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EL CURIOSO INCIDENTE DEL PERRO A MEDIANOCHE, Mark Haddon
(Barcelona,
Círculo de Lectores, 2005)
Éste no va a ser un libro gracioso. Yo
no sé contar chistes ni hacer juegos de palabras porque no los entiendo. He
aquí uno, a modo de ejemplo. Es uno de los de Padre.
El capitán dijo: «¡Arriba las velas!, y los de abajo se quedaron sin
luz.
Sé por qué se supone que es gracioso.
Lo pregunté. Es porque la palabra velas tiene dos significados, que son: 1)
pieza de tela que tienen los barcos, y 2) cilindro de cera que se emplea para
alumbrar.
Si trato de decir esta frase haciendo
que la palabra signifique dos cosas distintas a la vez, es como si escuchara
dos piezas distintas de música al mismo tiempo, lo cual es incómodo y confuso,
no agradable como el ruido blanco. Es como si dos personas te hablaran a la vez
sobre cosas distintas.
Y por eso en este libro no hay chistes
ni juegos de palabras.
(Pág. 15)
La gente me provoca confusión.
Eso me pasa por dos razones
principales.
La primera razón principal es que la
gente habla mucho sin utilizar ninguna palabra. Siobhan
dice que si uno arquea una ceja puede querer decir montones de cosas distintas.
Puede significar “quiero tener relaciones sexuales contigo” y también puede
querer decir “creo que lo que acabas de decir es una estupidez”.
Siobhan
también dice que si cierras la boca y expeles aire con fuerza por la nariz
puede significar que estás relajado, o que estás aburrido o que estás enfadado,
y todo depende de cuánto aire te salga por la nariz y con qué rapidez y de qué
forma tenga tu boca cuando lo hagas y de cómo estés sentado y de lo que hayas
dicho justo antes y de cientos de otras cosas que son demasiado complicadas
para entenderlas en sólo unos segundos.
La segunda razón principal es que la
gente con frecuencia utiliza metáforas. Ha aquí ejemplos de metáforas
Se
murió de risa
Era la
niña de sus ojos
Tenían
un cadáver en el armario
Pasamos un día de mil demonios
Tiene
la cabeza llena de pájaros
La palabra metáfora significa llevar
algo de un sitio a otro, y viene de las palabras griegas
meta (que significa de un sitio a otro) y
ferein (que significa llevar), y es cuando uno describe algo
usando una palabra que no es literalmente lo que describe. Es decir, que la
palabra metáfora es una metáfora.
Yo creo que debería llamarse mentira
porque no hay días de mil demonios y la gente no tiene cadáveres en los
armarios. Cuando trato de formarme una imagen en mi cabeza de una de estas
frases me siento perdido porque una niña en los ojos de alguien no tiene nada
que ver con que algo le guste mucho y te olvidas de lo que la persona decía.
Mi nombre es una metáfora. Significa
“que lleva a Cristo” y viene de las palabras griegas
cristoV (que
significa Jesucristo) y
ferein, y fue el nombre que le
pusieron a san Cristóbal porque cruzó un río llevando a Jesucristo.
Eso te hace pensar en cómo se llamaría
Cristóbal antes de cruzar el río con Jesucristo a cuestas. Pero no se llamaba
de ninguna manera porque ésa es una historia apócrifa, lo cual significa que
es, también, una mentira.
Madre solía decir que Christopher era
un nombre bonito, porque es una historia sobre ser amable y servicial, pero yo
no quiero que mi nombre se refiera a una historia sobre ser amable y servicial.
Yo quiero que mi nombre se refiera a mí.
(Pp. 23 - 24)
Terry, que
es el hermano mayor de Francis, que va a la escuela, dijo que yo sólo
encontraría trabajo de recogedor de carritos en el supermercado o de limpiador
de mierda de burro en una reserva de animales y que a los tarados no les
dejaban pilotar cohetes que cuestan billones de libras. Cuando le dije eso a
Padre, dijo que Terry tenía celos de que yo fuera más
listo que él. Lo cual era una idea estúpida, porque lo nuestro no era una
competición. Pero Terry es estúpido, así que quod erat demonstrandum, que en latín quiere decir “Que es la
cosa que iba a demostrarse”, es decir, “Que prueba lo dicho”.
(Pp. 35 – 36)
Los niños de mi colegio son estúpidos.
Pero se supone que no he de llamarlos estúpidos, ni siquiera aunque sea eso lo
que son. Se supone que he de decir que tienen dificultades de aprendizaje o que
tienen necesidades especiales. Pero eso es estúpido, porque todo el mundo tiene
dificultades de aprendizaje, porque aprender a hablar francés o entender la
relatividad es difícil. Y todo el mundo tiene necesidades especiales, como Padre,
que tiene que llevar siempre encima una cajita de pastillas de edulcorante
artificial que echa al café para no engordar, o la señora Peters,
que lleva en el oído un aparato de color beis para
oír mejor, o Siobhan, que lleva unas gafas tan
gruesas que si te las pones te dan dolor de cabeza, y ninguna de esas personas
son de Necesidades Especiales, incluso aunque tengan necesidades especiales.
Pero Siobhan
dijo que teníamos que utilizar otras palabras porque a los niños del colegio la
gente solía llamarlos cortos y bilis y memos, que eran palabras muy feas. Pero
eso también es una estupidez porque a veces los niños de la escuela de un poco
más allá de nuestra calle nos ven al bajar del autocar y nos gritan
“¡Necesidades especiales! ¡Necesidades especiales!”. Pero yo no hago caso
porque no escucho lo que dicen las demás personas y a palabras necias oídos
sordos y llevo conmigo mi navaja del Ejército Suizo y si me pegan y yo los mato
será en defensa propia y no iré a la cárcel.
(Pág. 56)
Y demuestra que algo llamado la navaja
de Occam es cierto. Y la navaja de Occam no es una navaja con la que los hombres se afeitan
sino una ley, y dice
Entia non sunt multiplicanda
praeter necessitatem.
Que es latín y significa
No
ha de presumirse la existencia de más cosas que las absolutamente necesarias.
Lo que significa
que a una víctima de asesinato la mata habitualmente alguien conocido y que las
hadas están hechas de papel y que uno no puede hablar con alguien que está
muerto.
(Pág. 110)
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