Abandono y Reaparición en el S. IV d.C.

A finales del siglo I d.C. las instalaciones de la zona de servicios están abandonadas. No sabemos cual fue el momento preciso, pero un indicio sugiere que el abandono fue progresivo. En las habitaciones pintadas de la mansio, el programa pictórico no se llevó a cabo en su totalidad. Alguno de los palos solo tiene el enmarque, siendo el panel blanco, aunque con señales del esbozo de la obra a pintar.

Parece que con la misma velocidad que llegó el dinero procedente de un importante flujo de personas, el dinero se perdió o fue tan escaso que el principio solo se acometieron labores de mantenimiento y después se abandonó lo que ya no se usaba. El caso es que a finales de siglo hay una ocupación marginal en la que se hace un uso de las instalaciones como refugio doméstico de una o varias familias sin recursos y entrado ya el siglo II d. C., el abandono es definitivo.

Hasta el siglo IV d.C. no hay nada documentado en el Balneario de Archena. En esta época se excava una tumba en el centro de lo que fue el patio de la mansio y que se encuentra cubierto por las graves y arenas de una riada acaecida seguramente a principios del siglo II d. C. La tumba tardorromana está excavada en las arenas de la gran riada, consiste en una caja de piedra de medio tamaño construida contra tierra. Sus dimensiones exteriores son de 2 m. por 1,10 m. y las interiores de 1,70 por 0,70 m. y la altura de 1 m. El fondo de la tumba está formado por cama de cal y grava, mientras que la cubierta consistía en cuatro grandes piedras irregulares y alargadas trabadas y selladas por cal. En su interior se halló el esqueleto de una mujer de entre 20-30 años, en posición decúbito supino y con la cabeza orientada al oeste. No hay nada de ajuar. Destaca una importante alteración post morten en el lado izquierdo del esqueleto, provocada por la irrupción de agua en la tumba durante una de las riadas. Cronológicamente y por tipología hay que situar  el enterramiento entre los siglos IV y V d. C. Es muy interesante porque documenta por primera vez el uso del manantial en esta época. Lo realmente importante de esta tumba es que delata que una comunidad hispano-romana del siglo IV estaba instalada en el entorno del balneario.