Zona de Servicios y Administrativa

Respecto a la zona administrativa, sabemos que existe, aunque en realidad no se ha excavado. Sin embargo, junto a la puerta descrita con anterioridad, aparecieron gran cantidad de materiales arquitectónicos que procedían de la terraza superior. Entre ellos destaca una variada tipología de ladrillos y tejas así como la basa de orden toscano, que pertenece a un edificio diferente al balneario. La calidad de los materiales indica que los romanos gastaron en la construcción del primer balneario de Archena e instalaciones anejas una suma de dinero desmesurada.

La zona de servicios, es la parte más occidental de la franja de tierra en la que se sitúa el balneario se encuentra un complejo destinado al uso industrial y a los servicios. En época romana estaba separado del resto del conjunto por una vaguada que en la actualidad está rellena. En origen estaba fuera del recinto termal y su ocupación fue relativamente tardía. Aunque hay materiales del siglo I a.C., en un momento mal definido cronológicamente entre Cesar y Augusto.

Es evidente que las aguas mineromedicinales se están usando desde la prehistoria y que los romanos, tras la conquista de Hispania y el establecimiento de la capital en Carthago Nova conocieron y frecuentaron el lugar, máxime si tenemos en cuenta su ubicación junto a la principal vía que lleva al interior y el importante poblamiento ibérico del entorno, donde caben destacar las ciudades íberas de Bolbax en Cieza y del Cabecico del Tío Pío en Archena. Pero los datos arqueológicos indican que no invirtieron en el balneario hasta 200 años después de su llegada a la Península. Esa inversión va de la mano del auge económico de Cartagena y pretende monumentalizar el entorno del manantial. De esta manera los resto más antiguos que conocemos están relacionados con la fase de monumentalización. Una inscripción aparecida en el siglo XVIII junto al manantial y hoy pérdida reza así:

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Por haberse perdido no se la ha dado mucha importancia hasta ahora, pero estamos frente al personaje que costeó  o dirigió los trabajos de construcción del balneario. Sabiendo que años después otra inscripción del mismo lugar informa de la reparación del balneario por los duoviros a un decreto de los decuriones, vemos como el balneario ha pasado de un privatus a un municipio y esto solo se puede explicar con el evergetismo.

Entre los restos de la época de Turcilio Rufo destaca un horno ovalado para cocer teja y ladrillo de 2,80 m. por 3,10, con una longitud de boca de 2 m. y una anchura de la misma de 0,7 m. Está semiexcavado en la parte baja de una de las laderas de margas que limita con la vaguada antes mencionada. En el horno podemos distinguir tres fases. La primera es la de construcción del horno de dos cámaras, una inferior con pilares de adobes que formaban unos pasillos de circulación de aire caliente y otra superior donde se colocaban los materiales a cocer. Esta fase es de época cesariana-augustea y corresponde a la construcción del balneario. En la segunda desaparece la cámara superior y el horno se usa como calera. La tercera es la de abandono como horno y su utilización como vertedero y es de época Julio-Claudia-¿Flavia? No tuvo que ser el único horno ya que todo indica que en las zonas termal y administrativa el volumen latericio construido fue grande.

De otra actividad industrial relacionada con la construcción del balneario se han encontrado indicios. Se trata de la cantería. Sabemos que las columnas de travertino halladas en el interior de la galería termal proceden de las crestas que coronan la prolongación del Cabezo del Ciervo y que alguno de los muros más antiguos de la zona de servicios está construido con material de desecho de la talla del travertino, lo que sugiere que los talleres de los canteros existieron y se ubicaron ahí, a pesar de que tras la conclusión de los edificios fueron reconvertidos para ser utilizados en otros fines.

Terminada la monumentalizacion del balneario se construyen una serie de instalaciones destinadas directamente a los servicios de mantenimiento, desde la producción de alimentos hasta el almacenaje o las dependencias de parte de los servidores del balneario romano. Así, en una época situada entre Augusto y Claudio se construye una almazara en la parte más elevada del lugar, de la que se conserva la base de la prensa. Encaja bien la existencia de la almazara con los datos aportados por el estudio antracológico. Hasta el momento los restos de olivo cultivado suponen casi el 13%  del porcentaje identificado.

Hay también del mismo momento una serie de dependencias construidas con grandes bloques de travertino a medio desbastar y con muros de opus incertum que están casi enmascarados por las construcciones del último momento. El lugar en el que se ubica la zona de servicios es el más expuesto al río del balneario. Se sitúa inmediatamente después de la curva que hace el río para rodear el monte, de tal forma que un desbordamiento o una riada lo atacan por dos frenes simultáneamente, el occidental y el septentrional. Por ese motivo, desde la construcción de las primeras instalaciones los romanos se ven en la necesidad de levantar un muro perimetral que sirva para contener las aguas. De ese muro se conserva un alzado que oscila entre 1 y 2 m.

Lo que dominamos zona de servicios está ocupando un espacio en el que confluyen las margas de la ladera del monte y las arenas depositadas por el río en los diferentes desbordamientos. Estas arenas suavizan la pendiente del monte y generan un espacio más o menos llano. Sin embargo, es un material pésimo para hacer una cimentación y construir encima. Esto lo tuvieron que sufrir en sus carnes los habituales de las instalaciones cuando una gran riada que podríamos datar entre Claudio y Nerón destruyó el balneario romano. De su huella en la zona termal tenemos la reparación de una columna, en la que el fragmento de fuste de travertino roto se sustituye por uno de caliza, la repavimentación del pasillo que separaba la piscina del manantial y la reparación del umbral de una de las puertas del recinto termal, usando en este caso fragmentos de columnas amortizados.

En la zona de servicios los estragos que tuvo que causar el agua superaron los daños de otros lugares del balneario. El muro de protección, con un inestable cimentación, se derrumbó casi por completo, permitiendo que el agua entrara al interior y arrasara todo cuanto había. Casi inmediatamente se reemprenden las labores de reconstrucción. La famosa lapida de los duoviros pertenece a este momento:

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Algo había cambiado. Ya no se trata de fondos privados, sino públicos los que se van a destinar para reparar los daños del balneario y el hecho de que los alcaldes de fe de que el dinero lo han gastado en las partidas a las que estaba destinado nos informa de que se trataba de una suma de dinero considerable, lo que es otro dato para entender la magnitud de la tragedia. Estamos por lo tanto ante la primera evidencia de que Archena se hubiera convertido en un momento anterior a éste en municipio. Además en algunas zonas lo destruido fue tanto que era la oportunidad de planificar nuevas construcciones en lugar de reparar las derruidas y aprender de los errores del pasado para que otra riada no pudiera ser tan destructiva.

Lo primero que se hace es retirar las arenas aportadas por la inundación de la mitad occidental de toda la zona, arenas que son depositadas en la mitad oriental para elevarla aun más, posiblemente con vistas a proteger los futuros edificios que se habrían de ubicar allí. Tras haber configurado el terreno en dos niveles, aprovecharon lo que quedaba del original muro perimetral para cimentar otro muro que hiciera las mismas funciones pero con más efectividad. De esta manera la pequeña elevación que había quedado pegada a la pendiente de margas  y que ocupaban una extensión aproximada de 1000 m. cuadrados, quedó completamente rodeada por un muro que i¡nacía en una zona elevada de margas y a la que el agua podía llegar con más dificultad y que tras desarrollarse a través de una longitud de 80 metros, de los cuales conservamos 70, moría de nuevo en el monte.

La forma que tiene el espacio protegido, rectangular y quebrado hasta la escalera y absidal desde ésta hasta el monte y su disposición general al río, hace que solo el tramo rectangular deba soportar el embate directo de las riadas, mientras que el curvo no tiene que sufrir fuertes presiones. Por este motivo se construyó trabado con el muro un contrafuerte de 1 m. de ancho y que se desarrolla durante los primeros 47 m., esto, es de la puerta de carros a la escalera. El resto de la cerca carece de tal refuerzo. Estamos ante una obra de ingeniería poco común y muy condicionada por la irregularidad del Segura.

La efectividad de la construcción queda patente por su conservación. Tras el abandono del lugar en la segunda mitad del siglo I d.C., tuvo lugar una riada de proporciones no repetidas en el río Segura entre los siglos II y IV d.C. Aguas, gravas y arenas pasaron sobre los muros abandonados, pero al contrario de los que ocurrió en la primera mitad del siglo I d. C., los muros no se derrumbaron, conservándose hasta la actualidad. Hay que destacar que la existencia o no de dique en el muro perimetral está marcando también la diferencia en los alzados. En la primera parte eran de adobe y en la segunda de mampostería enlucidos con cal y coronados por una lomera con almenas de grandes dimensiones. La nueva planificación varió el interior del espacio protegido por el dique. La parte destinada a los servicios se restringió hasta la mitad occidental, aquella que estaba a una cota más baja mientras que el resto del conjunto lo ocupó un edificio público y una serie de dependencias relacionadas con él.