REVISTA ELECTRÓNICA DE ESTUDIOS FILOLÓGICOS


ENTREVISTA A CAMILO FERNÁNDEZ COZMAN[1], por José María Jiménez Cano (Universidad de Murcia)

 

1.- ¿Podríamos hablar en estos momentos de una asunción de la causa indigenista en Perú desde el punto de vista lingüístico? ¿Está presente en la sociedad peruana el conflicto lingüístico entre las diversas lenguas de la misma forma que lo está en la sociedad española con las conflictivas relaciones jurídicas y políticas entre gallego, catalán, vasco y castellano?

En Perú hay una lengua dominante que es el español, y un conjunto de lenguas de resistencia, vale decir, el quechua, el aimara, las lenguas amazónicas, entre otras. La situación lingüística en España es absolutamente disímil, pues el catalán, por ejemplo, adquiere relieve debido a la importancia de Cataluña desde el punto de vista económico, político y cultural. En Perú, el quechua no ha merecido una atención de parte del Estado, pues no ha existido una política de tipo lingüístico, suficientemente coherente, que buscara integrar al quechua en el concierto plurilingüe de nuestro país. José María Arguedas, uno de los grandes novelistas peruanos, escribió poesía en quechua y narrativa en español. Su obra es un claro ejemplo de transculturación. Sin embargo, no es posible hablar actualmente de una causa indigenista en Perú. Aún no hemos resuelto, plenamente, el problema de vivir con orgullo nuestra diversidad lingüística y cultural.

2.- La comunidad lingüística hispánica mantiene el doblete en la denominación de la lengua de ‘castellano’ y ‘español’. ¿Cuál es su planteamiento personal?

Mi planteamiento personal es que nuestra lengua debiera llamarse español porque el término “castellano” remite más a Castilla. Por el contrario, el “español” se constituye en una de las lenguas oficiales en España y luego es traída por los conquistadores a nuestras tierras. Lo que sucede es que, en términos lingüísticos, podemos referirnos a un “español andino” o “amazónico” porque allí se hallan las marcas de un hablante procedente del ande o de la Amazonía.

3.- En el mismo sentido, ¿qué piensa del triplete denominador de nuestra comunidad lingüística: ‘hispánica’, ‘iberoamericana’ o ‘latinoamericana?

Como crítico literario, distingo la literatura peninsular de la latinoamericana. El término “iberoamericano” me parece poco útil para la historiografía literaria porque subsume América Latina en el ámbito de España y deja de lado la especificidad de nuestra producción artística o cultural. En 1905, José de la Riva Agüero dio a conocer su tesis universitaria cuyo título era Carácter de la literatura del Perú independiente. Allí decía que la peruana era una literatura como la de Murcia o de Aragón. Posteriormente, críticos literarios, como José Carlos Mariátegui o Luis Alberto Sánchez, han subrayado la necesidad de concebir una literatura indígena (producida por el propio hombre andino) distinta de la indigenista (elaborada por intelectuales urbanos que reconstruyen, desde afuera, la cultura andina. En tal sentido se cuestionó el criterio, excesivamente hispanista, de Riva Agüero. Por eso, creo que resulta idóneo hablar de comunidades lingüísticas latinoamericanas para preservar la especificidad de nuestra producción cultural.

4.- ¿Se puede hablar de tolerancia a los anglicismos en la sociedad peruana? ¿Qué piensa del llamado ‘espanglish’?

 

Creo que existe una tolerancia, quizá excesiva, a los anglicismos en la sociedad peruana. Se suele decir “laptop” y no “computadora portátil”. Muchas veces, el errado uso del gerundio de posterioridad en algunos hispanohablantes se debe a la influencia, a veces nefasta, del inglés. Por ejemplo, la expresión “apliqué un examen de inglés” es, para mí, un injerto y evidencia las resonancias del verbo “to apply”; no me parece una estructura tan castiza en español. Ahora bien, no es pertinente exagerar el aspecto de la normativa: el uso de un idioma tiene también su lado creativo. Además, es importante considerar que la lengua inglesa tiene prestigio porque en ella se suelen expresar algunos de los últimos avances científicos. Por eso, estaría de acuerdo con el “espanglish” siempre y cuando tenga una eficacia comunicativa, y sea pertinente en el ámbito coloquial. Claro está que en la lengua literaria hay una mayor dosis de libertad y, por eso, dicho código artístico no se rige por la normativa gramatical rígida.

 

5.- ¿Tiene  reconocimiento social la labor de la Academia Peruana ? ¿Se deja notar su labor y se hace seguimiento de sus sugerencias en los medios de comunicación?

 

Sí, tiene mucho reconocimiento social. La Academia Peruana de la Lengua realiza, permanentemente, ciclos de conferencias o cursos de actualización para profesores de educación secundaria. Asimismo, está elaborando un diccionario de peruanismos y publica, semestralmente, un boletín donde hay artículos de lingüística y de crítica literaria. Es encomiable el papel del poeta y profesor universitario Marco Martos Carrera, quien ha logrado un vínculo más fecundo entre la Academia Peruana y la difusión del buen uso del español.

 

6.- ¿Desde su incorporación a la Academia , qué tareas tiene encomendadas?

 

Como investigador literario, he dado algunas conferencias para profesores de lengua y literatura de educación secundaria. En gran medida, mi tarea ha consistido en buscar los lazos entre la crítica literaria especializada y la enseñanza en los colegios. Uno de los grandes problemas que afrontamos en Perú es que los docentes de educación secundaria consideran que solo se deben actualizar en didáctica y metodología, y no prestan, a veces, la debida atención a los contenidos temáticos de lengua española o literatura hispanoamericana. Les interesa solo el constructivismo, pero no los últimos aportes en el ámbito de la exégesis literaria o de la sociolingüística.

 

7.- Dada su importante trayectoria como traductor, ¿cuáles son los principales retos de la traducción, especialmente de la traducción literaria, en Perú?

 

Creo que traducir es una de las empresas más complejas que existen y, sobre todo, traducir poesía. Primero, es imprescindible “meterse a la piel del autor”, identificarse cabalmente con él para poder hacerlo hablar en otro idioma. Segundo, hay que tratar de no ser tan literal, pero a la vez no alejarse mucho del texto original. En este equilibrio radica la buena traducción de poesía. Si uno es muy literal pierde la gracia, pero si nos alejamos mucho del original --como lo hace León Felipe cuando traduce Canto a mí mismo--, entonces, en realidad, estamos traicionando el objetivo primigenio que es verter al autor en una segunda lengua. Lamentablemente, la traducción es un oficio poco valorado en  Perú. He presentado un proyecto para la apertura de la escuela de traducción en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, espero que esto pueda echarse a andar. Pienso que este es uno de los principales retos en Perú: fundar una escuela de traducción en la universidad más antigua de América. Sin traductores, estamos condenando al atraso y al subdesarrollo porque no podremos acceder a los últimos avances en la ciencia y tecnología, y no seremos capaces de leer a grandes poetas o novelistas que han escrito en idiomas como el alemán, el sueco o el chino, verbigracia. El traductor literario tiene que ser, sobre todo, un creador, y huir de la traducción literal.

 

 

8.- Y, desde su perspectiva de crítico literario y teórico de la Literatura , cree que es posible hablar de un ‘boom’ actual de la literatura peruana en el mundo?

 

Sí es posible hablar de un “boom” actual de la literatura peruana en el mundo. En el ámbito de la poesía tenemos el reconocimiento --en España y otros países-- del legado de grandes autores como Blanca Varela, José Watanabe, Antonio Cisneros, Rodolfo Hinostroza y Carlos Germán Belli. Ello nos evidencia que hay una pléyade de poetas de calidad francamente impresionante. Es la poesía peruana el género de mayor prestigio en el mundo, más que la novela, que posee nombres tan ilustres como José María Arguedas y Mario Vargas LLosa. César Vallejo, por ejemplo, es el más notable poeta hispanoamericano de todos los tiempos.

 



[1] Otra entrevista reciente de Camilo Fernández: http://www.redyaccion.com/red_todo/Red_2009/sptiembre/entrevista.htm

 

Camilo Fernández Cozman: Es miembro de número de la Academia Peruana de la Lengua , crítico literario y profesor de la Universidad de San Marcos, de la Universidad San Ignacio de Loyola y de la Universidad de Lima. Ha sido conferencista en Salamanca, Burdeos, Roma, Florencia, Siena, Bérgamo, Bolonia y Rímini. Ha obtenido el primer puesto en los siguientes certámenes: Concurso de Ensayo "Raúl Porras Barrenechea" (INC, 1997), Primer Concurso Nacional del Libro Universitario (ANR, 2003), Premio al Mérito Científico (UNMSM, 2004 y 2006), entre otros. He publicado "Las ínsulas extrañas de Emilio Adolfo Westphalen" (ensayo, 1990), "Ritual del silencio" (poesía, 1995), "Las huellas del aura. La poética de J.E. Eielson" (1996), "Raúl Porras Barrenechea y la literatura peruana" (2000), "Rodolfo Hinostroza y la poesía de los años sesenta" (2001), "El cántaro y la ola. Una aproximación a la poética de Octavio Paz" (2004), "La soledad de la página en blanco" (2005), "La poesía hispanoamericana y sus metáforas" (Murcia, 2008), "Mito, cuerpo y modernidad en la poesía de José Watanabe" (2009), "La poesía es como el aroma" (Buenos Aires, 2009) y "Casa, cuerpo. La poesía de Blanca Varela frente al espejo" (2009, en prensa). Más detalles en:

 http://camilofernande.blogspot.com/