Se halla en una pequeña meseta de poco más de 200 m2 de superficie que interrumpe el fuerte desnivel de la ladera Norte del cerro del Maestre.
Fue descubierta de forma casual por D. Jerónimo Molina en el marco de la segunda campaña de excavaciones sistemáticas en el Poblado de Coimbra durante el año 1956. En septiembre de ese mismo año el propio investigador jumillano la excavó parcialmente descubriendo trece sepulturas de incineración.
Después de 29 años, entre 1985 y 1987, se reemprendieron las excavaciones sistemáticas en laNecrópolis de la Senda, hallándose 31 nuevas tumbas de incineración. En la campaña de 1985, centrada en constatar la estratigrafía del yacimiento, se excavaron de nuevo algunas de la incineraciones que Jerónimo Molina documentó a mediados de los cincuenta, y se hallaron seis nuevos enterramientos.
En 1986, se reestudiaron algunos de los enterramientos descubiertos en los trabajos del investigador jumillano, además de localizarse 14 nuevas incineraciones.
Por último, en 1987, se terminó de documentar el resto de las tumbas descubiertas por Jerónimo Molina, además de hallarse doce nuevas tumbas. Tras estas tres campañas, la superficie investigada supera los 150 m2 , es decir, la práctica totalidad de la superficie de la Necrópolis de la Senda.
El estudio del ajuar de los enterramientos ha permitido fechar la necrópolis de la Senda en el siglo IV a.C, siendo el período de mayor utilización la primera mitad de esta centuria; a partir del tercer cuarto de esta siglo los enterramientos en la Senda disminuyen progresivamente al preferir los habitantes de Coimbra laNecrópolis del Poblado.
Las causas de este abandono son múltiples: la presencia de túmulos principescos en la Necrópolis del Poblado prestigiaba ese recinto sagrado y hacía que los habitantes de Coimbra prefieran enterrarse cerca de la clase dirigente; está más cerca del área de poblamiento, ofreciendo la posibilidad a los habitantes del poblado que pudieran admirar los grandes túmulos; y, por último, las reducidas dimensiones de la Necrópolis de la Senda y su escasa potencia estratigráfica impedía las posibilidad de crecimiento de la necrópolis tanto horizontal como verticalmente.
La necrópolis dejaría de usarse cuando durante la segunda mitad del siglo IV a.C los enterramientos que se producen en la Senda tienden a ocupar los pocos espacios que quedaban libres tras el gran momento de utilización de la primera mitad de esta centuria.
Las tumbas encontradas en esta necrópolis son de muy diversos tipos: cubiertas (mediante barro amarillo, con encachados de piedra), lóculos (rectangulares y ovalados-circulares) y mediante la utilización de urnas cinerarias.
Los ajuares hallados en las tumba son muy diversos: abundan la cerámica ática, que se documentan en más del 50% de las tumbas, convirtiéndose de este modo en el elemento de datación absoluta principal. Abundante es también el armamento: dos falcatas y un regatón de hierro(Tumba 9), una falcata, además de otras armas de hierro en la tumba 42 …etc; completan los ajuares múltiples objetos de carácter personal como joyas, fíbulas, punzones de hueso, pinzas de depilar, fusayolas …etc.