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HACIA UNA ENSEÑANZA MÁS COMPLETA DE
Toward
a More Comprehensive Teaching of Audiovisual Translation *
Juan José Martínez Sierra
(Universidad
de Murcia)
Resumen
La docencia de cualquier asignatura universitaria corre el
riesgo de ofrecer a los estudiantes una visión de la misma un tanto desconectada
de la realidad. La enseñanza de la traducción audiovisual no escapa a dicho
riesgo, y resulta por tanto relevante e incluso conveniente reflexionar sobre
ciertas cuestiones que deban quizá tener cabida, si no lo hacen ya, en sus
programas de estudio. En este artículo se parte de un breve repaso de la
situación actual de la enseñanza de la traducción audiovisual en la universidad
española, para después pasar a comentar ciertos contenidos adicionales a los
que posiblemente de manera más tradicional ya se vienen ofreciendo en los
mencionados programas.
Palabras
clave: traducción audiovisual, docencia, investigación, universidad
Abstract
University professors occasionally fall into the trap
of giving students a vision of the subject that is somehow disconnected from
the real practice. Audiovisual Translation teaching does not escape that trap,
so reflecting on certain contents that could be included in Audiovisual
Translation syllabuses seems not only relevant but also convenient. This article
briefly portrays the current situation of Audiovisual Translation teaching in
the Spanish university system, and it then includes some comments on certain
contents that could be added to those that – perhaps due to a more traditional
view of the teaching practice – are already being taught.
Key words: audiovisual translation, teaching, research, university
1. Introducción
Al igual que
ocurre con otras asignaturas, los docentes de traducción audiovisual (TAV)
caemos en ocasiones en la trampa de presentar a nuestros estudiantes una visión
de la asignatura desconectada de aquello que existe fuera de su marco
coyuntural. Como profesor de TAV, junto a una apropiada presentación de los
contenidos teórico-prácticos del curso, entre mis preocupaciones figuran otras
cuestiones que implican cierta proyección futura pero que estimo relevante
tratar en este momento de la formación de los alumnos como licenciados en
cierne.
En este
artículo presento algunas reflexiones sobre ciertos aspectos que considero
apropiado incluir en nuestros programas de TAV. Por supuesto, es de suponer que
habrá quien ya los incluya, y sirva por tanto este escrito como apoyo a tal
decisión. Pienso igualmente que quizás haya quien no lo haya hecho todavía, y
tal vez la lectura de estas líneas le anime a hacerlo (o no). En cualquier
caso, lejos de sentar cátedra, el objetivo fundamental del presente texto
reside en compartir mis reflexiones con aquel que las quiera escuchar.
Partiendo de la
premisa de que la posesión de información nos permite tomar las decisiones
correctas, o como mínimo sirve de ayuda para ello, realizaré una breve mención
a la situación actual de la enseñanza de la TAV en la universidad española,
para después pasar a comentar ciertos contenidos que creo deben sumarse a los
que quizá de manera más tradicional ya se vienen ofreciendo.
2. La TAV en la universidad española
Desde que los estudios universitarios
de Traducción e Interpretación se implantaran en nuestro país a principios de
la década de los setenta, éstos han luchado hasta afianzarse como una
licenciatura presente en numerosas universidades. Hay diversos trabajos que se
ocupan de la descripción y reflexión sobre este proceso y su situación actual,
como por ejemplo Pym (2000 – capítulo 12), Mayoral (2001a) o Kelly (2000 y 2005
– capítulo 4). Por otro lado, es de destacar la labor
del grupo Avanti de la Universidad de Granada por su investigación sobre la
didáctica de la traducción y sobre el diseño curricular.
Respecto a la
TAV, y de manera paralela a lo ocurrido con la investigación sobre la misma, no
ha sido hasta hace relativamente muy poco (en este caso, poco más de una
década) cuando se ha empezado a enseñar TAV en nuestras universidades. Es de
suponer que hasta entonces los profesionales del campo debían formarse de
manera autodidacta y a través de su propia experiencia en el oficio. Hoy en día
la oferta es cada vez más variada y ya son varios los centros que incluyen la
TAV en su abanico de formación, siendo la Universidad de Murcia uno de los que
lo ha hecho más recientemente.
Como en toda
disciplina, periódicamente se hace necesario llevar a cabo un repaso del estado
de la cuestión. En la rama que nos ocupa existen ya ciertos trabajos dedicados
a tal menester, como por ejemplo Chaume (1997 y 1999), Mayoral (2001b) o
trabajos inéditos como el de Moreno López-Torroella (2003), un proyecto de fin
de carrera que realiza un exhaustivo repaso a cuestiones de gran importancia
para el docente, el alumno o el profesional.
3. Sobre los contenidos de un
programa de TAV
Como es lógico, y en líneas generales,
los estudiantes inician el curso sobre TAV con apenas unas nociones sobre la
misma. Obviamente, al tratarse de una práctica a cuyos resultados estamos expuestos
a diario (por ejemplo, a través de la televisión) y teniendo en cuenta que se
trata de estudiantes a los que se les presupone un interés sobre estas
cuestiones, son alumnos que conocen muy a grandes rasgos qué es el doblaje o en
qué consiste la subtitulación.
Partiendo de esa base, un diseño típico
de un curso sobre TAV se ocupará de ahondar en las cuestiones relativas a la
práctica del doblaje, de la subtitulación y de otras modalidades menores
(cuantitativamente hablando) propias de la disciplina. Dicha consideración
podrá incluir, entre otras, cuestiones relativas a la historia de la TAV, a su
definición, a la descripción del texto audiovisual, a los pormenores de las
distintas modalidades, a las diferentes convenciones y normas, al tratamiento
de las cuestiones culturales e incluso a la descripción de los aspectos profesionales.
Como es fácilmente entendible, para el
desarrollo de todas las cuestiones sugeridas en el párrafo anterior podemos
perfectamente precisar uno o incluso dos cursos (si bien debemos de ajustarnos a
– y conformarnos con – el tiempo estipulado por nuestros respectivos planes de
estudio). Eso sin contar con la parte práctica que todo curso sobre TAV debe
contener, en la que los alumnos tendrán ocasión de aplicar ciertos contenidos
teóricos comentados en el aula, entendiendo, como hace Mayoral (2001a, p. 325),
“la integración de teoría y práctica [como] un principio pedagógico general”.
Así, por una parte, los estudiantes deberán traducir para el doblaje y, de
contar con la infraestructura necesaria, doblar. Sé que (siempre dentro del
supuesto marco de la TAV) su pretensión inicial es la de convertirse en
traductores y no en actores, pero entiendo que la oportunidad de ponerse en la
piel de un actor o actriz de doblaje puede ser una experiencia muy
enriquecedora y capaz de generar una sensibilidad pienso que necesaria hacia el
trabajo de estos profesionales que, por otra parte y al igual que el traductor,
son un engranaje más en la cadena del doblaje. Del mismo modo, los alumnos
deben traducir para la subtitulación y tener la oportunidad de comprobar cómo se
integran sus subtítulos en el texto audiovisual con el que se esté trabajando.
Por último, estimo que es también
importante llevar a cabo alguna práctica con las modalidades menos extendidas,
como puede ser el caso de las voces superpuestas o de la interpretación
simultánea. Quizá sean prácticas más marginales cuantitativamente, pero el caso
es que existen y forman parte de la demanda del mercado, con lo que parece
relevante su inclusión en nuestros programas. De manera similar, no podremos
obviar dos prácticas emergentes en nuestro país y de indudable interés y
relevancia social como son el subtitulado para sordos y la audiodescripción,
todo ello sin perder de vista la progresión del rehablado u otras prácticas con
gran mercado como la traducción de videojuegos.
4. Otros posibles contenidos de un
programa de TAV
Con lo expuesto hasta ahora estamos ya
en condiciones de generar un programa de TAV apropiado y competente. En cualquier
caso, quisiera proponer algunos contenidos adicionales o complementarios.
Dichos contenidos pueden incluirse en nuestros programas de distintas formas,
fundamentalmente dependiendo del número de estudiantes en el aula y del tiempo
del que se disponga (un semestre, dos, etc.).
Para evitar perderme en la casuística,
me centraré en mi caso. En la Universidad de Murcia la asignatura Traducción
Audiovisual se imparte como obligatoria durante el primer cuatrimestre del tercer
curso de la Licenciatura en Traducción e Interpretación. Los aproximadamente
cuatro meses de duración del curso únicamente me permiten llevar a cabo una
introducción más o menos detallada a las distintas modalidades así como el
desarrollo de una serie de sesiones prácticas. Por tanto, y para evitar una
condensación de contenidos que pudiera resultar contraproducente, opté por
asignar como trabajo de clase grupal la búsqueda de información y puesta en
común (mediante una exposición en el aula y un CD-ROM recopilatorio facilitado posteriormente
a cada alumno) sobre las cuestiones que pasaré a detallar. Estimé además
interesante para los estudiantes brindarles la oportunidad de llevar a cabo una
búsqueda de información para así adquirir mayor destreza en el uso de los
recursos (fundamentalmente los electrónicos) con los que hoy en día contamos. Los
resultados del trabajo fueron muy positivos, y el interés mostrado por los
alumnos fue del todo satisfactorio. Como digo, ésta fue mi opción, si bien
estos contenidos pueden perfectamente incluirse de otras formas en el programa
si existe tiempo para su desarrollo.
Veamos ahora dichos contenidos (una
lista, por otra parte, abierta). Los tres primeros poseen un corte más
académico, mientras que los dos siguientes muestran un perfil más profesional:
1) Universidades
españolas y (principales) extranjeras donde estudiar TAV.
Pienso que es
relevante que los alumnos conozcan en qué centros de educación superior tanto
nacionales como internacionales es actualmente posible estudiar TAV.
Obviamente, teniendo en cuenta que son alumnos de tercer curso, el propósito no
es que cuenten con información para decidir en qué centro emprender su carrera
universitaria de grado. Más bien el objetivo es (1) que tengan constancia de
aquellas facultades que ofertan la formación en esta especialidad
fundamentalmente a nivel de posgrado, con objeto de que aquellos alumnos que
deseen ampliar su formación mediante un curso de posgrado, un máster o incluso
un doctorado estén en posesión del abanico de posibilidades disponible en estos
momentos para así poder optar por aquel centro (tanto dentro como fuera de
nuestras fronteras) que más se adecue a sus objetivos e intereses y (2) que
estén en posesión de un compendio de los centros de enseñanza superior y de sus
correspondientes docentes más destacados para así poder recurrir a ellos en un
futuro si fuera en algún momento necesario en su periplo de posgrado, teniendo
en cuenta que en muchas ocasiones la forma más fácil de obtener un dato es
saber a quién se ha de preguntar (de este modo, también, los autores de los
distintos escritos académicos que en una formación de posgrado se han de
consultar pierden en cierto modo su aura abstracta y se hacen más accesibles,
dado que dejan de ser un nombre sobre un papel y se convierten en profesionales
de la docencia y de la investigación al alcance de los estudiantes mediante un
simple correo electrónico). Seguramente, el porcentaje de alumnos que pretendan
realizar algún tipo de formación de posgrado no será demasiado elevado. En
cualquier caso, este tipo de información puede ser también muy útil para
aquellos que tengan claro que se van a decantar por la práctica profesional de
la TAV en particular e incluso de la traducción e interpretación en general
(por no mencionar otras salidas). En ocasiones percibo una cierta distancia
entre el mundo académico y el mundo profesional, y estimo que informaciones de
este tipo pueden ser útiles para disolver o reducir dicha disociación. Esto es
en principio una opinión personal, si bien se ve refrendada por declaraciones
como la de Kelly (2000, p. 2), quien expresa que “los mundos paralelos de la
profesión y la academia se han caracterizado por su falta de entendimiento
mutuo”, o la de Mayoral (2001a, p. 335), quien piensa que “si la enseñanza de
la traducción quiere ser eficaz, debe […] asentarse sobre una teoría de la
práctica profesional y no de la traducción como ente inmanente o ajeno a la
sociedad”.
2) Congresos
nacionales e internacionales sobre TAV.
La asistencia a
congresos, jornadas o seminarios es siempre fuente de nociones y de nuevas
ideas, además de una estupenda oportunidad para conocer a gente del mundillo y establecer nuevos
contactos. Personalmente, concibo este tipo de eventos como una ocasión
estupenda para que académicos, profesionales y estudiantes compartan
experiencias y conocimientos. Centrándonos en los alumnos, su asistencia e
incluso (si se da el nivel) participación en congresos centrados en la
discusión y análisis de la disciplina que nos ocupa es del todo recomendable.
Por tanto, resulta pertinente ofrecerles una visión de conjunto de aquellos
congresos y eventos similares que tanto en España como fuera de ella se celebran
de manera más o menos periódica. Sus fechas, sus contenidos, sus orientaciones,
sus perfiles, etc.; en definitiva, toda aquella información que sirva de guía a
los alumnos (tanto de grado como quizá fundamentalmente para aquellos que
tengan su mente puesta en un posgrado) para que, dentro de sus posibilidades,
puedan optar por acudir a alguno de estos congresos.
3) Principales
publicaciones sobre TAV.
Pienso que es bueno
ofrecer a los estudiantes un retrato de la TAV que huya de una concepción de la
misma como una labor exclusivamente profesional y que la muestre también como
un campo de corte académico con un enorme potencial investigador. En
consonancia con Kelly (2000, p. 8), opino que “Tampoco conviene […] olvidar que
la universidad tiene además el papel de formar científicos que se dediquen a la
investigación, y no sólo profesionales”. Así, creo que, sin perder de vista que
se trata de una asignatura de grado, es positivo ofrecer a los alumnos un
compendio de las principales publicaciones tanto nacionales como
internacionales que se ocupan de manera habitual o puntual de la difusión de
trabajos centrados en el análisis de esta disciplina. Contando con esta
información, aquel estudiante que lo desee podrá ya ampliar conocimientos (con
la orientación del profesor, si así lo estima oportuno). Pensando en aquellos
otros que decidan comenzar algún posgrado sobre TAV una vez acabada la carrera,
sin duda contar de antemano con esta información supondrá una ventaja, dado que
les permitirá seleccionar sus lecturas de manera autónoma y complementaria a
las lecturas que les sean recomendadas como parte del curso de posgrado de que
se trate. Por último, ésta será también una información útil para aquellos que
al acabar sus estudios de grado decidan dedicarse profesionalmente al mundo de
la TAV. Como antes apuntaba, seguramente es deseable que el ámbito profesional
y el académico transcurran por caminos menos paralelos y más confluyentes.
Estoy convencido de que aquellos que nos dedicamos al estudio teórico y
empírico de la traducción podemos aprender mucho de la práctica profesional del
sector. Es más, seguramente sea en la práctica real donde las conclusiones a
las que llegamos puedan ser sometidas a examen de manera más significativa. Del
mismo modo, los profesionales y empresarios pueden a su vez beneficiarse de las
ideas, modelos, planteamientos, etc. que se derivan de las investigaciones
llevadas a cabo desde la universidad. Eso sí, para todo ello será necesaria la
superación de los posibles recelos mutuos e ideas preconcebidas.
4) El
traductor (e intérprete) profesional: cuestiones legales, tarifas, bolsas de
empleo, posibles salidas profesionales, agencias, etc.
Pese a haber
ofrecido algunas pinceladas en el aula sobre estas cuestiones, pensé que sería
muy positivo para los alumnos brindarles la oportunidad de ampliar información
sobre las cuestiones que quizá puedan interesar de una manera más directa a la
hora de optar por la vía profesional una vez acabados sus estudios. Como bien
apunta Kelly (2000, p. 9), la universidad “ha de facilitar el conocimiento del
mundo profesional, en toda su diversidad”.
Como sabemos, la
gran mayoría de los licenciados que deciden sumergirse en el mundo profesional
de la práctica traductora lo hacen en calidad de trabajadores autónomos.
Entiendo que en dicho salto puede resultar tremendamente útil contar con unas
guías de actuación y con un conocimiento siquiera general de cómo funcionan los
entresijos de esta actividad. Por supuesto, aquellos que decidan iniciar una
pequeña empresa se verán igualmente beneficiados por este tipo de información.
Además, creo importante gozar de amplitud de miras e incluir en este apartado
una lista de las posibles salidas profesionales que una licenciatura de este
tipo ofrece, dado que en muchas ocasiones se reducen dichas salidas a la
traducción o a la interpretación y quizá se ignoran otras posibilidades como las
recogidas por Kelly (2000, p. 10): la edición multilingüe, el diseño de
publicidad intercultural, la redacción técnica, la asesoría intercultural, la
localización, la gestión de empresas del sector o la interpretación social. Se
trata, en definitiva, de ofrecer algunas pautas para que el salto a la jungla
profesional sea un poco menos dramático, pero sin engañar tampoco a los alumnos
y haciéndoles saber que, como advierte Kelly (2000, p. 7), algunos “van a tener
que cambiar […] de rumbo laboral en cuanto salgan de las aulas”. Ello tampoco
debería ser una experiencia traumática dado que, como también nos recuerda la
autora (2000, p. 8), “las profesiones de traductor e intérprete son […]
multifacéticas”.
Pensemos igualmente
que nuestros estudiantes de TAV se encuentran ya en tercer o incluso cuarto
curso de carrera. Es ya momento pues de empezar a pensar en la vida después de
la licenciatura. Según entiendo el asunto, tan importante es saber redactar un
buen currículum vitae como saber dónde enviarlo. Por tanto, resulta del todo
útil proporcionar a nuestros alumnos un listado e incluso una breve descripción
de las distintas empresas y agencias españolas y (principales) extranjeras que
incluyen entre sus servicios la actividad audiovisual. Como ya dije antes, la
gran mayoría de los alumnos que decidan dedicarse a la práctica profesional de
la traducción o de la interpretación lo harán como autónomos. Pensando en todos
ellos, tanto si optan o no por el campo audiovisual, no estará de más que cuenten
con ese listado de agencias a las que ofrecer sus servicios mediante un buen
currículum y una apropiada tarifa de precios. A partir de ahí, deberán volar
solos.
5) Páginas
web de ayuda a traductores audiovisuales: foros, glosarios, herramientas
informáticas y otros recursos.
Este tipo de
recursos tan accesibles y abiertos sin duda poseen un alto valor como
herramientas para la práctica traductora. Existen multitud de páginas hechas
por y para traductores. Sus foros de discusión son fuente de soluciones
derivadas directamente de la solidaridad entre compañeros de gremio y de una
debilidad por este tipo de quehaceres. Además, no creo que deban concebirse
únicamente para uso y disfrute de aquellos que ya estén inmersos en la práctica
profesional de la traducción, dado que estimo que los estudiantes pueden ya
acceder a ellas para aprender de lo que leen y para incluso consultar sobre
determinados problemas serios que puedan encontrarse a la hora de llevar a cabo
sus ejercicios de traducción. De manera similar, Internet supone también una
inestimable fuente de bases de datos, glosarios y diccionarios de todo tipo,
listos para ser consultados con la velocidad que sólo el clic del ratón
proporciona, lo que (escogiendo bien la fuente) les convierte en ideales para
una práctica en la que – justamente o no – la inmediatez es un plus. Y por
supuesto, como leales escuderos figuran las distintas herramientas informáticas
(muchas disponibles en la web para su descarga gratuita) útiles en la formación
de nuestros estudiantes, como por ejemplo los simuladores de subtitulación o
programas para doblaje.
5. Consideraciones finales
En definitiva, lo expuesto apuesta por
ofrecer a nuestros estudiantes una formación en TAV lo más completa posible,
que aúne conocimientos teóricos y recursos prácticos y que goce de una cierta
amplitud de miras para no quedarnos en el presente y empezar a pensar en el
futuro en términos prácticos y reales, de manera que en la medida de lo posible
logremos minimizar los efectos del síndrome poslicenciatura (también conocido
como el “¿y ahora qué?”) a aquellos estudiantes que apuesten por una dedicación
profesional, académica o de ambos tipos dentro del apasionante y difícil mundo
de la TAV. Eso sí, seamos también realistas con el tiempo del que se dispone
y sopesemos qué aspectos merecerán mayor hincapié a tenor del mismo, sin perder
de vista que, como Kelly (2000, p. 8) nos recuerda, “Parte de la carga de
la formación […] tiene que recaer, al menos en parte, en las mismas empresas”.
De manera similar, relativicemos nuestra labor y no carguemos tampoco sobre
nuestros hombros la responsabilidad absoluta de la formación de nuestros estudiantes
ya que, como también apunta la autora, “Es de sobra conocido que en el mundo
de hoy es ridículo pretender que una persona se forme en la universidad para
el resto de su vida”.
Obviamente, no podemos ser ajenos al
contexto del estudiante español, sumido en un cúmulo de asignaturas y obligado
a sobrevivir como buenamente puede – o a veces quiere – a los múltiples
exámenes y trabajos que respectivamente debe superar y presentar. En cualquier
caso, pienso que es bueno que los alumnos tengan como mínimo acceso a este tipo
de información (el modo en el que la gestionen o aprovechen es ya cuestión
aparte). Si pienso en mi propia experiencia personal y realizo una
retrospectiva al momento en el que finalicé mi formación como filólogo,
recuerdo que me encontré con un título debajo del brazo pero con escasa idea de
a qué puertas llamar para comenzar a labrarme mi futuro profesional. Reconozco
que la falta de información provocó que dejara pasar algún que otro tren que
pudiera haberme sido provechoso. Por tanto, abogo por, en la medida de lo
posible, facilitar al alumnado ciertas pautas y determinadas guías para que no
se vean sobrepasados o perdidos una vez su licenciatura se convierta en un
hecho. Ahora bien, y permítaseme la figura, no estoy diciendo que los docentes
debamos servir platos precocinados para que los estudiantes se limiten a
apretar el botón del microondas, ya que un licenciado es una persona adulta y
formada que ha de asumir su grado de responsabilidad. Se trata más bien de
poner en su conocimiento un listado de ingredientes y de utensilios de cocina
para que sean ellos los que hagan uso de éstos y sean capaces de cocinar sus
propios platos.
Por supuesto, y pensando en aquellos
alumnos que se decidan por una ocupación distinta a la aquí tratada, muchas de
las cuestiones comentadas pueden ser de aplicación, tras el correspondiente
reciclaje, a los campos de la traducción escrita o de la interpretación.
6. Bibliografía
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KELLY,
D.
– A
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MAYORAL,
R. Por una renovación en la formación
de traductores e intérpretes: revisión de algunos de los conceptos sobre
los que se basa el actual sistema, su estructura y contenidos.
Sendebar, 2001a, nº 12, p. 311-336.
–
Campos de estudio y trabajo en traducción audiovisual. En: DURO, M. (coord.). La
traducción para el doblaje y la subtitulación. Madrid: Cátedra, 2001b, p. 19-45.
MORENO
LÓPEZ-TORROELLA, L. La traducción audiovisual
en España: estado de la cuestión. Proyecto de fin de carrera dirigido
por D. KELLY, Universidad de Granada, 2003.
PYM, A. Negotiating the Frontier. Manchester: St Jerome,
2000.
* El presente artículo se inscribe en el marco del
proyecto de investigación HUM2007-65518/FILO del Ministerio de Educación y
Ciencia (Estudio empírico y descriptivo de las normas profesionales de la
traducción audiovisual para televisión en España).
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