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DIVERSOS NOMBRES
UTILIZADOS POR LIÑÁN DE RIAZA EN SUS
POEMAS
SE ENCUENTRAN EN EL QUIJOTE DE
AVELLANEDA
Antonio Sánchez
Portero
(CENTRO DE
ESTUDIOS BILBILITANOS, DE LA INSTITUCIÓN “FERNANDO EL CATÓLICO” DEL CESIC)
RESUMEN
Intento
Trasladar al lector mi convicción de que tras Avellaneda se esconde Pedro Liñán
de Riaza quien, junto a su íntimo amigo Lope de Vega, fue uno de los creadores
del “Romancero nuevo”. Además de otras pruebas, en este artículo, aporto la
referida en el título y relacionada con el Romancero, un factor importante en
el Quijote apócrifo.
ABSTRACT
I
try to move the reader my conviction that behind
PALABRAS CLAVE
Bravonel,
rey Marsilio, Melisendra, Alisolán, Avellaneda.
Si mi convicción de que Pedro Liñán de
Riaza es el licenciado Alonso Fernández de Avellaneda estuviese sólo basada en
la prueba que aporto relacionada con el título de este artículo, carecería de
solidez y, por tanto, su validez sería escasa; pero es el caso de que puede
constituirse en la gota que colma el vaso de credibilidad.
El propio Cervantes, en
numerosas ocasiones testifica que Avellaneda, “el fingido autor tordesillesco”,
es aragonés. Generalmente, se da por hecho y comprobado que Liñán es toledano;
pero no es así: es aragonés, de Calatayud[i]. Y como falleció siete
años antes de que apareciese impreso el Quijote
apócrifo, queda descartado automáticamente como su autor. Pero antes de morir
lo había escrito y, antes de que fuese publicado, circuló manuscrito, y llegó a
conocimiento de Cervantes, impulsándole, “obligándole” a redactar de prisa y
corriendo su Segunda Parte[ii].
Es un caso de continuación de una obra (no se le puede llamar plagio)
similar al de Cervantes; pero con una notable diferencia. La respuesta de Mateo Alemán es inmediata. Descubre a su
opositor y, aunque no en el prólogo, cita en el cuerpo de su segunda parte al
autor que se esconde tras de Mateo Luján, inmortalizando de esta manera a Juan
Martí, quien de no ser por esta circunstancia nadie sabría de su existencia.
Cervantes toma buena nota, y aunque conoce a su rival y despotrica
incesantemente de él, tiene buen cuidado de no desvelar su nombre públicamente
por temor a quienes le habían hecho la faena[iii], Lope de Vega, familiar
del Santo Oficio, y Fray Luis de de Aliaga, quien llegó a ser Inquisidor General.
En el Viaje del Parnaso, cita Cervantes a
numerosos poetas, algunos mediocres, pero se “olvida” del que antes fue su
amigo Pedro Liñán, a quien ensalzara en el “Canto a Calíope” de La Galatea:
El sacro Ibero, de dorado acanto
de
siempre verde yerba y blanca oliva,
su
frente adorne, y en alegre canto
su
gloria y fama para siempre viva:
pues
su antiguo valor ensalza tanto
que
el fértil Nilo de su nombre priva,
de
Pedro Liñán, la sutil pluma,
de
todo el bien de Apolo cifra y suma.
Sin embargo, le viene
como anillo al dedo, para “citarlo” sin soltar prenda la existencia de un poeta
llamado Francisco de Calatayud y Sandoval, quien durante un breve periodo se
dedicó al servicio de las armas en edad juvenil, y de quien se conservan muy
pocos poemas, y ninguno de ellos justifica los elogios de Cervantes, que los
expresa de la siguiente manera:
Aún hay más: Dice
Cervantes que “es de Calatayud su sobrenombre”, y esto no es rigurosamente
exacto, porque debería haber dicho “su apellido”. De ser así, hubiese quedado
excluido automáticamente Liñán, cuyo apellido no es ese, pero, en cambio, sí
puede atribuírsele el “sobrenombre”, si como sostengo, es natural de Calatayud.
Así mismo, la construcción de este terceto (en la edición príncipe se encuentra
separado del terceto anterior por un punto) avala mi hipótesis: “Es de
Calatayud su sobrenombre: / con esto queda dicho todo” (no con todo lo dicho anteriormente, sino con “esto”: “con es de Calatayud su sobrenombre,
queda dicho “todo”) “cuanto / puedo
decir que a la invidia asombre.” Para mí está muy claro que Cervantes juega a
confundir, como en muchísimas otras ocasiones. También creo que es relevante la
alusión de Cervantes a la “invidia”. Yo
traduzco que para Cervantes la “invidia” ha sido el motor que ha impulsado la
realización de algo extraordinario (como lo es escribir el otro Quijote) que, sin ninguna duda, es causante
de asombro.
También creo que pueden
existir relación[v]
entre una cuarteta del capítulo IV del apócrifo, que trascribo a continuación
dentro de su contexto, y del soneto que recibió Cervantes en Valladolid,
episodio del que da fe en “La Adjunta” del Viaje
del Parnaso, que va después:
Hermano Lope,
bórrame el soné-
De versos de Ariosto y Garcilá-
Y la Biblia no tomes en la ma-
Pues nunca de la Biblia dices le-
También me
borrarás la Dragonte-
Y un librillo que llaman del Arca-
Con todo el Comediaje y Epita-
Y por ser mora quemarás la Angé-
Sabe Dios
mi intención con San Isi-
Mas quiérole dejar por lo devo-
Bórrame en su lugar El Peregrí-
Y en cuatro
lenguas no me escribas co-
Que supuesto que escribas boberí-
Las vendrán a entender cuatro nacio-
Ni acabes
de escribir la Jerusa-
Bástale a la cuitada su traba-
Este soneto
no podía quedarse sin respuesta, y la tuvo en el que recibió Cervantes en
Valladolid, al que se refiere Maldonado de Guevara:
Pues
nunca de la Biblia dijo le–,
ni sé si eres, Cervantes, co– ni cu–,
sólo digo que es Lope Apolo, y tú
frisón de su carroza, y puerco en pie.
Para que no
escribieses, orden fue
del cielo que mancases en Corfú.
Hablaste, buey, pero digiste mu.
¡Oh mala quijotada que te dé!
¡Honra a
Lope, potrilla, o guay de ti!
Que es sol y si se enoja, lloverá;
y ese tu Don Quijote
baladí,
de culo en culo por el mundo va
vendiendo especias y azafrán romí
y al fin en muladares parará.
Según Pérez López[x]
(Una hipótesis…, p. 21 de 58), este
soneto: “tiene todos los rasgos del estilo satírico de Lope, pero más de Liñán, el cual sabemos que
estuvo en Valladolid en1605”. Para mí, compartiendo su opinión, creo más
posible que sea de Liñán que de Lope, ya que de ser éste el autor diría “soy”
Apolo, en vez de: Sólo digo que “es Lope Apolo”. Y a mi modo de ver, estos
sonetos pueden estar relacionados, con la anterior cuarteta de Avellaneda, con
la que le propina un puyazo en toda regla a Cervantes. Y dando por buena la
afirmación de Maldonado de que el soneto que recibió Cervantes en Valladolid es
de Avellaneda, la deducción lógica que puede extraerse es que éste y Liñán son
el mismo.
Otra prueba de que Avellaneda es Liñán
de Riaza podría estar en la coincidencia de que, como sospecho con fundamento,
el nombre del historiador árabe Cide Hamete Benengeli es un anagrama del nombre
y primer apellido de su creador[xi], pues todas las letras
que componen CIDE HAMETE BENENGELI forman parte, se encuentran incluidas en
MIGUEL DE CERVANTES, con la salvedad de que en éste no figura la “H” (que no se
pronuncia); de que la “B” puede ser la “V” y ésta la “U” (Cervantes utiliza
indistintamente la “B” y la “V” para escribir su apellido, y la “V” en los
documentos antiguos tiene la misma grafía que la “U”). También en “Cervantes”
hay una “R” y una “S” que no están en el seudónimo, y en éste una “N”, dos “E”
y una “I” se encuentran repetidas.
Pero
estimo que no le importaron a Cervantes estas divergencias (más bien creo que
las “consintió”), porque si en vez de “HAMETE” hubiese puesto AMET (que viene a
ser lo mismo), habría prescindido de la “H” y “colocado” una “E” que sobra; y
si en vez de BENENGELI el apellido hubiera sido BERENGELIS, (sustituyendo la
primera “N” por la “R” y añadiendo la “S”, el anagrama sería casi completo, y
más aún si hubiese añadido la “U” para formar
BERENGUELIS. Entonces sólo estarían repetidas una “E”, y una “I” (hasta
cierto punto unas letras necesarias para que el apellido resulte más eufónico y
darle apariencia árabe), pero, sobre todo, ante la posibilidad de que se
pudiese asociar “–GUELI–“ con “M –IGUEL– “, quizás, al autor del Quijote,
no le interesase o no quisiera facilitar una pista tan clara que pudiese llevar
al descubrimiento del misterio en el que quiso y de hecho envolvió a su sabio
“colaborador” moro, que resulta ser el propio Cervantes, o sea, un cristiano.
Y así
como creo que Cide Hamete Benengeli es un anagrama de Miguel de Cervantes,
conjeturo también con fundamento que Avellaneda, o sea Liñán, en la imitación
recíproca en la que se embarcaron (véase nota ii), inventa también su historiador sabio, bautizándolo con un
anagrama incompleto de su apellido. Vemos que en ALISOLÁN se encuentran las letras
de LIÑÁN, menos la “Ñ” (si la hubiese puesto, el misterio, el enigma, dejaría
de serlo) y añade una “A” para formar “ALI”, un nombre árabe. Pero Cervantes
bien sabe que Avellaneda, el “fingido tordesillesco”, el “autor aragonés” es
cristiano, y hasta sacerdote.
Pero esto no es todo. Recorriendo el
camino que nos va a llevar a la resolución del enigma de Avellaneda, hay muchas
cosas dignas de ser reseñadas. Una de ellas es la coincidencia en el uso de
unos mismos nombres propios en el Quijote
de Avellaneda y en las poesías de Liñán. Por su número y su naturaleza cabe
excluir que se deba a la casualidad. Máxime si se tiene en cuenta algo tan
obvio como que existen notables diferencias entre una novela y unos poemas. Por
lo que esta disparidad puede favorecer la hipótesis que apunto de que, la
inclusión en ambos corpus de unas mismas
palabras, pueden ser prueba de que son del mismo autor. Hubiese sido preferible
y conveniente, en vez de con poemas, cotejar la novela con alguna de las comedias
que escribió Liñán, y lo ideal con otra novela o con cuentos o, al menos, con
trabajos en prosa. Pero no hay más cera que la que arde.
La fiabilidad de esta
prueba puede potenciarse porque las palabras comunes indican preferencias,
tendencias, gustos, determinado nivel de cultura, y conocimientos específicos
de personajes, lugares, vivencias…, ya que, generalmente, no se contempla ni se
trata de lo que no se conoce o es ajeno a nuestras preferencias y
cotidianidades. Muchos de estos nombres están relacionados con el Romancero[xii]. Y no hay que olvidar
algo muy significativo, que Liñán, junto a Lope, Góngora, Quevedo y otros, es
uno de los creadores del “Romancero nuevo”; y que conforme avanzan las
investigaciones en torno suyo, su figura y categoría alcanzan mayor relieve.
Los nombres propios de personajes
históricos, bíblicos y del romancero; los de ciudades, ríos y lugares, y
varios, que se encuentran en los libros de poemas que he consultado de Liñán[xiii]
y en el Quijote de Avellaneda[xiv],
indicando entre paréntesis el número de veces que aparecen en éste, son los
siguientes:
Esculapios, Césares,
César, Ariosto (2), Horacio (2), Tulio, Jimena, Petrarca, Galeno (4), Garcilaso
(3), Homero (2), Ovidio, El Cid (7), Jacob, Adán (2), San Pedro (5), Cristo (2),
Espíritu Santo, Muzas (3), Pelayo, Medoro, Angélica (2), Anaxarte, Lucrecia
(3), Lucrecias, D. Sancho, Bravonel de Zaragoza, Rey Marsilio (2), Zaide, Tarfe
(35), Cegrí, Abencerraje (2), Gomeles, Dido (2), Minga, Machuca, San Francisco,
Apolo (2), Ulises, Eva (3), Fénix (4), Marte (4), Cupido (3), Júpiter, Mercurio,
Neptuno, Héctor, Medea, Eneas (2), Venus
(2), Febo (6), Palas, Pegaso, Diana (3), al Mantuano, El Caos,
Filis, Sta. Catalina, San Martín, Virgen de Atocha, Chipre (47), Córdoba (18),
Yepes (2), Zamora (5), Sevilla (2),
Valladolid (5), Talvera de la Reina, España (28), Manzanares, Sodoma (3),
Babilonia (12), Roma (11), Indias (11), Badajoz (9), Salamanca (3), Italia (2),
Francia (6), Zaragoza (72), Toledo (38), Granada (5), Aragón (7), Ginebra, Perineos
(2), Asturias (3), Flandes (11), Valencia (2), Puto (5), Luna (con mayúscula,
2), Honor (con mayúscula, 4), Aurora, Inés, Alteza.
Entre estos nombres, el
de “Bravonel” tiene, como vamos a ver, un significado especial. Encuentro cierta
semejanza en el desarrollo de la acción del capítulo XXVII de Avellaneda, donde
la compañía de Angulo el Malo ensaya la comedia El testimonio vengado, de Lope de Vega, y se muestra el enfado de don
Quijote arremetiendo contra toda persona o cosa que tenía delante; con el
capítulo XXVI de Cervantes, referido al titeretero Maese Pedro, en el que don
Quijote adopta parecida actitud contra los títeres, uno de los cuales
representa al rey Marsilio de Zaragoza, a quien descabeza y por el que tiene
que pagar don Quijote una compensación como por el resto de los desperfectos
que ha ocasionado.
Según
Lope de Vega en una carta enviada al duque de Sessa, Liñán, entre otras
comedias, “hizo una que llamaban de Bravonel. Randolph incluye también en Poesías los siguientes “Romances moriscos” de Bravonel: nº 36 (p.
262), que comienza: “Avisaron a los reyes / que ya las doce eran dadas”; nº 37
(p. 264): “Después que el martes triste”; y nº 38 (p. 266): “Alojó su compañía
/ en Tudela de Navarra”.
Estos romances están recogidos en la Colección
de los más célebres ROMANCES ANTIGUOS españoles y caballerescos, publicados en 1825 por Georges Bernard Depping. Además de
éstos, se encuentran también los siguientes: Con el nº 22: “Guadalara
sentada a la orilla del Ebro escribe a Bravonel, y es sorprendida por los reyes”, que comienza “A las sombras de un laurel”; y con el nº
23: “Bravonel vuelve con despojos, y descubre a su Guadalara en
un balcón”, que comienza “Con valerosos
despojos”, e incluye esta nota: “Bravonel es un héroe moro de los que ocupan
lugar en los romances caballerescos. La historia de sus amores con Guadalara
está detallada en seis romances”, que transcribe como anónimos.
Estas
seis composiciones las recoge también, anónimas, Eugenio Ochoa en Tesoro de los romances, 1832, a las que une el anónimo, que en su libro es
el V de este grupo, que comienza: “Bravonel de Zaragoza / y ese moro de Villalba”.
Y estas siete composiciones, asimismo anónimas, las recoge Agustín Durán en el Romancero General, 1854.
Sobre Bravonel, he localizado otros
dos romances en Internet, en “Proyecto de Romancero Pan-Hispano, listado IGR,
que comienzan: “Bravonel de Zaragoza / bravo va por la batalla”, y “Bravonel de
Zaragoza / mata a Dardin d’Ardeña”.
Creo que hay que tener muy en cuenta
para desentrañar el enigma de Avellaneda, el papel desempeñado por el Romancero
y estas coincidencias en el uso de
nombres, que tienen más valor al disponer solamente de una mínima parte de la
producción de Liñán; y es una lástima no poder cotejar la caligrafía de la
novela apócrifa con alguna de sus comedias o
de sus poemas o manuscritos.
También, en la novela de Avellaneda,
aparecen gran cantidad de nombres de jerga y apodos, lo mismo que en las Rimas, donde al final, figura un
“Catálogo de las voces de germanía que se encuentran en las poesías de Liñán”.
Hay treinta y cinco. Algunas son “trinquete” (cama de cordeles), “mirlas” (las
orejas), “cerra” (mano), o “ganivete” (cuchillo). Sería muy raro que voces como
estas figuraran en el apócrifo, porque no vienen a cuento. Pero hay dos un
“rufo (rufián) sacristán”; y “trena” (cárcel), que si están en el
apócrifo. Por curiosidad, he mirado en
su Quijote y Cervantes no utiliza ninguno de estos dos vocablos.
Se me
ocurre concluir con una disyuntiva: ¿Casualidad?, ¿Evidencia? Que el juez sea
el lector.
Calatayud,
24 de marzo de 2010.
[i].─ El “toledano” Pedro Liñán de Riaza –candidato a sustituir a
Avellaneda– es aragonés, de Calatayud. Lemir 11 (2007): 61–78
http://parnaseo.uv.es/lemir/Revista/Revista11/Revista11.htm
[ii].─ Tres afirmaciones capitales que deberían promover la reconsideración
de algunos análisis y opiniones sobre el Quijote:
*Cervantes
conocía el Quijote de Avellaneda antes de comenzar a escribir la segunda parte
del suyo. *Cervantes sabía quien era Avellaneda. *Y, así como Avellaneda imitó
y se inspiró en Cervantes, éste se inspiró e imitó a Avellaneda.
http://www.cervantesvirtual.com/FichaObra.html?Ref=25581
[iii].─ Lope de Vega y Fray Luis Aliaga: Personajes clave en la publicación
del Quijote de Avellaneda y en la elección del seudónimo que encubre a Pedro
Liñán de Riaza
(2007).
http://www.cervantesvirtual.com/Ficha/Obra?Ref=26532
[iv].─ Cervantes desveló en clave la identidad de Avellaneda. Lemir11 (2007): 121–133.
http://parnaseo.uv.es/Lemir/Revista11/09SanchezAntonio.pdf
[v].─ Un soneto revelador. Lemir 12 (2008) 289–298
http://parnaseo.uv/Lemir/Revista12/12SanchezAntonio.pdf
[vi]. Maldonado de Guevara, Francisco: Incidente de Avellaneda, Revista de
Ideas Estéticas, nº 31, Madrid 1950; y en Anales Cervantinos, V, 1956-57, pp.
41-62.
[vii].─
Pedraza Jiménez,
Felipe B.: CERVANTES Y LOPE DE VEGA: Historia de una enemistad, y otros
estudios cervantinos. Barcelona, ediciones Octaedro, 2006.
[viii].─ Eisenberg, Daniel: Repaso crítico de las atribuciones
cervantinas, Nueva Revista de Filología Hispánica, 38 (1990), y después
incluido en Estudios cervantinos (Barcelona:
Sirmio, 1991) y con retoques en su sitio web, en mayo de 2003.
[ix].─
Rey Hazas, Antonio: Cervantes, Lope, Góngora.
Actas del Congreso “Cervantes, el Quijote y Andalucía”, 2005. Comunicación
recogida en Poética de la libertad y
otras claves cervantinas. Madrid, Eneida, 2005.
[x].─ Pérez López, José Luis: Una hipótesis sobre el Don Quijote de
Avellaneda: de Liñán de Riaza a Lope de Vega. Internet, Revista Electrónica
LEMIR, nº 10, 2005; y su edición del Quijote, véase Cervantes.
[xi].─ El moro Cide Hamete Benengeli es
cristiano (2007).
http://www.cervantesvirtual.com/FichaObra.html?Ref=23431
[xii].─ Es evidente que el Romancero es una de las
principales fuentes utilizadas por Cervantes en la creación del Quijote, que se
inspira e inicia en el Entremés de los
Romances. Asimismo, las páginas del Quijote de Avellaneda –réplica y remedo
del QI– están llenas de citas del Romancero. (más de medio centenar señala
Gómez Canseco en la “Introducción” que acompaña a su edición del QA. O sea, que
al igual que Cervantes, el autor del apócrifo es un consumado romancista: una
condición imprescindible que se puede aplicar plenamente a Liñán. Por lo que,
para reafirmar mi hipótesis y, especialmente, la opinión que expreso en estos
párrafos de que Avellaneda es Liñán, traigo a colación la lista de “términos y
frases comunes” (sólo los nombres propios) que acompañan al tomo III del Romancero castellano, o Colección de antiguos
romances populares…, editados por Depping, y que son: “Abencerraje,
Albayaldes, Alambra, Aliatar, Almanzor, Almoradí, Alora, Azarque, Baldovinos,
Belerma, Bravonel, Cártama, Castilla, Celín, Celindaja, Dragut, Durandarte,
Francia, Gaiferos, Gazul, Gelves”. Pues bien, todos estos términos, aparecen en
los romances y otros poemas que se atribuyen a Liñán hasta el momento; y no hay
que descartar que se le adjudiquen más.
[xiii].─ Pedro Liñán de Riaza: Rimas de Zaragoza y Poesías
de Randolph. Debo puntualizar que la búsqueda en estos libros ha sido manual,
sencilla y sin rigor, por lo que he podido dejarme en el tintero algunas palabras.
[xiv].─ He
utilizado para la búsqueda: Alonso Fernández
de Avellaneda dQA EL QUIJOTE APÓCRIFO.
Ediciones Carena, Barcelona, 2008. Edición, Introducción y Notas de Enrique
Suárez de Figaredo.
[xv].─ Poesías. Pedro
Liñán de Riaza, Zaragoza, Talleres Gráficos INO – Reproducciones, S. A.,
1982. Edición, introducción y notas de Julián F. Randolph. Biblioteca Universitaria.
Puvil libros.
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