones del duque de Sessa en favor del dramaturgo. No quiere decir que con esto estemos disculpando al mecenas por los trabajos que mandó a Lope, y que no eran de su incumbencia, sino que ambos dos se favorecían uno del otro. Pongamos, por ejemplo, una carta en la que Lope le pide al duque que mande una carta al Cardenal Sandoval y Rojas en favor de la familia de Gabriel de Rebellón. La carta que debe mandar Sessa al Cardenal ya va escrita por Lope, por supuesto. Al final, éste le muestra sus agradecimientos:

 

Madrid, ¿enero-marzo de 1610?

AL DUQUE DE SESSA

 

Ynportame la vida, Señor excmo.º, que Vex.ª haga esta diligencia por mi; y por vida de Flora, assi Dios le trayga con bien de Valladolid; por esso no se canse de faborecerme, pues yo no lo estaré toda mi vida de servirle”.  [Amezúa: Epistolario de Lope de Vega].

 

 

          Unos meses más tarde, Lope vuelve a mandarle una carta a Sessa pidiéndole que hable al secretario del Cardenal:

 

 

Madrid, ¿mediados de abril de 1610?

AL DUQUE DE SESSA

 

“Señor excmo, este papel va a solicitar aquel negocio de la familiatura, porquel acabar las cossas es el beneficio del que las piede, que no el comenzarlas. Vex se sirva de hablar al secretario del Cardenal, que es ya lo más que queda por hazer, y de la bondad y virtud de Salgado y de la estima que hará de que Vex.ª le mande espero yo facilísimo espediente desta pretensión”. [Amezúa: Epistolario de Lope de Vega].

 

 

          En la carta que citamos a continuación, se entiende perfectamente el trabajo que Lope de Vega hacía para el de Sessa. Prácticamente todo lo que hacía era escribir las cartas que el duque le mandaba. Había veces que al dramaturgo no le daba tiempo a terminar todo el trabajo y le pedía disculpas a su mecenas una y otra vez. No obstante, Lope desempeñaba su cargo a la perfección, tanto, que incluso hacía tareas que no correspondían a un secretario.

 

 

Madrid, 7 de septiembre de 1611

AL DUQUE DE SESSA

 

Cierto, señor, que me bastava a mí el desconsuelo de la poca salud de Vex.ª, sin que me añadiera de nuevo la quexa desta carta; y pesame mucho, Señor excm.º, que se crea de mi amor (ya que a mi obligación puede Vex.ª pensar que por ser hombre humilde perdere el respeto), una descortesía tal como no responder ni escribir a un principe, y más a Vex.ª, que tan ganada tiene la voluntad al mundo; fuera de que Vex.ª puede considerar que estas cartas van por passos, que, si alguna llega allá, es con más peligros que si passara a Francia. Con la cifra supplico a Vex, Señor, se sirba de que me enbie una memoria de la persona y cassa a quien parezca mexor dirigir estos pliegos; y el dia que alli faltaren, yo me doy por vencido y condenado a descortes de Vex.ª, que es peor sentencia que de muerte, con perdimiento de bienes de su gracia…”. [Amezúa: Epistolario de Lope de Vega].

 

 

          Cabe seguir observando en el Epistolario el continuado trabajo que Lope hace para el duque, y si alguna vez se hubiera retrasado en sus encargos, el dramaturgo y poeta le pide perdón una y mil veces, con un servilismo que roza los más bajos escalones de la servidumbre, como veremos en el siguiente epígrafe.

Al pensar en las tareas que Lope de Vega desempeñaba, hay que tener en cuenta que él era un escritor muy prolífico, por lo que su vida, puede decirse, se limitaba a la escritura; bien para su mecenas, bien para seguir siendo uno de los autores más importantes y seguir estando en el candelero. Lope sería, lo que podríamos denominar, un escritor “de mesa camilla”, es decir, que todos los días escribía; ya fueran comedias, ya fueran poemas, etc.

Además de esto, Lope de Vega también fue un escritor “por encargo”. Por ejemplo, esto es lo que ocurre con su comedia La vida de san Pedro Nolasco (1629), pieza que le encargaron los mercedarios para las fiestas celebradas, entre el 21 y el 28 de abril, con motivo de la canonización del fundador de la Orden de Nuestra Señora de la Merced. También escribió dos comedias sobre San Isidro, que se representaron ante Felipe IV y la corte en la plaza de palacio. Al parecer, y según Florit Durán [2006], Lope de Vega sabía que la familia real iba a presenciar su comedia, por lo que incluyó unos versos laudatorios en los que nombra a cada uno de los importantísimos personajes.

La cuestión que se plantea es por qué precisamente la orden de la Merced eligió a Lope de Vega para escribir esa comedia. Es probable que la respuesta tenga que ver con  lo que apunta Florit Durán [2006: 209]:

 

La marca Lope continuaba vendiendo y de lo que, efectivamente, se trataba era de alcanzar el objetivo propagandístico de difundir entre los fieles la vida y milagros de la Orden de la Merced. Por ese motivo se buscó a Lope”.

 

 

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