El siglo XIII fue testigo de un interés excepcional en la enseñanza del árabe como lengua extranjera por parte de la cristiandad latina.

Uno de los aspectos más destacados de este interés será la creación de una serie de "escuelas de idiomas" (studia linguarum) en el Levante español a cargo de la Orden de Predicadores o dominicos.

Varios son los textos de la época que aluden al desarrollo de dicha actividad en la ciudad de Murcia. El primero de ellos, en árabe, se sitúa entre 1245 y 1266 y relata el encuentro de un joven musulmán murciano, Abu Ali al-Husayn Ibn Rašiq, con un religioso cristiano cuyo dominio del árabe resulta sorprendente. Ciertos detalles de la anécdota parecen indicar que este religioso se ocupa de instruir a otros en la lengua del islam.

En 1271, el maestro Domingo, fraile dominico, traduce del árabe al latín un tratado de oftalmología a petición de Rufino de Alejandría, "alumno suyo de árabe" —y alumno también de otros hermanos de orden. Rufino es asimismo autor de otra traducción, que realiza "con la ayuda de su profesor de árabe, fray Domingo Marroquino, de la Orden de Frailes Predicadores, en Murcia".

Por último y de manera más rotunda, la crónica de Pedro Marsilio (cap. XLVII) recuerda hacia 1312 cómo Raimundo de Peñafort "estableció escuelas de idiomas para los frailes de su orden en Túnez y en Murcia, a donde procuró que fueran destinados frailes catalanes escogidos, los cuales" —añade Marsilio con orgullo— "resultaron de gran provecho para las almas y para el buen nombre de su nación".

Para más detalles véase el artículo de Antonio Giménez Reíllo, «El árabe como lengua extranjera en el s. XIII: medicina para convertir», en Clara Mª Thomas y Antonio Giménez (eds.), El saber en al-Ándalus. Textos y estudios IV, Sevilla, Universidad de Sevilla, 2006, págs. 147-187.