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LOS PAZOS DE
ULLOA, Emilia Pardo Bazán
(Madrid, Cátedra,
2004)
Con todo, algo medroso y tétrico debía
pesar sobre su imaginación, según el cuento que empezó a referir en voz hueca a
la nené, lo mismo que si ella pudiese comprender lo
que le hablaban. ¿De dónde procedía este cuento, variante de la leyenda del
ogro? ¿Lo oiría Perucho en alguna velada junto al lar, mientras hilaban las viejas y
pelaban castañas las mozas? ¿Sería creación de su mente excitada por los
terrores de un día tan excepcional? –Una ves
–empezaba el cuento– era un rey muy malo, muy galopín, que se comía la
gente y las presonas
vivas… Este rey tenía una nené bunita bunita, como la frol de Mayo... y pequeñita pequeñita
como un grano de millo (maíz quería
decir Perucho.) Y el malo bribón del rey quería
comerla, porque era el coco, y tenía una cara más fea, más fea que la del diaño… (Perucho hacía horribles muecas a fin de expresar la fealdad
extraordinaria del rey.) Y una noche dijo él, dice: -Heme de comer mañana por
la mañanita trempano
a la nené… así, así. (Abría y cerraba la boca
haciendo chocar las mandíbulas, como los papamoscas de las catedrales.) Y había
un pagarito
sobre un árbole,
y oyó al rey, y dijo, dice: -Comer no la has de comer, coco feo. ¿Y va y qué
hace el pagarito?
Entra por la ventanita… y el rey estaba durmiendo. (Recostaba la cabeza en las
espigas de maíz y roncaba estrepitosamente para representar el sueño del rey.)
Y va el pagarito
y con el bico
le saca un ojo, y el rey queda chosco. (Guiñaba el ojo izquierdo, mostrando cómo el rey se
halló tuerto.) Y el rey a despertar y a llorar, llorar, llorar (imitación de
llanto) por su ojo, y el pagarito
a se reír muy puesto en el árbole… Y va y salta y dijo, dice: -Si no comes a la nené y me la regalas, te doy el ojo… Y va el rey y dice:
-Bueno… Y va el pagarito,
y se casó con la nené, y estaba siempre cantando unas
cosas muy preciosas, y tocando la gaita… (solo de este instrumento), y entré
por una porta y salí por otra, ¡y
manda el rey que te lo cuente otra vez!
(Pp. 389-391)
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