El material científico de los gabinetes y laboratorios de Física y Química de los institutos durante el siglo XIX

        A pesar de que antes de 1845 se crearan algunos Institutos, fue el Plan Pidal de ese año el que dio plena consolidación legal a este tramo educativo. Los estudios de segunda enseñanza se dividieron en dos períodos: elemental y de ampliación. El primero constaba de cinco años y el segundo, que preparaba para el estudio de ciertas carreras, se dividía en dos secciones, Letras y Ciencias. En el quinto año se establecieron las asignaturas Elementos de Física con algunas nociones de Química y las  Nociones de Historia Natural. En la etapa de ampliación, en la sección de Ciencias, se estudiaba Química general, Mineralogía, Zoología, Botánica y Astronomía física. La segunda enseñanza elemental y la de ampliación constituían la Facultad de Filosofía.
         Los Institutos debían disponer de un gabinete de Física con los aparatos para la enseñanza elemental de esa ciencia, un laboratorio de Química con los aparatos y reactivos necesarios, y un patio donde se pudieran hacer operaciones químicas al aire libre.
        El Boletín Oficial de Instrucción Pública publicaba el 15 de septiembre de 1846 una Circular de Antonio Gil de Zárate, Director General de Instrucción Pública desde ese año hasta 1850, dirigida a las Juntas Inspectoras de los Institutos, “previniendo que los Institutos se provean de los instrumentos necesarios para la explicación de las ciencias físicas y naturales”. Esta Circular informaba de dos catálogos con los aparatos que debía tener una cátedra de Física experimental y un laboratorio de Química, tomando como base los catálogos del fabricante Jean-Noel Lerebours (1762-1840) y de Nicolas Constant Pixii (1766-1861) y su hijo Hippolyte (1808-1835). La casa Lerebours se fundó en 1789, asociándose posteriormente con Marc Françoise Louis Secretan (1804-1867) con el nombre comercial de Lerebours y Secretan. Una vez que Lerebours hijo se retiró de la actividad comercial, continuaría sólo Secretan. La elección de estos fabricantes franceses de instrumental científico se debe a que durante buena parte del siglo XIX Francia era el país donde la fabricación de este tipo de material tuvo una industria más importante y con productos de calidad. Gil de Zárate se había educado en Madrid y en París, estudiando Ciencias Físicas y Exactas, por lo que conocería el material científico para la enseñanza de estas materias.
            En la mencionada Circular se informaba de algunos utensilios de Química que se podían adquirir en España y del precio, en francos, para el instrumental de Física (9.531 francos) y del de Química (6.448,26). El material de Física incluía aparatos e instrumentos para utilizar en cada una de las ramas de estudio de esta materia. El instrumental de Química estaba formado esencialmente por material de vidrio, alambiques, crisoles, morteros, etc.
         La Real Orden publicada en el Boletín Oficial de Instrucción Pública de 15 de noviembre de 1846 daba cuenta del expediente instruido para “proveer a las Universidades del reino de los instrumentos y aparatos de Física y Química que les faltan, a fin de dar a la enseñanza de estas ciencias toda la extensión que requiere el plan de estudios vigente”. Se informaba de que se procedería inmediatamente a la adquisición del instrumental dentro y fuera de España por medio de “contratas hechas con uno o más de los principales constructores”. Para tal fin se desplazaron a París el propio Gil de Zárate y Juan Chávarri -catedrático de Física de la Universidad Central-, siendo asesorados por Mateo Orfila (1787-1853), Decano de la Facultad de Medicina de París.
        En 1847 se configuró el material científico con el que debía contar un Instituto a través del Catálogo-modelo de los instrumentos de Física y Química necesarios para las demostraciones en las cátedras de los Institutos provinciales de segunda enseñanza (Real Orden de 10 de abril de 1847). En esta disposición se advertía de “la necesidad de que los Institutos se provean cuanto antes de los instrumentos que les faltan para la enseñanza de la Física, hizo circular por la Dirección General de Instrucción Pública en 15 de septiembre último los catálogos que debían servir de modelo para la formación de los Gabinetes y Laboratorios… Posteriormente, los contratos celebrados para proveer a las Universidades de los mismos instrumentos han hecho ver que es dable encontrarlos a menos coste sin perjudicar a su bondad y sólida construcción; y unido esto a que para la extensión que ha de tener la enseñanza en los Institutos, no son precisos muchos de los aparatos que en aquellos catálogos se incluían, sobre todo en lo relativo a la Química, reducida a meras nociones en dichos Establecimientos, resulta que se pueden proporcionar nuevas economías a las provincias que los sostienen”.
            El catálogo incluía 156 aparatos, de ellos 116 eran para la enseñanza de la Física y 40 para la de Química, con un valor de 5.000 y 600 francos respectivamente. El material de Química estaba prácticamente formado por material fungible: retortas, embudos, crisoles, copas para precipitados, etc., y el destinado a los gabinetes de Física contaba fundamentalmente con aparatos e instrumentos para demostrar y confirmar principios y leyes relacionados con las distintas partes de esta disciplina.
          Este material podemos considerarlo como punto de partida en la dotación de los gabinetes y laboratorios de Física y Química de los Institutos, aunque en algunos casos parte del instrumental se encontraba ya en los centros universitarios que les precedieron. Según los datos que aporta Gil de Zárate, quizá algo optimistas, relativos al material científico de los Institutos en 1852, la mayoría disponía de numerosos instrumentos y aparatos para la enseñanza de la Física y nociones de Química.
 
  Extraido de:

Bernal J. M. y López J. D. (2009) El Patrimonio científico de los IES. Un recurso didáctico para las ciencias del mundo contemporáneo.Madrid: UNED.

http://www.tesisenred.net/TDR-0428108-100620