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Marcelo Gamero Aliaga
(Universidad
Arturo Prat, Iquique, Chile)
Abstract:
This article aims
to guide our attention and broaden our concept with regard to the construction
of the so-called social imaginary. Based on this concept and its main
definitions, it seeks to highlight and give a special significance as a
contribution to the understanding and privileged ‘reencantamiento’ of everyday
life in contemporary society.
Resumen: El presente
artículo tiene como finalidad guiar nuestra atención y ampliar nuestra
concepción en lo que respecta a la construcción de los denominados imaginarios
sociales. En base a esta noción y sus principales definiciones, se le pretende
resaltar y otorgar una significación especial, como contribución privilegiada
para la comprehensión y reencantamiento de la vida cotidiana en la sociedad
contemporánea.
Palabras claves: Imaginarios sociales, subjetividad, racionalidad, comprehensión, sociedad
contemporánea.
Presentación
A lo
largo del pensamiento occidental, el imaginario ha sido tratado de formas
diversas por autores diferentes. En algún contexto, el tratamiento de lo
imaginario es peyorativo, al ser concebido desde una actitud racionalista o
intelectualista como un orden sui generis de irrealidad que escapa al dominio
de lo racional. En otras ocasiones, sin embargo, se contempla lo imaginario
como una fuente de riqueza vital que a través del ensueño impregna la vida de
los individuos y de las sociedades.
Hacia la
“comprehensión” de un nuevo mundo compartido
El interés en lo
que respecta al tratamiento y reflexión en torno a los imaginarios sociales,
sin duda alguna tiene su origen en Europa, específicamente en Francia y en los
últimos veinte años en España[1].
Sin embargo,
el pensamiento francés es y ha sido hasta el día de hoy, uno de los más
comprometidos en la reivindicación de lo que constituye en sí el concepto de
imaginario. Desde este país, dos de las corrientes fundamentales para la
comprensión del imaginario social logran constituirse a partir de la mano de
Emile Durkheim y Gilbert Durand.
Durkheim,
mediante su estudio sobre las representaciones colectivas manifiestas en su
libro “las formas elementales de la vida religiosa”, pone el acento en el
carácter inherente de la representación, cuestionando aquel dualismo de lo
material y lo ideal, el cual impide hacer justicia a la intrínseca dimensión
práctica de las representaciones sociales,
ya que las representaciones de lo social forman parte constitutiva de la
realidad social.
Para
Durand, lo imaginario va a tener un lugar natural en lo simbólico y el mito. De
lo simbólico como lenguaje que expresa un significado que trasciende lo
sensible, y del mito como totalidad significativa que da sentido al mundo
social. De esta forma, lo imaginario es una forma, aunque pretenciosa, desenmascaradora
de la modernidad, la cual trata de desmitificar y desencantar al mundo mediante
una racionalidad crítica, tanto materialista como cientificista, o en última
instancia objetivista. Con estos dos personajes, el camino para la comprensión
de lo imaginario entra en escena como una experiencia subjetiva de lo real
irreducible al marco del objetivismo.
El
filósofo greco-francés Cornelius Castoriadis es uno de los representantes
contemporáneos más significativos en lo que dice relación a la construcción de
los imaginarios sociales –colectivos-. Mediante una visión crítica de la sociedad actual, va a
comprender la dinámica del mundo moderno como una manera superficial, que
tiende a empujar, la racionalización hasta su límite y que, por este hecho, se
permite despreciar -o mirar con respetuosa curiosidad- las extrañas
costumbres, los inventos y las representaciones imaginarias de las sociedades
precedentes. Pero, paradójicamente, a pesar, o mejor, gracias a esta
“racionalización” extrema, la vida del mundo moderno responde tanto a lo
imaginario como cualquiera de las culturas arcaicas o históricas”[2].
Su
mirada hacia la construcción de lo imaginario va a partir desde la base de que
nada de lo social puede ser conceptualizado solamente de forma objetiva,
pretendiendo introducir la subjetividad en la creación de sentido. Por lo demás,
lo imaginario, según dicho autor, no debe ser
entendido como sinónimo de ilusorio, ficticio o
propio de la especulación, sino que va a ser una posición de formas
nuevas, posición no determinada sino determinante; posición inmotivada, de la
cual no puede darse cuenta mediante la explicación causal, funcional o incluso
racional[3].
Este
pensador afirma que lo que se da como racionalidad en la sociedad moderna es
simplemente la forma, las conexiones exteriormente necesarias, el dominio
perpetuo del silogismo. Pero, en estos silogismos de la vida moderna, las
premisas toman su contenido a lo imaginario; y la prevalencia del silogismo
como tal, la obsesión de la “racionalidad” separada del resto, constituye un
imaginario de segundo grado.
La “pseudo-racionalidad moderna es una de las formas
históricas de lo imaginario; es arbitraria en sus fines últimos, en la medida
que estos no responden a razón alguna, y es arbitraria cuando se propone a sí
misma como fin, apuntar a otra cosa que a una “racionalización” formal y vacía.
En este aspecto de su existencia, el mundo moderno está entregado a un delirio
sistemático del que la autonomización de la técnica desencadenada, que no está
“al servicio” de ningún fin asignable, es la forma más inmediatamente
perceptible y la más directamente amenazadora”[4].
En tanto para el sociólogo gallego Juan
Luis Pintos, los imaginarios sociales
aluden a una racionalidad alternativa del conocimiento espontáneo, naturalizado
y compartido como tal; una especie de inconsciente colectivo incuestionable,
que resulta difícil de pesquisar su origen o fuente, sobre todo a través de la
horma de la metódica objetivista, de causa-efecto- consecuencia.
Otro destacado sociólogo que ha dedicado gran parte de su carrera hacia
la comprensión de los imaginarios sociales, lo va a constituir el chileno
Manuel Antonio Baeza desde una óptica fenomenológica. Para este autor “los
imaginarios van a ser múltiples y variadas construcciones mentales (incubadoras
de ideaciones) compartidas de significancia práctica del mundo, en sentido
amplio, destinadas al otorgamiento de sentido existencial”[5].
Cuadro
n. 1
Esquema: Aproximación
fenomenológica de los Imaginarios Sociales
Fuente: Elaboración propia a partir de: Baeza, Manuel
Antonio, Presentación didáctica de la
teoría fenomenológica de imaginarios sociales, Concepción, Chile, 2005.
Como
señala Hélène Védrine, lo imaginario es un dominio fundamental de la vida que
remite al orden del mito como ordenador de la realidad. Su génesis descansa en
la imaginación, facultad humana que lejos de ocupar un lugar accidental en la dinámica
consciente del ser humano, se encuentra presente en el interior de todos los
ámbitos del saber[6].
En el
mundo moderno donde la economía, en el sentido más amplio (de la producción al
consumo), pasa por ser la expresión por excelencia de la racionalidad del
capitalismo y de la sociedad moderna, logra exhibirse aparentemente como la
manera más impresionante -precisamente porque se pretende íntegra y
exhaustivamente racional- del dominio de lo imaginario en todos los niveles.
Conclusión
En suma, la noción de lo imaginario en
la sociedad contemporánea, está siendo revalorizada y comprendida -a grandes rasgos- como aquel sistema simbólico sobre el cual se
apoya y a través del cual trabaja la imaginación, edificándose sobre la base de
las experiencias de los agentes sociales, pero también sobre sus deseos,
aspiraciones e intereses. El imaginario se establece de esta manera, como una
matriz de conexiones entre diferentes elementos de la experiencia de los
individuos, de manera colectiva, en donde las redes de ideas, imágenes, sentimientos,
creencias y proyectos comunes están disponibles en un contorno sociocultural
propiamente definido.
Bibliografía
BAEZA, Manuel Antonio. (1995) Teoría fenomenológica de los Imaginarios Sociales, Udec, Chile.
CASTORIADIS, Cornelius. (1993) La institución imaginaria de la sociedad. Vol. I. Marxismo y teoría revolucionaria, Tus
Quests, Argentina.
CASTORIADIS, Cornelius. (1997) El avance de la insignificancia, Eudeba, Argentina.
PINTOS, Juan Luis. (1993) Orden social e Imaginarios Sociales, USC, Santiago de Compostela.
VEDRINE, Hélène. (1990) Les grandes conceptions de l´imaginaire de
Platon à Sartre et Lacan, Livre de poche, Francia.
[1] Alguno de los más destacados
investigadores como Juan Luis Pintos, Enrique Carretero, Juan Marticorena, Juan
Romay, Carlos Allones y Julio Cabrera entre otros, han contribuido a darle un
mayor connotación a dicho pensamiento. El Grupo Compostela de Estudios sobre
Imaginarios Sociales GCEIS, en conjunto con
[2] Castoriadis, Cornelius, La institución imaginaria de la sociedad.
Vol. I. Marxismo y teoría revolucionaria,
Tus Quests, Argentina, 1993, pág. 271.
[3] Castoriadis, Cornelius, El avance de la insignificancia, Eudeba, Argentina, 1997, pág. 195.
[4] Op.cit, pág. 12.
[5] Ver en Baeza, Manuel Antonio, Presentación didáctica de la teoría fenomenológica de imaginarios sociales, Concepción, Chile, 2005.
[6] Védrine,
Hélène, Les grandes conceptions de
l´imaginaire de Platon à Sartre et Lacan, Livre de poche, Francia, 1990, pág.
6-10.
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