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06 de marzo de 2017
cronobio

La base del sistema circadiano se encuentra en un reloj molecular ampliamente descrito y muy conservado en cuanto a su estructura. Su funcionamiento se basa en bucles transcripcionales de retroalimentación positivos y negativos que activan o inhiben la expresión de genes reloj o de genes controlados por el reloj. Estos genes controlados por el reloj son los que en última instancia van a generar ritmos celulares y tisulares que se traducirán en ritmos fisiológicos y comportamentales.

Hasta este descubrimiento se creía que el envejecimiento significaba la perdida de ritmicidad generalizada. Sin embargo, una serie de genes inducibles por estrés oxidativo en individuos jóvenes y cuya función principal es proteger al organismo frente a posibles radicales libres, aumentan la amplitud de su expresión rítmica o incluso la experimentan por vez primera durante la senescencia de Drosophila melanogaster. Estos genes se han denominado Late Life Cyclers (genes con expresión rítmica en las etapas finales de la vida). De este modo, el sistema circadiano de Drosophila melanogaster intenta proteger al organismo del daño oxidativo en las últimas etapas de la vida del individuo.

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Este trabajo ha sido publicado en Nature Communications y puedes verlo aquí.

Artículo escrito por Antonio Martínez Nicolás

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