El desarrollo de la alteridad en la red

Internet se considera a menudo un espacio digno de estudio desde el punto de vista antropológico, pues está proporcionando a las personas la plataforma donde poner en evidencia el desarrollo de una moral que, de no existir la red, podría ser muy difícil manifestar.

La alteridad no sólo tiene lugar en espacios presenciales. A menudo, vemos cómo los usuarios de la red muestran interés por comprender la realidad de otros, fomentar diálogos que acaban en acuerdos, hacer propuestas para solucionar cualquier conflicto, entender las posturas de unas partes u otras en cualquier acontecimiento. La alteridad representa una voluntad de entendimiento que fomenta también la colaboración y propicia relaciones positivas.

Sin embargo, en la red también encontramos, como en otros espacios, una escasa alteridad cuando las relaciones resultan imposibles o las percepciones sobre una realidad chocan entre sí y no hay forma para el entendimiento. Mucho se ha escrito y dialogado sobre las consecuencias que puede tener un mal uso de la red y cómo el desarrollo de actividades ilícitas y actitudes inadecuadas puede afectar a las relaciones que establecen las personas a través de Internet. Por eso, es fundamental que se aborde la pedagogía de la alteridad dirigida a todo tipo de contextos y espacios, también el virtual.

Las relaciones de los jóvenes están teniendo lugar tanto en espacios presenciales como virtuales, y desde la escuela es fundamental formar en este sentido, pues cuando hablamos de educar a los adolescentes para saber relacionarse en el ciberespacio, en el fondo nos estamos refiriendo precisamente a formar para desarrollar la alteridad en la red. Resulta fundamental saber ponerse en el lugar del otro, desarrollar valores y saber transmitirlos en diferentes espacios y contextos como personas libres que se preocupan por el cuidado del otro, entendido éste como “una actitud de consideración y de acción hacia el otro, que no actúa de modo tiránico, sino que incluye sentimientos de preocupación, responsabilidad y afecto para atender a sus demandas” (Mínguez, 2014).

Morales (2009) traslada la crisis de valores presente en la sociedad al mundo de las TIC, afirmando que las TIC son instrumentos que pueden ofrecer el medio para crear nuevos modelos de conducta, y también pueden ayudar a formar éticamente a las personas, porque “en los adultos se crean opiniones y estilos, y en los más jóvenes, modelos a imitar. De ahí la importancia de los valores en la Sociedad de la Información” (p.94) y la necesidad de combatir esa insuficiencia de ética que encontramos hoy en día para conseguir un comportamiento acorde a la realidad que establece la Sociedad del Conocimiento.

Así lo manifiesta el trabajo realizado por Pariente y Perochena (2013) donde se evidencia que el uso de las TIC es eficaz para el aprendizaje en valores, especialmente el de justicia centrado en los derechos y deberes de la ciudadanía, por considerarlo la base de otros valores, pero también para el desarrollo de la alteridad en el individuo en todos los contextos, espacios y ámbitos de su vida.

Referencias

MÍNGUEZ, R. (2014). Ética de la vida familiar y transmisión de valores morales. Revista de Educación, 363, 210-229.

MORALES, M.A. (2009). Modelos de formación para la capacitación de las familias en la sociedad de la información. Granada, Universidad de Granada.

PARIENTE, J. L. Y PEROCHENA, P. (2013). Didáctica de la educación en valores en la ESO. Una propuesta utilizando las tecnologías. Pixel-Bit: Revista de medios y educación, 42, 195-208.

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