Los Caminos Deambulatorios
Las terrazas del Santuario de la Luz, además de su funcionalidad y de su carácter escenográfico que prestan al frente meridional del cerro, el más accesibe y el que se observa desde el área más amplia del Santuario ibérico, tienen otra carácter eminentemente práctico, aunque sea desde el punto de vista litúrgico: las terrazas son una parte de los senderos o caminos deambulatorios que circunvalan la colina y así permiten el acceso procesional al recinto sagrado del témenos sin pendientes sensibles.
Se ha podido comprobar la existencia de al menos dos caminos, de trazado aproximadamente concéntrico y elipsoidal que rodean la colina y que, en su día, fueron cuidadosamente allanadas de modo que aún conservan, pese a la erosión, las marcas de alisado y las entalladuras para hacer el camino a base de cincel en la irregular roca calcárea de la ladera.
Uno de estos caminos sale de la terraza superior con dirección Oeste y, tras rodear la colina en sentido horizontal, accede por el flanco Norte al naos del templo por medio de unos peldaños de mampostería.
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Otro camino perimetral, más largo, es que procede de la segunda terraza, en la que se ha documentado, de momento, una torre de planta semicircular adosada al muro que delimita el témenos de este a oeste; desciende suavemente el declive por la falda de la colina por la ladera Oeste, con marcadas entalladuras y reservorios para agua a lo largo de su itinerario. Gira suavemente hacia el Norte, por donde atraviesa un estrecho paso de rectificación antrópica, al parecer tallado en el plan general del sector, remonta la breve pendiente hasta los peldaños de mampostería a que ya hemos hecho referencia en el itinerario anterior. En este último sector rocoso, que en su momento fue tallado para hacer recto el camino, se cincelaron en la caliza una especie de bancos escalonados, de los que la parte conservada puede tener una capacidad de unos veinte o treinta asientos.
A lo largo del trazado hay marcas claras de que estos itinerarios estuvieron en su día extremadamente cuidados, tallados en la roca cuando procedía rebajarla o añadiendo mampuesto, cemento o piedra trabada con barro donde interesaba salvar oquedades y así poder regularizar el firme.
Igualmente significativas son los vestigios de pequeñas balsas o reservorios tallados en la roca, al borde mismo de los caminos deambulatorios que permiten ponerlos en relación con bebederos o reservorios lustrales, vinculados posiblemente con las ceremonias procesionales. Por otra parte tenemos el hallazgo de fragmentos de opus caementicus que bien podrían haber pertenecido a tinas lustrales y la presencia a pocas decenas de metros de los manantiales que surgen aún actualmente en el Eremitorio de la Luz