Introducción y breve perspectiva histórica
¿Alguna vez ha ido usted caminando por la calle tranquilamente, ensimismado
en sus pensamientos y en ellos ha aparecido una persona a la que hace
tiempo que no ve? ¿Y si se encontrase con ella apenas unos minutos más
tarde? ¿Lo consideraría una casualidad o quizá un signo de algo más?
También es probable que, alguna vez, haya usted soñado con cierta cosa, la
que sea, y luego algo muy similar haya sucedido. Si le ocurre una vez en
la vida, lo tomará como una jugarreta de las circunstancias, simplemente,
sucedió, como el burro que tocaba la flauta. Pero, ¿le ha pasado dos, tres
o cuatro veces en un lapso corto de tiempo? Es más, ¿le ha ocurrido "de
toda la vida", que usted tenía predicciones sobre el futuro que luego se
han tornado ciertas? ¿Ha llegado usted a la conclusión, entonces, de que
posee algún tipo de poder extrasensorial? Si responde que sí a esta última
pregunta, debería hacer algunas pruebas y, si sigue convencido de ello,
aceptar el Reto Randi (http://www.randi.org): Un Millón de Dólares a la
persona que, en condiciones de laboratorio, demuestre poseer un poder
paranormal o bien presente un fenómeno inexplicable con los conocimientos
actuales de la ciencia. No está mal, ¿verdad?
Para poder realizar una prueba válida de este tipo de presunciones hace
falta algo más que lo que nos presentan por ahí. Vea usted un divertido
ejemplo en
http://www.portalmix.com/misterios/juegos/telepatia/
En esa página, se le presentan a usted cinco cartas con cinco símbolos
sencillos y una sexta carta vuelta del revés. Simplemente, debe elegir
usted el símbolo que cree que está detrás del naipe oculto y comprobar si
acertó o falló. Independientemente de que se concentre en su labor o de que
lo haga por puro azar, normalmente el juego acaba en torno al 20% de
aciertos. Es posible que usted haya logrado un percentil superior, desde
luego, pero si realiza varias rondas consecutivas, verá cómo la media
aritmética de esas pruebas tiende al 20%. Es lo que llamamos "Regresión a
la Media". Hay cinco cartas para elegir, de modo que la casualidad hará que
una de cada cinco veces, acertará. La Regresión a la Media es la prueba
empírica de que, estadísticamente, el ser humano es mediocre. Hay atletas
olímpicos que baten récords en entrenamientos previos a los campeonatos en
los que obtienen resultados mediocres y viceversa, "atletas revelación" que
rompen las predicciones deportivas. Seguro que usted tiene días malos y
días buenos y seguro que, en suma, realiza usted un trabajo que tiende a la
media. No hay nadie que mantenga todos los días un nivel óptimo de
rendimiento al igual que nadie realiza todos los días un nivel mínimo de
esfuerzo, salvo que se haga aposta. Y hasta haciéndolo de propio cuesta
mantener cotas demasiado altas o demasiado bajas. Hacen falta grandes dosis
de esfuerzo, constancia, fuerza de voluntad, estudio, paciencia y
dedicación para vencer a nuestra tendencia a la mediocridad.
Entre el ideario de los amantes de lo paranormal, está la idea de que
mediante la concentración, el consumo de drogas, la fuerza de voluntad, el
entrenamiento, los rituales mágicos o por combinación de varias de estas
formas, se puede superar superar esa medianía a la que todos estamos
condenados. El tiempo de los prodigios innatos pasó hace años y de unas
décadas a esta parte, lo que está de moda es argüir que todos los seres
humanos somos capaces de tales prodigios, pero que hay que "activarlos".
Como instalar un nuevo programa en su disco duro, pero mediante complejos
rituales de instalación. La nefasta corriente de la Nueva Era y muchas de
las pseudofilosofías orientales siguen esta idea: que el ser humano puede
superar sus propias limitaciones incluso por encima de las leyes de la
física. No es ya ser capaz de saltar más alto, correr más deprisa o
levantar más peso, sino de hacer todas esas cosas sin ayuda de músculos ni
tendones. O forzando a éstos a trabajar por encima de sus posibilidades
potenciales.
El problema de este planteamiento es que contrasta con nuestro mediocre
universo. Las estrellas más brillantes y masivas tienden a perder su masa
rápidamente, cayendo en picado hacia la Secuencia Principal, manteniéndose
en este estado durante mucho más tiempo hasta que son reducidas a escombros
estelares, donde permanecerán por eones. Pocas llegan a ser objetos
curiosos por lo bajo, como púlsares o agujeros negros. Lo normal es que
acaben siendo cutres objetos estelares como enanas blancas o rojas. Los
átomos que ganan o pierden demasiados electrones tienden a recuperarlos o a
deshacerse de ellos, hasta conseguir cierta estabilidad electromagnética.
La cantidad de objetos muy masivos en el universo es ínfima comparada con
la cantidad de naderías diminutas que pululan por ahí. Frente a cuatro
gigantes gaseosos en el sistema solar, tenemos centenares de millones de
pedruscos del tamaño de granitos de arroz. La media ignoro cuál será, pero
supongo que será muy parecida en todos los sistemas del universo.
Es posible que haya seres que despunten en algo. El guepardo es un mamífero
extremadamente rápido, el cuervo es un ave que aprende muy deprisa y los
roedores se reproducen de un modo alarmante, pero ni el guepardo es capaz
de aguantar mucho tiempo en plena carrera, ni el cuervo puede suplir su
falta de habilidad manual, ni los roedores pueden evitar tener una gran
mortalidad infantil en sus filas. Nada en este mundo puede superar ciertos
límites que nos marca una mediocridad inherente al mismo.
Si contemplamos una cualidad, la que sea, por sí sola, cometemos el error
de entender que el objeto de estudio se caracteriza únicamente por esa
cualidad. Las habilidades de los sujetos y las capacidades de los objetos,
deben entenderse como formando parte de un conjunto superior de seres y
cosas que pertenecen a su vez a otro conjunto superior que es el propio
universo. Y las leyes de este universo nos atañen a todos por igual.
Concéntrese en el naipe que quiera: por más veces que se entrene, por más
veces que repita, el único modo de vencer al azar es que éste no exista.
Encuentre un patrón en la secuencia de cartas ocultas y podrá predecir cuál
vendrá a continuación, pero si no existe tal patrón y el factor azar es el
único disponible, usted no superará cierta marca media.
El universo es aburrido en su mediocridad. Las estrellas queman hidrógeno y
forman helio durante cientos, miles de millones de años quizá, para tener
un instante de gloria final en el que formarán todos los demás elementos. Y
estos elementos raramente crean objetos interesantes o curiosos. Lo normal
es que tiendan a la estabilidad, creando minerales que duren mucho tiempo,
pero sin cambiar. Solo un elemento de entre todos los de la tabla periódica
es capaz de crear complejas combinaciones de sí mismo y solamente unas
pocas de esas combinaciones terminan por reproducirse, evolucionar y
desarrollar nuevos organismos. Por lo general, la tendencia innata en
nuestro universo es a volverse aburrido, a no tener detalles ocultos y a
permanecer ahí por el tiempo que se pueda.
Y, con el tiempo, con mucho tiempo, incluso estas estables tendencias
pierden su naturaleza y pasan a estadios aún más aburridos. La teórica
muerte térmica del universo es un buen ejemplo: un universo entero, de
miles de millones de años-luz de radio, compuesto solo por un légamo frío
carente de toda brillantez. En el cero absoluto, hasta los átomos se
detienen. Todo es quietud, oscuridad, frío, estabilidad, homogeneidad,
aburrimiento.
¿Por qué iba el ser humano capaz de vencer a esta tendencia? ¿Por qué
íbamos a ser nosotros precisamente los que obtuviésemos un sobresaliente
mientras el resto del Cosmos saca un aprobado justito? Contemplar el
universo en su medianía, en su falta de superdotación, es un ejercicio de
autoestima. No somos ni mejor ni peor que los demás. Somos lo que somos y
si hemos sobrevivido ha sido gracias al esfuerzo colectivo y no a los
poderes de ciertos iluminados. Jamás un chamán consiguió vencer a la vejez
como lo ha conseguido el colectivo de médicos, biólogos y farmacólogos. No
busque en sí mismo un poder que lo distinga del resto, no pretenda salir
del montón, sino hacer del montón un sitio más agradable. No persiga vencer
a las leyes físicas, sino conocerlas, comprenderlas y jugar con ellas hasta
acomodarse de tal modo que pueda vivir con más comodidad. Las aves vencen a
la gravedad con sus alas y el ser humano vence a su propia naturaleza con
la ciencia, la tecnología, la ética, el arte y la discusión razonada. No
con presunciones de superpoderes, ni con exaltados discursos sobre
salvadores galácticos o destinos de gloria y divinidad. Así, no se ha
conseguido sino engañar a la gente y hacerle creer que es mejor de lo que
realmente es. Solo reconociendo nuestras limitaciones y estudiándolas,
podremos superarlas. Reconózcase mediocre. Es más divertido, en realidad.