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LA
ESCRITURA DE LA “SOMBRA” EN EL “LIBRO PARALELO” DE GIORGIO MANGANELLI
María
Antonia Yélamos Martínez
(Universidad
Autónoma de Madrid)
RESUMEN:
Giorgio Manganelli
propone en su libro-comentario Pinocchio: un libro parallelo una
re-escritura narrativa de la historia de Pinocho, una re-escritura de la
“ausencia” de esta obra que es a la vez uno e infinitos libros paralelos.
Leyendo entre líneas, leyendo entre los signos tipográficos, es decir, leyendo
todo aquello que no ha sido escrito, nos abrimos a todos los libros paralelos
posibles. Tarea del lector será precisamente la de descubrir qué palabras se
esconden tras las palabras del texto, qué se esconde tras los espacios en
blanco. Será el lector el que habrá de re-escribir el texto, quien, a través de
la lectura, se convertirá en su nuevo autor, en uno de los innumerables autores
del texto.
PALABRAS CLAVE: Neovanguardia italiana, Grupo 63, Manganelli, Pinocho,
Collodi, libro paralelo (Neoavanguardia italiana, Gruppo 63, Manganelli,
Pinocchio, Collodi, libro parallelo)
ABSTRACT:
Giorgio
Manganelli proposes in his book-review Pinocchio: un libro parallelo a
narrative re-writing of the history of Pinocchio, a re-writing of the
"absence" of this book which is both one and infinite parallel books.
Reading between the lines, reading between the typographical signs, ie, reading
everything that is not written, we are open to all possible parallel books.
Reader's task is precisely to discover what words are hiding behind the words
of the text, what is behind the blank spaces. The reader will re-write the text
and will become its new author, one of the numerous possible authors of the
text.
KEY WORDS: italian
new avantgarde, group 63, manganelli, pinocchio, collodi, parallel book
Parole
inesatte, refusi, parole aggiunte
da mani distratte, perdute, raccattate,
parole impossibili, parole caute,
“da
dizionario” ci mettono sull'avviso:
vi sono righe in cui le parole che vanno
lette non sono state scritte.
Anche il silenzio è parola.
Pinocchio:
un libro parallelo
Como en
los silencios de Cage, en las superficies no-coloreadas de Hohushai o en los
espacios abiertos de Chillida, así en la literatura, siempre atenta a la
escritura de la “presencia”, pero también consciente de la dimensión oculta de
la “ausencia” (o de la “diferencia”), la palabra alcanza su perfecta armonía al
encontrarse y complementarse con el silencio. La escritura del silencio (como
proceso de creación literaria o “escritura en primer grado”) y la lectura del
silencio (como proceso de 'interpretación' del texto literario – recordemos
algunos nombres: Iser, Jauss, Eco, etc...-), constituirían por sí solos los dos
polos del binomio. No obstante, encontramos en la obra de Manganelli un tercer
elemento (que participaría en igual medida de una y otra): la re-escritura
creativa a partir de la lectura, en este caso del silencio.
Pinocchio:
un libro parallelo[1], el libro-comentario
de Giorgio Manganelli, es precisamente eso, una re-escritura narrativa de la
historia de Pinocho: crítica en cuanto proceso de lectura e interpretación,
creativa en cuanto proceso de escritura / re-escritura. Y “libro paralelo” en
cuanto re-escritura de aquello que se oculta tras la presencia del libro, tras
lo que en el libro se presenta como “tipograficamente fermo”. El libro paralelo
de Manganelli, sólo uno de los infinitos libros paralelos posibles de Le
avventure di Pinocchio de Carlo Collodi, no pretende “desentramar” la
escritura de lo explícito, sino más bien de lo que implícitamente se esconde
tras la escritura. Manganelli propone para el Pinocchio una lectura del
espacio interlineal, del espacio entre las palabras, de los signos
tipográficos, de la palabra oculta (no-escrita o no pronunciada) como forma de
creación literaria.
En la
lectura del silencio que propone el Pinocchio de Manganelli confluyen
algunas consideraciones ya en parte apuntadas en su primer 'manifiesto' de
1967, La letteratura come menzogna[2].
Excluyendo de manera radical el mundo de lo real (el mundo de las apariencias,
de la luz) del mundo de la literatura (que, en cambio, pertenece al mundo de la
noche, de la oscuridad, de lo no-manifestado), Manganelli concibe este último
como un mundo discontinuo, situado más allá de lo creado, oltre lo specchio,
en el que las palabras adquieren formas efímeras que inmediatamente se
disuelven en la Nada. Para Manganelli, la palabra literaria es al mismo tiempo stemma
y ombra[3],
presencia y ausencia; funda el reino del stemma (la obra literaria) y al
mismo tiempo sondea el límite del vacío, del Nulla, de la ombra
(la imagen detrás del espejo). La literatura es, pues, un proceso de
destrucción-creación; destruyendo, la literatura genera un nacimiento, a una
regeneración y a un retorno a lo no-manifestado. En palabras de Blanchot,
Le mot me donne ce
qu'il signifie, mais d'abord il le supprime. Pour que je puisse dire: cette
femme, il faut que d'une manière ou d'une autre je lui retire sa réalité d'os
et de chair, la rende absente et l'anéantisse. Le mot me donne l'être, mais il
me le donne privé d'être. Il est l'absence de cet être, son néant, ce qui
demeure de lui lorqu'il a perdu l'être, c'est-à-dire le seul fait qu'il n'est
pas[4].
No es,
por tanto, la idea o el sentido que la palabra literaria adquiere en un
determinado contexto lo que constituye su verdadero valor, sino precisamente la
“ausencia” sugerida por la palabra. De ahí que, como afirma Manganelli,
[...] il compito caso
mai dello scrivente, [...], è proprio quello di riportarsi alla verginità
ambigua, adolescenziale del momento verbale, cioè al momento in cui non
esistono ancora le idee ma esiste tutto il materiale che consentirà ad un certo
momento di aggredire la parola, di impoverirla, di ucciderla, di demolirla e di
estrarne quel nocciolo povero e vile che chiamiamo idea, [...][5].
Manganelli,
lector y crítico extremadamente atento, se transforma en su
Pinocchio en lector de esa ausencia, del silencio, de la “sombra”.
Desmembrando la palabra hasta alcanzar su estado virginal, y por tanto anterior
a la conexión con la idea (es decir, volviendo al momento mismo de la
creación), Manganelli descubre la dimensión ilimitada de la literatura, no ya
en la forma definitiva del texto literario, sino en su forma primigenia. En el
prólogo de su Pinocchio Manganelli insiste en que “compito del lettore è
di sapere quali parole nasconda una parola, e quali uno spazio bianco; e
viceversa”[6] e igualmente añade:
“Questa sorta di commentatore non parlerà delle parole che si leggono, ma di
tutte quelle che vi si nascondono; giacché ogni parola è stata scritta in un
certo punto per nascondere altre, innumerevoli parole”[7].
La palabra literaria no posee en sí un
solo significado, sino todos los significados posibles, pues “le parole hanno
tutti i sensi meno quell'unico che eventualmente qualcuno abbia cercato di
“mettervi”[8]. El autor así lo expresa
en Lettura d'autore:
non è mai vero che noi possiamo esaurire il
significato che le parole ci propongono; noipossiamo all’incirca sapere che
cosa pensiamo, ma non di più di questo, perché la parola che ci è venuta
incontro è a sua volta un cunicolo, è un labirinto. È uno spazio assolutamente
insondabile. Non è tanto vasta, quanto incatturabile, è un animale
incatturabile e questa sua qualità è la fecondità ambigua del momento
letterario[9].
El
lenguaje literario no es, ni pretende ser claro porque si algo lo caracteriza
es precisamente, su falta de claridad, su absoluta indefinición.
questo oscurissimo
problema della chiarezza è viziato ab origine dall’essere, codesta
chiarezza, affidata al linguaggio, il quale chiaro non è, né vuole essere; per
cui questa fatica dell'esser chiaro a me pare un agire a contraggenio del
linguaggio; [...].
Esiste una condizione
in cui il linguaggio è attivo per l'appunto in grazia di ciò che è, per la sua
mostruosa e numinosa polimorfia? Certo, è la letteratura. Esiste una chiarezza
della letteratura? A mio avviso, non può esistere[10].
En el
acto creativo el escritor da voz a su propia “sombra”, al “altro” o al
“altrove”, de manera que el inconsciente irrumpe en la conciencia fragmentando
la unidad del propio yo. No se trata de un acto racional, sino de una extraña
seducción.
[...] Non si sa mica
che cosa succede quando ci si mette a scrivere; e non sto mica parlando, per
carità, di ispirazione: sto parlando direi piuttosto di seduzione, di una
corruzione che la losca fertilità verbale esercita nei confronti dell'integrità
morale dell’io[11].
El
Manganelli-crítico explota con aguda brillantez las infinitas posibilidades que
le ofrece el texto, se sitúa en el preciso momento en el que el texto adquiere
forma e invierte el proceso creativo. No debemos olvidar que la labor del
crítico ha ocupado en la actividad literaria de Manganelli un papel tan
importante como la propia actividad creativa. Giorgio Manganelli, de igual
manera que aquellos “escritores críticos” de Todorov[12] (Sartre, Blanchot o
Barthes), hace de la “crítica” un auténtico acto de “creación” (“Il critico fa
letteratura. Non si esce dalla letteratura”[13], dirá en cierta ocasión).
En su artículo Ma Kafka non esiste[14],
publicado en Il rumore
sottile della prosa, Manganelli comenta en relación al libro de Pietro
Citati sobre Kafka:
È mia personale
convinzione che la critica sia semplicemente letteratura sulla letteratura. La
critica non spiega, non giudica, soprattutto non giudica, non individua valori,
non ha nulla da capire; è una gestione di parole a proposito di parole. È una
narrazione che ha per personaggi le parole di un libro, di una lettera, di una
poesia [...][15].
Puesto
que para Manganelli la literatura es una mera construcción de “ordigni
linguistici”, la función del crítico será la de desenredar su estructura
lúdica, su “congegno artificiale”, y al mismo tiempo hacer de la crítica un
nuevo juego literario. Partiendo de una
obra literaria, que a menudo le sirve simplemente como pretexto, el
crítico re-crea una nueva obra literaria. Refiriéndose al autor, Paolo Milano
afirmará: “come lo scrittore d'immaginazione, anche il critico è per Manganelli
il fabbricatore di un “oggetto letterario”, il cui rapporto con l'opera in
esame è in partenza libero fino all'arbitrio, ma poi è rigorosissimo all'intemo
di questa scelta”[16].
Esta
última 'obra literaria' es, como en el caso de Citati, un libro “impuro”,
“literatura en segundo grado”, pero no debemos olvidar que, en este proceso de
creación de la literatura a partir de la literatura, “la critica non ha un
compito vicario rispetto alla letteratura così detta creativa, ma che, malgrado
i suoi vincoli -
analoghi alle rime della sestina – è essa stessa creativa, e dunque impura;
giacché usa le parole e le parole sono impure [...]”[17].
El
Manganelli-crítico se sumerge en el texto, penetra en sus más oscuros
recovecos. Como señala Citati, “Ogni volta il gesto di Manganelli è identico:
sebbene sia innamorato come pochi delle qualità verbali del testo e assapori
vocaboli e ritmi, egli finisce sempre per spossessarlo della superficie, di
quel delizioso e frivolo involucro che, per molti, è l'unico incanto, e ci
indica le sue nascoste qualità teologiche, il suo brivido metafisico”[18].
Giorgio
Manganelli alude al Pinocchio (obra a la que dedicó numerosos escritos[19]) como libro “incantevole
e inquietante”, “uno dei libri non solo cari, ma fatali dell'infanzia”, no sólo
una obra maestra de la literatura infantil sino, como es habitual, una obra
maestra de la literatura universal. La biblioteca de Manganelli, hoy conservada
en el Fondo Manoscritti de la Universidad de Pavía, cuenta con una rica sección
“collodiana”, entre las que se encuentran numerosas ediciones del Pinocchio[20],
algunas de ellas bastante curiosas, así como minuciosamente anotadas y
subrayadas.
El texto
mecanografiado (con numerosas notas manuscritas) del Pinocchio
de Manganelli, junto a los dos ejemplares idénticos de la edición de Citati
rigurosamente estudiados y anotados, nos ofrece un material de gran interés
para comprender la sistematicidad con la que el autor examina y disecciona los
textos. Las anotaciones a las diferentes ediciones del Pinocchio o los
mismos borradores, muestran claramente la inseguridad y, al mismo tiempo, la
insatisfacción que le produce todo resultado. Y cuanto más “cúbico” resulta un
texto, mayor “desconcierto” le provoca, pero también mayor interés.
Si potrà chiedere
perché Pinocchio sia cosí specialmente cubico; no: direi piuttosto che Pinocchio
è altamente indiziario, che è un libro di tracce, orme, indovinelli, burle,
fughe, che ad ogni parola colloca un capolinea. Il parallelista vive in esso la
dissoluzione del cubo, alloggia tra innumerevoli prove, non sa di che. Questo
sconcerto è essenziale. Esso gli consente di esercitare la regola aurea del
parallelista, che è: “Tutto arbitrario, tutto documentato”[21].
El Pinocchio
de Manganelli es un libro “paralelo” (como señala el autor “non v’è libro che
non sia “parallelo”), pero sólo uno de los infinitos libros paralelos posibles[22].
tanto è infinito il
procedere del parallelista, quanto è infinito il testo; e il testo, sia
attraversato nella sua struttura di luogo degli echi, che maneggiato come
labirinto di tutti i possibili itinerari, è assolutamente senza limiti[23].
Leyendo
entre líneas, leyendo entre los signos tipográficos, es decir, leyendo lo que
no ha sido escrito, se construyen no uno, sino infinitos libros paralelos:
Questo mattone interiore del libro, della pagina, include innumere
pagine, libri infiniti. [...] Un grande libro genererà infiniti libri, e cosí a
loro volta questi ultimi: né vi sarà mai l'ultimo[24].
El libro
de Pinocchio, desde el momento en que ha sido escrito, desde el
momento mismo de su publicación, queda materialmente fosilizado en la forma
impresa de un libro, sin embargo, como todos los grandes libros, “genererà
infiniti
libri, e cosí a loro volta questi ultimi: né vi sara mai l'ultimo”.
El
crítico, que es ante todo lector, es quien ha de re-escribir el texto, quien, a
través de la lectura, se convierte en su autor, en uno de los infinitos autores
del texto. El lector (ya como autor) posee la libertad absoluta de escribir uno
o cien libros “paralelos”.
Consideriamo che sia il testo a produrre l'autore: dopo tutto, non è il
figlio a far
sí che il padre sia tale? Non possiamo supporre che un testo sia un tuorlo che
può produrre innumerevoli autori, e che anzi io stesso altro non sia che uno
degli innumerevoli autori del testo?[25]
Al
mantener la estructura formal del comentario (un comentario que a su vez se
convierte en narración), Manganelli provoca una inagotable desintegración de
las partes que componen el texto. Como es habitual en la narrativa
manganelliana, se trata de un juego de descomposición/re-composición en el que
los elementos se disuelven, se fragmentan, se interrumpen para tomar, a
continuación, una forma nueva, si bien igualmente discontinua. Como ya lo hizo
en Hilarotragoedia o en Nuovo commento, Manganelli impone un
'sistema' lingüístico en el que se superponen palabras con palabras, frases con
frases, sinónimos con sinónimos, dentro de una construcción que al
descomponerse se construye en forma de exégesis, podríamos decir auto-exégesis,
de esa misma construcción.
En Pinocchio
Manganelli lleva hasta la exasperación su obsesivo proceso
de desintegración. Se cuestiona, a partir de lo que está escrito, todo aquello
que, sin estar escrito, podría haber sido escrito, pero que no ha sido escrito;
o bien, al considerar la posibilidad de interpretar no aquello que está
escrito, sino justo su contrario, Manganelli construye una narración sobre un
comentario que se comenta a sí mismo. Y son tantos y tan variados los medios de
los que se sirve que, como en el caso de Nuovo commento, es capaz de
escribir un tratado de varias páginas sobre algo tan aparentemente insignificante
como un punto y coma. En Pinocchio, cuyo 'método' no varía en esencia
del de Nuovo commento, Manganelli demuestra nuevamente su increíble
habilidad para interpretar y re-interpretar una simple frase, un simple
adjetivo, una simple coma, hasta fragmentarlos en mil pedazos.
Sirvan
como conclusión (y al mismo tiempo como ejemplo) las primeras páginas del Pinocchio
de Manganelli. A partir de las tres primeras frases (en total siete palabras)
de Le avventure di Pinocchio (“C'era una volta... / - Un Re... / No...“)
Manganelli construye una auténtica cadena de hipótesis y contra-hipótesis,
siguiendo un juego de sinónimos y contrarios, de analogías fonéticas y
semánticas, de simples conexiones de ideas.
Quale
catastrofico inizio, quanto laconico e aspro, una provocazione, [...]. A
scrutare tra gli interstizi di queste sette parole, si scopre subito una favola
nella favola, qualcosa che è prossimo al cuore d'ogni possibile favola. Il
“c'era una volta”, è, sappiamo, la strada maestra, il cartello segnaletico, la
parola d'ordine del mondo della fiaba. E tuttavia, in questo caso, la strada è
ingannevole, il cartello mente, la parola è stravolta. Infatti, varcata la
soglia di quel regno, ci si avvede che non esiste il Re. È difficile
sopravvalutare l'importanza di questa frode iniziale [...].
Ma, in
primo luogo, noi non sappiamo esattamente in che modo codesto Re “non c'era una
volta”. Sappiamo, vagamente che “non c’è”: condizione terribile [...][26].
[1] Torino: Einaudi, 1977.
[2] Milano: Adelphi Edizioni, 1985.
[3] Precisamente Discorso dell'ombra e dello stemma es el título de una de las obras de Manganelli. El concepto es el de la teoría de la “diseminación” o de la “diferencia” de Jacques Derrida (vid. La voix el le phénomene, Éditions du Minuit: París, 1967; La dissémination, Éditions du Minuit: París, 1972; L'écriture et la difference, Éditions du Seuil: París, 1967). El tema de la presencia/ausencia lo encontramos también en BARTHES, R. S/Z, Éditions du Seuil: París, 1970.
[4] Cfr. BLANCHOT, M. La part du feu, Gallimard: París, 1949, p. 325.
[5] PULCE, G. Lettura d'autore. Conversazioni di critica e di letteratura con Giorgio Manganelli, Pietro Citati e Alberto Arbasino, Roma: Bulzoni Editore, 1988, p. 96.
[6] Pinocchio: un libro parallelo, cit., pp. 11-12.
[7] Ibid., p. 11.
[8] Ibid., p. 31.
[9] PULCE, G. Lettura d'autore, cit., p. 95.
[10] MANGANELLI, G. Qualche licenza poetica contra la chiarezza. En: Il rumore sottile della prosa, Milano: Adelphi Edizioni, 1994, pp. 40 y 42.
[11] Cfr. Lettura d'autore, cit., pp. 92 y 94.
[12] Cfr. TODOROV, T. Critique de la critique. Un roman d'apprendissage, Éditions du Seuil: París, 1984.
[13] Cfr. Lettura d'autore, cit., p. 116.
[14] MANGANELLI, G. Ma Kafka non esiste. En: Il rumore sottile della prosa, cit., pp. 118-121.
[15] Ibid., pp. 118-119.
[16] MILANO, P. Ordigni letterari e splendide larve. L'Espresso, 16/4/1967.
[17] Ma Kafka non esiste, cit., p. 120.
[18] CITATI, P. La letteratura e l'inferno. Corriere della Sera, 21/11/1981.
[19] Algunos de ellos aparecen recogidos en Laboriose inezie. Milano: Garzanti Editore, 1986 (Carlo Collodi: Pinocchio (pp. 309-312) y La morte di Pinocchio (pp. 313-315)); lmprovvisi per macchina da scrivere, Milano: Leonardo, 1989, pp. 83-85.
[20] Algunas de estas ediciones son: PANCRAZI, P. (Ed.). Tutto Collodi per i piccoli e per i grandi (con ilustraciones originales de E. Mazzanti). Firenze: Le Monnier, 1948; COLLODI, C. Le avventure di Pinocchio. Storia di un burattino (con Introducción de P. Citati e ilustraciones de E. Mazzanti de la primera edición de 1883). Milano: Rizzoli (BUR), 1976; PAOLI, U.E. Pinoculus Latinus. Zurich-Munich: Artemis Vedag, 1983; Pinocchio di Collodi illustrato da Jacovitti (con Introducción de F. Cavallone). Milano: Mondadori (Oscar), 1972; BALDACCI, V., RAUCH, A. Pinocchio e la sua immagine (catálogo de exposición: Firenze, Spedale degli Innocenti, septiembre-diciembre 1981). Firenze: Giunti Marzocco, 1981; COLLODI, C. Le avventure di Pinocchio (edición crítica de O. Castellani Pollidori), Collodi (PT): Fondazione Nazionale Carlo Collodi, 1983.
[21] Cfr. Nota introductiva de G. Manganelli a Pinocchio: un libro parallelo, cit., p. VI.
[22] Esta idea de la multiplicación infinita, de la narración que al descomponerse origina infinitas narraciones (iguales, pero cada una diferente de la anterior), queda perfectamente reflejada en su obra Centuria. Cento romanzi fiumi. Milano: Rizzoli, 1979.
[23] Pinocchio: un libro parallelo, cit., p. 79.
[24] Ibid., p. 11.
[25] Ibid., p. 11.
[26] Pinocchio: un libro parallelo, cit., p. 3.
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