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PALOMA DÍAZ-MAS
José María Jiménez Cano
(Universidad
de Murcia)
No
es nunca fácil hablar de un escritor. Todavía lo es menos en su presencia, y, de
manera especial, resulta harto difícil en el dominio universitario. En esta
sede, se estila la reseña, el artículo o el ensayo analítico de la obra literaria
para descuartizar su entraña estilística, con ignorancia supina de lo que pueda
decir, pensar o sentir el pobre autor.
El
camino se allana en la presentación de Paloma
Díaz-Mas al ser ella cocinera antes que monja; entiéndaseme: por su
condición de catedrática de literatura española y sefardí, amén de, en estos
momentos, profesora de investigación del Consejo Superior de Investigaciones
Científicas[1].
De esta faceta dio cumplida cuenta ayer mi colega y amiga, la profesora
Sagrario Ruiz Baños, Directora del Área de Literatura de
Paloma Díaz-Mas pertenece a un grupo
importante, a la par que heterogéneo, de escritores y de escritoras al que el
editor Jorge Herralde se ha referido en algunas ocasiones con el término
clasificador de “Nueva Narrativa española”. En la actualidad, muchos de ellos
inauguran o recorren la cincuentena -quién lo diría-; pero, tanto en el último
tercio del siglo pasado como en esta primera década del XXI, todos han
publicado obras decisivas.
Con
sólo 19 años, Paloma publica en
Cinco
líneas para cumplir con mi tarea de presentador y recurro para ello a cinco
líneas esculpidas por Paloma para presentar su obra:
“…los
elementos que se han convertido en recurrentes en mi literatura: el gusto por
el pasado histórico, la invención de personajes y hechos históricos apócrifos,
los juegos intertextuales, la preocupación por la inanidad del esfuerzo humano,
el interés por los seres anónimos como protagonistas de la historia, el gusto
por la paradoja o la acción de las trampas del azar.” (2003: 25-26).
Estas
claves estaban ya en las dos primeras páginas que abrían su primer libro:
“En
Llegao (pueblo blanco y polvoriento, bajo cuya única higuera, la higuera de la
plaza, pasaron muchas horas de los veranos de mi infancia) vivía, cuando yo era
chica, un viejo a quien llamaban el Tío.
El Tío
(de cuya salud mental no estoy ahora muy segura) tenía fama de poeta. Todo el
mundo sabía en el pueblo que había decidido escribir un poema, y que llevaba
muchos años trabajando en él, aunque ocultaba cerrilmente su contenido.
Pensaban
que sería una poesía muy larga y complicada, ya que llevaba tanto tiempo
componiéndola.
Por
otra parte, era frecuente ver al Tío sentado en el pilón seco de la fuente o
bajo los soportales, pensando; si alguien se le acercaba, solía contestar con
muy malos modos, escupiendo y agitando su bastón, que le dejasen en paz, que
estaba pensando en su poema.
Cuando
el Tío murió, los vecinos hurgaron toda su casa en busca del famoso poema que
durante tantos años había tenido entretenido al pueblo. Por fin encontraron un
cuaderno escolar, sobre cuya pasta azul había escrito trabajosamente: Mi poema. Pero todas las páginas estaban en blanco;
sólo en la primera había estos tres versos, que constituyen toda la producción
literaria del Tío:
Yo quisiera, yo quisiera
a escribir sólo un poema
dedicar la vida entera.
Estos
versos los aprendí de pequeña y, más tarde, me sugirieron la idea de recopilar
en un libro las vidas de los hombres que, como el Tío, dedicaron su vida a una
sola obra o a una sola actividad.
He
dedicado a ello varios años de trabajo en los archivos de Potterwen, Revende y
Lausa, y las abadías de Saint Gervaise y San Prisciliano. También me han
servido varios documentos particulares (como cartas) y en la prensa he
encontrado noticias al respecto.
Algunos
de los hombres cuyas vidas se narran aquí no han existido todavía, pero
existirán en el futuro.” (1973: 11-12).
Paloma,
tu turno.
[1] http://www.ile.csic.es/biografias2/diazmaspaloma.htm
http://digital.csic.es/items-by-author?author=D%C3%ADaz-Mas%2C+Paloma
[2] En mayo de 2009 se ha publicado el cuento titulado “Los
mayorales exhaustos” en el libro Cuentos
de amigas, editado y prologado por Laura Freixas. Anagrama. Narrativas
hispánicas. Barcelona. Págs.163-179.
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