REVISTA ELECTRÓNICA DE ESTUDIOS FILOLÓGICOS


DIVERSOS NOMBRES

UTILIZADOS POR LIÑÁN DE RIAZA EN SUS POEMAS

SE ENCUENTRAN EN EL QUIJOTE DE AVELLANEDA

 

 

Antonio Sánchez Portero

 

 

(CENTRO DE ESTUDIOS BILBILITANOS, DE LA INSTITUCIÓN “FERNANDO EL CATÓLICO” DEL CESIC)

 

 

          RESUMEN

          Intento Trasladar al lector mi convicción de que tras Avellaneda se esconde Pedro Liñán de Riaza quien, junto a su íntimo amigo Lope de Vega, fue uno de los creadores del “Romancero nuevo”. Además de otras pruebas, en este artículo, aporto la referida en el título y relacionada con el Romancero, un factor importante en el Quijote apócrifo.

 

          ABSTRACT

          I try to move the reader my conviction that behind Avellaneda, hides Pedro Liñán who along with his close friend Lope de Vega, was one the creators of new ballads. In addition to other evidence in this article, I bring the aforementioned title and related balladry, a very important factor in the apocryphal Quixote.

 

          PALABRAS CLAVE

          Bravonel, rey Marsilio, Melisendra, Alisolán, Avellaneda.

 

 

 

          Si mi convicción de que Pedro Liñán de Riaza es el licenciado Alonso Fernández de Avellaneda estuviese sólo basada en la prueba que aporto relacionada con el título de este artículo, carecería de solidez y, por tanto, su validez sería escasa; pero es el caso de que puede constituirse en la gota que colma el vaso de credibilidad.

          El propio Cervantes, en numerosas ocasiones testifica que Avellaneda, “el fingido autor tordesillesco”, es aragonés. Generalmente, se da por hecho y comprobado que Liñán es toledano; pero no es así: es aragonés, de Calatayud[i]. Y como falleció siete años antes de que apareciese impreso el Quijote apócrifo, queda descartado automáticamente como su autor. Pero antes de morir lo había escrito y, antes de que fuese publicado, circuló manuscrito, y llegó a conocimiento de Cervantes, impulsándole, “obligándole” a redactar de prisa y corriendo su Segunda Parte[ii].

          Y un Cervantes quemado y soliviantado fue salpicando de pistas sus escritos aludiendo a su mayor enemigo, a quien le amargó los últimos años de su vida; pero poniendo sumo cuidado en no desvelar su nombre. Tenía muy cercano el ejemplo de Mateo Alemán. En 1599 vio la luz su novela Vida y hechos del Pícaro Guzmán de Alfarache, anunciando una segunda parte. Se le adelantó, en 1602, dando a la publicidad la Segunda parte de la vida de Guzmán de Alfarache, con el seudónimo de Mateo Luján de Sayavedra, el valenciano Juan Martí. En 1604, replicó Mateo Alemán publicando en Lisboa la Segunda Parte de la vida de Guzmán de Alfarache. Atalaya de la vida humana, indicando que Mateo Alemán “es su verdadero autor”.

          Es un caso de continuación de una obra (no se le puede llamar plagio) similar al de Cervantes; pero con una notable diferencia. La respuesta de  Mateo Alemán es inmediata. Descubre a su opositor y, aunque no en el prólogo, cita en el cuerpo de su segunda parte al autor que se esconde tras de Mateo Luján, inmortalizando de esta manera a Juan Martí, quien de no ser por esta circunstancia nadie sabría de su existencia. Cervantes toma buena nota, y aunque conoce a su rival y despotrica incesantemente de él, tiene buen cuidado de no desvelar su nombre públicamente por temor a quienes le habían hecho la faena[iii], Lope de Vega, familiar del Santo Oficio, y Fray Luis de de Aliaga, quien llegó a ser Inquisidor General.

          En el Viaje del Parnaso, cita Cervantes a numerosos poetas, algunos mediocres, pero se “olvida” del que antes fue su amigo Pedro Liñán, a quien ensalzara en el “Canto a Calíope” de La Galatea:

 

         El sacro Ibero, de dorado acanto

de siempre verde yerba y blanca oliva,

su frente adorne, y en alegre canto

su gloria y fama para siempre viva:

pues su antiguo valor ensalza tanto

que el fértil Nilo de su nombre priva,

de Pedro Liñán, la sutil pluma,

de todo el bien de Apolo cifra y suma.

 

          Sin embargo, le viene como anillo al dedo, para “citarlo” sin soltar prenda la existencia de un poeta llamado Francisco de Calatayud y Sandoval, quien durante un breve periodo se dedicó al servicio de las armas en edad juvenil, y de quien se conservan muy pocos poemas, y ninguno de ellos justifica los elogios de Cervantes, que los expresa de la siguiente manera:

 

... y estotro que enamora

las almas con sus versos regalados,

cuando de amor ternezas canta o llora

es uno que valdrá por mil soldados

cuando a la extraña y nunca vista empresa

fueren los escogidos y llamados;

digo que es DON FRANCISCO, el que profesa

las armas y las letras con tal nombre

que por su igual Apolo le confiesa.

Es de Calatayud su sobrenombre:

con esto queda dicho todo cuanto

puedo decir con que a la invidia asombre.

 

          Como vemos, estos versos, que podrían aplicarse al mismísimo Garcilaso, también pueden sin duda amoldarse a Liñán[iv], pues éste sí que es cierto que “enamora con sus versos regalados” (así opinan reiterada y elogiosamente sus coetáneos); “profesa las armas” (fue capitán de las Guardias Reales de Felipe III) y, por supuesto, con especial donosura “las letras”, quizás hasta el punto de “que por su igual Apolo le confiesa.” (Acabamos de ver lo que de él dice Cervantes: “de todo el bien de Apolo cifra y suma.”).

          Aún hay más: Dice Cervantes que “es de Calatayud su sobrenombre”, y esto no es rigurosamente exacto, porque debería haber dicho “su apellido”. De ser así, hubiese quedado excluido automáticamente Liñán, cuyo apellido no es ese, pero, en cambio, sí puede atribuírsele el “sobrenombre”, si como sostengo, es natural de Calatayud. Así mismo, la construcción de este terceto (en la edición príncipe se encuentra separado del terceto anterior por un punto) avala mi hipótesis: “Es de Calatayud su sobrenombre: / con esto queda dicho todo” (no con todo lo dicho anteriormente, sino con “esto”: “con es de Calatayud su sobrenombre, queda dicho “todo”) “cuanto / puedo decir que a la invidia asombre.” Para mí está muy claro que Cervantes juega a confundir, como en muchísimas otras ocasiones. También creo que es relevante la alusión de Cervantes a la “invidia”. Yo traduzco que para Cervantes la “invidia” ha sido el motor que ha impulsado la realización de algo extraordinario (como lo es escribir el otro Quijote) que, sin ninguna duda, es causante de asombro.

          También creo que pueden existir relación[v] entre una cuarteta del capítulo IV del apócrifo, que trascribo a continuación dentro de su contexto, y del soneto que recibió Cervantes en Valladolid, episodio del que da fe en “La Adjunta” del Viaje del Parnaso, que va después:

 

  [...] Sancho..., quiero..., que en esta adarga que llevo..., un pintor me pinte en ella dos hermosísimas doncellas que estén enamoradas de mi brío, y el dios Cupido encima, que me esté asentando una flecha, la cual yo reciba en el adarga, riendo dél  y teniéndolas en poco a ellas, con una letra que diga en derredor de la adarga: “El caballero Desamorado”, poniendo encima esta curiosa, aunque ajena, de suerte que esté entre mí, entre Cupido y las damas:

 

Sus flechas saca Cupido

de las venas de Pirú,

a los hombres dando el Cu

y a las damas dando el pido.

 

  ¾¿Y qué hemos de her –dijo Sancho– nosotros con esa Cu? ¿Es alguna joya de las que habemos de traer de las justas?

  ¾No –replicó Don Quijote–; que aquel Cu es un plumaje de dos relevadas plumas que suelen ponerse algunos sobre la cabeza, a veces de oro, a veces de plata y a veces de la madera que hace diáfano encerado a las linternas, llegando uno con dichas plumas hasta el signo de Aries, otros al de Capricornio [clara alusión a cornudo], otros se fortifican en el castillo de San Cervantes.

 

          En relación con la anterior cuarteta ofensiva de Avellaneda a Cervantes, Maldonado de Guevara[vi], dice: “Y nótese también que el soneto insultante recibido por Cervantes en Valladolid, jugaba del apócope Cu en idéntica reticencia que Avellaneda, lo cual delata a éste como autor del soneto…”

          Antes de transcribir este soneto insultante, creo oportuno recoger otro de cabo roto con estrambote, datado en 1604:

 

          Hermano Lope, bórrame el soné-

De versos de Ariosto y Garcilá-

Y la Biblia no tomes en la ma-

Pues nunca de la Biblia dices le-

          También me borrarás la Dragonte-

Y un librillo que llaman del Arca-

Con todo el Comediaje y Epita-

Y por ser mora quemarás la Angé-

          Sabe Dios mi intención con San Isi-

Mas quiérole dejar por lo devo-

Bórrame en su lugar El Peregrí-

 

          Y en cuatro lenguas no me escribas co-

Que supuesto que escribas boberí-

Las vendrán a entender cuatro nacio-

          Ni acabes de escribir la Jerusa-

Bástale a la cuitada su traba-

 

            Sobre este soneto, Felipe B. Pedraza[vii] expone:

 

   Por estas fechas se escribe el soneto de cabo roto “Hermano Lope, bórrame el so–” que Juan Antonio Pellicer y José María Asensio, entre otros, han atribuido a Cervantes. Como es sabido, también se ha achacado a Góngora, porque así consta en los manuscritos barrocos. Y Nicolás Marín ha puesto toda su erudición a favor de la autoría de Javier Armendáriz. Pudo ser cualquiera de los enemigos, émulos y envidiosos de la fama de Lope […] Si el soneto no es de Cervantes, como ya apuntó Rodríguez Marín, el Fénix y su círculo se lo atribuyeron, como se deduce por la feroz réplica que siguió: “Pues nunca de la biblia dijo le–”. (Págs. 34 y 38).

 

            Refiriéndose a esta composición, Eisenberg[viii] (Repaso crítico…, pp. 477–492), señala:

 

…nos consta que Cervantes escribió por encargo, como ‘negro’ o escritor contratado y pagado Relación de las fiestas que en Valladolid se hicieron al nacimiento de nuestro príncipe. En 1620 junto a este título aparece citado su nombre, y menos explícitamente, se alude a su autoría en un soneto atribuido a Góngora. En efecto, en 1605, en Valladolid, donde estaba Cervantes, apareció una anónima Relación de las fiestas aludidas.

 

            Según Rey Hazas (Cervantes, Lope y Góngora)[ix]:

  

   “Lope debió pensar que Cervantes” era autor de este soneto, “Por eso replicó, seguramente con un agresivo soneto anticervantino: ‘Pues nunca de la biblia digo le–’.” Sobre este primer verso y otros, aclara en nota: “J. de Entrambasaguas, Estudios sobre Lope de Vega, I, Madrid, CSIC, 1946, pág. 117, reproduce un texto con variantes. El primer verso, por ejemplo, dice: ‘Yo no sé de la, de li, ni le’, El segundo dice: ‘sólo sé que es Apolo Lope’, el sexto ‘te mancase’, etc.

  El Fénix atacó con inusitada crudeza a Cervantes, pues el soneto, además de cornudo y homosexual, lo llama viejo (“potrilla”, esto es herniado), cristiano solo entre musulmanes (“romí”) y judío (“azafrán”, esto es, de pelo rojo; y ya se sabe lo que decía el refranero: ‘ni gato ni perro de aquella color’), sin olvidarse de atacar también a Don Quijote, lo cual encaja a la perfección con la célebre carta fechada en Toledo el 14 de agosto de 1604, donde Lope de Vega se expresa de modo indudablemente hostil.” 

 

          Este soneto no podía quedarse sin respuesta, y la tuvo en el que recibió Cervantes en Valladolid, al que se refiere Maldonado de Guevara:

 

          Pues nunca de la Biblia dijo le–,

ni sé si eres, Cervantes, co– ni cu–,

sólo digo que es Lope Apolo, y tú

frisón de su carroza, y puerco en pie.

 

          Para que no escribieses, orden fue

del cielo que mancases en Corfú.

Hablaste, buey, pero digiste mu.

¡Oh mala quijotada que te dé!

 

          ¡Honra a Lope, potrilla, o guay de ti!

Que es sol y si se enoja, lloverá;

y ese tu Don Quijote baladí,

 

de culo en culo por el mundo va

vendiendo especias y azafrán romí

y al fin en muladares parará.

 

          Según Pérez López[x] (Una hipótesis…, p. 21 de 58), este soneto: “tiene todos los rasgos del estilo satírico de Lope, pero más de Liñán, el cual sabemos que estuvo en Valladolid en1605”. Para mí, compartiendo su opinión, creo más posible que sea de Liñán que de Lope, ya que de ser éste el autor diría “soy” Apolo, en vez de: Sólo digo que “es Lope Apolo”. Y a mi modo de ver, estos sonetos pueden estar relacionados, con la anterior cuarteta de Avellaneda, con la que le propina un puyazo en toda regla a Cervantes. Y dando por buena la afirmación de Maldonado de que el soneto que recibió Cervantes en Valladolid es de Avellaneda, la deducción lógica que puede extraerse es que éste y Liñán son el mismo.

          Otra prueba de que Avellaneda es Liñán de Riaza podría estar en la coincidencia de que, como sospecho con fundamento, el nombre del historiador árabe Cide Hamete Benengeli es un anagrama del nombre y primer apellido de su creador[xi], pues todas las letras que componen CIDE HAMETE BENENGELI forman parte, se encuentran incluidas en MIGUEL DE CERVANTES, con la salvedad de que en éste no figura la “H” (que no se pronuncia); de que la “B” puede ser la “V” y ésta la “U” (Cervantes utiliza indistintamente la “B” y la “V” para escribir su apellido, y la “V” en los documentos antiguos tiene la misma grafía que la “U”). También en “Cervantes” hay una “R” y una “S” que no están en el seudónimo, y en éste una “N”, dos “E” y una “I” se encuentran repetidas.

          Pero estimo que no le importaron a Cervantes estas divergencias (más bien creo que las “consintió”), porque si en vez de “HAMETE” hubiese puesto AMET (que viene a ser lo mismo), habría prescindido de la “H” y “colocado” una “E” que sobra; y si en vez de BENENGELI el apellido hubiera sido BERENGELIS, (sustituyendo la primera “N” por la “R” y añadiendo la “S”, el anagrama sería casi completo, y más aún si hubiese añadido la “U” para formar  BERENGUELIS. Entonces sólo estarían repetidas una “E”, y una “I” (hasta cierto punto unas letras necesarias para que el apellido resulte más eufónico y darle apariencia árabe), pero, sobre todo, ante la posibilidad de que se pudiese asociar “–GUELI–“ con “M –IGUEL– “, quizás, al autor del Quijote, no le interesase o no quisiera facilitar una pista tan clara que pudiese llevar al descubrimiento del misterio en el que quiso y de hecho envolvió a su sabio “colaborador” moro, que resulta ser el propio Cervantes, o sea, un cristiano.

          Y así como creo que Cide Hamete Benengeli es un anagrama de Miguel de Cervantes, conjeturo también con fundamento que Avellaneda, o sea Liñán, en la imitación recíproca en la que se embarcaron (véase nota ii), inventa también su historiador sabio, bautizándolo con un anagrama incompleto de su apellido. Vemos que en ALISOLÁN se encuentran las letras de LIÑÁN, menos la “Ñ” (si la hubiese puesto, el misterio, el enigma, dejaría de serlo) y añade una “A” para formar “ALI”, un nombre árabe. Pero Cervantes bien sabe que Avellaneda, el “fingido tordesillesco”, el “autor aragonés” es cristiano, y hasta sacerdote.

          Pero esto no es todo. Recorriendo el camino que nos va a llevar a la resolución del enigma de Avellaneda, hay muchas cosas dignas de ser reseñadas. Una de ellas es la coincidencia en el uso de unos mismos nombres propios en el Quijote de Avellaneda y en las poesías de Liñán. Por su número y su naturaleza cabe excluir que se deba a la casualidad. Máxime si se tiene en cuenta algo tan obvio como que existen notables diferencias entre una novela y unos poemas. Por lo que esta disparidad puede favorecer la hipótesis que apunto de que, la inclusión en ambos corpus de unas mismas palabras, pueden ser prueba de que son del mismo autor. Hubiese sido preferible y conveniente, en vez de con poemas, cotejar la novela con alguna de las comedias que escribió Liñán, y lo ideal con otra novela o con cuentos o, al menos, con trabajos en prosa. Pero no hay más cera que la que arde.

          La fiabilidad de esta prueba puede potenciarse porque las palabras comunes indican preferencias, tendencias, gustos, determinado nivel de cultura, y conocimientos específicos de personajes, lugares, vivencias…, ya que, generalmente, no se contempla ni se trata de lo que no se conoce o es ajeno a nuestras preferencias y cotidianidades. Muchos de estos nombres están relacionados con el Romancero[xii]. Y no hay que olvidar algo muy significativo, que Liñán, junto a Lope, Góngora, Quevedo y otros, es uno de los creadores del “Romancero nuevo”; y que conforme avanzan las investigaciones en torno suyo, su figura y categoría alcanzan mayor relieve.

          Los nombres propios de personajes históricos, bíblicos y del romancero; los de ciudades, ríos y lugares, y varios, que se encuentran en los libros de poemas que he consultado de Liñán[xiii] y en el Quijote de Avellaneda[xiv], indicando entre paréntesis el número de veces que aparecen en éste, son los siguientes:

            Esculapios, Césares, César, Ariosto (2), Horacio (2), Tulio, Jimena, Petrarca, Galeno (4), Garcilaso (3), Homero (2), Ovidio, El Cid (7), Jacob, Adán (2), San Pedro (5), Cristo (2), Espíritu Santo, Muzas (3), Pelayo, Medoro, Angélica (2), Anaxarte, Lucrecia (3), Lucrecias, D. Sancho, Bravonel de Zaragoza, Rey Marsilio (2), Zaide, Tarfe (35), Cegrí, Abencerraje (2), Gomeles, Dido (2), Minga, Machuca, San Francisco, Apolo (2), Ulises, Eva (3), Fénix (4), Marte (4), Cupido (3), Júpiter, Mercurio, Neptuno, Héctor, Medea, Eneas (2),  Venus (2), Febo (6),  Palas,  Pegaso, Diana (3), al Mantuano, El Caos, Filis, Sta. Catalina, San Martín, Virgen de Atocha, Chipre (47), Córdoba (18), Yepes (2), Zamora (5),  Sevilla (2), Valladolid (5), Talvera de la Reina, España (28), Manzanares, Sodoma (3), Babilonia (12), Roma (11), Indias (11), Badajoz (9), Salamanca (3), Italia (2), Francia (6), Zaragoza (72), Toledo (38), Granada (5), Aragón (7), Ginebra, Perineos (2), Asturias (3), Flandes (11), Valencia (2), Puto (5), Luna (con mayúscula, 2), Honor (con mayúscula, 4), Aurora, Inés, Alteza.

            Entre estos nombres, el de “Bravonel” tiene, como vamos a ver, un significado especial. Encuentro cierta semejanza en el desarrollo de la acción del capítulo XXVII de Avellaneda, donde la compañía de Angulo el Malo ensaya la comedia El testimonio vengado, de Lope de Vega, y se muestra el enfado de don Quijote arremetiendo contra toda persona o cosa que tenía delante; con el capítulo XXVI de Cervantes, referido al titeretero Maese Pedro, en el que don Quijote adopta parecida actitud contra los títeres, uno de los cuales representa al rey Marsilio de Zaragoza, a quien descabeza y por el que tiene que pagar don Quijote una compensación como por el resto de los desperfectos que ha ocasionado.

          En “Cervantes, Lope y Góngora” (pp. 20–21), Rey Hazas opina que:

 

  Cervantes se burla de Lope, como hace siempre que tiene ocasión, estableciendo una serie de asociaciones –no hay que desdeñar la erótica, dada la vida amorosa del Fénix– que se nos escapan en buena medida, porque lo cierto es que sólo él y Avellaneda sustituyen al rey moro del romancero, que es Almanzor, y en cuyo poder está cautiva Melisendra por el rey Marsilio de Zaragoza, lo que aprovecha Cervantes para reírse una vez más del Fénix, porque Marsilio es el rey a quien acompaña siempre en el romancero nuevo a un héroe morisco llamado Bravonel de Zaragoza, a menudo identificado como un heterónimo morisco de Lope que se disputa con el rey el amor de Guadalara, es decir de Elena Osorio. [Y en nota añade:] En tal contexto de alusiones barrocas, nada tendría de extraño que el moro que besa furtivamente a Melisendra en Cervantes ocultara al mismo Lope de Vega y fuera así castigado.

 

          Puedo decir que, al menos, hay otro poeta que “también coincide” con Lope y Avellaneda, sustituyendo a Almanzor por el rey Marsilio, a quien acompaña Bravonel de Zaragoza. Es Liñán, como lo atestigua un romance morisco suyo que con el nº 35 recoge (pág. 250) Randolph en sus Poesías[xv]:

 

Bravonel de Zaragoza

al rey Marsilio demanda

licencia para partirse

con él de Castilla a Francia.

Trataba amores el moro

con la bella Guadalara:

camarera es de la reina

y del rey querida ingrata.

Bravonel por despedida

y en servicio de su dama,

hizo alarde de su gente

un martes por la mañana.

 

          Según Lope de Vega en una carta enviada al duque de Sessa, Liñán, entre otras comedias, “hizo una que llamaban de Bravonel. Randolph incluye también en Poesías los siguientes “Romances moriscos” de Bravonel: nº 36 (p. 262), que comienza: “Avisaron a los reyes / que ya las doce eran dadas”; nº 37 (p. 264): “Después que el martes triste”; y nº 38 (p. 266): “Alojó su compañía / en Tudela de Navarra”.

          Estos romances están recogidos en la Colección de los más célebres ROMANCES ANTIGUOS españoles y caballerescos, publicados en 1825 por Georges Bernard Depping. Además de éstos, se encuentran también los siguientes: Con el nº 22: “Guadalara sentada a la orilla del Ebro escribe a Bravonel, y es sorprendida por los reyes”, que comienza “A las sombras de un laurel”; y con el nº 23: “Bravonel vuelve con despojos, y descubre a su Guadalara en un balcón”, que comienza “Con valerosos despojos”, e incluye esta nota: “Bravonel es un héroe moro de los que ocupan lugar en los romances caballerescos. La historia de sus amores con Guadalara está detallada en seis romances”, que transcribe como anónimos.

          Estas seis composiciones las recoge también, anónimas, Eugenio Ochoa en Tesoro de los romances, 1832, a las que une el anónimo, que en su libro es el V de este grupo, que comienza: “Bravonel de Zaragoza / y ese moro de Villalba”. Y estas siete composiciones, asimismo anónimas, las recoge Agustín Durán en el Romancero General, 1854.

          Sobre Bravonel, he localizado otros dos romances en Internet, en “Proyecto de Romancero Pan-Hispano, listado IGR, que comienzan: “Bravonel de Zaragoza / bravo va por la batalla”, y “Bravonel de Zaragoza / mata a Dardin d’Ardeña”.

          Creo que hay que tener muy en cuenta para desentrañar el enigma de Avellaneda, el papel desempeñado por el Romancero y estas coincidencias en el uso de nombres, que tienen más valor al disponer solamente de una mínima parte de la producción de Liñán; y es una lástima no poder cotejar la caligrafía de la novela apócrifa con alguna de sus comedias o de sus poemas o manuscritos.

          También, en la novela de Avellaneda, aparecen gran cantidad de nombres de jerga y apodos, lo mismo que en las Rimas, donde al final, figura un “Catálogo de las voces de germanía que se encuentran en las poesías de Liñán”. Hay treinta y cinco. Algunas son “trinquete” (cama de cordeles), “mirlas” (las orejas), “cerra” (mano), o “ganivete” (cuchillo). Sería muy raro que voces como estas figuraran en el apócrifo, porque no vienen a cuento. Pero hay dos un “rufo (rufián) sacristán”; y “trena” (cárcel), que si están en el apócrifo.  Por curiosidad, he mirado en su Quijote y Cervantes no utiliza ninguno de estos dos vocablos.

          Se me ocurre concluir con una disyuntiva: ¿Casualidad?, ¿Evidencia? Que el juez sea el lector.

 

         

 

          Calatayud, 24 de marzo de 2010.

 

 



[i]. El “toledano” Pedro Liñán de Riaza –candidato a sustituir a Avellaneda– es aragonés, de Calatayud. Lemir 11 (2007): 61–78

http://parnaseo.uv.es/lemir/Revista/Revista11/Revista11.htm

[ii]. Tres afirmaciones capitales que deberían promover la reconsideración de algunos análisis y opiniones sobre el Quijote:

          *Cervantes conocía el Quijote de Avellaneda antes de comenzar a escribir la segunda parte del suyo. *Cervantes sabía quien era Avellaneda. *Y, así como Avellaneda imitó y se inspiró en Cervantes, éste se inspiró e imitó a Avellaneda.

http://www.cervantesvirtual.com/FichaObra.html?Ref=25581

[iii]. Lope de Vega y Fray Luis Aliaga: Personajes clave en la publicación del Quijote de Avellaneda y en la elección del seudónimo que encubre a Pedro Liñán de Riaza (2007).

http://www.cervantesvirtual.com/Ficha/Obra?Ref=26532

[iv]. Cervantes desveló en clave la identidad de Avellaneda. Lemir11 (2007): 121–133.

http://parnaseo.uv.es/Lemir/Revista11/09SanchezAntonio.pdf

[v]. Un soneto revelador. Lemir 12 (2008) 289–298

http://parnaseo.uv/Lemir/Revista12/12SanchezAntonio.pdf

[vi]. Maldonado de Guevara, Francisco: Incidente de Avellaneda, Revista de Ideas Estéticas, nº 31, Madrid 1950; y en Anales Cervantinos, V, 1956-57, pp. 41-62.

[vii]. Pedraza Jiménez, Felipe B.: CERVANTES Y LOPE DE VEGA: Historia de una enemistad, y otros estudios cervantinos. Barcelona, ediciones Octaedro, 2006.

[viii].─ Eisenberg, Daniel: Repaso crítico de las atribuciones cervantinas, Nueva Revista de Filología Hispánica, 38 (1990), y después incluido en Estudios cervantinos (Barcelona: Sirmio, 1991) y con retoques en su sitio web, en mayo de 2003.

[ix].─ Rey Hazas, Antonio: Cervantes, Lope, Góngora. Actas del Congreso “Cervantes, el Quijote y Andalucía”, 2005. Comunicación recogida en Poética de la libertad y otras claves cervantinas. Madrid, Eneida, 2005.

[x].─ Pérez López, José Luis: Una hipótesis sobre el Don Quijote de Avellaneda: de Liñán de Riaza a Lope de Vega. Internet, Revista Electrónica LEMIR, nº 10, 2005; y su edición del Quijote, véase Cervantes.

[xi]. El moro Cide Hamete Benengeli es cristiano (2007).

http://www.cervantesvirtual.com/FichaObra.html?Ref=23431

[xii]. Es evidente que el Romancero es una de las principales fuentes utilizadas por Cervantes en la creación del Quijote, que se inspira e inicia en el Entremés de los Romances. Asimismo, las páginas del Quijote de Avellaneda –réplica y remedo del QI– están llenas de citas del Romancero. (más de medio centenar señala Gómez Canseco en la “Introducción” que acompaña a su edición del QA. O sea, que al igual que Cervantes, el autor del apócrifo es un consumado romancista: una condición imprescindible que se puede aplicar plenamente a Liñán. Por lo que, para reafirmar mi hipótesis y, especialmente, la opinión que expreso en estos párrafos de que Avellaneda es Liñán, traigo a colación la lista de “términos y frases comunes” (sólo los nombres propios) que acompañan al tomo III del Romancero castellano, o Colección de antiguos romances populares…, editados por Depping, y que son: “Abencerraje, Albayaldes, Alambra, Aliatar, Almanzor, Almoradí, Alora, Azarque, Baldovinos, Belerma, Bravonel, Cártama, Castilla, Celín, Celindaja, Dragut, Durandarte, Francia, Gaiferos, Gazul, Gelves”. Pues bien, todos estos términos, aparecen en los romances y otros poemas que se atribuyen a Liñán hasta el momento; y no hay que descartar que se le adjudiquen más.

[xiii]. Pedro Liñán de Riaza: Rimas de Zaragoza y Poesías de Randolph. Debo puntualizar que la búsqueda en estos libros ha sido manual, sencilla y sin rigor, por lo que he podido dejarme en el tintero algunas palabras.

[xiv]. He utilizado para la búsqueda: Alonso Fernández de Avellaneda dQA EL QUIJOTE APÓCRIFO. Ediciones Carena, Barcelona, 2008. Edición, Introducción y Notas de Enrique Suárez de Figaredo.

[xv]. Poesías. Pedro Liñán de Riaza, Zaragoza, Talleres Gráficos INO – Reproducciones, S. A., 1982. Edición, introducción y notas de Julián F. Randolph. Biblioteca Universitaria. Puvil libros.