No culpemos a Facebook de lo que podríamos culpar a una mosca

Hace unos días podíamos leer en la sección de Sociedad de El País un artículo que rezaba en su titular (pero tan solo en su titular) “Mucho Facebook ¿poca concentración?”. El artículo se movió bastante en redes sociales y en Twitter donde hasta hoy mismo sigue siendo publicado y retuiteado por un gran número de usuarios.

En el momento previo a la lectura y justo antes de ponerme las “gafas” con las que intentamos mirar siempre estas cuestiones, son varias la cosas que uno puede llegar a pensar con solo ver el titular (y si aún no lo ha leído haga un ejercicio al respecto e intente descubrir que le sugiere el mismo), por ejemplo: Un nuevo estudio sobre Facebook que demuestra que la gente no es capaz de concentrarse, por fin llegaron las consecuencias de pasar tiempo en Facebook, Facebook en exceso no es bueno para la concentración,…y en esa línea unas cuentas cosas más del estilo.

Abundando en la lectura del artículo, y no es mi intención venir a hacer una crítica literaria del mismo, encontramos un claro ejemplo de cómo un titular se utiliza para captar la atención de los lectores y de que la marca Facebook vende mucho. Nos empeñamos en seguir buscando lo negativo de estos espacios en los que pasamos tiempo, en los que nos gusta estar, en los que nos divertimos, en los que nos relacionamos y en los que muchos de nosotros aprendemos, concretamente unos 728 millones de usuarios activos (datos para septiembre de 2013).

Continuando con la lectura nos damos cuenta de que no en vano de lo que se habla en el mismo es un tema de bastante importancia, un tema que lleva tiempo abordándose y que está relacionado con el exceso de información ante el que nos encontramos en Internet y con el hecho de leer de forma digital, concretamente se nos habla de la atención parcial continua, entendida como una forma en la que usamos nuestra atención. Tal y como afirma Linda Stone, la atención parcial continua es prestar atención de forma poco profunda continuamente, hecho que está motivado por la necesidad de no perdernos nada de información y de estar pendientes en todo.

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 Por otra parte en el artículo que abordamos se hace alusión al incremento en la lectura por parte de los más jóvenes “los menores leen mucho pero han cambiado el soporte”, entonces ¿qué ocurre? ¿es mejor leer en papel que en soporte digital? ¿no vale entonces que leamos más solo por el cambio de soporte? Sigue el artículo afirmando que “lo que sucede al leer digitalmente, a través de una tableta o del ordenador, es que uno siente más la necesidad de comentar lo que lee con todo el que pueda” y ¿no es eso algo muy interesante? ¿no hemos tenido siempre en la escuela que hacer comentarios de las cosas que leíamos? ¿no es emocionante comentarlo con otros que nos pueden aportar su visión, opinión e ideas? ¿no es esto realmente una auténtica oportunidad para la educación?

Todos los interrogantes anteriores tienen respuesta desde la educación. La escuela tiene mucho que hacer y muchos maestros y profesores ya están haciendo, ya están  aprovechando los espacios de interacción en los que se relacionan sus alumnos, tienen en cuenta nuevas pantallas con las que se accede a la información y sacan el máximo partido de esta situación….Tal y como apuntan Bartolomé y Grane (2013) en su artículo “Interrogantes educativos desde la sociedad del conocimiento” es empezar a pensar ¿cómo plantear la enseñanza en este mundo de información cambiante y en exceso? y sobre todo seguir planteándonos la situación actual a modo de interrogante, porque estos interrogantes son necesarios para reflexionar sobre ¿por dónde seguir? ¿cómo trabajar desde la educación?

Pero lo que sí es muy importante es que tenemos que dejar de empeñarnos en darle a la tecnología y en concreto a las formas en las que hoy en día accedemos a la información esa visión demoníaca. Hemos de ser conscientes de que la atención y la gestión de la misma es una actividad estratégica, somos nosotros los que hemos de ser capaces de poner atención en lo que hacemos y gestionar nuestras acciones, sean lecturas, tareas, comunicación. La atención es algo que también se puede y debe trabajar desde la escuela de manera individualizada, ya que es totalmente diferente en cada sujeto. Cuando nos enfrascamos en una lectura (en la pantalla o en el papel) siempre corremos el riesgo de distraernos,  sea por que nos apetece mirar nuestras redes sociales o porque el vuelo de una mosca nos parece más interesante en ese momento que la lectura que nos ocupa. Pero sea como sea si no somos capaces de mantener nuestra atención bastante tiempo, la culpa no es de la tecnología ni de leer en digital ya que la decisión de mirar una red social, abrir el correo, chatear o saltar a otra página web, es solo nuestra, requiere proactividad por nuestra parte. Sin embargo no ocurre lo mismo con la mosca a la que no podemos llamar para distraer nuestra atención, ella sí que viene sola.

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