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ASÍ HABLAN
NUESTROS FAMOSOS: UNA CALA EN EL CONCEPTO DE COMPETENCIA COMUNICATIVA
Juan Gómez Capuz
(Grupo Val.Es.Co. Universitat de València)
1.MODELOS DE
LENGUA Y MEDIOS DE COMUNICACIÓN. LA COMPETENCIA COMUNICATIVA EN LOS MODELOS
DIDÁCTICOS.
En la sociedad actual, heterogénea, dinámica y cambiante,
se suele advertir una crisis de los modelos tradicionales de corrección
idiomática, seguramente paralela a la crisis de otros modelos de corrección y
autoridad. Así, el modelo tradicional representado por la enseñanza escolar, la
Real Academia y la lengua escrita culta ha sido sustituido, al menos para los
hispanohablantes peninsulares de niveles medios y bajos, por el modelo de los
medios de comunicación, en especial los de transmisión oral como la televisión.
Este fenómeno ha sido constatado por diversos autores.
Algunos, como Fontanillo y Riesco
(1990), han extraído datos del medio televisivo para constatar, con fundado
temor, cómo los errores lingüísticos originados en este medio, incluso entre
hablantes cultos, tienen un extraordinario poder de difusión entre los
hablantes de niveles socioculturales más modestos, alejados de los
tradicionales centros de rección idiomática:
“Creemos que no hay que estremecerse ante el poder
persuasivo de la televisión en una sociedad culta y democrática, aunque sí en
un totalitarismo de súbditos analfabetos, que no tengan más acceso a la cultura
y el pensamiento que el que les venga a través de la pequeña pantalla. ¿Es nuestro caso?”
Estas palabras de Fontanillo y Riesco (1990:19), formuladas con interrogante hace quince
años, parecen haberse convertido hoy en día en una gran verdad. En este
sentido, nuestra experiencia como docente en educación secundaria nos muestra
lo muy influenciados que se hallan los jóvenes actuales por el lenguaje del
medio televisivo y, a su vez, su clara desvinculación de los modelos
tradicionales de rección idiomática. Autores como Fontanillo y Riesco extrajeron
sus datos de todo tipo de emisiones televisivas (locutores, famosos, doblajes,
etc.) para destacar cómo, por desgracia, un medio que “podría ejercer una
preciosa labor de unificación rompiendo el titubeo con su constante buen uso
(…) incurre en los mismos errores que los menos capacitados de los
hablantes españoles”; por tanto, “con su reiterada caída en los
mismos errores que cometen los hablantes de baja competencia, consigue su
refuerzo y consolidación”. Otros autores, como Rozalén
y Calvo (1998) incluyeron en su amplio corpus de errores lingüísticos ejemplos
de los profesionales de los medios de comunicación (sobre todo, televisión) y
también de “personajes públicos más o menos famosos”. En el
presente trabajo, en cambio, nos centraremos en el lenguaje empleado en
televisión por los personajes denominados “famosos”, debido a la
extraordinaria influencia que ejercen en los telespectadores, sobre todo en los
más jóvenes. No obstante, aunque somos conscientes de que la etiqueta de
“famosos” incluye un heterogéneo conjunto desde el punto de vista
sociocultural (políticos, presentadores, actores, deportistas, famosillos, freakies), en la
actualidad muestra una clara tendencia a extenderse hacia los niveles
socioculturales medios y bajos, como refleja el desmesurado éxito de famosillos
efímeros (de Gran Hermano y Operación Triunfo, por ejemplo) y personajes
singulares o freakies
(por emplear un anglicismo necesario, que designa con precisión este nuevo
grupo humano).
Por otra parte, teniendo en cuenta la influencia del medio
televisivo y el lenguaje de los personajes famosos en el habla todavía modalizante de los jóvenes, también podemos dar a este
trabajo una orientación didáctica en las clases de Educación Secundaria y
Bachillerato: en este sentido, también Rozalén y
Calvo (1998:12) consideran que su repertorio de errores lingüísticos
“puede servir de ejemplos negativos para nuestros alumnos, de tal forma
que éstos, al detectar los errores de una forma práctica, vayan mejorando el
propio uso de la lengua y. simultáneamente, enriqueciendo su vocabulario y
capacidad expresiva”.
En párrafos anteriores, Fontanillo
y Riesco aludían a la influencia nefasta del medio
televisivo en los hablantes de “baja competencia”. En este sentido,
otro de los objetivos de nuestro trabajo es el de agrupar los numerosos errores
lingüísticos cometidos por los famosos en las diversas categorías que componen
la compleja noción de competencia comunicativa.
El concepto de competencia comunicativa surge en el
ámbito de la etnografía de la comunicación en los años 70 y trata de ampliar el
restringido concepto de competencia
lingüística que tenía el Generativismo: por tanto, parten de la idea de que
aprender una lengua no sólo consiste en adquirir un código o conjunto de formas
lingüísticas, sino también adquirir una serie de habilidades que orienten sobre
cómo usar ese código en las diferentes situaciones comunicativas. La noción de
competencia fue planteada por Dell Hymes (1971) y pronto se incorporó a un nuevo paradigma en
el estudio del lenguaje: el llamado paradigma comunicativo (Gómez
Molina, 1995:74-77), opuesto al paradigma formal de las corrientes inmanentistas (estructuralismo, generativismo) y centrado
en el lenguaje en su uso social y comunicativo. Este paradigma comunicativo
tiene un origen multidisciplinar e intenta incorporar y armonizar, a veces con
problemas, las aportaciones de disciplinas tradicionalmente consideradas
marginales o periféricas por los modelos inmanentistas:
etnografía de la comunicación, análisis de la conversación, sociolingüística,
gramática del texto y pragmática. Sin embargo, dicho paradigma comunicativo fue
empleado con éxito en la didáctica de segundas lenguas: en este ámbito, autores
como Canale y Swain (1980)
y Canale (1983) transformaron el concepto monolítico
de competencia comunicativa de Hymes en una
concepción multidimensional o modular de diversas destrezas o (sub)competencias que interactúan durante la comunicación
diaria y permiten al hablante ser creativo con las reglas o convenciones de la
comunicación: esas cuatro (sub)competencias son la
gramatical, sociolingüística, discursiva/textual y estratégica. Posteriormente,
este modelo ha sido aplicado a la didáctica de la lengua materna (Cassany et al 1994, Lomas et al 1996, Gómez Molina
1995, Bernardo 1997) y se halla en la base de las reformas efectuadas en España
para el aprendizaje del castellano como lengua materna en la educación
secundaria.
Nuestro objetivo, por tanto, en este trabajo, es el de clasificar
los errores lingüísticos cometidos por los famosos (y generalmente transmitidos
por el medio televisivo) dentro de esta concepción modular de la competencia comunicativa, demostrando
que van más allá de las simples incorrecciones gramaticales (competencia
gramatical) y que muchas veces ponen de manifiesto un uso deficiente de las
habilidades correspondientes al ámbito discursivo, cultural y social del
lenguaje (competencia discursiva/textual y, en menor medida, sociolingüística).
Éste es, por tanto, el objetivo que da título a nuestro trabajo: realizar una
pequeña cala en el concepto de competencia
comunicativa, a partir del uso lingüístico de hablantes que hoy en día son
tomados como “modelo” por amplias capas de la población.
2.COMPETENCIA
GRAMATICAL.
La competencia gramatical abarca los
conocimientos del código lingüístico, hace referencia al dominio de la
gramática en todos sus componentes y se relaciona con el principio de
corrección expresiva. Se trata, en suma, del concepto tradicional de competencia lingüística del
Generativismo, aunque ahora se entiende como un componente más de la de competencia comunicativa. Canale (1983) distribuye los contenidos de la competencia
gramatical en diversas subcompetencias siguiendo los
planos lingüísticos convencionales. Igualmente, Rozalén
y Calvo (1998) clasificación su repertorio de fallos lingüísticos en función de
los niveles o planos del análisis lingüístico.
2.1.Subcompetencia fonológica.
Encontramos algunos casos de confusión en
el timbre de vocales átonas (aunque no incluimos aquí los motivados por
etimología popular, pues los trataremos en la subcompetencia
léxico-semántica). Veamos un par de ejemplos, ambos citados por Rozalén y Calvo (1998:55).
(1)
*Los pueblos que no se enquilosan, esos
van adelante (Julio Iglesias,
cantante); la forma correcta es anquilosan.
(2)
*¡Que os divertáis! (Lobo Carrasco, futbolista y presentador); la
forma correcta en la conjugación de este verbo irregular es divirtáis.
Grijelmo (2004:64) pone
de manifiesto la dicción deficiente (propia del registro vulgar y descuidado) del
presentador Carlos Lozano en las galas de la primera edición de Operación Triunfo:
(3)
*Tamién; tolas canciones; parece
que habís
perdido todos; trabajar mu duro; tol público castao aquí esta noche (Carlos
Lozano, presentador); las formas correctas son, respectivamente, también, todas las canciones, parece que
habéis perdido todos, trabajar muy duro, todo el público que ha estado aquí
esta noche.
Otros errores en el nivel fonológico se
deben al mecanismo de la ultracorrección (Menéndez Pidal, 1985:193-194). En estos casos, el hablante desea
demostrar un conocimiento del lenguaje que no posee y en consecuencia acaba
cometiendo errores cuando lo que pretendía era evitarlos. Un caso muy frecuente
y llamativo es la reposición innecesaria de la –d- intervocálica en
palabras que realmente acaban en –ao, como bacalao:
(4)
*Hemos puesto a remojo el bacalado
(…) la sal que nos proporciona el bacalado
(Cocinero de Saber Vivir, TVE,
2002)
Otra ultracorrección frecuente consiste
en sustituir las conjunciones y y o por sus variantes e y u, pero no en el
contexto fónico apropiado (cuando sigue una palabra que comienza por los
sonidos vocálicos i y o, respectivamente) sino cuando la
palabra siguiente comienza por otra vocal:
(5)
*Vanessa e
Ainhoa
(dedicatoria de un futbolista del Málaga, escrita en su camiseta; en Fútbol es fútbol, Telemadrid,
2002); la forma correcta es Vanesa y Ainhoa.
(6) *Hay
que indicar en el sobre profesión, estudios u el oficio (Míriam Díaz Aroca, presentadora; citado por Rozalén y Calvo, 1998:60); la forma correcta es estudios o el oficio o bien estudios u oficio.
2.2.Subcompetencia morfosintáctica.
Cassany et al (1994:308-309) distinguen en este
amplio nivel lingüístico una serie de habilidades relativas a la formación de
palabras (flexión en contexto de nombres, adjetivos y verbos; relación en
contexto de pronombres, nombres y verbos; derivación de palabras) y a la
formación de oraciones (forma, estructura y significado de las frases en un
contexto determinado), a la vez que insisten en que no se trata de un conjunto
de principios teóricos de gramática, sino de unas habilidades prácticas que ha
de dominar el hablante.
Por su parte, Rozalén
y Calvo (1998) distribuyen los ejemplos de su corpus en una amplia casuística
de errores morfosintácticos (a los que cabría añadir
otros que los autores sitúan en el nivel léxico-semántico, como las formas
verbales erróneas cantastes y preveyendo o el
empleo del numeral partitivo por el ordinal en casos como en doceavo lugar).
Al tratarse del ámbito más amplio, nos
limitaremos a dar una pequeña muestra de diversos errores significativos.
Uno de ellos es el empleo de
determinantes masculinos con sustantivos femeninos que comienzan por a- tónica, cuando el único determinante
que altera su forma en dicho contexto es el artículo (el agua, un aula) para evitar la cacofonía:
(7)
*Ten cuidado, no se te derrame todo el agua (Ramón García,
presentador; citado por Rozalén y Calvo, 1998:173);
la forma correcta es toda el agua.
Otro error muy común el es el empleo impropio
del posesivo después de preposición, cuando lo correcto es emplear el pronombre
personal tónico complemento de preposición:
(8)
*Detrás
nuestro tenemos el mapa yugoslavo
(Mercedes Milá, presentadora; citado por Rozalén y Calvo, 1998:164); la forma correcta es detrás de nosotros.
También es frecuente utilizar en grado comparativo
y superlativo determinantes indefinidos que no admiten grado:
(9)
*Vas a muchisísimos, pero no a todos
vas (Jacqueline de la Vega, modelo,
en La cara divertida, Antena 3, 1997).
En el ámbito de la concordancia,
encontramos errores de concordancia entre sujeto y atributo:
(10)
*Los jugadores hola- holandeses están-
están formados para la formación de sus jugadores porque ellos han sido joven (Josep-Lluís Núñez, expresidente del F.C.Barcelona,
en la sección “Pifias mentales” de El Informal, Tele 5, 1998); la construcción correcta es ellos han sido jóvenes.
En el ámbito del verbo, podemos encontrar
errores en la conjugación de verbos irregulares (algunos de ellos también se
podrían incluir, como vimos, en la subcompetencia
fonológica):
(11)
*No me contradizco (Enrique Múgica,
político); la forma correcta es contradigo.
Se está extendiendo mucho en los últimos
años el empleo transitivo de verbos intransitivos como ingresar (quizá motivado en última instancia por algunas
construcciones pasivas extrañas surgidas en textos traducidos del inglés):
(12)
*El juez ha ingresado en prisión a dos delincuentes (José Mª Carrascal, presentador; citado
por Rozalén y Calvo, 1998:96); la construcción
correcta sería el juez ha decretado el ingreso en prisión o han
ingresado en prisión dos delincuentes.
También podemos citar la confusión entre
construcciones personales e impersonales; así, la construcción tratarse de es impersonal y no puede llevar sujeto:
(13)
*Ese trabajo se trata de diez canciones
(Marujita Díaz, folclórica, ¿Qué me dices? Tele 5, 1998); la construcción correcta es se trata de diez canciones o este trabajo consta de diez canciones.
Finalmente, en el ámbito de la oración
compuesta, encontramos algún caso de queísmo o supresión de la preposición en subordinadas
sustantivas de complemento del nombre o del adjetivo:
(14)
*Yo estoy
seguro que le costó salir de esta casa, algún favoritismos que habría, no
por parte del entrenador sino del presidente (Lorenzo Sanz, expresidente del Real Madrid, en la sección “Pifias
mentales” de El Informal, Tele
5, 2000); la construcción correcta es estoy
seguro de que le costó salir de esta casa.
2.2.Subcompetencia léxico-semántica.
En el ámbito de la subcompetencia
léxico-semántica el error más significativo consiste en las llamadas impropiedades
léxicas (Gómez Torrego, 1998 desde la
perspectiva normativa; Garrido et al 2000:75-77
desde la perspectiva didáctica): es decir, el empleo de palabras con un
significado que no es el que les corresponde según el diccionario. Rozalén y Calvo (1998:64) registran numerosos ejemplos,
ponen de manifiesto su relación con el fenómeno de la ultracorrección (Menéndez
Pidal, 1985:193-194) y, por tanto, revelan el
fundamento psicolingüístico y sociológico de este tipo de error:
“Uno de los fenómenos más curiosos (…) es el
que afecta a determinadas personas en algunas situaciones de comunicación en
las que desean demostrar al interlocutor un nivel cultural o un conocimiento en
determinado ámbito del saber que no poseen (…), consiguiendo normalmente
el efecto contrario al pretendido: demostrar su incultura. Esto se produce
cuando se usan palabras cuya forma concreta y significado no se conoce con
precisión, lo que propicia un uso equivocado que llama inmediatamente la
atención del interlocutor a quien se pretendía impresionar”.
Sin embargo, Rozalén y Calvo no
advierten que la mayor parte de estas impropiedades
léxicas motivadas por ultracorrección corresponden al fenómeno conocido
como etimología
popular (Menéndez Pidal, 1985:190-193; Ullmann, 1965:249-251; Lázaro Carreter,
1968, s.v.;
Fernández et al 1979:108-109):
consiste en la confusión de dos palabras parecidas en la forma pero con
significado distinto, de manera que se emplea una de ellas en lugar de la otra,
como infringir ‘quebrantar,
incumplir una norma´ usado con el valor de infligir ´provocar,
producir´, sobre todo en la colocación errónea *infringir una derrota; en muchos casos, la
etimología popular también implica la alteración de una palabra culta o
extranjera para que resulte comprensible o transparente por parte de los
hablantes de una determinada lengua, como lo demuestra la conversión de vagabundo
en vagamundo, de necromancia
´culto a los muertos´
en nigromancia (por asociación con la magia
negra) y de berrojo
(< lat. verruculum ) en cerrojo (por asociación con el verbo cerrar, ya que es ésa la finalidad de
dicho objeto). En suma, Menéndez Pidal (1985:191)
concluye diciendo que la etimología popular “es como un cruce de palabras
procedente de un error de interpretación respecto de una de ellas”. En la
filología inglesa, a este fenómeno se le conoce con el nombre de malapropismo, a partir de los errores de la señora Malaprop del escritor Sheridan (Ullmann, 1965:129-130): por esa razón, Somoano
y Álvarez (2003:59-70) utilizan dicho término para referirse a diversos casos
de etimología popular debidos a ultracorrección (“el arte de pasarse de
listo”). Aunque los ejemplos son numerosos, sólo comentaremos aquí los
que afectan a unidades léxicas aisladas, dejando para la competencia
sociolingüística los que se dan en locuciones y unidades fraseológicas (vid. 3).
Ahora bien, en algunos casos se podría hablar más bien de impropiedad
léxica que de etimología popular, pues la semejanza
entre las dos palabras es parcial y se limita a un morfema (prefijo, sufijo),
por lo cual el error consiste en emplear una palabra con un significado que no
le corresponde. Es el caso del uso del verbo sobresaltar ´alarmar o inquietar a alguien´ con el valor que corresponde a sobresalir ´aventajar a otros
en una actividad´:
(15)
*Tienen que hace un esfuerzo para sobresaltar en su profesión (Norma Duval,
vedette, en Historias de hoy, Tele 5,
2001); la forma correcta es sobresalir.
También es el caso del uso de diatriba ´escrito
o discurso violento e injurioso contra personas o cosas´
en lugar de dilema ´obligación de escoger entre dos cosas´:
(16)
*¿Por qué las carreras de motos
las ponen los domingos por la mañana? ¿Qué pasa, que los moteros no
creen en Dios? Porque tú pones la televisión el domingo por la mañana y
¿qué dan…? Sólo hay motos y “Pueblo de Dios”. Claro, y
los pobres moteros católicos, que a lo mejor hay alguno, ¿qué hacen? Tú
te levantas por la mañana el domingo… “¿qué hago? Me voy con
mis amigotes con las motos o me voy a misa”… vaya, vaya diatriba” (Andreu Buenafuente, showman, en Buenafuente,
Antena 3, noviembre 2005); la forma correcta es dilema.
En ocasiones, la impropiedad léxica llega
al extremo de emplear una palabra culta no sólo con un significado que no le
corresponde, sino con un significado opuesto al que debería tener. Así, en un
programa con llamadas en directo, la presentadora Cristina Tárrega
intenta tranquilizar de esta manera a una madre preocupada por la escasa
atención que le prestan los profesores a su hijo:
(17) *Un
llamamiento primero a todos los profesores y profesoras, a ver si te están
oyendo, para que sean un poquito más negligentes
con tu hijo (Cristina Tárrega, presentadora, en Sola en la ciudad, Telemadrid,
1998); la forma correcta sería, por ejemplo, competentes o exigentes,
pero nunca negligentes ´que descuida sus obligaciones´,
pues significa lo contrario de lo que la presentadora quería decir.
Como hemos afirmado antes, la etimología popular se
debe muchas veces a un mecanismo de ultracorrección (Menéndez Pidal ya
estudiaba ambos fenómenos en el apartado genérico de “error
lingüístico”) y afecta precisamente a palabras cuya estructura
morfológica y su etimología son opacas para el hablante medio, como es el caso
de los cultismos, los tecnicismos y los préstamos.
Así, un caso que se suele citar como ejemplo típico de etimología
popular es la confusión entre el
verbo ingerir ´tomar
algo por vía oral´ e injerir(se) ´entrometerse en algo que no
le corresponde´, sobre todo por la semejanza de sus formas
conjugadas:
(18)
*Cuando estados Unidos no se siga ingeriendo en
Cuba (Julio Anguita,
político; citado por Rozalén y Calvo, 1998:64); la
forma correcta es injiriendo.
Otro ejemplo típico es la confusión entre
aderezar ´añadir
condimentos, aliñar´ y enderezar ´levantar lo que está inclinado´:
(19)
*Por favor, endereza tú la ensalada (María José Galera, en Gran Hermano 1, Tele 5, 2000); la forma
correcta es adereza.
Son frecuentes estas confusiones en Sofía
Mazagatos, como vemos en estos ejemplos recogidos en un artículo de Jaime Capmany (citado por Rozalén y
Calvo, 1998:73), en los que la modelo estaba describiendo una vivienda y empleaba
mal diversas palabras cultas o técnicas:
(20)
*Chalé endosado (Sofía Mazagatos, modelo); la forma correcta es chalé adosado.
(21)
*Llevar a la cópula (Sofía Mazagatos, modelo); la forma correcta es llevar a la cúpula.
(22)
*Suelo de fornica (Sofía Mazagatos, modelo); la forma correcta es suelo de formica.
(23)
*Cróquilis (Sofía Mazagatos, modelo); la forma correcta
es croquis.
En otra entrevista, Sofía Mazagatos
también confunde dicción ´pronunciación de las palabras´
con adicción ´dependencia
que crea el consumo de una sustancia´ cuando dice:
(24)
*Estoy tomando clases de adicción (Sofía Mazagatos, modelo);
la forma correcta es dicción.
La reiteración de Sofía Mazagatos en este
tipo de error ha llevado a Somoano y Álvarez (2003:59-70)
a proponer, de manera jocosa, el término mazagatismo, como equivalente
español del malapropismo anglosajón.
Otra modelo famosa, Mar Flores, también
confunde los cultismos genealógico ´relativo a los antepasados´ y ginecológico
´relativo a los órganos sexuales de la mujer´:
(25)
*Que yo sepa, en mi árbol ginecológico no ha habido duques ni
marqueses (Mar Flores, modelo, citado por Arana, 2002:103); la forma
correcta es genealógico.
De la misma manera, Antonio Carmona, del
grupo Ketama, en una clara muestra de etimología
popular debida a ultracorrección, utiliza la voz culta coreografía ´conjunto de movimientos y pasos que ejecutan los bailarines´ en lugar de ecografía ´método de
exploración del cuerpo humano con ultrasonidos, utilizado especialmente para el
seguimiento de embarazos´, lo cual da lugar, como en
casos anteriores, a un enunciado casi surrealista:
(26)
*No sabemos si es niño o niña, porque aún
no le hemos hecho la coreografía (Antonio Carmona, músico, en Aquí hay tomate, Tele 5, 2003); la forma
correcta es ecografía.
Otro ejemplo de confusión de cultismos es
el uso que hace Carmen Sevilla de la palabra gérmenes
‘microrganismo que puede causar o propagar enfermedades’ con
el valor de la voz, también culta, genes
‘secuencia de ADN que constituye la unidad funcional para la transmisión
de los caracteres hereditarios’, de lo cual resulta el siguiente
sinsentido:
(27)
*Un beso fuerte para Rosario, que lleva
en sus gérmenes el arte de su madre (Carmen Sevilla, folclórica, citado en
“Los tropezones del año” en Teleprograma, nº 2074, 2-6 enero de 2006); la forma
correcta es genes.
En algunos casos, las confusiones se
producen también con nombres propios de forma similar:
(28)
*Llovía mucho. Parecía el Danubio
universal (Rocío Jurado, folclórica); la forma correcta es diluvio.
Finalmente, en algunos casos de
etimología popular se sustituye una forma culta por otra que no existe en
castellano:
(29)
*Nunca he dicho eso. Encuentro que los paparazzis trasversan las palabras (Sonia Monroy,
modelo, en Aquí hay tomate, Tele 5,
2003); la forma correcta es tergiversan.
(30)
*Para ciertos trabajos no reúno los requesitos (Belén
Esteban, famosa, en Channel nº4,
Cuatro, noviembre 2005); la forma correcta es requisitos.
(31) *Nos
quejamos de los vascos, de los catalanes, de su insolaridad (José Mª
Carrascal, presentador, en Crónicas
Marcianas, Tele 5, 1998); la forma correcta es insolidaridad.
Junto con las palabras cultas y técnicas,
otro campo abonado para la etimología popular son los extranjerismos, pues su
estructura morfológica y su etimología son por completo extrañas al castellano.
En este terreno encontramos fenómenos curiosos, como es la mera impropiedad
léxica al emplear mal un extranjerismo sin que podamos encontrar la semejanza
con la palabra que se debería haber empleado, como en el caso del latinismo
crudo simposium:
(32)
*Le dio un simposium de corazón (Malena
Gracia, modelo); la forma correcta sería infarto,
aunque quizá la hablante estuviera pensando en otro latinismo como ictus.
También resulta extraño el mecanismo de
etimología popular entre dos extranjerismos de forma parecida. Es lo que le
ocurre a Alfonso Guerra cuando emplea el anglicismo push ´empuje´
en lugar del germanismo putsch
´intentona golpista´ (en
este sentido, vale la pena indicar que algunos extranjerismos han entrado en
español debido a confusiones similares: decimos el crack de 1929 aunque en inglés la forma que se usa en ese contexto es
crash):
(33)
*Los famosos pushes del siglo XIX (Alfonso
Guerra, político, citado por Amando de Miguel, 1985:210); la forma correcta
es putsch.
Finalmente, dentro del ámbito de la
competencia léxico-semántica podemos incluir el fenómeno de invención de
palabras a partir de otras ya existentes. Rozalén y
Calvo (1998:156) lo denominan falsa derivación, aunque quizá sea
más preciso el término derivación regresiva (Lang, 1992:193-196), como es el caso del verbo traumar (de trauma) en lugar de traumatizar:
(34)
*Para que no se traumara el chico (Iñaki Gabilondo, presentador; citado por Rozalén
y Calvo, 1998:156); la forma correcta es traumatizara.
Curiosamente, el lenguaje de los
políticos y los periodistas tiende al fenómeno contrario: la formación de
palabras largas, derivadas de otras ya derivadas (o simples) y que además de no
estar admitidas por la Academia sustituyen de manera innecesaria a un término
más sencillo. Amando de Miguel (1985) ya advirtió este defecto, al que denominó
sesquipedalismo. Somoano y
Álvarez (2003:49-58) recogen muchos ejemplos recientes como aperturar (en lugar de abrir), concretizar (en lugar de concretar),
visualizar (en lugar de ver), inicializar (en lugar de iniciar)
y recepcionar (en lugar de recibir). Rozalén y Calvo (1998:148-155)
registran en el habla de locutores deportivos y taurinos casos semejantes como despejamiento (en
lugar de despeje), impetuosidad (en lugar de ímpetu), despaciosidad (en lugar de lentitud),
desdignifica
(en lugar de hace indignas a), certeridad (en
lugar de con estocada certera) y primerdivisionista
(en lugar de de primera división), y
el ya citado recepcionar En cambio, el caso de traumar en lugar
de traumatizar es justo lo contrario
y por ello, en lugar de derivación regresiva, Somoano
y Álvarez lo denominan con el irónico
título de antisesquipedalismo
.
3.COMPETENCIA
SOCIOLINGÜÍSTICA.
El ámbito de la (competencia
sociolingüística resulta más difícil de acotar que el de la competencia
gramatical. En un principio (Canale y Swain, 1980) parecía abarcar ámbitos propios de la
competencia discursiva. Canale (1983:67) concreta más
el ámbito de la competencia sociolingüística indicando que “se ocupa de
en qué medida las expresiones son producidas y entendidas adecuadamente en
diferentes contextos sociolingüísticos dependiendo de factores contextuales
como la situación de los participantes, los propósitos de la interacción y las
normas y convenciones de la interacción”. Canale
también insiste en el criterio de adecuación
de los enunciados, tanto en el significado como en la forma: por ello, en su
acepción más elemental, y restringida, la competencia sociolingüística trata
del empleo del registro adecuado al contexto. Ahora bien, en este ámbito, un
poco difuso, de la competencia sociolingüística, también se tienen en cuenta
funciones comunicativas particulares (pedir, excusarse, invitar), actitudes,
normas de buena educación, elementos kinésicos y proxémicos. Como se puede suponer, la competencia
sociolingüística es difícil de evaluar en enunciados aislados y a veces sacados
de contexto como los que componen nuestro corpus. Incluso algunas
caracterizaciones más concretas, como la que propone J.M.
Cots (1995:97-99), resultan también difíciles de
aplicar a nuestro corpus: este autor habla de tres requisitos interactivos en
la competencia sociolingüística: presentación de uno mismo (estrategias para
mantener o restablecer la autoestima), poder interactivo (visible en
estrategias como la presentación de excusas o el uso de expresiones directivas
y de agradecimiento) y distancia social (aproximarse al interlocutor mediante
estrategias como la personalización, el registro informal y la expresión de
reacciones positivas). Por su parte, Bachman (1990) (1995)
concibe la competencia sociolingüística como la “sensibilidad hacia las
convenciones de la lengua, o el control de éstas, que están determinadas por
las características del contexto específico en que se utiliza la lengua”.
Bachman habla sobre todo de la sensibilidad hacia las
diferencias de dialecto y de registro, pero menciona también la habilidad para
interpretar referencias culturales y lenguaje figurado: aunque reconoce que se
trata de un terreno fronterizo con la competencia léxica (a su vez integrada en
la competencia gramatical), insiste en que “el conocimiento de las
extensiones de significados determinados por una cultura específica” o la
capacidad de interpretar el significado figurado van más allá del significado
referencial propio de la competencia gramatical, ya que “los significados
específicos y las imágenes que evocan están profundamente enraizadas en la
cultura de una sociedad o una comunidad de habla, que es por lo que la hemos
considerado una parte de la competencia sociolingüística”: el autor pone
como ejemplo el uso de Waterloo en la cultura anglosajona para simbolizar una
última y grave derrota con terribles consecuencias para el vencido. Esta idea
nos parece importante porque afecta a un fenómeno frecuente en nuestro corpus y
difícil de ubicar en las distintas subcompetencias:
se trata del uso incorrecto de unidades fraseológicas (locuciones, refranes,
proverbios) por parte de los hablantes. Aunque en algunos casos el error se
debe a simples casos de etimología popular (ya vistos en la subcompetencia
léxica de la competencia gramatical), pensamos que se trata, en el fondo, de
algo más grave, a saber: el progresivo desconocimiento de expresiones de
sentido figurado heredadas de una tradición cultural que también se halla en
crisis, y por ello pensamos que se podrían ubicar en la competencia
sociolingüística, de acuerdo con los argumentos aportados por Bachman (en cambio, Canale,
1983:77, situaba el “significado de frases idiomáticas en contexto”
dentro de la competencia gramatical).
Los ejemplos más elementales consisten en
utilizar mal una unidad fraseológica al sustituir, mediante etimología popular,
una palabra difícil o de uso restringido por otra más “normal”,
como ocurre con estos dos casos de Ricardito Bofill. En el primero, modifica la expresión en el baúl de los recuerdos (título
también de una canción) por la expresión, mucho más extraña o quizá reveladora
de ciertos vicios inconfesables, en el
barril de los recuerdos. En el segundo, convierte la locución encaje de bolillos en la también extraña
encaje de novillos.
(35)
Eso quedó en el barril de los recuerdos
(Ricardito Bofill, en El Informal, Tele 5, 1998)
(36)
Un… encaje de novillos ¿se
dice? (Ricardito Bofill,
en El Informal, Tele 5, 1998)
Otra confusión debida a etimología
popular y, en el fondo, a una competencia sociolingüística o fraseológica
deficiente es la que comete Yola Berrocal al autodefinirse como hormiga negra de la familia, en lugar de
emplear la locución nominal correcta oveja
negra “persona que, en una familia o colectividad poco numerosa,
difiere desfavorablemente de los demás” (DRAE, 2001, s.v.
oveja):
(37)
Siempre fui la hormiga negra de la
familia (Yola Berrocal, modelo, citado en “Los tropezones del
año” en Teleprograma,
nº 2074, 2-6 enero de 2006).
En la misma línea, Victoria Abril confunde
bocanadas con la forma inexistente bostezadas, dando lugar a una locución
absurda y contradictoria:
(38)
El público se ríe a bostezadas (Victoria Abril, actriz; citado por Rozalén y Calvo, 1998:65). Estos autores indican que la forma
correcta sería a bocanadas, aunque
pensamos que sería más normal decir a
carcajadas (Larousse, 2001:83).
También es fruto de una etimología
popular la modificación de la locución verbal estar en el candelero ´estar de moda,
estar en posición destacada´ (Larousse,
2001:76) por la expresión, extraña y casi catalogable
como metáfora surrealista, estar en el
candelabro, como hizo Sofía Mazagatos (aunque, curiosamente, como unidades
léxicas individuales, candelero y candelabro pueden ser sinónimas en el
sentido de ´soporte para una vela´,
como también señalan Somoano y Álvarez, 2003:61-62):
(39)
Me gustan los toreros que están en el
candelabro (Sofía Mazagatos, modelo).
Un ejemplo citado por Somoano
y Álvarez (2003:60) es la etimología
popular que cometió José Antonio Camacho durante un entrenamiento, al convertir
la locución adverbial como una exhalación
en la, también surrealista, como una
instalación:
(40)
Y aquí, como decimos en mi pueblo,
salimos como una instalación (José Antonio Camacho, entrenador)
Como vimos al tratar la etimología
popular, este tipo de confusiones son frecuentes con los préstamos. Así, José
María Carrascal confunde el latinismo quid
con el anglicismo quiz ´acertijo´ y dice
lo siguiente (este error también se podría explicar, de una manera más simple,
como la pronunciación “castellana” de la –d final como –z, del tipo Madriz por Madrid):
(41)
Esto es el quiz
de la cuestión (José Mª Carrascal,
presentador; citado por Rozalén y Calvo, 1998:64); la
forma correcta es el quid de la cuestión.
En otras ocasiones el error se limita al
empleo de algunas palabras en una forma flexiva que no corresponde a la que
está “fijada” en esas expresiones tradicionales. Es el caso del
torero Fran Rivera, cuando, enfadado con los periodistas, advierte que ha
repetido numerosas veces que no filmen a su hija pequeña diciendo (42) lo he dicho por activo y por pasivo,
cuando esta expresión fija se dice, correctamente, decir/repetir por activa y por pasiva (en femenino, porque activa y pasiva eran originariamente adjetivos referidos al sustantivo
femenino voz, para indicar la
diátesis o voz gramatical del español).
También encontramos el empleo de
expresiones que carecen de sentido y que se deben a la mezcla o (con)fusión de
expresiones similares. Así, cuando el político Juan Carlos Rodríguez Ibarra
dice (43) González ha puesto el toro
sobre la mesa (citado por Rozalén y Calvo,
1998:97), está mezclando las expresiones fijas poner el asunto sobre la mesa y coger
el toro por los cuernos. Igualmente, cuando Sofía Mazagatos, nuevamente,
dice (44) me he dejado la piel en el
pellejo para indicar que se ha esforzado mucho para hacer algo, está
mezclando las locuciones dejarse la piel
en algo ´esforzarse
mucho´ y quedarse
en el pellejo o no tener más que el
pellejo (Larousse, 2001:541) ´quedarse
muy delgado, como consecuencia de algún esfuerzo o padecimiento´.
También, Lydia Lozano habla de meter la llaga en el corazón, quizá como confusión entre los
modismos meter el dedo en la llaga “conocer
y señalar el verdadero origen de un mal o el punto difícil de una
cuestión” (DRAE, 2001, s.v. dedo) y llegar al corazón del asunto:
(45)
Siento haber metido la llaga en el
corazón de Al Bano (Lydia
Lozano, periodista, citado en “Los tropezones del año” en Teleprograma,
nº 2074, 2-6 enero de 2006).
Finalmente, en otras ocasiones, el error
consiste en invertir los términos de la unidad fraseológica, como cuando la
modelo Mar Flores dice (46) mi hijo viene
con un brazo debajo del pan en lugar de mi
hijo viene con un pan debajo del brazo.
4.COMPETENCIA
DISCURSIVA O TEXTUAL.
En la concepción originaria de Canale
(1983:68-69), la competencia discursiva está relacionada con el modo en que se
combinan formas gramaticales y significados para lograr un texto trabado,
hablado o escrito, en diferentes géneros o tipos de texto (narración, ensayo,
carta comercial, etc.). Según Canale, la unidad del
texto se alcanza mediante la cohesión en la forma y la coherencia en el significado.
En cuanto a la concepción de coherencia, Canale remite al trabajo de Charolles
(1978), donde se distinguen cuatro tipos de meta-reglas para alcanzar y juzgar
la coherencia de un texto: repetición del significado, para
indicar continuidad; progresión del significado, para
indicar desarrollo y dirección; no contradicción, para marcar la
consistencia; y relevancia del
significado, para indicar congruencia.
Ahora bien, en un trabajo anterior referido al lenguaje
humorístico (Gómez Capuz, 2002), ya planteamos la posibilidad de hacer
compatibles algunas de las reglas de coherencia textual de Charolles
con conceptos propios de la pragmática como los principios de cooperación y
máximas conversacionales de Grice (1975) y, en menor
medida, implicaturas, presuposiciones y actos de habla. Todo ello conformaría un
macronivel discursivo y textual en el que se
armonizarían conceptos propios de la lingüística textual y de la pragmática, lo
cual sería muy útil a la hora de explicar el funcionamiento de determinados
tipos de texto como la conversación cotidiana (Briz
1998). En este sentido, hemos observado que autores como Cots
(1998:99-102), al explicitar los contenidos o parámetros de un concepto tan
amplio como el de competencia textual o discursiva, se sirven tanto de
conceptos propios de la lingüística textual como de la pragmática. Así, Cots, al aplicar la competencia textual precisamente al
“discurso oral interactivo” o conversación cotidiana señala la
importancia de estos elementos:
-la organización de las intervenciones, donde lo
importante es cumplir con las “normas de cooperación en que se basa el
ritual interactivo”, lo cual recuerda a los principios de cooperación de Grice;
-la estructura informativa, que además de incluir
estructuras de topicalización, indicadores de punto
de vista del hablante y conectores, también tiene en cuenta las máximas del
principio de cooperación de Grice (y en especial la
máxima de calidad) así como los indicadores de relaciones lógicas entre los
distintos actos de habla.
Por todo ello, hemos observado que algunas deficiencias de
los enunciados pronunciados por los personajes famosos en contextos próximos a
la conversación cotidiana pueden ser explicables en términos de competencia
discursiva o textual, utilizando para ello conceptos propios de la lingüística
textual y de la pragmática.
4.1.Transgresión de las máximas del principio de cooperación de
Grice.
Algunos de los enunciados pronunciados por los famosos
resultan extraños e inadecuados, pero no por razones gramaticales o
sociolingüísticas, sino por la transgresión de los
principios básicos que rigen la interacción comunicativa cotidiana (de hecho,
la mayoría de los ejemplos proceden de una sección del programa humorístico El Informal llamada “Pifias
mentales”, lo cual pone de manifiesto que la anomalía no radicaba en
cuestiones gramaticales sino en un nivel más profundo).
De las cuatro máximas planteadas por Grice
(1975), la que sufre una transgresión más frecuente
es la máxima de calidad o sinceridad, según la cual los hablantes
deben procurar que su contribución sea verdadera y no deben decir nada que
crean falso o de lo que no tengan suficientes pruebas. Como vimos al examinar
el lenguaje del humor (Gómez Capuz, 2002:90-92), los hablantes suelen
transgredir esta máxima cuando se contradicen a sí mismos y no queda claro lo
que es verdadero y lo que es falso (es decir, el valor de verdad del enunciado).
El resultado es, por tanto, un discurso incoherente e incongruente desde la
perspectiva de la lingüística textual, ya que incumple a su vez la regla de no
contradicción de Charolles (1978). Veamos algunos
ejemplos:
(47)
Esto es una primicia porque creo que todo
el mundo lo sabe (Manolo Santana, tenista, ¿Qué me dices?, Tele 5, 1997)
En este ejemplo, (47), el empleo de la
conjunción causal porque resulta
incongruente y magnifica todavía más el efecto de contradicción del segundo
enunciado (se podría haber atenuado este efecto utilizando una conjunción
adversativa como pero o aunque).
(48)
Quiero decir que es un vino joven, es un
vino que… que yo soy madrileña y como tal yo me considero de La Mancha,
como el vino (Mar Flores, modelo, en la sección “Pifias
mentales” de El Informal, Tele
5, 1999).
(49)
Yo suelo descansar también mientras
trabajo (José María Aznar, político, en la
sección “El candelabro” de ¿Qué
me dices?, Tele 5, 1997).
(50)
Apostamos por el empleo de las personas,
hombres y mujeres, sin hacer discriminaciones; al revés, apostamos por el
empleo de la mujer (Loyola de Palacio, política, en la sección
“Pifias mentales” de El
Informal, Tele 5, 2000).
(51)
Favoritismos no ha habido- no va a haber
ninguno- no ha habido ninguno, y además él tiene experiencia en esta casa de
favoritismos, él en esta casa yo estoy seguro que le costó salir de esta casa,
algún favoritismos que habría, no por parte del entrenador sino del presidente
(Lorenzo Sanz, expresidente del Real Madrid, en la
sección “Pifias mentales” de El
Informal, Tele 5, 2000).
(52)
Precisamente en este momento tengo más
tiempo que nunca, porque aunque estoy con un programa en directo, ehhh, es decir, que se emite diariamente… es grabado
(Mar Flores, modelo, en la sección “Pifias mentales” de El Informal, Tele 5, 1999).
(53)
Con Van Gaal no
he hablado en mi vida, es que no le conozco además, y es verdad sólo lo he
visto una vez y fue para llamarle la atención por lo mal educado que era en el
palco del Bernabéu, es decir, no, no lo he visto en
mi vida (Lorenzo Sanz, expresidente del Real
Madrid, en la sección “Pifias mentales” de El Informal, Tele 5, 1999).
(54) No.
No tengo, no, bop, bop, no
tengo color favorito, o sea, el azul
(Enrique Iglesias, cantante, en la sección “Pifias mentales: Las Iglesiadas” de El
Informal, Tele 5, 1998).
Obsérvese, en los tres últimos ejemplos, (52),
(53) y (54), la incongruencia del uso de los conectores reformuladores
es decir y o sea (“reformuladores
explicativos” en Portolés, 2001:142) para
introducir una proposición que no es similar a la primera ni la explica sino
que, al contrario, la contradice (en 54 podría haber atenuado la incongruencia
utilizando un conector adversativo: no
tengo color favorito aunque/pero me gusta mucho el azul).
Al tratar de construir secuencias del
tipo de texto llamado jurídico, algunos famosos –en especial políticos-
conculcan tanto la máxima de manera (decir las cosas de manera complicada y
oscura) como la máxima de calidad (porque al final no queda claro el valor de
verdad del enunciado), como vemos en los ejemplos (55) y (56):
(55)
El Gobierno podrá recibir o no podrá
recibir peticiones y podrá estudiar o no podrá estudiar, sin duda, en función
de que las reciba o no las reciba, pues, el fundamento de esas peticiones (José
María Aznar, político, en la sección “Pifias
mentales” de El Informal, Tele
5, 1998).
(56)
El candidato o la candidata no tiene por
qué ser de la mayoría; puede ser de la mayoría. No tiene por qué ser de la
dirección; puede ser de la dirección. No tiene por qué ser de la minoría; puede
ser de la minoría (J.C. Rodríguez Ibarra, político, en la sección
“Pifias mentales” de El
Informal, Tele 5, 2000).
Como en los casos anteriores, resulta
poco congruente en (55) el uso del conector sin
duda (próximo a los “conectores de refuerzo argumentativo” como
desde luego y por supuesto en la
clasificación de Portolés, 2001:144) para acompañar
un enunciado que, en el fondo, más que reforzar los argumentos anteriores, deja
planteadas muchas dudas.
Otros ejemplos similares donde se
conculcan las máximas de manera (expresión complicada y oscura) y de calidad
(valor de verdad incierto y contradicciones del hablante) son los siguientes:
(57)
Es negro, pero al tiempo no es negro. Es
americano puro. El tiempo no es negro puro. No es Michael Jackson,
no, no es negro. Es negro, blanco, filipino, Jim Andris y una mezcla de jamaico,
una cosa rara. (Doctor Julio Iglesias Puga, en la sección “El
candelabro” de ¿Qué me
dices?, Tele 5, 1997).
(58)
Es que yo creo que me estoy dedicando a
algo que no tiene nada que ver con lo que yo estoy haciendo (Mar Flores,
modelo, en la sección “Pifias mentales” de El Informal, Tele 5, 1998).
En otros ejemplos, vemos cómo el hablante
transgrede la máxima de relación, consistente en
que un enunciado guarde relación con el anterior, es decir, que sea pertinente
en ese contexto comunicativo (la transgresión de esta
máxima da lugar a lo que coloquialmente se llama “diálogo de
besugos”, donde las réplicas no tienen nada que ver con lo que acaba de
decir el otro interlocutor):
(59)
-¿Le gusta a usted la hípica?
-Pues
la verdad es que sí. No olviden que yo tengo un tío que fue recórdman
mundial de salto de longitud (José María Álvarez del Manzano, político, en
la sección “Pifias mentales” de El
Informal, Tele 5, 1998).
Finalmente, un hablante puede transgredir
la máxima
de cantidad cuando ofrece más o menos información que la necesaria.
Así, en estos dos ejemplos, (60) y (61), los hablantes dan poca información ya
que no especifican en su intervención cuál es el antecedente de las formas
pronominales lo otro y otra cosa y obligan al receptor a
inferirlo mediante una difícil implicatura:
(60)
Soy bisexual, pero me gusta más lo otro (Paco España, transformista,
en la sección “El candelabro” de ¿Qué me dices?, Tele 5, 1997).
(61)
Yo creo que cuando llevas dos años y un
mes con una mujer, yo creo que debe de haber algo más que otra cosa, ¿no? (Jesulín de Ubrique, torero, en la sección “Pifias
mentales” de El Informal, Tele
5, 1999).
En otros casos, el hablante da más
información de la necesaria o repite los contenidos, por lo que incurre en una
redundancia y esto supone una transgresión de la
máxima de cantidad por exceso:
(62)
No
puedo andar. No puedo caminar,
que es lo mismo. Es que me lío yo solo
(Jesulín de Ubrique,
torero, en El Informal, Tele 5, 2000).
(63)
Los jugadores hola- holandeses están-
están formados para la formación de sus jugadores porque ellos
han sido joven (Josep-Lluís
Núñez, expresidente del F.C.Barcelona,
en la sección “Pifias mentales” de El Informal, Tele 5, 1998).
(64)
He dicho lo que es necesario en este
momento y por- por el momento es necesario lo que yo acabo de decir (José
María Aznar, político, en la sección “Pifias
mentales” de El Informal, Tele
5, 2000).
(65) El
primer ministro de Francia tiene unas ideas políticas y yo tengo otras ideas
políticas. El primer ministro de Francia, como es natural, es francés, y yo soy
español (José María Aznar, político, en El Informal, Tele 5, 1999).
(66) Yo
soy una persona humana, con todas
las virtudes y limitaciones del ser humano
(Joaquín Almunia, político, en la sección “Pifias mentales” de El Informal, Tele 5, 2000).
(67) Me
gusta mucho la fuerza que tienen los chavales y el interés que tienen en el
deporte y que se llevan todos bien, que es un equipo junto (Julio Iglesias, cantante, en La cara divertida, Antena 3, 1997).
(68)
Estamos en riguroso directo (Mar Saura, modelo y presentadora, citada por Somoano y Álvarez, 2003:88).
4.2.Presuposiciones
e implicaturas.
En el ámbito de la pragmática, lo dicho
no equivale siempre a lo comunicado. Esto se debe a que muchas veces un
enunciado presupone ideas que no están mencionadas expresamente y de
hecho los interlocutores son capaces de captarlas en forma de implicaturas.
Los políticos, en especial, han de ser especialmente cautelosos en este
terreno, pues de lo contrario dejarían implícitas ciertas ideas inconfesables
que en circunstancias normales tratarían de ocultar (o dicho de manera
coloquial, “se les ve el plumero”). Eso es lo que le ocurrió al
portavoz del gobierno del Partido Popular Miguel Ángel Rodríguez cuando dijo:
(69)
La Constitución ha cumplido 18 años, la
edad en que las mujeres se ponen de largo y los ciudadanos acuden a votar (Miguel
Ángel Rodríguez, político, citado por Albert Om 1999:80).
Aunque la frase es poco afortunada por su
evidente cariz sexista, tal como está formulada presupone todavía algo más
grave: que las mujeres, en cierto modo, no son ciudadanos.
En la misma línea está otro enunciado
famoso dicho por Javier Clemente:
(70)
Pondré a los mejores jugadores, sean
españoles, franceses, italianos, rusos o extranjeros (Javier Clemente,
entrenador).
Tal como está formulada la frase, Javier
Clemente presupone que los franceses, italianos y rusos no son extranjeros.
El presentador Jaime Bores
dice una frase que presupone que estar casado y estar unido en matrimonio son
dos estados civiles distintos:
(71)
Llevan toda la vida juntos: sesenta y
cinco años casados y ocho de matrimonio (Jaime Bores,
presentador, en la sección “Pifias mentales” de El Informal, Tele 5, 1999).
Igualmente, en la siguiente intervención,
la modelo Mar Flores parece presuponer que vida
privada y vida sentimental son ámbitos
distintos (o quizá dijo vida privada cuando quería decir vida pública):
(72)
Llevo muchos meses intentando separar mi
vida sentimental de mi vida privada y me apetecería que me ayudaseis un poquito
(Mar Flores, modelo, en la sección “Pifias mentales” de El Informal, Tele 5, 1999).
Un ejemplo anterior, también pronunciado
por Mar Flores, no sólo se puede interpretar como transgresión
de la máxima de calidad (ya que muestra una contradicción), sino que se podría
ver también en el sentido de que la modelo presupone que Madrid forma parte de
La Mancha, como parece indicar la expresión modalizadora
como tal :
(73) Quiero
decir que es un vino joven, es un vino que… que yo soy madrileña y como
tal yo me considero de La Mancha, como el vino (Mar Flores, modelo, en la
sección “Pifias mentales” de El
Informal, Tele 5, 1999).
Por su parte, Enrique Iglesias demuestra
tener pocos conocimientos matemáticos ya que presupone que un cuarto y un veinticinco
por ciento son magnitudes fraccionarias distintas:
(74)
De filipino tengo… un cuarto…
un poquito más…entre un cuarto y un veinticinco por ciento (Enrique
Iglesias, cantante, en la sección “Pifias mentales: Las Iglesiadas” de El
Informal, Tele 5, 1998).
Finalmente, mediante este enunciado
desafortunado, Yola Berrocal deja implícita su incultura, en este caso de tipo
gramatical o metalingüístico:
(75)
Hale, hale, vamos que es gerundio (Yola Berrocal, modelo)
4.CONCLUSIONES.
En conclusión, nuestro trabajo ha pretendido profundizar
un poco más en el concepto de competencia comunicativa, tan importante en el
paradigma comunicativo del estudio del lenguaje y en los nuevos modelos
didácticos de enseñanza de la lengua materna. A partir de la concepción modular
de Canale (1983), hemos clasificado la mayor parte de
nuestro corpus de errores lingüísticos en los distintos apartados de la
competencia gramatical (fonológica, morfosintáctica y
léxico-semántica) y hemos sugerido que otros tipos de errores pueden ser
ubicados en los restantes tipos de competencias: es el caso de las expresiones
de sentido figurado heredadas de una tradición cultural como elemento de la
competencia sociolingüística por un lado, y las reglas de coherencia y los
principios de cooperación como constituyente importante de la competencia
discursiva o textual por otro.
Para ello nos hemos basado en corpus de enunciados
procedentes del habla de los famosos, en parte porque, debido a la crisis de
los modelos tradicionales de rección idiomática
(enseñanza escolar, Real Academia, lengua escrita culta), el lenguaje de este
grupo se ha convertido en modelo de habla imitado por amplios sectores de la
población, en especial los jóvenes. Y en relación con los jóvenes, este trabajo
también ofrece una posible orientación didáctica, como apuntaban Rozalén y Calvo (1998) para el suyo: recogemos una serie de
errores o “ejemplos negativos” para que nuestros alumnos sepan
detectar estos errores de forma práctica y, en consecuencia, vayan
enriqueciendo su vocabulario y capacidad expresiva, es decir, su competencia
comunicativa (y, a la vez, para que los alumnos también sean conscientes de que
el habla de los famosos no es ningún “modelo” digno de imitar, sino
más bien todo lo contrario).
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